Sergio Bagú y la modernización de la Universidad de Buenos Aires (1955- 1966): la construcción de un nuevo concepto de Universidad

Mgtr. Matías Giletta[1]

Abstract:

El presente artículo se propone reconstruir los aportes del sociólogo e historiador argentino Sergio Bagú (1911- 2002) a la experiencia institucional de renovación y modernización de la Universidad de Buenos Aires, fundada en los principios de la Reforma Universitaria de 1918 e implementada desde el derrocamiento del gobierno peronista hasta la instauración de la dictadura de Onganía, reconociendo la especificidad de un aporte individual a un proyecto colectivo de renovación académica y cultural.

The following article attemps to collect the contributions of the Argentinian historian and sociologist Sergio Bagú (1911- 2002) to the institutional experience of renovation in the University of Buenos Aires –this experience is based on the University Reform in 1918 principles and was established from the last Peron´s government until Onganía´s dictatorial government, recognizing the specificity of on individual contribution to a collective plan of academic and cultural renovation.

Introducción

Nos proponemos reconstruir las contribuciones del sociólogo e historiador argentino Sergio Bagú (1911- 2002) a la experiencia de renovación modernizadora -sustentada en los principios de la Reforma Universitaria de 1918- que se implementa en la Universidad de Buenos Aires (UBA) desde fines de 1955, desintegrándose violentamente a mediados de 1966 como producto del nuevo clima cultural impuesto por la dictadura de Onganía. (1)

Hemos partido de la perspectiva teórica del sociólogo norteamericano Charles Wright Mills, según la cual la imaginación sociológica permite reconocer las interrelaciones que existen entre los fenómenos sociales y procesos históricos más generales, por un lado, y los rasgos individuales de los sujetos concretos.(2) En particular, hemos considerado pertinente la interrelación que establece Wright Mills entre la historia de los procesos y estructuras sociales generales, y las singularidades de la historia biográfica de cada individuo. Considerando en este marco el papel de las ideas, y en consonancia con los fundamentos principales de la sociología del conocimiento en sus distintas expresiones teóricas, subrayamos el carácter histórico y social de las ideas, entendidas como productos de un clima cultural e intelectual específico y de ordenamientos sociales concretos.

Partiendo de estas premisas, hemos establecido la siguiente hipótesis: para dar cuenta de la participación de Sergio Bagú en el proceso de modernización de la UBA instalado luego del  derrocamiento del gobierno peronista, es necesario remitirse a dos niveles de análisis. En primer lugar, hemos considerado necesario esbozar la historia de las universidades y del pensamiento universitario argentino que, desde la Reforma Universitaria de 1918, abreva en la experiencia renovadora de la UBA. En segundo lugar, hemos examinado la propia trayectoria biográfica e intelectual de Sergio Bagú –en particular, sus lecturas juveniles y sus experiencias en el movimiento estudiantil reformista- cuya evolución no dejó de reflejar las luchas sociales e ideológicas en torno a los proyectos de universidad predominantes en cada etapa de la historia política y cultural argentina.

Los objetivos fundamentales que orientaron la elaboración del presente trabajo fueron los siguientes: por una parte, abordar un período de la trayectoria biográfica e intelectual de Sergio Bagú como parte de la empresa más general de reconstrucción y recuperación de sus contribuciones al pensamiento social argentino y latinoamericano. (3) Por otra, ampliar los conocimientos existentes sobre el período de renovación modernizadora de la Universidad de Buenos Aires  –una etapa particularmente fecunda en innovaciones académicas y culturales-, partiendo de los aportes puntuales proporcionados por uno de sus referentes. Finalmente, contribuir a los estudios sobre la propia tradición universitaria reformista, rescatando una experiencia institucional y una trayectoria intelectual que la asumieron como sustento.

 

La “reconstrucción universitaria” (1955- 1966): el proyecto modernizador de la Universidad de Buenos Aires

La alianza política y social que derrocó al régimen peronista en septiembre de 1955, estableciendo posteriormente su proscripción como expresión política, se caracterizaba por una acentuada heterogeneidad interna. Buena parte de los actores universitarios, en particular los profesores y estudiantes identificados con los principios de la Reforma Universitaria, formaron parte de un amplio bloque de sectores sociales e ideológicos que en muchos casos no compartían más que un militante antiperonismo.

Desde un principio, las autoridades de la autodenominada “Revolución Libertadora”, como parte de una estrategia de “desperonización” de la sociedad y la cultura argentina, al tiempo que derogaban la ley universitaria peronista 13.031 y restablecían la vigencia de la “Ley Avellaneda” -luego reemplazada por el decreto 6403/ 55, sentando las bases para la normalización de las universidades y para la creación de universidades privadas-se vieron obligadas a distribuir el control de los espacios estatales entre las diferenciadas expresiones ideológicas que constituían su sustento político. (4)

En el marco de esta estrategia, mientras el control del Ministerio de Educación fue asignado a los sectores vinculados con la Iglesia Católica y las ideologías nacionalistas del mismo signo religioso, la conducción de la Universidad de Buenos Aires fue concedida a los intelectuales universitarios, en particular a los desplazados de las universidades estatales desde los años 30 y “refugiados”, según su propia percepción, en instituciones reformistas como el Colegio Libre de Estudios Superiores (CLES), la denominada “universidad de las sombras”. Asimismo, se concedió un gran protagonismo en la reorganización universitaria a las organizaciones estudiantiles de perfil reformista, como la Federación Universitaria Argentina (FUA) y la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA). Una de las características más importantes de estos colectivos de profesores y estudiantes universitarios consistía en su común adhesión a los principios de la Reforma Universitaria de 1918. De este modo, a la vez que el gobierno del general Lonardi, primer gobierno provisional de la “Revolución Libertadora”, designó a Atilio Dell`Oro Maini como Ministro de Educación (5), nombró a José Luis Romero como Rector Interventor de la Universidad de Buenos Aires en octubre de 1955, seleccionando su designación de una terna elevada por los estudiantes nucleados en FUBA. El resto de los postulantes, como Romero, eran prestigiosos intelectuales identificados con los principios de la Reforma: el historiador de la ciencia José Babini y el filósofo Vicente Fatone.

En este nuevo escenario, el movimiento estudiantil y sus federaciones asumieron un fuerte protagonismo en la conducción y reorganización universitaria. Los ejes que articulaban las concepciones de las organizaciones estudiantiles mayoritarias en este período –reformistas y humanistas- se vinculaban con un fuerte reclamo de restitución de la democracia y la autonomía de la universidad. (6)

La gestión rectoral de Romero, si bien se extendió durante un período breve, innovó en aspectos significativos de la Universidad. (7) Se orientó prioritariamente a normalizar el funcionamiento de la universidad, restituyendo su gobierno tripartito, reincorporando la participación estudiantil en los consejos y asambleas y restableciendo la autonomía universitaria. A la vez, se inició un proceso de recomposición del cuerpo docente, iniciativa que tendía a reincorporar los profesores y auxiliares desplazados durante los gobiernos previos a 1955, iniciando un masivo llamado a concursos y destituyendo a los docentes presumiblemente involucrados con el régimen depuesto. (8)

En estas condiciones, se irá configurando un escenario signado por ricas e innovadoras experiencias en materia universitaria. Estos aspectos, derivados de concepciones inscriptas en la tradición de la Reforma y ligados a la idea de modernización universitaria, tendían a expresar en la dinámica interna de la Universidad y en los proyectos orientados a su “reconstrucción” (empleando un vocabulario muy utilizado en la época), las ideologías de modernización y desarrollo que tenían creciente presencia en los debates políticos, económicos y académicos a nivel nacional y latinoamericano. (9) Las universidades, así como la actividad científica y tecnológica en general, asumirían en este nuevo escenario una gran relevancia en tanto factores estratégicos del desarrollo económico-social: entre otros organismos, se crea el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en 1958.

La gestión rectoral de Romero, además de normalizar el funcionamiento de la UBA y recomponer su cuerpo docente, buscó jerarquizar ciertas funciones universitarias en correspondencia con los principios de la Reforma, en el marco de una concepción moderna de la enseñanza universitaria. En este escenario, se crearon un conjunto de organismos universitarios: el Departamento de Pedagogía Universitaria, el Departamento de Orientación Vocacional, el Departamento de Extensión. En relación con este último aspecto, reasumía centralidad la concepción reformista de la Universidad como agente del cambio social. En el marco de la intervención de Romero, además, como parte de la modernización de la universidad, se impulsó la departamentalización de las facultades. (10)

Las líneas directrices de la intervención de José Luis Romero serían continuadas y consolidadas por la gestión rectoral de Alejandro Ceballos, desde mayo de 1956 a noviembre de 1957. En el marco de la gestión de Ceballos, se producen hechos significativos en lo referido a la modernización de la UBA, como la creación de nuevas carreras de vocación científica vinculadas con el nuevo clima cultural desarrollista y modernizador: en 1957 fueron creadas las carreras de Sociología y Psicología y Ciencias de la Educación. Asimismo, se comienza con la elaboración del nuevo Estatuto Universitario, a partir de las discusiones en el seno de una Asamblea Universitaria conformada por profesores, estudiantes y graduados en función de lo establecido por el decreto-ley 6403.

Por su parte, Risieri Frondizi, ex integrante del CLES como Romero, fue electo Rector de la Universidad de Buenos Aires en 1957, luego de haber ejercido durante pocos meses como Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Un año después, en 1958, el mismo año en que asume la Presidencia de la Nación su hermano Arturo, fue reelegido por estudiantes, profesores y graduados. Su gestión se extenderá hasta 1962, siendo reemplazado por un representante del sector humanista, Julio Olivera.

El proyecto de modernización universitaria y de implementación de los principios reformistas en la UBA, en un contexto nacional de predominio de las ideas desarrollistas y teorías de la modernización, se consolidará y profundizará en la gestión rectoral de Risieri Frondizi, plasmándose predominantemente en Facultades como Ciencias Exactas y Naturales y Filosofía y Letras. (11) En el pensamiento universitario de Risieri Frondizi, el reformismo, la modernización y el desarrollo constituyen aspectos amalgamados. (12) Frondizi orientará su gestión en correspondencia con las concepciones de Universidad inscriptas en la tradición de la Reforma, ahora resignificadas en un contexto desarrollista: profundizará la extensión universitaria –creando en este cuadro la Editorial de la Universidad de Buenos Aires (EUDEBA)-, incrementará los recursos para la investigación científica, iniciará programas de renovación curricular, creará nuevas carreras con perfil científico, iniciará programas de innovación pedagógica, reorientará la matrícula estudiantil hacia disciplinas con orientación científica, incrementará el número de docentes con dedicación exclusiva, estimulará mayores niveles de interrelación entre docencia e investigación e iniciará la construcción de la Ciudad Universitaria. La Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, y en menor medida la de Filosofía y Letras, fueron el epicentro de las renovaciones introducidas por Risieri Frondizi. (13) En la perspectiva de Suasnábar, la gestión de Frondizi buscó correlacionar la función social de la universidad con el desarrollo  económico-social nacional, cuestionando la tradición profesionalista de los estudios superiores e incentivando la investigación científica y sus expresiones disciplinarias. (14)

En 1966, el proyecto modernizador ya no contaba con el generalizado respaldo de sus inicios. No sólo los sectores más reaccionarios representaban una resistencia ideológica importante contra el proyecto de renovación; en los años sesenta, en un contexto de progresiva radicalización política de los sectores juveniles y estudiantiles –como producto, entre otros acontecimientos históricos, de la revolución cubana de 1959-, el movimiento estudiantil se volcaba gradualmente a la oposición. La departamentalización, los subsidios de fundaciones empresariales norteamericanas y la orientación cientificista de los intelectuales reformistas se constituyeron, entre otros tópicos, en el blanco de las críticas del movimiento estudiantil. (15)

En junio de 1966 se produce el golpe de Estado conducido por el general Juan Carlos Onganía, derrocando al gobierno constitucional del radical Arturo Illia. Si las transformaciones de la sociedad, la economía y la cultura argentina operadas por la autodenominada “Revolución Argentina” fueron en algunos aspectos sustanciales, en un contexto de creciente difusión entre las elites militares latinoamericanas de las doctrinas de “seguridad nacional”, en el terreno universitario la dictadura de Onganía decretaría la definitiva desarticulación del proyecto modernizador inaugurado en 1955. Con el golpe de 1966, las fuerzas políticas y orientaciones ideológicas de signo conservador-católico recuperarían su protagonismo en términos culturales y educacionales, restableciéndose de este modo un fuerte nivel de autoritarismo en las universidades. En julio de 1966, el gobierno de Onganía establece la intervención de las universidades nacionales, anula su gobierno autónomo y declara que las autoridades universitarias en ejercicio de sus funciones pasarán a ser delegados interventores del gobierno nacional, con excepción de quienes decidan renunciar a sus cargos. En este contexto, la autonomía universitaria resultó ostensiblemente violentada por las autoridades gubernamentales, así como otros principios cardinales de la Reforma.

Uno de los hechos históricos más sintomáticos de la actitud del gobierno de Onganía con respecto a los universitarios, fue la denominada “Noche de los bastones largos”: poco después de la intervención de las universidades, las fuerzas policiales irrumpen en los recintos de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA y detienen a un numeroso contingente de profesores y estudiantes, luego de golpearlos violentamente. Como consecuencia, numerosos docentes y equipos de investigación, sobre todo en el caso de las facultades paradigmáticas del proyecto modernizador, abandonaron sus cargos y decidieron exiliarse, relocalizándose en universidades latinoamericanas de países como Chile, Venezuela y México. (16) En este nuevo clima político y cultural, nuevas concepciones, ideologías y cosmovisiones, al interior y al exterior de las universidades, desplazarían –en general, por la fuerza- a las anteriormente predominantes.

 

Sergio Bagú y la modernización de la Universidad de Buenos Aires: un aporte individual a un proyecto colectivo de renovación universitaria

En el período que se inicia en 1955 y finaliza en 1966 con la “noche de los bastones largos”, el sociólogo e historiador argentino Sergio Bagú –precursor, según el criterio del sociólogo mexicano Pablo González Casanova, de interpretaciones inscriptas en la teoría de la dependencia y referente de las ciencias sociales latinoamericanas de la segunda mitad del siglo pasado- se desempeñó en la UBA asumiendo diferentes funciones, como la creación y conducción de nuevas cátedras en la Facultad de Ciencias Económicas y la dirección de emprendimientos institucionales innovadores, como la Segunda Escuela Internacional de Temporada. Antes de analizar con detenimiento los aportes de Sergio Bagú al proceso de renovación y modernización académica examinado en el capítulo precedente, consideramos necesario reconstruir aspectos de su biografía que fundamentan esas contribuciones.

  • Sergio Bagú y la “segunda generación reformista”: la militancia antifascista

Uno de los rasgos biográficos más significativos de Bagú para comprender su inserción en el proyecto de modernización de la Universidad  porteña es su militancia juvenil en el movimiento estudiantil reformista durante la década de 1930. Siendo estudiante de Derecho en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires –estudios que finalmente no concluyó- Bagú ejerció la presidencia de la Federación Universitaria Argentina (FUA) en dos oportunidades, en un contexto de creciente avance político- ideológico del totalitarismo europeo y, a nivel local, del nacionalismo católico.

El escenario nacional configurado desde 1930 –y consolidado, en lo referido a las relaciones gobierno/ universidades, desde 1943- significó un marco sumamente adverso para el movimiento estudiantil reformista organizado en 1918. En este orden de cosas, el movimiento estudiantil irá configurándose gradualmente como un activo actor político opuesto -prácticamente sin solución de continuidad- a los regímenes políticos vigentes desde 1930 hasta 1955. La consideración de este rasgo contextual del movimiento estudiantil argentino actuante en los años 30 es relevante, ya que permite comprender ciertas características ideológicas centrales de la denominada “segunda generación” del reformismo universitario, como su acentuada postura antitotalitaria y prodemocrática. (17) En este clima cultural, las universidades argentinas, y buena parte de las latinoamericanas, comenzaron a configurar un espacio relevante de formación política, sobre la base de los principios de la Reforma Universitaria de 1918, ahora reorientados en un sentido antifascista. Sergio Bagú se refiere a la Reforma del 18 y reconstruye sus experiencias juveniles como militante estudiantil reformista de la siguiente manera:

“Nací en Buenos Aires, en el año 1911. La infancia y la juventud fueron las de cualquier niño y cualquier joven, apenas está marcada de cierto interés biográfico mi militancia en el movimiento estudiantil en Argentina con conexiones con otros países latinoamericanos; fuimos la segunda generación de la Reforma Universitaria, la que corresponde a la decena de los años treinta. Esa fue mi gran escuela de formación. Yo no tuve militancia política partidaria, salvo una efímera militancia en el Partido Socialista de la Argentina; hubo por allí algún Partido Socialista Argentino al cual no me refiero. Fue una militancia efímera, no tiene valor autobiográfico, ¡pero sí la tiene la militancia estudiantil! Fue una época de definiciones frente al oleaje fascista. En la década de los treintas, cuando la influencia de los movimientos fascistas europeos llega a Latinoamérica, se forman agrupaciones decididamente fascistas, con expresión pública, con militancia callejera; hay una gran propensión a la lucha callejera, con consignas tremendamente reaccionarias, como las tenía el fascismo europeo. Como movimiento estudiantil nos enfrentamos al fascismo, además de las otras reivindicaciones universitarias, ya que en la Reforma Universitaria de Córdoba, que inicia en 1918, se va formando un programa de modernización universitaria; en muchas de las carreras, en las disciplinas que se estudian en la universidad, la Reforma fue organizando un programa de renovación conceptual e inclusive pedagógica. Fue un movimiento esencialmente universitario que rápidamente asumió la obligación de la lucha política, enfrentada a esta nueva realidad que vivían los países latinoamericanos que fue el fascismo y las organizaciones fascistas de aquella época (…) El movimiento estudiantil era definidamente antifascista. Los centros estudiantiles se organizaron desde muy temprano. Hay centros estudiantiles desde principios de siglo, pero tomaron una estructura permanente y de carácter nacional como consecuencia inmediata a la Reforma del 18, en forma federativa, de manera que en cada universidad había una federación y centros en cada facultad. Fui presidente de la Federación Universitaria Argentina, conozco muy bien la vida estudiantil de la década de los treintas. Los centros tenían entre si militancia estrictamente universitaria, porque tenían un programa que se refería a la enseñanza, al plan de estudios, a la vida estudiantil en general, al apoyo de la masa estudiantil en sus tareas universitarias, pero tenía también una militancia política inevitable. Teníamos el contacto y el apoyo recíproco muy estrecho con los partidos políticos democráticos, principalmente el socialista y el radicalismo (…) En buena parte, los dirigentes radicales, políticos radicales de la década de los treintas, de la década de los cuarentas, fueron egresados universitarios que se habían formado políticamente en el movimiento de la Reforma. Es decir, ocurrió en Argentina lo que pasó en otros países de América Latina. En Perú, el caso de APRA, que es un partido político que surge del movimiento estudiantil. En Venezuela, el caso de Acción Democrática, que surge también del movimiento estudiantil. De modo que por esta vía, la Reforma escribió un capítulo interesante en la vida política, no porque fundara partidos políticos sino porque fue la escuela de adiestramiento de la militancia política democrática y de izquierda. Dirigentes socialistas y algunos comunistas se formaron allí, aunque muchos de ellos tenían otro origen, un origen obrero a diferencia de los socialistas y radicales. Me estoy refiriendo siempre a la década de los treintas.” (18)

En febrero de 1936, siendo aún estudiante universitario y militante estudiantil, Bagú publicó en el órgano de prensa de la Federación Universitaria Argentina un artículo donde reconstruye las etapas previas de la Reforma Universitaria de 1918, titulado “La prerreforma”. Asimismo, Bagú –como Julio González, Saúl Taborda, Raúl Orgaz, Gregorio Bermann y Enrique Barros- fue uno de los encuestados por Deodoro Roca en su periódico Flecha (nº 14, del 15 de junio de 1936), en oportunidad de cumplirse 18 años de la Reforma Universitaria. La encuesta, titulada “¿Qué es la Reforma Universitaria?”, se proponía recopilar los puntos de vista de los intelectuales más representativos del movimiento reformista, según una selección realizada por el mismo Roca (19). Como veremos a continuación, no sólo los aspectos vinculados con sus vivencias políticas juveniles en el movimiento estudiantil influyeron en la trayectoria posterior de Bagú. También son significativos en este sentido ciertos elementos relacionados específicamente con el contexto intelectual en que se formó Sergio Bagú. Allí, la figura de José Ingenieros tendría una presencia notable.

  • La influencia de José Ingenieros en Sergio Bagú

Otro rasgo biográfico vinculado con la etapa juvenil de Sergio Bagú que consideramos relevante para comprender su trayectoria académica posterior, es la temprana influencia que sobre sus ideas sociales, políticas y culturales ejerció uno de los inspiradores intelectuales más reconocidos del movimiento reformista en sus comienzos: José Ingenieros (1877- 1925).

Una de las primeras publicaciones de Bagú, realizada en una edad temprana de nuestro autor (25 años) y siendo aún estudiante universitario, fue “Vida ejemplar de José Ingenieros”, publicada originalmente en 1936 por Editorial Claridad; años más tarde, en 1953, la editorial El Ateneo reeditaría este trabajo. (20)

Esta obra representa una exhaustiva biografía de José Ingenieros, donde se reconstruye la vida y obra del autor de “El hombre mediocre” situándolas en el contexto intelectual y social en que se desarrollaron. En esta obra, Bagú aplicó un enfoque indisolublemente histórico y social, perspectiva que distinguirá su obra intelectual posterior. Al basarse en un estudio del pensamiento y la obra de Ingenieros como producto de su época histórica y de su contexto social -en particular, de su contexto intelectual-, puede afirmarse que “Vida ejemplar…” representa una contribución en sociología del conocimiento, equiparable al estudio realizado por José Ingenieros en “Emilio Boutroux y la filosofía francesa”. En particular, Bagú reconstruye el rol de José Ingenieros como referente intelectual y moral -en base a la figura del maestro, cara figura para los intelectuales humanistas- del movimiento estudiantil reformista, así como de la juventud argentina y latinoamericana de principios del siglo veinte.(21)

En un homenaje a la trayectoria académica de Bagú organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en el año 2001, Alonso Aguilar Monteverde sintetizó del siguiente modo las confluencias entre Ingenieros y Bagú, lo cual perfila a éste como un definido discípulo de aquél: “Al releer la biografía de Ingenieros –primer libro de Bagú- y recordar el tipo de hombre que fue y lo que caracterizó su conducta y su fecunda actividad, sentí a menudo que no pocos de los rasgos de Ingenieros se advierten también en el mismo Sergio Bagú. Por ejemplo, el no improvisar, el trabajar con una estricta disciplina, el amor al estudio, el odio a lo mediocre, lo injusto y lo falso, el sentido de responsabilidad y la probidad mental, el enseñar con el ejemplo, emplear siempre un método de análisis riguroso, no dejarse ganar por las modas ni por el éxito momentáneo y episódico, y actuar conforme a valores e ideales que orientan toda su obra. Sergio Bagú, como Ingenieros, después de comenzar a investigar desde muy joven y de observar con atención, deviene un maestro. Maestro en su genuino significado. Hombre que muestra una posibilidad de estudio y lucha, que descubre una vocación, que estimula un esfuerzo, que funda empresas de cooperación intelectual, que promueve una inquietud ética. Y que sabe escuchar, nunca deja de estudiar y aprender… investiga seriamente, busca nuevos caminos y sabe que el conocimiento es tarea colectiva, no meramente individual, que requiere conjugar esfuerzos y riñe con el dogmatismo.” (22) El propio Bagú reconoce la decisiva influencia que José Ingenieros ejerció sobre su formación juvenil, destacando diversos aspectos, como la visión integradora de los problemas sociales latinoamericanos, la obligada definición frente a los problemas públicos y la necesidad de sustentar el trabajo intelectual en un sentido crítico constante. (23)

  • Residencia en EEUU y publicación de las investigaciones sobre el capitalismo colonial.

En el período biográfico extendido desde la época de la militancia en FUA y la elaboración del estudio sobre Ingenieros hasta el año 1956 -momento en que nuestro autor se integra al proyecto de reorganización y modernización de la universidad porteña- Bagú participó activamente en eventos nacionales vinculados con la cultura, como el Segundo y Tercer Congreso de Escritores Argentinos organizados respectivamente en Córdoba y Tucumán en 1939 y 1941. (24)

Desde 1935, continuando su inscripción en el antifascismo ligado a la cultura de izquierda, Bagú formó parte de la Asociación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores (AIAPE), organización de carácter netamente antifascista, en cuya creación tuvieron un rol preponderante Aníbal Ponce y Cayetano Córdova Iturburu. De AIAPE formaron parte importantes referentes del pensamiento social y político argentino: entre otros, Rodolfo Puiggrós, Deodoro Roca, Álvaro Yunque, Liborio Justo, Dardo Cúneo, Enrique González Tuñón y Raúl Larra. (25)

En 1942, Bagú fue invitado por el entonces Presidente de Estados Unidos, Franklin Roosevelt, en el marco de un programa de acercamiento que ese gobierno promovía entonces con jóvenes de América Latina. En Estados Unidos fue invitado a ofrecer varias conferencias sobre la historia y la cultura latinoamericanas en diversas instituciones. En 1943 participó en el Congreso Internacional de Escritores realizado en Los Ángeles, California.

Entre 1943- 1944 se desempeñó en periodismo radial en la cadena NBC, emitiendo un programa semanal en español para América Latina. Permaneció en Estados Unidos hasta 1947, impartiendo cursos y conferencias en las Universidades de Illinois, en el Middlebury College, en Vermont, y en la Universidad de Columbia, en New York. De estas experiencias docentes, Bagú derivó su trabajo monográfico publicado en esta etapa, titulado “Sentido histórico de una reforma educacional en Estados Unidos: Bachillerato y formación cultural.”

Luego de un breve regreso a Argentina en 1947, frustrado por el enérgico control político ejercido en ese período sobre el periodismo, Bagú se instala en Montevideo y reside allí hasta 1949. En ese año se presenta a un concurso internacional de traductores para ingresar a Naciones Unidas y obtiene el segundo lugar en América Latina. En 1950 viaja a Estados Unidos nuevamente, donde se incorpora a Naciones Unidas, permaneciendo hasta 1955. Es precisamente en el año 1950 cuando Bagú publica su ensayo “La clase media en la Argentina”, en el volumen I de “Materiales para el estudio de la clase media en América Latina” editado por la Unión Panamericana en Washington.

Uno de los eventos más significativos que tuvieron lugar en el período que estamos analizando fue la publicación, por parte de Bagú, de dos investigaciones histórico-sociales referidas al pasado colonial latinoamericano, trabajos que llegarían a ocupar un lugar de gran influencia en el clima intelectual de la época, sobre todo en el campo de la sociología y la historiografía latinoamericanas: “Economía de la sociedad colonial”, publicada en 1949 por la editorial “El Ateneo”, y “Estructura social de la colonia”, publicada en 1952 por la misma editorial. Ambas obras se subtitulan “Ensayo de historia comparada de América Latina”. La relevancia que estas investigaciones asumieron en la época de su publicación, generando múltiples debates y ejerciendo influencias sobre corrientes posteriores en el campo de las ciencias sociales latinoamericanas, justifica un breve examen de sus conclusiones más relevantes.

Los estudios de Bagú sobre el régimen colonial hispano-luso configurado en América Latina tuvieron una proyección muy relevante en su momento, problematizando un conjunto de representaciones muy extendidas entre los historiadores, economistas y sociólogos latinoamericanos acerca de la organización económico-social del régimen colonial latinoamericano.(26) Mientras un amplio sector de la intelectualidad y la vida política en América Latina a mediados del siglo veinte sostenía la opinión de que el régimen económico-social estructurado en el pasado colonial latinoamericano era de índole feudal, Sergio Bagú afirmaba –en “Economía de la sociedad colonial”– que era de índole estrictamente capitalista, aún cuando funcionaran en ese mismo contexto muchas instituciones de corte feudal y existieran inocultables resabios del ancien regimen. En rigor, el régimen económico-social colonial en América Latina, según Bagú, correspondía a un estilo de capitalismo muy específico, el capitalismo colonial, régimen compatible con la situación de esclavitud en la que se hallaban multitudes de negros e indios encargados de extraer y producir los bienes que se vendían en el mercado internacional. Según nuestro autor, las sociedades coloniales latinoamericanas –si bien su condición era innegablemente capitalista- no dejaban de caracterizarse por la persistencia de rasgos feudales. Es así como puede realizarse una clasificación de elementos capitalistas y feudales en el contexto de las sociedades coloniales latinoamericanas.

En “Estructura social de la colonia”, Sergio Bagú emprende un análisis del sistema de estratificación social del régimen colonial hispano-luso configurado en América Latina, continuando los análisis emprendidos en “Economía de la sociedad colonial”. Para tal fin, luego de examinar brevemente el sistema estratigráfico de castas sociales vigente en la época precolombina, Bagú parte de discriminar entre elementos determinantes y elementos condicionantes del proceso formativo de las clases sociales en las colonias hispano-portuguesas en América Latina, clases que pueden clasificarse, según Bagú, en poseedoras, desposeídas, medias y desclasados.

A modo de síntesis, Bagú concluye que la sociedad colonial se asentaba en una “concepción de castas sobre una realidad de clases”, haciendo referencia, no sólo a los resabios feudales que persistían en la mentalidad de las clases dominantes, sino también a la gran inmovilidad social de las clases sociales, lo que constituía un indicador de un sistema estratigráfico sumamente rígido y desigual, así como del carácter tradicional de las sociedades coloniales latinoamericanas.

  • Inserción de Bagú en el proyecto de modernización de la Universidad de Buenos Aires

La inserción de Bagú en el proceso de reorganización modernizadora de la Universidad de Buenos Aires luego de la denominada “Revolución Libertadora” se produjo al inicio de esta etapa, en el año 1956. No eran pocos ni banales los elementos conceptuales que hacían confluir la concepción de Universidad sostenida por Bagú y la promovida por los encargados de conducir la normalización, reorganización y reorientación de la UBA luego de 1955. En particular, existía una gran convergencia de concepciones y criterios entre Sergio Bagú y Risieri Frondizi, además de una arraigada amistad. En sus últimos años de vida, Bagú recordaría la experiencia de renovación de la UBA como una “época luminosa”. (27)

En primer lugar, Bagú se identificaba con la tradición reformista, e incluso –como hemos visto- sus experiencias de militancia juvenil se relacionaron con el movimiento estudiantil reformista; por su parte, como vimos en el capítulo precedente, los conductores de la transformación institucional de la UBA desde 1955 también se inscribían en los postulados reformistas, tanto el movimiento estudiantil organizado en FUA y FUBA como los intelectuales que venían de actuar en la “universidad de las sombras”, el CLES. Consiguientemente, Bagú no dudó en incorporarse en el proceso de reorganización de la UBA, valorándolo como una etapa de profunda y genuina renovación que podía servir para transformar el “arcaísmo conceptual” vigente en la UBA antes de 1955.

Según Bagú, el estancamiento de la universidad argentina antes de 1955 no sólo era de índole organizativo y académico, sino también -y fundamentalmente- conceptual. Consiguientemente, luego de 1955, la verdadera renovación que debía iniciarse era de índole conceptual, y sólo una renovación genuina en este sentido, sustentada en nuevos conceptos de universidad a la altura de los tiempos contemporáneos, estaba en condiciones de propiciar y apuntalar un proceso sustantivo de modernización universitaria. En un breve artículo titulado “Nuevos conceptos para una nueva Universidad”, nuestro autor reconstruye el escenario abierto en 1955 y sus implicancias para la UBA, aludiendo a la situación de ciertas Facultades:

El levantamiento de 1955 en Argentina, que puso fin al régimen peronista, introdujo en las universidades estatales un aire de renovación conceptual y organizativa personificado desde el primer momento en la figura de José Luis Romero, que inició la reorganización de la Universidad de Buenos Aires, principalmente mediante la convocatoria de concursos para renovar la planta docente. Pocas semanas después se anunció el mismo procedimiento en todas las otras universidades nacionales. Risieri Frondizi, como Rector de la Universidad de Buenos Aires, siguió la obra iniciada por Romero. La universidad nacional en la etapa peronista había sido la misma arcaica universidad de la etapa oligárquica. Las excepciones fueron muy escasas, pero existieron: hubo profesores respetables antes de 1955 y no todos lo fueron después de esa fecha. En la Universidad de Buenos Aires el arcaísmo conceptual pareció concentrarse en las Facultades de Ciencias Económicas y de Filosofía y Letras. Desde hacía muchos decenios las cátedras que proporcionaban los criterios básicos de la acción gubernamental oligárquica eran las de Historia Política Clásica y Contaduría.” (28)

Asimismo, Sergio Bagú tenía una concepción de la docencia universitaria afín a la estimulada por las nuevas autoridades institucionales de la UBA instaladas desde septiembre de 1955. Según Bagú, la docencia y la investigación científica en la universidad no debían ser actividades desconectadas, sino que una debía nutrirse de la otra en forma recíproca. Además, en su perspectiva, el intercambio con los estudiantes enriquece la formación del propio docente, sobre la base de una concepción de la relación pedagógica en términos de reciprocidad y diálogo. Bagú explicitó este criterio con las siguientes expresiones:

La tarea docente, cuando está organizada con criterios modernos, se relaciona directamente con la investigación porque las dos actividades se nutren recíprocamente; es fuertemente activa para quienes la conciben como un capítulo básico de la vida cultural de un conjunto humano, de manera tal que un maestro jamás transmite exclusivamente sino que también recibe permanentemente. El contacto con alumnos y con colegas crea una dinámica de enriquecimiento mental permanente, de modo tal que el profesor con vocación y con sano criterio profesional está permanentemente rectificando sus propios errores y enriqueciendo sus objetivos de investigación.” (29)

A fines de 1956, ya radicado en Argentina desde fines de 1955, Sergio Bagú gana un concurso para ingresar como Profesor Asociado en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, donde al poco tiempo fue promovido a Profesor Titular. En la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, Bagú dictó cursos de Historia Económica General y Sociología Económica. Esta última experiencia docente merece un tratamiento más detenido.

En la creación de Sociología Económica como una nueva cátedra en los planes de estudio de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, Sergio Bagú tuvo un papel central, así como el propio José Luis Romero. Como la emergencia y reorientación de otras cátedras en este período, la creación de Sociología Económica -según el propio Bagú- fue el producto de la promoción, en el marco del proceso de renovación institucional y conceptual de la UBA, de nuevas concepciones acerca de las disciplinas ligadas a las ciencias económicas y sociales.

En correspondencia con el proyecto modernizador, estas nuevas concepciones revalorizaban la vinculación estrecha entre las disciplinas estudiadas en la Facultad de Ciencias Económicas, la investigación científica y los nuevos enfoques de las restantes ciencias sociales, en particular de la Sociología. Se promovía una concepción científica e interdisciplinaria de las carreras de la Facultad de Ciencias Económicas, en particular de Economía. Según Norma de Los Ríos, refiriéndose al escenario abierto en 1955, “el debate científico ocupó el centro de las preocupaciones universitarias, se impulsaron nuevas carreras, en el caso de las Ciencias Sociales las ramas de la Psicología y de la Sociología fueron las más socorridas. En el marco del debate epistemológico de esos años la ciencia debía normar todas las actividades y convertirse en la palanca de la economía, lo que explica la particularidad de las cátedras que Bagú, como otros intelectuales impartieron, creándolas a veces sobre la marcha. La Universidad se transformaría en esos años en un polo crítico de indudable influencia sobre la sociedad y en el espacio donde se expresaban las solidaridades con las causas y los movimientos progresistas… (…) Bagú presentó y ganó también el concurso para la cátedra de Sociología Económica, creación de José Luis Romero. En torno a esa cátedra se formó un grupo de jóvenes economistas que trabajaban la materia económica con vocación sociológica.” (30)

La transformación y modernización de la Facultad de Ciencias Económicas se percibía como una empresa fundamentalmente conceptual, vinculada con transformaciones en el nivel de las concepciones y proyectos universitarios, así como con la difusión de concepciones modernas al interior de cada disciplina. En este caso particular, no sólo se perseguía el vínculo de las disciplinas económicas con las restantes ciencias sociales, especialmente con la Sociología; además se pretendía difundir un concepto básico de la economía como una esfera eminentemente social. Bagú reconstruye de la siguiente manera el escenario en cuyo marco se introdujo Sociología Económica en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA:

“El debate que precedió a la creación de algunas cátedras en 1955 en la Universidad de Buenos Aires –y, en especial, en Ciencias Económicas- guarda similitud con el que se suscitó en México y que tuvo como principal promotor a Jesús Silva Herzog. ¿Para qué formar economistas si con los contadores públicos y los abogados la economía nacional marchaba bastante bien? La tesis que triunfó en los ambientes oficiales argentinos se parece notablemente a la que impulsaba Silva Herzog en México: desde ahora, la universidad del Estado formará, también, economistas, sin dejar de formar abogados y contadores. Pero en ese nuevo plan de estudios aparecieron otros e importantes problemas: la historia para economistas no podía repetir los esquemas organizativos y conceptuales de la historia tradicional –tan similares a toda una cronología de gobiernos nacionales- y ni qué hablar de una sociología económica. Lo nuevo en este caso había que descubrirlo en la raíz misma del concepto. Encontramos un antecedente inesperado: en la Universidad Nacional de Córdoba existía ya una sociología económica, pero la consulta que se hizo resultó decepcionante: nunca había tenido programa ni profesor y, por tanto, nunca se había dictado. Había que inventar todo, más allá de la terminología misma, porque era fácil recordar que en la polémica política se argüía con frecuencia que todo lo político y lo sindical no era más que económico. Nosotros, en nuestra cátedra, asumimos una actitud nada usual entonces: convocamos a una reunión polémica a profesores y alumnos de la carrera de sociología de la Facultad de Filosofía y Letras y de todas las carreras de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. La primera reunión tuvo un éxito inesperado: cuarenta profesores y alumnos de las dos facultades, interesados en incorporar una nueva asignatura a los planes de estudio y una nueva temática para la investigación.” (31)

En entrevistas con ex alumnos de Sergio Bagú en Sociología Económica, se subraya que en esta asignatura Bagú promovía centralmente tres enfoques en relación con los estudios sociales y económicos, sobre la base del nuevo vínculo establecido entre la sociología y la economía. En primer lugar, estimulaba un tipo de trabajo aplicado, íntimamente vinculado con la realidad social e histórica, donde lo teórico no constituye más que una herramienta para el análisis de la realidad concreta; en segundo lugar, insistía en la riqueza que la perspectiva histórica está en condiciones de aportar a los estudios sociales y económicos; por último, estimulaba el estudio de las nuevas corrientes sociológicas y económicas latinoamericanas, como las incipientes producciones vinculadas con la teoría de la dependencia y las diversas expresiones de la teoría del desarrollo. En este contexto, formaban parte del programa autores como Fernando H. Cardoso, Enzo Faletto y Celso Furtado, entre otros.

Durante este período, Bagú también dictó cursos, seminarios y conferencias en la Facultad de Filosofía y Letras y en Derecho y Ciencias Sociales. También fue Profesor invitado en las Universidades Nacionales del Litoral y del Nordeste, donde durante varios años dictó cursos de Introducción a las Ciencias del Hombre, Historia de América, Urbanización y Sociedad y Sociología Económica. Igualmente, fue invitado en numerosas ocasiones a dictar conferencias y seminarios en las Universidades Nacionales de La Plata, Bahía Blanca y Córdoba.

En 1959, Sergio Bagú fue invitado por Risieri Frondizi, por entonces Rector de la Universidad de Buenos Aires, a dirigir la Segunda Escuela Internacional de Temporada, evento anual organizado conjuntamente por la UBA, la Universidad de Chile y la Universidad de la República (Montevideo, Uruguay). Esta iniciativa representó un emprendimiento innovador destinado a producir una apertura de la Universidad a sectores de la población que no tenían formación universitaria –abordándose en sus cursos un conjunto de problemáticas no tratadas en la cátedras curriculares- sobre la base de la nueva centralidad que la extensión universitaria y la apertura de la universidad ocupó en la agenda de las autoridades de la UBA desde 1955. Bagú recuerda del siguiente modo esta experiencia de innovación y apertura universitaria:

“La otra innovación importante durante la rectoría de Frondizi fue la creación de la Escuela de Temporada, como institución permanente de la Universidad de Buenos Aires. No era una creación absoluta, porque en Buenos Aires sabíamos que en la Universidad de Chile funcionaba una escuela de temporada desde hacía algunos años y la iniciativa había despertado cierto interés también en la Universidad de la República, en Montevideo. La Rectoría de Buenos Aires, siempre alerta a las innovaciones, me envió a Santiago de Chile y de la experiencia de varios años en ese país hermano surgió en Buenos Aires el plan de la Escuela de Temporada de la UBA. La intención básica consistió en crear, dentro de la Universidad, un curso de varios meses de tipo experimental que acogiera temas no previstos en los planes regulares y cuyos resultados fueran puestos a consideración de la Universidad. Se creó, inclusive, una comisión permanente para coordinar toda la iniciativa en las tres universidades (Buenos Aires, Santiago y Montevideo)” (32)

Además de sus actividades docentes y de investigación, en este período Bagú fue co-fundador y co-director de la Revista de Historia (1957-1958) junto con Gregorio Weinberg, Enrique Barba y Juan Carlos Ferreira.

En 1960, Bagú fue socio fundador del Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES). En este sentido, Bagú formó parte de los intelectuales argentinos que no sólo contribuyeron a la modernización de los ámbitos académicos estatales; además, se preocuparon por generar espacios privados alternativos a las estructuras estatales, particularmente valiosos cuando éstas no garantizaban el normal desarrollo del trabajo académico y científico. Aportando a la creación del IDES, Bagú continuaba su objetivo plasmado en la cátedra Sociología económica de vincular los estudios económicos con los enfoques sociológicos y la historia, sobre la base de la concepción de desarrollo tan vigente en el clima político-ideológico de entonces. Desde su creación, el IDES promovió los estudios sociales interdisciplinarios.

En 1966 –formando parte de las renuncias masivas de profesores e investigadores luego de la noche de los bastones largos– Sergio Bagú presenta su renuncia en la Universidad de Buenos Aires, emprendiendo un exilio que lo conducirá finalmente a radicarse en México en 1974 y permanecer allí hasta el año de su fallecimiento, desempeñándose académicamente en el Centro de Estudios Latinoamericanos (Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM), institución creada por Pablo González Casanova. Acerca del significado de la violenta y persecutoria intervención de las universidades establecida por la dictadura del general Onganía, Bagú comentaría irónicamente, no sin un dejo de profunda melancolía por una experiencia de renovación institucional que había sido anulada por la fuerza antes de poder desarrollarse acabadamente:

“Un general puso fin a la aventura en 1966. Había descubierto que el comunismo internacional se había apoderado de la Universidad.” (33)

Reflexiones finales

 

Los elementos esbozados conceptualmente en nuestra perspectiva teórica –una concepción de las ideas como productos históricosociales y la noción de la interrelación entre historia, sociedad e individuo, así como entre historia social y biografía-  se plasman con toda claridad en la reconstrucción de los aspectos históricos y las experiencias biográficas realizada en el presente trabajo. En este sentido, hemos podido observar  que la inserción del sociólogo e historiador Sergio Bagú en el proyecto de modernización de la Universidad de Buenos Aires (1955- 1966) no se produjo por causas fortuitas; por el contrario, fue el producto de procesos históricos vinculados, simultáneamente, con a) la historia educativa y cultural argentina, en particular la historia universitaria,  y b) la propia trayectoria biográfica de Bagú.

En lo fundamental, Bagú compartía un basamento de representaciones y concepciones acerca de la universidad acorde con el promovido por las nuevas autoridades institucionales de la UBA y el movimiento estudiantil desde fines de 1955: ese universo de concepciones se inscribía en los postulados de la Reforma Universitaria de 1918. Éste es el fundamento básico de su participación en el proyecto modernizador.

A modo de conclusión, nos permitimos insistir en esta idea: los sistemas de ideas y concepciones que orientan las prácticas de los individuos, como la propia historia biográfica de cada sujeto, no pueden interpretarse adecuadamente si no se las remite al contexto social, histórico e intelectual más amplio en que se han desenvuelto. En este sentido, esperamos haber demostrado con la suficiente claridad que determinados rasgos de la historia biográfica de Sergio Bagú en su etapa juvenil, así como el conjunto de concepciones acerca de la universidad y la cultura que orientaron sus prácticas en este terreno, no pueden comprenderse cabalmente si no se los vincula con su contexto histórico-social y cultural más amplio, en particular con la historia de las universidades y las ideas universitarias en Argentina desde 1918.

Puede afirmarse, en esta línea de razonamiento, que la biografía de Sergio Bagú -y en particular su trayectoria como actor partícipe en la renovación de la UBA- tiende a expresar, con las singularidades propias de toda biografía, un conjunto de procesos más amplios vinculados a la evolución histórica de la cultura, las universidades y el pensamiento universitario en la Argentina de la primera mitad del siglo veinte.-

 

 

Notas finales

 

(1)   Este artículo constituye una síntesis de la Tesis presentada por quien escribe en la Maestría en Ciencia Política y Sociología de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), bajo la dirección de la Dra. Marta Philp, aprobada en junio de 2009.

(2)   Wright Mills, Charles, La imaginación sociológica, Fondo de Cultura Económica, México.

(3)   El autor del presente trabajo está desarrollando actualmente una Tesis doctoral orientada a reconstruir las contribuciones sociológicas e historiográficas de Sergio Bagú a las ciencias sociales de América Latina, bajo la dirección de la Dra. Marta Philp.

(4)   Suasnábar, Claudio, Universidad e intelectuales. Educación y política en la Argentina (1955- 1976), FLACSO/ Manantial, Buenos Aires, 2004, p. 48.

(5)   Atilio Dell`Oro Maini, en los años cincuenta, contaba con una larga trayectoria como referente intelectual del nacionalismo católico argentino. Véase: Neiburg, Federico, Los intelectuales y la invención del peronismo, Alianza Editorial, Buenos Aires, 1998, p. 138.

(6)   Ciria, Alberto y Sanguinetti, Horacio, Los reformistas, Jorge Álvarez Editor, 1968.

(7)   José Luis Romero presentó su renuncia en mayo de 1956, luego de la sanción del decreto-ley 6403, en cuyo artículo 28 se autorizaba la creación de universidades privadas. Este artículo no fue reglamentado hasta 1958; cuando finalmente se reglamentó, durante el gobierno de Arturo Frondizi, suscitó los enfrentamientos entre los referentes del movimiento reformista (laicista desde sus comienzos) y de la Iglesia católica que pasó a denominarse “conflicto laica o libre”.

(8)   El proceso de recomposición del cuerpo docente no impidió que los criterios para establecer la cesantía de ciertos profesores fueran en algunos casos sumamente discutibles, asumiendo esta iniciativa, en oportunidades, un verdadero carácter de depuración (Neiburg, op. cit., p. 220)

(9)   Suasnábar, Claudio, op. cit., p. 29.

(10)           Noé, Alberto, Utopía y desencanto. Creación e institucionalización de la carrera de Sociología en la Universidad de Buenos Aires: 1955- 1966, Buenos Aires, Miño y Dávila, p. 62.

(11)     Buchbinder, Pablo, Historia de las universidades argentinas, Sudamericana, Buenos Aires, 2005.

(12)     Véase: Frondizi, Risieri, La universidad en un mundo de tensiones. Misión de las universidades en América Latina, Eudeba, Buenos Aires, 2005.

(13)     Vease: Halperin Dongui, Tulio, Historia de la Universidad de Buenos Aires, Eudeba, Buenos Aires, 2002.

(14)     Suasnábar, Claudio, op.cit., p. 54.

(15)     Sigal, Silvia, Intelectuales y poder en la década del sesenta, Siglo Veintiuno Editores, 2002.

(16)     Sigal, Silvia, op. cit., p. 46.

(17)     Véase: González, Julio, La Universidad. Teoría y acción de la Reforma, Editorial Claridad, Buenos Aires, 1945.

(18)     Entrevista realizada por Luis Gómez en: Turner, Jorge y Acevedo, Guadalupe, Sergio Bagú. Un clásico de la teoría social latinoamericana, UNAM, México, 2005, p. 201, el destacado me pertenece.

(19)     Ciria y Sanguinetti, op. cit., p. 281.

(20)     En rigor, la primera publicación de Sergio Bagú fue “Almafuerte: Discursos completos. Reflexiones sobre el estudio de su vida y de su obra”, trabajo publicado en dos volúmenes entre 1933 y 1934 por Editorial Claridad. A los estudios sobre la vida y obra de Almafuerte y José Ingenieros, Bagú sumará en 1939 su estudio sobre la vida y el pensamiento de Mariano Moreno, titulado “Mariano Moreno. Pasión y vida del hombre de mayo”, publicado por Editorial Claridad en su primera edición.

(21)     Bagú, Sergio, Vida ejemplar de José Ingenieros, Editorial Claridad, Buenos Aires, 1936, p. 184.

(22)     Citado por Marta Durán de Huerta y por Briseida Allar en sus artículos citados; el destacado nos pertenece.

(23)     En Turner, Jorge y Acevedo, Guadalupe, op. cit., p. 204, el destacado me pertenece.

(24)     La información biográfica fue extraída de los Datos curriculares de Sergio José Bagú Bejarano en base a los cuales la Universidad de Buenos Aires otorgó a Bagú el título de Doctor “Honoris Causa”. Para una descripción más detallada de los datos curriculares de Sergio Bagú, véase la recopilación realizada por su hijo, Claudio Bagú Barnad, en Turner y Acevedo, op. cit., p. 19. Véase además Bagú, Claudio, El ser y la razón: Sergio Bagú, pasión y vida ejemplar en proyección histórica, en: Problemas del Desarrollo. Revista Latinoamericana de Economía, vol. 36, nº 143, octubre- diciembre de 2005.

(25)     Acerca de AIAPE, véase: Pasolini, Ricardo, Intelectuales antifascistas y comunismo durante la década de 1930. Un recorrido posible: entre Buenos Aires y Tandil, en: Revista Desarrollo Económico, vol. 45, nº 179, octubre- diciembre de 2005.

(26)     Existen referencias sobre estos trabajos de Bagú en el marco de las discusiones historiográficas de su época en: Devoto, Fernando y Pagano, Nora, Historia de la historiografía argentina, Sudamericana, Buenos Aires, 2009.

(27)     Entrevista con la historiadora mexicana Norma de Los Ríos.

(28)     En Rottunno, Catalina y Díaz de Guijarro, Eduardo, La construcción de lo posible. La Universidad de Buenos Aires de 1955 a 1966, Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2003, p. 231, el destacado nos pertenece.

(29)     Citado por Briseida Allard, en su artículo citado; el destacado nos pertenece.

(30)     Entrevista con Norma de Los Ríos.

(31)     En Rottunno y Díaz de Guijarro, op. cit., p. 231

(32)     En Rottunno y Díaz de Guijarro, op. cit., p. 232

(33)     En Rottunno y Díaz de Guijarro, op. cit., p. 233


[1] Universidad Nacional de Villa María
Becario Conicet