“Sexo (en) público” fue una de las performances que presentó val flores, entre otras de sus intervenciones recientes, en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC, en el marco de un encuentro organizado desde la Escuela de Ciencias de la Educación. Esta “obra” tuvo lugar hace unos meses en el Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Pettoruti de La Plata, y su registro y posterior postproducción en video nos permitió acceder a cierto resplandor de aquel acontecimiento, que sin dudas toca fibras melancólicas del propio bios de val, reinscribiendo y desbiografiando a su vez diversos jirones de su vida en el devenir histórico-político del conflictivo sur del mundo que habitamos.
A partir de varias experiencias de intervención, en las que justamente sucede que el cuerpo se expone junto a otr*s abriendo su precariedad, flores nos invitó a pensar alteraciones y disidencias sexuales y pedagógicas en los estándares de vida organizados por los discursos necropolíticos hegemónicos, desplegando pulsos y poéticas de pasión, ruptura y vulnerablidad frente al totalitarismo de las prácticas y mandatos neoliberales y patriarcales que asolan el espacio público, plenos de violencias y de pactos funestos.
En medio de la profunda crisis social, económica y simbólica del presente, la idea fue (y es) pensar junt*s que, frente al estallido de los lazos y ante mandatos cada vez más duros y sombríos, en este tipo de gestos otr*s (llevándonos al límite) se impone nuestra condición de seres deseantes llenos de vida por vivir, rearmando el territorio de nuestra lengua en carne viva, mediante la articulación de nuevas políticas e interrogantes que puedan rearticular nuestras propias prácticas corporales, educativas y culturales.
El jueves 15 de agosto, como marco de la apertura del Encuentro Nacional de Estudiantes de Ciencias de la Educación que tuvo lugar en Córdoba, la Escuela de Ciencias de la Educación realizó un Ateneo sobre “Educación, género y feminismos”[1], con val flores como invitada para conversar sobre algunos temas ardientes e ingobernables que han sido expulsados históricamente de las reflexiones del campo pedagógico (hasta las últimas décadas en las que, atravesado por las pedagogías de frontera, feministas, queer, cuir, decoloniales, y por el giro afectivo en el campo de las ciencias sociales y humanas, el tema de las pasiones y de las transfiguraciones identitarias y corporales configura un tropo clave que permea el contexto de las transformaciones sociales y culturales contemporáneas). Como ella misma lo expresa, en este marco de conmociones los “tropismos de la disidencia” instauran modos de intervención estético-político-pedagógica que justamente perturban muy diferentes tramas del poder, del saber y del ser.
val flores escribe su nombre con minúsculas, siguiendo el gesto de bell hooks (y también la gramática de alteración de Clarice Lispector) al nombrar las opresiones ya denunciadas por las feministas del tercer mundo -mujeres “de color” que hacia los años ’80 del siglo XX tomaron la palabra y la voz en la arena política del territorio estadounidense que las abyectaba y degradaba al lugar de la marginalidad cultural y lingüística, o las confinaba al destino del trabajo esclavo o doméstico (en tanto migrantes, chicanas, afroamericanas, indias, “malhabladas”, como se llamaba a sí misma Gloria Anzaldúa dentro y fuera de la academia, al tiempo que afirmaba el poder de una lengua que sólo iba a callarse si se la cortaban, y nunca por sumisión al hombre blanco o a las académicas hétero y anglo del norte global hegemónico)-.
Así, la enunciación de “lenguas menores”, “deslenguadas”, “proletarias”, y el desplazamiento del nombre de autor en el juego de debilitamiento del nombre propio (que afirma su yo pero en una intensa y permanente deriva y vulnerabilidad) aparecen como una marca de las identidades feministas tercermundistas queer/cuir disidentes, asumiendo la diferencia como nombre en la frente, del norte al sur, lejos de las luces de las metrópolis y templos de saber centrales, y lejos del poder global pánico, normalizador, heterosexista, extractivista, policial, lleno de prácticas violentas que se nos han metido por todas partes.
Abrimos el encuentro con un video del Colectivo Manifiesto[2] -en colaboración con distintos espacios activistas y artivistas, realizado en Córdoba en el contexto de la 10° Marcha de la gorra-. El video muestra un palimpsesto de imágenes proyectadas que se sobreimprimen en los edificios de las instituciones del Estado (en el marco de la violencia, la represión y la judicialización de las luchas sociales y la persecución policial por portación de cara y de gorra) y en el espacio público de la ciudad, retomando los rostros de les pibes y pibas asesinad*s, e imágenes documentales de la marcha de 2016. La temporalidad dramática del video fue puntuando el pulso de la dinámica de la tarde, al tomar la palabra val flores reiterando la pregunta por las ausencias y los huecos que quedan marcados en el territorio, y que son también marcas de la impunidad de la violencia policial -frente a la que debemos pensar y actuar todos los días, interponiendo acciones educativas y culturales de memoria, verdad y justicia-.
Chonga, vestida de negro, con voz baja, val empieza a leer su texto “¿Es neutra la escuela”?[3], título que propusimos como eje del encuentro para disparar la conversación (dada su clara y manifiesta controversia y conflictividad), porque esta frase había aparecido en una escuela de Córdoba en un taller reciente de ESI (bajo la forma de una afirmación -y no bajo una forma interrogativa- en defensa de la no intromisión de la escuela pública y laica con les hijes de otres).
Tomando este conflicto como central en las discusiones que debemos dar al interior de nuestras instituciones educativas, le habíamos sugerido a val pensar esta “supuesta neutralidad” bajo el principio de que lo neutro no tiene vida, ni ha sido tocado por el lenguaje.
Luego de introducir este marco para abrir el ateneo, val lee su texto “¿Es neutra la escuela?”, el cual fue escrito justamente para organizar la trama de su intervención de apertura, con un video de fondo de una conferencia en la que intervino en 2018 en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA), con el título “Activaciones poéticas de la disidencia: un hiato pedagógico para crear una lengua emancipatoria”, en el que se proyectan imágenes escolares e imágenes de distintas performances e intervenciones de val a lo largo de los últimos 14 años. Entre ellas, y posteriormente en el video de “Sexo (en) público”, acciones de Fugitivas e imágenes, audios e inserts documentales de la lucha social en el marco del conflicto docente que en abril de 2007 produjo como saldo trágico el asesinato del maestro Carlos Fuentealba en Neuquén, escenario en el cual ella (que por esos años todavía ejercía la docencia) y toda la comunidad educativa debieron volver a la escuela en medio de un clima de devastación generalizada. Más adelante retomará estas imágenes de sus primeros talleres de ESI con chiques de 7° grado, en 2007 (a apenas más de un año de que se aprobara el Programa Nacional de Educación Sexual Integral); imágenes que hoy, 12 años después, resultan sumamente contemporáneas porque han logrado constituirse en un dispositivo pedagógico fuerte de los talleres docentes en los que ha permeado la perspectiva de género (y en este caso, además, la perspectiva feminista).
En su narrativa val hilará fuertemente, al comentarnos esta experiencia de los talleres (en las condiciones precarias de nuestro sur de entonces, de la naciente ESI como práctica escolar, y de su escuela en particular), las tramas del Estado policial con las tramas de la sociedad civil policial que -en nombre del bien de las familias normales- no admitía semejantes prácticas perversas y promiscuas sobre el tema del sexo en las escuelas (lo cual, retomando las palabras de Hanna Arendt, podríamos pensar en tanto estancia y presencia de los pequeños fascismos ordinarios que hemos incorporado como partes sustanciales y naturales de la ideología de nuestra vida cotidiana; o que en términos de la microfísica del poder en Foucault representa esos hilos que logran sostener las grandes macroestructuras policiales y sociales, tanto como de repente cambian su sentido y logran fisurar y romper de plano las estructuras de opresión desde abajo).
Nuevamente trabajando el contrapunto como lógica audiovisual del sentido y del relato, val enfrenta la imagen de Carlos con la cabeza estallada por un artefacto de gas lacrimógeno en medio de la lucha docente -lo cual le produjo la muerte-, con la imagen de un padre que le objetaba que “le había roto la cabeza a su hija” por enseñarle esas cosas desviadas y perversas de las orientaciones sexuales y genéricas, y que literalmente la amenazó de forma violenta dentro mismo de la escuela (esa misma escuela y esa escena pedagógica de la cual val nos muestra el registro fotográfico de niñ*s felices aprendiendo y jugando, explorando sus cuerpos, sus vínculos, sus palabras y sus emociones llenas de una alegría inexplicable).
Pasadas diversas circunstancias de estos incidentes de agresión, val decidió renunciar a su cargo. No obstante, desde siempre reivindica fuertemente su formación como maestra (trabajo socialmente devaluado y estigmatizado con el tiempo; que para ella tiene el valor artesanal y profundo -que hoy despliega desde otros espacios- del contacto, de la palabra y de la afección cara a cara y cuerpo a cuerpo, con otr*s, en la tarea del trabajo cotidiano de pensar y tramar formas de vida contra-violentas e incluso felices -aún desde abajo mismo de todo-; y no sólo las formas y lenguajes dominantes del conocimiento, y sus contenidos hegemónicos más establecidos).
Enfrentando no sólo la falsedad y la falacia sino el horror de imaginar que la escuela “debe ser” neutra (tanto como “no política” o “no ideológica”, o sea: fuera de todo orden discursivo) val enuncia, con la intención de “sacudir las vísceras de esa pregunta” -llena de agresividad- la intención de restituir la intensa politicidad de la escuela y de la educación, que organizan el mundo y nuestros cuerpos (o, más bien, el mundo de nuestros cuerpos).
Filosa, interroga “a quién le conviene esta pregunta en este momento histórico”, y “qué límites a la imaginación nos impone”. Y afirma, insistiendo en una repetición desde la diferencia misma del lugar de enunciación: “La neutralidad es un dispositivo predatorio de la conflictividad misma del saber”; “La neutralidad es un dispositivo cadavérico que sostiene el poder heterosexual”; “La neutralidad es un dispositivo policial que aprueba la tortura intelectual y afectiva”.
En el texto leído y en el contrapunto audiovisual de fondo de sus intervenciones artístico-poéticas, aparecen grandes metáforas enfrentadas que puntúan las claves ideológicas de distintos procesos de identidad y subjetivación, en un claro contraste y enfrentamiento opositivo. val nos habla del amor, del sexo y de la pasión, contra y entre imágenes de crueldad, de muerte y de duelo.
Finalmente, y luego de mostrarnos y comentarnos varias de estas experiencias e intervenciones, se abre el momento del diálogo y empiezan a aparecer todo tipo de preguntas y experiencias de docentes y estudiantes, situando también sus prácticas en torno de estos grandes tópicos (porque, en definitiva, se trata siempre de nuestra relación con l*s otr*s, y allí mismo es donde los límites no pueden ser sino borrosos, aún cuando persiste en gran medida la obsesión predatoria que nos separa y condena -desde un saber y un poder superiores- a un lugar inferior que debe guardar silencio y abdicar de sí -de sus deseos y de sus preguntas y puntos suspensivos- para demostrar identidad, conocimiento y verdad). Al repetirse en definitiva la voz y el discurso del amo -o lo que la profesora quiere, con el fin de aprobar la lección, la materia, o la carrera entera- queda claro que, en medio de todo este camino, de lo singular quedan trizas, más allá de todo logro “social”.
val nos provoca a pensarnos y situarnos, entonces, en la fina línea que separa el otro lado de nosotr*s mismos y las fronteras con les otres, para desbiografiar el daño de la matriz colonial y de las lógicas capitalistas necropolíticas y heterosexistas sobre nuestros cuerpos e historias, con todos sus atravesamientos e intersecciones definiendo nuestras vidas. En el ejercicio mismo de esta provocación a partir de las propias experiencias vividas y elaboradas desde la carne viva de una reflexión colectiva, la idea es poder imaginar y construir activistamente las (nuevas) formas de los vínculos que deseamos, en una comunidad no hostil a las diferencias, que pueda hospedar una multiplicidad de derivas sexuales y de cualquier instancia, poniéndole el cuerpo a nuevos proyectos y a nuevas formas de hacer comunidad (educativa, política, territorial, poética, sexual).
Luego de tan intensos intercambios se suceden las preguntas finales y, como siempre ocurre al volver sobre la espacio-temporalidad de los marcos institucionales consolidados, nos vemos confinados a un retorno conservador, porque la dimensión dura de las instituciones cuida las tradiciones mientras se nos pasa la infancia (aunque felizmente contiene un magma impresionante de muchas vidas candentes en su interior, que son el corazón mismo del espacio público democrático).
En este marco funesto y vital a la vez, la apertura de otras preguntas y emociones que integran la diferencialidad sin tratar de explicarla o de volverla normal, son como un gran respiro entre tanta forma de intolerancia -o de tolerancia políticamente correcta, que finalmente sólo quiere reforzar su yo y su poder, porque el otro le importa un carajo (pero hay que integrarlo como sea para que no rompa las pelotas, pero sobre todo porque no integrarlo queda mal)-. En el medio de estas guerras, maravillosas formas de integración, de conflicto, de emoción y de diálogo suceden todos los días dentro y fuera de la escuela pública, que es nuestro territorio más preciado y siempre amenazado; y val nos trae un montón de estas experiencias vitales que quedan pregnadas en nosotr*s.
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Para cerrar, entonces, quisiéramos volver sobre este hilo narrativo que fue desplegando val flores en este encuentro en el que hablamos sobre género, sexualidades, feminismos, pedagogías disidentes y ESI en marcos educativos diversos. Si tuviéramos que pensar una metáfora sinestésica para describir la sensación corporal que provoca val, yo diría que pudimos sentir cómo corta filosamente el aire con sus pensamientos, porque logra interpelar todas nuestras fibras (o nuestro “lugar”).
Luego de comentar algunas de estas experiencias pedagógicas en territorios de Neuquén y en el conurbano bonaerense, y sus performances en otros espacios, podemos ver de a poco que la narrativa que trata de unir val en su exposición se sitúa sobre una trampa mortal. Nos recuerda las imágenes del conflicto docente en el que el maestro Carlos Fuentealba es brutalmente asesinado, y hace memoria de cómo debieron volver a las escuelas devastad*s luego de la muerte de su compañero, rearmando unos símbolos frágiles para dar continuidad a la temporalidad escolar que había estallado por completo y para siempre. Y esto frente a niñ*s, en la infancia misma, como si fuera posible explicarles(nos) que asesinaron a su maestro por pelear por sus derechos (que son los de tod*s). Este sintagma, relativo a las formas de “romper la cabeza” que atraviesa literal y metafóricamente nuestras formas de vida en el marco de las epistemologías y rupturas transformadoras que signan la historia del conocimiento científico (escapando a toda predictibilidad y permanencia, con efectos de real conmoción de los saberes teóricos y prácticos sobre el mundo), es el gran tópico que retoma val una y otra vez en el marco de nuestras epistemes posibles, tal como vivimos y sentimos nuestras reales condiciones situadas de vida, tratando de elaborar sistemáticas tempestades y agujeros negros que demarcan nuestro horizonte.
Desde los ejemplos de la crueldad brutal producida por la violencia del Estado policial genocida que mata maestras y maestros, militantes sociales, mujeres, pibas y pibes, compañer*s trans, trabajador*s precari*s y niñes hambreados, opone la apasionada ruptura de cabezas por interrogar, por hablar, por denunciar, por saber, por pensar, por llorar de rabia, por no saber, por desear, por emocionarnos, conmoviendo vitalmente nuestros cuerpos y nuestros lazos.
No es que hay que ponerse de un lado o del otro: lamentablemente estamos justo en la frontera, y la idea es poder, junt*s, construirla como un amparo posible.
Por: Juliana Enrico
Docente de la Escuela de Ciencias de la Educación de la FFyH – UNC. Investigadora de CONICET con sede en el CEA – FCS UNC.
Fotos: Pablo Giordana
val flores
valeria flores (actualmente residente en La Plata), es una pensadora, teórica y activista de las disidencias sexuales, lesbiana, masculina, maestra prófuga, precaria, feminista del sur, queer/cuir, practicante de escrituras, prosexo, sudaca.
Fue maestra en escuelas públicas primarias de Neuquén y activista del colectivo de lesbianas feministas Fugitivas del desierto (entre 2004 y 2008). Estuvo a cargo del Programa de Géneros y Sexualidades del CBC de la UBA, y ha publicado numerosos libros y artículos académicos, además de realizar performances públicas y seminarios y talleres para maestras, docentes e investigador*s y activistas, en el grado y en el posgrado y en diversos espacios culturales y artísticos, en el país y en el exterior (México, Chile, España, etc.).
Ha participado recientemente como invitada en el Conversatorio sobre “Educación y Emancipación” organizado por nuestros Centros de CLACSO (CIFFyH UNC – CEA FCS UNC y Esc. de Trabajo Social FCS UNC, en 2018); además de participar frecuentemente desde hace años en muy diversas actividades del Área Feminismos, Género y Sexualidades (FemGeS) del CIFFyH, y del Asentamiento Fernseh; y este año como invitada en el Encuentro Internacional “Derechos Lingüísticos como Derechos Humanos” (FFyH UNC, 2019) en el espacio “Malas lenguas, Desbordar la lengua” (donde leyó un bellísimo texto denominado “Una lengua cosida de relámpagos”, retomando una frase de un poema de su libro ¿dónde es aquí?). Fue expositora en las conferencias centrales del Primer Foro Mundial de Pensamiento Crítico organizado por CLACSO en Buenos Aires, en 2018.
Algunas de sus publicaciones son: Deslenguada. Desbordes de una proletaria del lenguaje (2010). Neuquén: Ediciones Ají de pollo; Tropismos de la disidencia (2017). Colección Archivo feminista. Chile: Ed. Palinodia; Interruqciones. Ensayos de poética activista. Escritura, política, pedagogía (2da. ed., 2017). Córdoba: Ed. Asentamiento Fernseh; “Esporas de indisciplina. Pedagogías trastornadas y metodologías queer”. En Britzman, Deborah; López Louro, Guacira; flores, valeria et. al. (2018). Pedagogías transgresoras. Córdoba: Ed. Bocavulvaria.
Sus escritos e intervenciones pueden encontrarse en su blog, cuya visualización y lectura recomendamos especialmente: http://escritoshereticos.blogspot.com/
[1] El encuentro fue organizado por una comisión de estudiantes, graduad*s y docentes convocados desde la dirección de la Escuela de Ciencias de la Educación (y esta comisión fue integrada también por su Directora, Liliana Abrate, y por su vicedirectora, Nora Lanfri). Agradecimos entonces -y reiteramos especialmente ahora- la presencia de nuestra vicedecana, Flavia Dezzutto, y de Javier López, director del Programa de Género, Sexualidades y Educación de la FFyH de la UNC. Sobre este espacio, recomendamos leer la nota: https://ffyh.unc.edu.ar/alfilo/la-universidad-es-una-institucion-machista-y-patriarcal/
Reiteramos también nuestro especial agradecimiento a Noe Gall y al Asentamiento Fernseh. Recomendamos ver el sitio: http://asentamientofernseh.net/
[2] Agradecemos especialmente a nuestros compañeros de Manifiesto y de La tinta, por sus registros y producciones tan ardientes. En el video aparece la compañera Maite Amaya (a quien recordamos en todas sus luchas, que son las nuestras). Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=exMJrVD_yD4
[3] El texto puede consultarse aquí: http://escritoshereticos.blogspot.com/2019/08/ateneo-educacion-genero-y-feminismos.html