Comandante Carozo

DSC03025A casi un año de su fallecimiento, el 21 de agosto se realizó un emotivo homenaje a Eduardo Bajo. Docente y ex director de la Escuela de Historia,durante la ceremonia se formalizó la donación a la FFyH de su biblioteca personal, compuesta por más de 1200 libros. Sus familiares, colegas y discípulos recordaron los principales aspectos y pasajes que marcaron su vida.

Eduardo Fidel Bajo, -conocido también como “Carozo”-, nació en 1939 y pasó buena parte de su infancia  en la localidad  serrana de Cabana. “Imagínense lo que fue para chicos imaginativos y con mucha libertad vivir allí. Llegar a un lugar que miráramos donde miráramos era nuestro, hasta teníamos un arroyo que pertenecía a nuestro imaginario colectivo”, cuenta emocionada hasta las lágrimas su hermana mayor, la escritora Cristina Bajo. “No hay momento que no me acuerde de él y de todos los momentos que compartimos”, dijo.

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Como esa vez que querían un perro pero la madre les dijo que lo tendrían cuando fueran al campo y cuando los hermanos estaban explorando las sierras volvieron contentos a la casa porque habían visto al perro que tanto querían. La madre fue a verlo y ¡era un zorro!, que salía corriendo hacia la montaña cuando veía un adulto. “A partir de entonces el zorro se incorporó a nuestras vidas”, relató Cristina.

O  aquella siesta en la que estaban yendo con una botella a pescar mojarritas y salió un puma y se puso a tomar agua del arroyo, muy cerca de ellos. “Nos miró en todo momento mientras bebía, después cruzó la montaña y desapareció. Esas cosas fueron mágicas para nosotros y creo que nos marcaron para toda la vida”, recordó la escritora.

Su hermana precisó además que fue él quien le dio la idea de escribir. “Yo siempre me quejaba de que no había buenas novelas románticas, como las inglesas o las norteamericanas. Y él me dijo: ‘¿por qué no la escribís vos?’. A pesar de que era mi hermano menor, para mí siempre fue el mayor intelectualmente”.

Duranate los últumos años, ambos compartíeron charlas sobre las películas o series que veían, como Roma o Game of Thrones y siempre la inquiría: “¿Sabes a qué parte de la historia de Inglaterra pertenece esa escena?” O la escritora le pedía recetas o consejos sobre vinos para acompañarlas.

Apasionado de la universidad pública

Bajo, quien falleció el 10 de septiembre de 2012, estaba casado con Marta Sagristani y se desempeñó como docente de la Escuela de Historia de la FFyH. “Eduardo era una persona querida, por sobre todas las cosas”, dijo esa trarde Marta. “Con mis hijos tomamos la decisión de donar su biblioteca porque él amaba tanto la docencia que nunca se hizo tiempo para escribir, y ahora van a quedar aquí sus libros, que muchos de ellos ya circularon por las manos de estudiantes, que ahora son historiadores”.

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En la Escuela de Historia, Bajo fue docente en la cátedra de Historia de América II, primero como Adjunto y luego como Titular entre 1986 y 2009; profesor a cargo de la cátedra de Historia de los Estados Unidos entre 2002 y 2009 y de la cátedra paralela de Historia de América I entre 1999 y 2003.

“Lo que lamentaba es que una persona tan estudiosa y erudita no hubiera dejado nada plasmado en papel. Lo único que teníamos era la tesis de Licenciatura que rindió en diciembre de 1976, bastante voluminosa, escrita a máquina. La editorial Brujas acogió con entusiasmo la idea y ha dado sus frutos”, agregó Sagristani. El libro ahora se llama “El sistema caminero en Córdoba del siglo XVI a la década del 70”. “Más allá del valor afectivo que tiene para nosotros, es tan meticuloso el trabajo de fuentes, que me alegro de haber tomado esa decisión porque creo que va a ser un aporte para aquellos investigadores a los que les interesa avanzar sobre este tema”.

Javier Moyano, hoy director de la Escuela de Historia, conoció a Eduardo cuando cursaba cuarto año de la carrera y empezaba a cursar la cátedra de Historia de América II, que dictaba un nuevo profesor, no muy conocido por los alumnos porque pertenecía a la planta docente que rindió los concursos en la incipiente democracia y no era de la rémora de la dictadura. Ese era Bajo. “En la primera clase ya nos empezó a generar mucho interés porque era parte de una camada de renovación en la docencia. Con él y con algunos profesores en otras cátedras comenzamos por primera vez a tener alguna bibliografía novedosa, que rompía con la historia tradicional”. Con su jubilación en 2009, Moyano lo sucedió en la titularidad de esa cátedra.

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“Carozo” también dirigió doce trabajos finales de licenciatura y una tesis de maestría. “Si bien no escribió mucho, como dice Marta, hizo escribir mucho. Fue uno de los profesores que más tesis ha dirigido y muchos docentes de la casa empezaron a formarse con él”, afirmó el director de la Escuela.

Entre 1986 y 1989 fue delegado rectoral a cargo de la dirección de la Escuela de Historia, función  a la que fue propuesto en una asamblea interclaustros. Durante su gestión se elaboró y aprobó el plan de estudios actualmente vigente.

“También fue muy conocido como militante”, apuntó Moyano. “En esa asamblea, que se hizo en el Teatrino en 1986 con amplia presencia estudiantil, se propuso su nombre al Rectorado como delegado rectoral en la normalización de la Facultad. Ahí comenzó una interesante renovación de la planta docente y hubo un cambio en el plan de estudios muy significativo. La Escuela de Historia tuvo por primera vez algunas materias que eran indispensables. Fue una gestión un poco olvidada pero que fue bisagra porque marcó la historia de la Escuela entre el 86 y el 89”. Después, entre 2001 y 2002, volvió a la gestión y fue vicedirector de la Escuela de Historia”.

DSC03024En las décadas de 1980 y 1990 fue Profesor Viajero en la Universidad Nacional de la Patagonia. Allí conoció a Vilma Paura, quien fue su ayudante alumna y Jefa de Trabajos Prácticos en Comodoro Rivadavia, allá por 1986. “Tuve un gran aprecio por él y era un apasionado por la universidad pública”, dijo Paura, quien narró cómo conoció a Bajo y su paso por esa ciudad: “Fue a Comodoro en una época en que se estaban iniciando los procesos de normalización de las universidades nacionales después de la dictadura, con mucho trabajo, porque estábamos tratando de renovar el claustro de profesores. Allí fue con toda su generosidad como docente. Una de las cosas que más aprendí de él fue la pasión que sentía por la institución universitaria y por la docencia, y la generosidad amplísima. Para mí fue un maestro, porque fue quien me formó, quien me ayudó a ver qué había más allá de esta historia tradicional en la que me había formado y fue muy importante en la formación de la gente de Comodoro”.

Por último, entre 2006 y 2009, Bajo fue coordinador académico de la Cátedra Abierta del Bicentenario. “En el principio de nuestra historia independiente estaba firme el concepto de Nuestra América, lo que se evidencia en el pensamiento y acción de Viscardo y Miranda, y luego con Bolívar, San Martín, Sucre, O’ Higgins, Artigas, Monteagudo, y Del Valle. A mediados del siglo XIX es retomado por Alberdi, Bilbao y otros, para finalmente ser llevado como bandera por el cubano Martí y el puertorriqueño Hostos. Con el general Sandino y luego Guevara y Castro, Nuestra América se convierte en el principal baluarte contra el intervencionismo norteamericano.  Los intentos limitados de conformar un mercado latinoamericano (ALALC, Pacto Andino, ALADI, etc.) desde los años sesenta en adelante no pueden olvidarse, pero, recién entre fines del siglo XX y comienzos del XXI las realidades mundiales y latinoamericanas posibilitan que a través del MERCOSUR, ahora ampliado, en particular con la incorporación de Venezuela, se pueda avanzar hacia una integración más completa”, escribió en un artículo para la revista Alfilo.

Donación de su biblioteca

El 21 de agosto se realizó el homenaje a Bajo en la Biblioteca de la FfyH. En en este marco, la Facultad recibió la donación de su biblioteca personal. Se trata de una valiosa colección que atesora más de 1200 libros, caracterizada por su riqueza en diversas áreas del conocimiento histórico y sociológico, además de ser la más completa de la ciudad de Córdoba en Historia de América Latina.

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Gran parte de la bibliográfica que contiene es de consulta imprescindible para los estudios de grado de los estudiantes de Historia, en una carrera con matrícula masiva, y para la formación de posgrado de muchos egresados.

Bajo era un asiduo visitante de la sección Americanistas de la Biblioteca de la FFyH, donde pasaba largas horas en busca de algún material, pero también charlando con las bibliotecarias. “Nos visitaba muy a menudo, siempre sonriente y de buen humor. Siempre profundo y generoso, igual que un libro. Con esta donación, nos honra como Biblioteca y se quedará para siempre con nosotros”, señaló Silvia Fois, encargada de la sección.

“Si Borges decía que siempre se imaginó que el paraíso sería un tipo de biblioteca, el profesor Eduardo Bajo fue más allá y lo transformó en vivencia. Hizo realidad aquella idea y no tuvo reparos en invitarnos a compartir su paraíso”, agrega.

Paura, por su parte, agregó: “Creo que donar la biblioteca es absolutamente coherente con la trayectoria del profesor Bajo. Es una de las cosas que más valoraba y estaría feliz de saber que están a disposición de los estudiantes de la universidad pública”.

Federico Sartori fue su último tesista, cuando Eduardo ya estaba jubilado. Lo conoció en 2003, un tiempo antes de su retiro. “Fue un placer para mí ser su alumno y aceptó dirigirme a pesar de ya estar jubilado”, subrayó. Con respecto a la donación, el historiador comentó: “Su biblioteca es una marca como persona: amaba la lectura. También lo caracterizaba la generosidad y disponía su biblioteca para todos los alumnos. Y esto es una oportunidad para que él siga enseñando a través de sus libros”.

En el número 3 del Anuario Virtual de la Escuela de Historia, Sartori escribió un artículo en memoria de Bajo. “No puedo escribir estas pocas líneas en honor a tu vida como si ya te hubieras ido para siempre. Porque aunque los historiadores escribimos sobre los muertos, no lo hacemos de los propios, de aquellos que fueron y son aún parte de nuestra propia vida. Por eso lo hago así, como si pudieras leer esto alguna vez, para celebrar y agradecer el haberte conocido”.

En otro fragmento, al final del texto, dice: “Es ahí, en el Aula Magna de la Escuela de Historia donde quiero recordarte, con el pizarrón a tus espaldas, la barba canosa y el clásico blazer de parches en los codos; hablando con entusiasmo sobre la Historia del Continente Americano, desde el Cabo de Hornos hasta Groenlandia y desde Vespucio, los Moxos y el Mayflower hasta las últimas revoluciones latinoamericanas del siglo XX. Y así voy a hacerlo, porque además de ser uno de los mejores profesores que he tenido en mi vida fuiste también mi amigo. Hasta siempre, Carozo”.


Los libros de la colección Bajo se pueden consultar en http://ffyh.biblio.unc.edu.ar/cgibin/koha/opacshelves.pl?viewshelf=370

 

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