“El movimiento indígena es un actor político ineludible en Ecuador”

Isabel Ramos es investigadora de Flacso-Ecuador, y compartió su mirada sobre las movilizaciones que pusieron en jaque al Presidente Lenín Moreno, aunque aclara que el gran ganador de la crisis fue el gobierno, que logró neutralizar las protestas con el llamado el diálogo. Analizó los aciertos y déficit de la experiencia correísta, advirtió que las élites trabajan para un próximo gobierno de derecha tradicional y destacó el surgimiento de una dirigencia indígena joven.

Hace unas semanas, Ecuador tembló. El país fue epicentro de protestas y movilizaciones que amenazaron con llevarse puesto al gobierno neoliberal que conduce Lenín Moreno, el presidente que gobierna con un 11% de aprobación según la última encuesta nacional difundida en ese país. Y el actor principal que puso en jaque al gobierno fue protagonizado por el movimiento indígena, que en Ecuador es tan fuerte como diverso, con centenares de etnias y culturas que bajaron desde los lugares más recónditos del país hasta Quito para hacer escuchar su voz.

Aunque finalmente el gobierno logró controlar la situación al dar marcha atrás el decreto que eliminaba el subsidio a los combustibles, esa medida fue tan solo la mecha que había desatado el incendio. El movimiento indígena reclamaba no sólo la anulación del decreto a los combustibles, también, y fundamentalmente, exigió y le puso el cuerpo al rechazo profundo al proyecto neoliberal que encarna Moreno, al acuerdo que firmó con el Fondo Monetario Internacional y a una economía que concentra cada vez más la riqueza y la reprimariza en la industria petrolera y en el extractivismo que destruye el medio ambiente.

Para conocer en profundidad la situación que puso en vilo la institucionalidad ecuatoriana, el proyecto “Espacio público y vida en común: reflexiones teóricas, problemáticas situadas” del CIFFyH, y la Cátedra Libre Deodoro Roca (FFyH y ADIUC) organizaron la conferencia “Ecuador en crisis. Medios y Acción Colectiva”, e invitaron a Isabel Ramos, investigadora de Flacso-Ecuador, para compartir su mirada y su análisis sobre una situación política y social que se cobró varias vidas a partir de la feroz represión de la policía y las fuerzas armadas.

“El movimiento indígena es un actor político ineludible en Ecuador, ha protagonizado rebeliones desde los años 30, movidas insurgentes en los años 90 y ahora volvió a salir a las calles contra el gobierno de Lenín Moreno, que conduce un proceso de despolitización apoyado en la prensa y los grandes empresarios”, señaló Ramos.

De todas maneras, la investigadora advirtió que el movimiento indígena no es un bloque homogéneo: “Es muy amplio y diverso, en él conviven muchas expresiones políticas y representaciones”. Igual, todas esas expresiones le pusieron el cuerpo y la vida para rechazar un gobierno que realizó despidos masivos en el sector público, no impulsó una sola medida en beneficio de las grandes mayorías y que intentó imponer un decreto que eliminaba el subsidio a los combustibles –generando más inflación, tomó medidas para condonar deudas a los grandes capitales, eliminó el impuesto a la salida de divisas, disminuyó los días de vacaciones y firmó un crédito ruinoso con el FMI, igual que hizo Macri en Argentina.

“La prensa ocultó y tergiversó un conflicto que se cargó 10 muertos según la Defensoría del  Pueblo, provocó 1340 heridos y 2 mil detenidos. Incluso el Estado de Excepción que decidió Moreno no se ha levantado aún y hay 2 gobernadores acusados de rebelión, cuatro legisladores alojados en cárceles de Quito, en el marco de un estado policial que afecta los derechos humanos”, sostuvo Ramos.

A pesar de contar con un 30% de aprobación en el electorado, Rafael Correa es víctima de una persecución política y judicial atroz, con 27 causas penales en su contra, lo que lo coloca, hoy, fuera de la política ecuatoriana. Refugiado en Bruselas, no puede ni pisar suelo ecuatoriano sin riesgo de ser detenido. Esta falta de oposición política le permitió al gobierno de Moreno entablar un diálogo con la cúpula de un movimiento indígena que por su diversidad no logra articular una propuesta política alternativa a los partidos políticos tradicionales. “Moreno derogó el decreto que provocó el estallido, pero lo sustituyó por otros más sectoriales, logrando neutralizar la movilización. El gran ganador del diálogo es el gobierno”, asegura la investigadora.

El rol de la prensa hegemónica

Al igual que en el resto de los países de América Latina, la prensa hegemónica de Ecuador cumple un rol central a la hora de influir en la opinión pública. “Han funcionado como voceros oficiales y hay un consenso entre las élites del país de que Moreno es un gobierno de transición hacia un gobierno de derecha tradicional, aprovechándose de que existe una fragmentación muy grande en el resto de las fuerzas políticas”.

Ramos señala además que en su país el movimiento sindical está muy burocratizado y que el movimiento indígena en la práctica funciona como un sindicato, porque no logra trascender la lucha reivindicativa. De todas maneras, resalta que “está surgiendo una dirigencia joven”, que puede poner en crisis cierta cristalización en la cúpula del movimiento indígena.

Un aspecto positivo que Ramos compartió, y que también se pudo observarse en el estallido chileno –que se profundiza sin salida a la vista-, es que durante las protestas en Ecuador se logró romper el cerco mediático que blindaba al gobierno de Moreno. “Tanto por el trabajo de la prensa internacional, como de los medios alternativos, comunitarios y los propios ciudadanos que utilizaban sus celulares para registrar lo que estaba pasando, el gobierno no pudo ocultar la represión ni los reclamos en contra de sus políticas neoliberales”.

El déficit de correísmo

Rafael Correa gobernó durante diez años y produjo grandes transformaciones económicas y sociales, mejorando la situación de importantes capas de la población. Mejoró los salarios, puso en marcha políticas públicas de salud, las universidades fueron gratuitas por primera vez en Ecuador e implementó la educación bilingüe, aunque acotada a la lengua quechua. Sin embargo, no pudo ni salir de la dolarización de la economía ni cambiar la economía monoproductora del país, antes con el café y el cacao, hoy con el petróleo, los camarones y las flores, aunque los hidrocarburos son la principal fuente de ingresos del país.

“El extractivismo fue el talón de Aquiles del proyecto del ex presidente Correa”, asegura Ramos, y agrega: “Nadie puede planificar lo que no controla, y el gobierno de Correa intentó conservar la mayor reserva  natural, donde estaban las más importantes reservas de petróleo, pero fue un fracaso absoluto. Es más, hoy Moreno está explotando el petróleo en todos lados y lo curioso es que no se producen las movilizaciones que se producían durante el gobierno de Correa”.

También es grave lo que está pasando con la explotación acuífera, donde las comunidades indígenas no son dueñas de ese recurso fundamental para la vida y el gobierno de Moreno criminaliza a sus líderes.

Otro punto que distanció a Correa de los movimientos indígenas fue que el reclamo de éstos por un Estado Plurinacional, pero la centralidad del Estado nacional en el diseño de las políticas públicas no dio cabida a esos reclamos.

De todas maneras, Ramos planteó como positivo que está surgiendo una dirigencia indígena joven, y que por lo menos a nivel local la lucha está empezando a salir de lo meramente reivindicativo para pasar a una discusión más política. En este sentido, un participante de la charla contó que la dirigencia de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAEI) está discutiendo la necesidad de pensar  otro modelo de país intervenir de manera activa en la discusión política nacional.

Con Correa proscripto a partir de la complicidad judicial-mediática-política que azuza Moreno, no aparece en el horizonte una fuerza política con capacidad de aglutinar y representar el profundo descontento que atraviesa a la sociedad ecuatoriana frente al evidente fracaso del actual gobierno. Y si las élites, los sectores de poder, están pensando y diseñando una salida por derecha pos Lenín Moreno, el desafío de las grandes mayorías, indígenas y no indígenas, es construir una alternativa política que exprese a esa diversidad y pueda poner fin a un modelo neoliberal que está estallando en otros países de la región.


Isabel Ramos es Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Córdoba,  Magíster en Estudios de la Cultura por la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador y Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de Cuyo. Actualmente se desempeña como profesora investigadora del Departamento de Estudios Internacionales y Comunicación y ocupa el cargo de Coordinadora Docente (vicerrectora) de FLACSO Sede Ecuador en donde, además, dirigió la Maestría de Investigación en Comunicación y Opinión Pública por seis años.

Es profesora visitante del Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y ha dictado cursos de postgrado en diversas universidades de Iberoamérica. Ha publicado libros y artículos académicos en revistas científicas internacionales sobre medios masivos, comunicación política, opinión pública y políticas de comunicación. Sus principales líneas de investigación son medios y poder, comunicación y acción colectiva y economía política de la comunicación.


Texto y fotos: Camilo Ratti