Mario Vilca es docente de Antropología Filosófica en la Universidad Nacional de Jujuy y presentó en Córdoba su libro: Wak’as, diablos y muertos, una compilación de trabajos de campo y materiales de otros investigadores que estudian las prácticas y la cosmovisión de los pueblos de esta región del continente americano.
“El libro busca revertir algunas miradas que arrastramos desde la Colonia para tratar de ver los mundos, los modos de vida de la América profunda, que han sido invisibilizados, reducidos a creencias, supersticiones de gente primitiva. Por lo menos así es catalogada desde la visión del Estado moderno, que la entiende como mercancía turística”, dispara Vilca, docente de la cátedra de Antropología Filosófica de la Universidad Nacional de Jujuy. Wak´as, diablos y muertos. Alteridades significantes en el mundo andino, es una etnografía a partir de trabajos de campo y de convivencia con la gente y otros investigadores”, completa el investigador.
Hombre de voz suave y hablar reflexivo, Vilca desarrolla en la entrevista lo que compartió en la presentación del libro, junto a Lucila Bugallo, realizada en la FFyH, donde también brindó la charla “Cruzando el río de las estrellas. Celebrando con las almas en el sur de los Andes, Puna de Jujuy”. “Buscamos visibilizar modos de relación con seres que están presentes en la vida cotidiana de los pueblos andinos, en los modos de producción, en el almanaque, en el calendario climático, que se mezcla con el calendario católico y el del Estado moderno. Podríamos decir que son modos de vida que han sido dejados de lado por la modernidad, y cuando se los recupera, se lo hace desde lo turístico. Pero sería importante tomar en serio estas formas de relación y cómo se define un ser humano frente a entidades que tienen modos de materialidad”.
- ¿Cuándo hablas de “entidad” te referís a seres que no necesariamente son humanos?
Claro, pueden ser animales o lo que llamamos “naturaleza”. En algunos casos son personas no humanas, lo que nos saca de la visión antropocéntrica, centrada en la vida humana. Lo que buscamos contar es cómo se relaciona la gente indígena y popular en la América profunda y también en las urbes. Estos seres siguen actuando en la vida cotidiana, tienen una energía especial, son inspiradores de un ideal, están cotidianamente con nosotros. El mundo se amplía, no sólo es humano, hay otras dimensiones de la existencia.
- Para la cultura occidental, la muerte es el final. Ahí se terminaría todo. ¿Cómo es para los pueblos originarios la relación entre la vida y la muerte?
Aparece como dos caras de una moneda, como el día y la noche, ambas son partes del día. La vida es el reverso de la muerte, y ésta de la vida. Es parte de algo ineluctable, tenés que morirte para volver a nacer, uno se ha muerto para volver a vivir, es una lógica circular. Los muertos nacen como muertos, viven como muertos y mueren como muertos para volver a la vida, está en la antigüedad, en la cultura Moche en Perú. En sus dibujos está cómo los muertos están relacionados con los vivos, todos sometidos a ese nacer, crecer y morir. Los muertos no están en un ámbito separado de los vivos, como en la cultura judeo cristiana, aquí los muertos ya no vuelven más. En lo indígena hay una porosidad de los mundos y no existe una visión maléfica, sino como protectores que renuevan la vida. Esto nos permite pensar que uno no se termina aquí, sino que se vuelve a empezar.
- ¿Por qué crees que en el catolicismo también se han abandonado los rituales de la muerte? Ya ni se va al cementerio, ¿por qué la modernidad ha dejado de lado esas prácticas?
Porque tiene esa matriz del progreso, la progresiva racionalización del mundo. Todas las prácticas rituales que no son cálculo y utilidad son dejadas de lado. Paralelamente, hay una lucha de los imaginarios indígenas y cristianos que tiene que ver con el poder, con este modelo. Por otro lado, la muerte en el mundo indígena tiene que ver con la tierra, no sólo por el lugar donde está enterrada la persona que muere, sino por el sentido: es el lugar donde vuelven los ancestros, un lugar sagrado. La tierra es fundamental para darle sentido, retorno a esos seres.
- Los mapuches reclaman esos territorios sagrados donde están sus ancestros, porque eso también es una prueba de que habitaban ese lugar.
Eso es muy importante. En los andinos el mundo de aquí es lo que legitima y fundamenta los otros mundos, no hay mundos separados, es la síntesis del mundo de los arriba con los de abajo, los muertos y los vivos. Eso tiene que ver con la materialidad presente, no se separan esos mundos. La lucha por la tierra tiene que ver con que los ancestros habitaban esa tierra, y por eso la legitimidad de los reclamos.
- ¿Qué es la tierra para los pueblos originarios? En Bolivia, por ejemplo, la tierra tiene derechos garantizados en su Constitución.
La tierra ya no es un objeto de propiedad, no es apropiable, sino que es un sujeto que nos apropia. Es muy interesante lo de Bolivia, porque trastoca el modo de cómo habitamos la tierra, es otra manera de habitar el mundo. La concepción de lo que es “vivir bien” tiene que ver con esta noción de habitar la tierra, está presente en muchas regiones que estudio. Transitamos un período de gestación, en el cual nos alimentamos por el oxígeno, el agua, las comidas. Juan de Dios lo llamó Suma Jakaña: una buena placenta. Estamos alimentados por una placenta que es la tierra material, pero también hay otras dimensiones, el mundo de abajo, el mundo secreto que los aymaras llaman Mankapacha. Y el mundo de arriba, el Alaj Paçha, los seres que ayudan a crecer. Parecería que es una inmensa matriz y cuando morimos es porque salimos de esa matriz y nacemos a otro modo de realidad. Es un modo transitorio, pero vamos a nacer de nuevo, o sea que vamos a morir. Por eso nacer es morir y morir es nacer. Cuando alguien se muerte temprano, es que la Pacha (la tierra) nos abortó. No sabemos por qué la gente se muerte antes, ni qué pasa en ese otro mundo, y porqué otros completan su ciclo.
- ¿Una tensión con el modelo científico-técnico?
Sí, este modo de pensar genera una tensión fuerte con la visión científico-técnica de la modernidad, donde todo se reduce a procesos biológicos. Posiblemente, el tema de volver a pensar la muerte con estas matrices, estas forma de valorar qué es “vivir bien”, que se puede ver en Bolivia o Perú, el sumaj kausay, el vivir bien frente al vivir mejor progresivo, que propone el capitalismo, vivir explotando esta matriz. Estos son modelos que están siendo utilizados, como ocurre con la Pachamama, para el tema de la mercancía o también para legitimar gobiernos explotadores de la tierra, porque son programas que utilizan estos nombres. Eso no invalida los valores ni las prácticas que vienen de antes. No los invalida. Como saben que se viene una ola ecologista o una ola irreversible frente a estas intoxicaciones de la naturaleza, se está buscando cuáles son los antiguos valores de cuidado de la naturaleza.
- ¿Hay quienes se apropian de esto para generar un negocio turístico o para llamar la atención, o puede haber algo real en estas celebraciones porque lo sienten?
En lo simbólico y los valores identitarios no necesariamente hay que ponerse en que no lo sienten. Hay que resguardar la crítica, pero también a la gente le gusta mucho que las otras personas se interesen en las prácticas, porque siempre el Estado, la escuela, fue en contra de los valores y de las prácticas andinas. Que alguien se interese y lo haga circular aunque sea de modo mercantil, genera interés en quienes lo hacen, porque a alguien le puede llegar, depende de nosotros. De quiénes consumimos esto. Por un lado nos alegramos, pero por otro tenemos unos recaudos. Tenemos que ver cuáles son los valores que están proponiendo y si le hacen juego a la visión mercantilista.
- Sos un investigador, parte de la ciencia, ¿cuál es el desafío para la academia de pensar, investigar sobre seres o entidades que no son humanas?
Es una pregunta fundamental. Justamente es ése el desafío central. Porque no solamente se trata de investigar o conocer, sino de habitar de otro modo. Ese es el tema. La diferencia es entre mudanza epistémica y no simplemente epistemológica. ¿Cuál es la diferencia? En la epistemológica uno cambia de teoría o de libro mientras que la mudanza epistémica implica vivir de otra manera, y de ahí conocer, estudiar o construir teorías. Vivir de otra manera implica que yo voy a teorizar de otra manera. No sólo es un cambio de mirada, porque la mirada es un aspecto más. Lo epistémico es un nuevo modo de caminar en nuestra cultura, nuestra historia y nuestro futuro. Repensar esto. No solamente desde una mirada científico técnica, que lo que busca es solamente invisibilizar estos caminos, explotar los recursos y producir más capital. De esta manera, lo único que conseguimos es seguir intoxicando el lugar donde estamos viviendo, que es la madre tierra. Vivimos en esto y somos responsables de su cuidado. Tenemos que agradecer, cuidar los derechos de la madre tierra. Se inscribe en estos nuevos sistemas que hay -y que van a seguir creciendo-, porque la critica a este modo de vida también va creciendo y se va manifestando.
- Sos filósofo pero trabajas con la etnografía, que es una técnica de la antropología, ¿Cómo es entrecruzar estas dos disciplinas?
Soy docente de Antropología Filosófica y desde ahí trabajamos qué es lo humano en lo andino, que está en contraposición con la visión cartesiana. Para hacer filosofía de este modo hay que hablar con la gente. Las teorías no permiten comprender esto. Los métodos de la etnografía, de la vivencia de conversar con la otra persona, es lo que nos puede dar qué es lo que realmente pasa en la América profunda, qué pasa con los sujetos en esta región. Porque el mundo es un sujeto también. Hemos tratado de pensar desde allí y no desde la enciclopedia. Pensar desde lo viviente. Rodolfo Kusch abrió la puerta para ir a pensar en ese sentido, para mí ha sido el modelo de un pensador indígena y popular. No se trata de uno contra otro, sino de ver cómo se entrecruzan y cómo se tensionan estos dos modos de pensar: la modernidad por un lado, donde están las grandes ciudades, y por otro los modelos antiguos del pensar. Eso nos podría dar un modo de pensar nuevo, que nos hace falta.
Entrevista: Camilo Ratti – Pablo Giordana
Fotografías: Irina Morán