Como se hizo con el Movimiento Campesino de Córdoba, la UNC y el Movimiento Sem Terra de Brasil firmarán en los próximos días un convenio de intercambio para que estudiantes y profesores puedan realizar prácticas en la Escuela Nacional de Formación Política Florestán Fernándes, y viceversa. Como anticipo de esa experiencia, la FFyH fue escenario de un encuentro entre María Gorete, del MST, Carlos Julio, del MCC, y Diego Tatián, Decano de esta Facultad, que giró sobre la importancia de que el conocimiento esté al servicio de la liberación de los pueblos.
“¿Hay disputa de conocimiento en el norte de Córdoba? Por supuesto, porque primero hay disputa por la tierra, por el agua y por el trabajo. Cuando un empresario viene a disputar no dice “vengo a disputar conocimiento” (risas) Dice “yo vengo con papeles porque esta tierra es mía y ustedes se tienen que ir”. Lo que busca es la tierra, la poca agua que hay, y la fuerza de trabajo, que también es poca porque el campo se ha ido despoblando por la falta de oportunidades productivas y laborales. Y dice “yo traigo progreso”, y acá es cuando empieza la disputa por el conocimiento, porque nos dice que trae trabajo, que es también conocimiento. “Ustedes no saben que es el progreso, por eso no trabajan”, nos dice el empresario. Y el conocimiento es el progreso, el trabajo, lo nacional, la política, la democracia”.
Con precisas dosis de ironía y sarcasmo, Carlos Julio, dirigente del Movimiento Campesino de Córdoba y habitante histórico de Paso Viejo, un pueblo pequeño del noroeste cordobés, pone el dedo en la llaga y dispara como panelista de la charla una discusión tan urgente como necesaria: la disputa del conocimiento para alcanzar la transformación social. En un aula abarrotada de estudiantes y profesores de distintas carreras y militantes de organizaciones políticas y sociales del campo y la ciudad, la cita “Disputas por el conocimiento en la Universidad – La Experiencias del MST de Brasil Vía Campesina”fue el aperitivo del convenio que la Universidad Nacional de Córdoba firmará en los próximos días con la Escuela Nacional Florestán Fernándes, del
Movimiento Sem Terra de Brasil, para que estudiantes y profesores de esta Universidad puedan realizar prácticas una institución surgida al calor de la lucha campesina, con el objetivo de garantizar la formación política y cultural de sus cuadros y de todos aquellos movilizados por las luchas sociales y la defensa de los derechos de los pueblos.
“Yo agradezco la apertura de esta universidad, que va a cumplir 400 años, para recibir a los movimientos sociales que tienen toda una tradición de lucha. Venimos a hablar sobre la disputa del conocimiento. Yo vengo de un movimiento social, de un territorio de lucha, de lucha de clase social, de la ocupación de esos espacios. Nosotros surgimos en un momento especial de lucha en todo el mundo. Luchamos por la tierra, por la reforma agraria y por la transformación de la sociedad”, dijo María Gorete, integrante de la Escuela Florestán Fernándes, inaugurada en el 2005 en un asentamiento ubicado entre Río de Janeiro y San Pablo, y cuyo nombre es un homenaje al pedagogo, intelectual y político revolucionario brasileño muerto diez años antes de la fundación de esta institución insigne del Movimiento Sem Terra.
“La construcción del conocimiento lo vamos logrando a partir de la conformación de los primeros grupos de familias enteras del MST. Teníamos que conocer lo que nos estaba pasando en Brasil, conocernos entre nosotros, construir nuestras directrices, nuestras normas, nuestros objetivos, todo eso va surgiendo en la lucha, como la necesidad de aprender a leer y escribir, porque la mayoría de los Sin Tierra de ese momento no sabía leer ni escribir. Y lo más interesante aquí es que en esa construcción, la necesidad de conocimiento surge antes que nuestra consolidación como Movimiento Sem Terra. Y esa necesidad de conocimiento nos fue llevando a ver la necesidad de ver cómo hacer para que nuestros hijos estudien”.
En un portuñol esforzado y ante un público cautivo de su relato, Gorete recordó cómo construyeron en un barranco el lugar para que funcionara la primera escuela, y cómo discutían para definir cuál era el conocimiento y qué tipo de escuela era la que los integrantes del MST querían para ellos. “Ahí vimos experiencias soviéticas, de Cuba, Nicaragua, europeas, varias experiencias, además de nuestra propia experiencia de Paulo Freire. Nos dijimos ‘vamos a construir la escuela desde nuestra propia experiencia y nuestra propia necesidad’. Y así fue”.
Previo a la intervención de María, Diego Tatián, Decano de la Facultad, señaló la importancia que tiene que la universidad genere y propicie el encuentro con otros saberes y experiencias, además de los académicos: “La universidad pública debe producir con otros, no como una casta de sabedores o como una oligarquía del saber. La universidad no es un objeto económico, sino un sujeto político capaz de producir infinitas cosas en infinitos modos. En ese sentido, me gusta una frase de Spinoza que dice “el hombre piensa”, eso quiere decir que cualquiera piensa y debe ser el principio de la sociedad y la universidad democrática, todos somos sujetos políticos, todos somos sujetos de pensamiento y también sujetos de conocimiento. A partir de esa declaración de pensamiento es que la universidad debe reconocer a esos sujetos o componentes para producir cosas nuevas”.
“La universidad pública debe producir con otros, no como una casta de sabedores o como una oligarquía del saber». Diego Tatián.
Bajo ese paradigma o concepto de una universidad abierta a la sociedad, la UNC firmó hace unos años un convenio de trabajo e intercambio con el Movimiento Campesino de Córdoba, cuyos resultados han sido muy positivos según sus protagonistas: “Aparte de disputa por el conocimiento, que se da en todos los ámbitos, hay diálogo también. Cuando el conocimiento científico se junta respetuosamente con el conocimiento campesino y dialogan, generamos creativamente un nuevo conocimiento, que surge del diálogo”, cuenta Carlos Julio, y agrega: “en este sentido hemos tenido experiencias muy buenas conla UNC, que se plasmaron en algunas acciones, como el proyecto del voluntariado, algunos cursos de formación docente, un intercambio entre organizaciones urbanas con campesinas, que hicimos en Iglesia Vieja, un intercambio de chicos y chicas de la ciudad y el campo, que estuvo muy lindo y produjo un diálogo muy fecundo y alegre. También las pasantías que solemos hacer, que permiten que el pasante viva una semana con familias campesinas, han sido métodos con buenos resultados, que ha generado otras historias lindas”.
«Cuando el conocimiento científico se junta respetuosamente con el conocimiento campesino y dialogan, generamos creativamente un nuevo conocimiento, que surge del diálogo”, Carlos Julio.
Un aspecto esencial para Gorete, que no se cansó de repetir en su intervención, es que la educación se construye desde la práctica política: “El proceso de elaboración del conocimiento no se da por un debate teórico, es una construcción práctica. Lo fuimos haciendo en cada uno de nuestros asentamientos, con los niños, los jóvenes, los adultos, las mujeres, en todos nuestros espacios del movimiento discutimos qué tipo de escuela queremos. Todo esto en medio del proceso de lucha contra el latifundio, del enfrentamiento con la policía, el Estado. Por eso decimos que no fue desde la academia que construimos nuestros conceptos, sino a partir de la propia experiencia de lucha. De una práctica que también reflexiona”.
En sintonía con lo expresado por Tatián, la líder campesina señaló que “en ese momento hubo intelectuales que contribuyeron en ese proceso de construcción y sistematización”.
«No fue desde la academia que construimos nuestros conceptos, sino a partir de la propia experiencia de lucha. De una práctica que también reflexiona”, María Gorete.
La escuela como fruto de la lucha colectiva
Luego de casi treinta años de historia y de lucha por sus derechos sociales, económicos y culturales, los Sem Terra llegaron a una conclusión que María expresó con toda claridad en su visita a la FFyH: “nosotros entendimos que la sistematización de conocimiento debía ser colectiva, no individual, que es como se enseña en las escuelas y la universidad. A partir de todas estas experiencias es que nosotros vamos viendo nuestras necesidades, y esas necesidades nos fueron llevando a la universidad. En la década del ‘90 nos apropiamos de la educación básica en todos los campamentos, porque entendimos que la educación es un derecho y un deber del Estado. Y fue a partir de la lucha que logramos eso. También en ese momento nos organizamos como organización continental con vía Campesina. Nosotros vinculamos ese proceso de educación con un proceso de formación política, y es ahí donde nos surge la necesidad de formar una escuela de formación política: la Escuela Nacional
Florestán Fernández, que es el producto de otras experiencias de formación, de todo el proceso de los noventa y el auge neoliberal”.
Luego de discutir qué es la educación popular, y qué la educación formal, el Movimiento Sem Terra definió el objetivo que Gorete desarrolló en su visita a Córdoba: “Ese proceso debe garantizar el debate, la discusión, la política. Y a medida que vamos haciendo esto, participamos en marchas y en las luchas para que la educación sea un derecho. Y es ahí, luego de tener la educación fundamental y media, cuando empezamos a pensar en la educación universitaria. El pensamiento crítico no puede estar divorciado del conflicto. Escribimos un libro que se llama Educación de Campo, que desarrolla los conceptos de lo que somos como movimiento social de lucha. No solo las del MST, sino de todas las organizaciones del campo de Brasil y de América Latina. Sin esas relaciones no podríamos construir nuestros conceptos, es un proceso de construcción colectiva. Ese documento se va reelaborando a partir de nuestra experiencia como organización. La Florestán Fernández va a surgir como una síntesis de todo ese proceso, con formación política y con áreas de graduación”.
En este sentido, Tatián planteó que “la universidad debe abrirse a los nuevos lenguajes, poner en marcha un pensamiento crítico, y cuando digo un pensamiento crítico me refiero a que el conocimiento vaya acompañado de para qué el conocimiento, con quién el conocimiento, y cuál es el sentido de ese conocimiento. Si no hay eso, no hay pensamiento crítico. Esta ‘contaminación’ de los diferentes lenguajes es algo a lo que debemos abrirnos como universidad. Una de las disputas que está en el centro de la cuestión democrática es la preservación de una plurilengua, o para decirlo de otra manera, es la resistencia a la imposición de una lengua única. La universidad debe ser un lugar de información, de interpretación, pero también de memoria. Esa encrucijada de invención y memoria creo que es fundamental para pensar nuestras prácticas”.
Un ejemplo concreto de este debate “plurilengual” es lo que planteó Julio: “¿qué es ser productor, o productora? Porque esa es la pregunta que nos hacen quienes son nuestros enemigos que vienen a robarnos la tierra. Acá viene la disputa: ‘sí señor, nosotros sí sabemos lo que es el trabajo, lo ejercemos, sabemos lo que es el progreso, lo queremos, tenemos las herramientas para el trabajo y el progreso, y en todo caso no venga a decirnos qué son, sino lo charlemos’. Acá está esta disputa. Y lo está en la educación, qué es escuela. Son discusiones que no se dirimen en un diálogo, sino en la disputa política”.
Autonomía y Estado
«¿Cómo garantizamos nuestra autonomía como movimiento social, escuela de formación política y educación popular, en relación al estado?” se pregunta Gorete, y la respuesta no es nada sencilla. “Es una contradicción permanente, porque no somos una escuela formal, sino un espacio de escuela de formación política, que realizamos convenios con universidades para la realización de cursos de grado y post grado. Y somos esto porque no queremos institucionalizar y obedecer a una currícula que fuera obligatoria, porque nuestra construcción como movimiento social tiene que tener su propio currícula, construida en la lucha. Y por esa autonomía tenemos muchos problemas con el Estado. La escuela
Florestán Fernández no fue construida solo por militantes del MST, sino también por militantes internacionalistas de todos los continentes. Y no es solo para el MST, sino para todos aquellos que luchan por la transformación de la sociedad, básicamente para la clase trabajadora”.
Surgida en 2005, la Escuela significó la culminación de un proceso previo que aun hoy continúa, cuando sus miembros interactúan con militantes de toda América Latina y África. “En esos intercambios vamos incorporando cada año al proyecto pedagógico de la escuela, que tiene líneas generales y que se convierte en un proyecto internacionalista, porque participan más de setenta organizaciones campesinas y urbanas de América Latina y África, que construyen un proyecto político-pedagógico. Es un proyecto radical, de transformación social”.
A pocos días de que se firme el convenio entre la UNC y la Escuela Florestán Fernández, Gorete remarcó que “esa disputa de conocimiento dentro de la universidad se da en todos momentos, y nosotros queremos una universidad en relación con la comunidad. Un pacto de saberes. Es un conocimiento en lucha, no fuera de la lucha. La relación que nos interesa establecer con las universidades es una relación de igualdad y producir conjuntamente conocimiento que transforme la sociedad”. De ahí que la dirigente resaltara la importancia del intercambio con universidades como la UNC: “El curso de geografía y todos los cursos de graduación que hacemos son importantes, porque vemos que los estudiantes que pasan por esos cursos hoy están en instancias de conducción, de coordinación, como técnicos o profesores de nuestros asentamientos”.
Entusiasmado y feliz por el encuentro, Tatián sostuvo que “los trabajos que la universidad pueda hacer en otros territorios, es un trabajo que debe nutrirse de todo este arsenal de conocimiento, ponerlo en juego, ponerlo en riesgo, afectado por el conocimiento que viene de otra parte, para que la universidad sea verdaderamente popular, nacional, internacional, universal, autónoma y heterogénea”.
Escuelas campesinas con acento cordobés
“Qué escuela quieren los campesinos para sus chicos y grandes, qué educación, qué nos interesa aprender y enseñar. Con esas preguntas armamos una escuela campesina, que por ahora otorga títulos para adultos y de la que se está por recibir la primera promoción luego de tres años”, cuenta Carlos Julio, quien reconoce que “había tensión entre el programa del Estado y lo nuestro, pero lo solucionamos victoriosamente, y ahora se van a recibir los primores estudiantes con un título hecho y derecho, y con mucho aprendizaje de contenido político del movimiento”.
Tan buena ha sido la experiencia, que el Movimiento Campesino de Córdoba ahora va por la con la escuela para adolescentes, a partir de la implementación del Programa 14/17 de inclusión y terminalidad. “Nos está yendo bastante bien con eso, gestionamos las tecnicatura en apicultura, ganadería, industrialización, envasado, y estamos avanzando con la idea de que la educación campesina sea un derecho, para poder generar nuestro conocimiento, que es válido y muy aprovechable para los que no son campesinos, porque creemos en la construcción conjunta”.
Julio contó también que a partir del diálogo entre campesinos y universidad han elaborado el manual de producción campesina, de salud campesina y el manual de participación, además del manual de educación, que está próximo a salir. “Son producciones que nos enorgullecen, fruto de este diálogo”.
La reforma agraria como utopía en el paraíso del agronegocio
El Movimiento Sem Terra nación durante el último año de la dictadura militar, luego de años de lucha en el campo contra el latifundio. A los militares le siguió el gobierno de José Sarney y luego el de Fernando Collor de Melho, “años de mucha represión, muy duros, de mucha violencia en el campo, que nosotros los vivimos como períodos de transición”, cuenta María Gorete. “Luego vino un proceso de nueva construcción, de reforma agraria, hicimos una campaña y conseguimos dar unos pasos, como que por primera vez nos recibieran en Itamaraty. “Nuestra idea era instalar que la reforma agraria no era una lucha de los campesinos solamente, sino de toda la sociedad brasileña. O la sociedad aceptaba que la reforma agraria era una lucha de todos, o no sería posible hacer la reforma agraria. Fue un proceso muy interesante”.
En el marco de la ola neoliberal que azotó América Latina, a Collor de Melho lo sucedió Fernando Enrique Cardoso. “Otro período duro, en el cual conseguimos algunas conquistas, como avanzar en asentamientos. Aquí realizamos muchas marchas y ocupaciones de tierras, enfrentamientos que terminaron en la masacre de Acoraja. Las conquistas fueron mínimas, hasta que llegamos al gobierno del Partido de los Trabajadores, PT, del compañero Lula, quien dijo que su gobierno iba a realizar la reforma agraria, y que íbamos a ocupar tierras. Hubo mucha ilusión y esperanza en los dos primeros años, pero la reforma no fue realizada. Nos sentamos varias veces con el gobierno de Lula y nos prometieron que ésta se iba a hacer, y todavía estamos sin reforma. No tuvimos muchas conquistas, sí algunas en áreas de asentamientos, pero no de distribución de tierras ni créditos en forma masiva”.
Como Argentina, Brasil está en una situación contradictoria con los movimientos campesinos, ya que el hecho de que llegaran al poder gobiernos democráticos, populares y progresistas, buena parte de su economía está sustentada en lo que se conoce como “agro negocios”, una situación que Gorete planteó en términos muy pesimistas: “Brasil es un país que ha avanzado muchísimo en los agro negocios y en el acaparamiento de tierras por parte de grandes trasnacionales, que producen monocultivos con agro tóxicos. Consumir frutas brasileras hoy, es como estar comiendo veneno”.
Para desilusión de su audiencia universitaria, la dirigente campesina contó resignada que durante el gobierno del PT las conquistas han sido “mínimas. Esta es la situación nuestra con el gobierno de PT. Nos gustaría contar otra realidad, pero es ésta”.
Además, denunció que en su país la criminalizacón de los movimientos sociales continúa: “Es más, crece, nunca paró”. Y en una situación casi calcada de la Argentina, eso se da a través de los grandes medios de comunicación “que bombardean nuestras concentraciones”, y también, como en Córdoba y el resto de las provincias con poblaciones campesinas, “a través del aparato judicial. Muchos militantes viven en la clandestinidad porque fueron condenados por los tribunales, condenados por luchar por sus derechos, no cometieron ningún asesinato. Y esto ocurre tanto en el campo como las ciudades”, aseguró Gorete.
A pesar de ser hoy la sexta economía del mundo, es uno de los países de mayor concentración de la riqueza, y mayores desigualdades sociales y económicas entre las diferentes capas de su población. “Cada vez es más evidente que el capital brasilero se instala en América latina, África, de forma veloz, hoy estamos frente a ese proceso. La visión del capital brasilero o latinoamericano es apostar a los agronegocios. Pero nosotros reclamamos otro tipo de internacionalismo. Por eso decimos que la lucha de reforma agraria debe ser una lucha de todo el continente, caso contrario será imposible realizarla. Es una lucha histórica, y los campesinos tenemos un papel importante que cumplir: la producción de alimentos de manera saludable, que permita preservar la naturaleza y la vida humana”, aclaró María, quien enfatizó que “la relación con las universidades es importante para pensar en estas otras alternativas de producción. El intercambio de conocimientos debe servirnos para sobrevivir, porque lo que todos queremos es vivir y ser felices”.
Un reclamo similar planteó Julio en Córdoba: “necesitamos que se paren los desalojos para caminar hacia la reforma agraria. Y como los compañeros del MST, estamos en la campaña por el alimento sano, que sin campesinos, y con desalojos y desmontes (Córdoba es la provincia con mayor índice de desmonte y destrucción del bosque nativo) este tipo de alimentos sanos no se van poder producir”.
Soy Profesora en Geografía y me desempeño en la Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano dependiente de la UNC. En este momento estamos realizando un proyecto para que alumnos de los últimos cursos tengan la posibilidad de compartir experiencias con diferentes movimientos sociales. En este sentido nos gustaría contactarnos con Carlos Julio Sanchez para darle a conocer nuestro proyecto y ver si hay posibilidades de visitar la escuela campesina.
Muchas Gracias