“Lo que sucede en Brasil es protofascismo”

Doctor y antropólogo brasilero, Luiz Fernando Dias Duarte es un experto en temáticas relacionadas a la salud, la sexualidad, la familia y la religión; pero sobre todo es una persona de una destacada trayectoria y formación ética-humanista, comprometido desde hace décadas en las tareas ejecutivas de preservar y motorizar las actividades del Museu Nacional, dependiente de la Universidad Federal de Río de Janeiro, en Brasil. 

Museo que sufrió el peor siniestro de su historia, al soportar el 2 de septiembre de 2018 un incendio que afectó al histórico edificio, ubicado en el Parque de Boa Vista, en la ciudad de Río de Janeiro, destruyendo casi por completo las colecciones históricas y bibliográficas, atesoradas a lo largo de dos siglos en este Museo, convertidas además en unas de las colecciones más antiguas y valiosas del mundo.

Doctor en derecho y antropólogo social desde 1978, Duarte estuvo a fines de mayo en Córdoba dictando un Curso de Doctorado sobre Naturaleza y vida en la cosmología occidental y en el pensamiento antropológico”; una charla sobre Cuestiones éticas en las ciencias sociales y humanas”; más otra conferencia abierta a todo público sobre “Museo en tiempos neoliberales”.

En esta entrevista, Luiz Fernando Dias Duarte, brinda un paralelo auspicioso entre los perfiles del Museo Nacional de Río de Janeiro y el Museo de Antropología de Córdoba. Detalla los problemas particulares que sufre hoy el Museo de Río tras el incendio y traza una radiografía severa sobre las consecuencias de los movimientos fascistas y gobiernos neoliberales. Sin dejar de subrayar la esperanza que generan las resistencias moleculares y colectivas, para recuperar los procesos democráticos.

Perfiles de Museos

Alto, delgado y con un español muy fluido en su hablar, Dias Duarte conserva la virtud de ser un gran observador y analista de cada proceso que le toca vivir. Durante una semana de estancia, participando en la vida cultural del Museo de Antropología, lo motivan a reflexionar sobre algunas diferencias y semejanzas que encuentra en estos dos museos universitarios.

“Cuando hice mi presentación en la conferencia Museo en tiempos neoliberales, uno de los aspectos que pude subrayar fue la diferencia entre el Museo Nacional de Río de Janeiro y el Museo de Antropología de Córdoba», explica. «La primera diferencia, y quizás la más importante, es que el Museo de Río es un museo de historia natural en un sentido amplio. Mientras que aquí tenemos un Museo de Antropología, específicamente.  Aunque también es una antropología que abarca la teoría, la antropología biológica, la social, es decir las diversas disciplinas que abarca esta ciencia. Y resulta muy interesante la manera en como este museo sostiene, mantiene y desarrolla sus actividades educativas. No solamente el de proponer a estudiantes y visitantes infantiles lecturas sistémicas complejas de los materiales presentados, sean a través de visitas guiadas en las exposiciones permanentes o temporarias, sino también en esa decisión política de mantener sus puertas abiertas, hacia distintas problemáticas y acciones en la calle. Ese punto de conexión con los movimientos feministas, de concentración y escucha con distintos movimientos sociales, me parece muy valioso e importante».

  • ¿Qué sucede o cómo se dan esas relaciones en el Museo Nacional de Río?

En el Museo Nacional de Río ocurre esto con la parte de antropología social y se presenta de una manera más localizada.  En primer lugar, porque la antropología ocupa sólo un rubro de todo lo que abarca el museo de Río. En este museo de Córdoba, el campo de estudio es específico y orgánico. Pero en algunos momentos, en Río también hicimos exposiciones específicas en antropología de los movimientos sociales. Por ejemplo, se llevó a cabo una exposición sobre el Movimiento Sin Tierra, en un museo nacional, ubicado en un palacio imperial. Esa acción tuvo una fuerza simbólica importante. Totalmente disruptiva. Incluso, el centro de la exposición se produjo en la Sala del Trono, con una visión de época. Pero también se refleja en la manera en la que se aborda el servicio de Asistencia a la Enseñanza que se ocupa de esas tareas, de los programas de toda actividad relacionada con la educación ampliada, Sobre todo, para los visitantes los escolares que recurren con más frecuencia a los aportes de la antropología, a la visión más socio-antropológica para comprender la historia.

  • Dentro de este tipo de museos, ¿cuál es el valor de la antropología, para comprender los procesos sociales de la historia? ¿Cuáles son los beneficios en articular estos cruces?

En primer lugar, ambos museos son instituciones de investigación y si se hace investigación en ciencias humanas, uno ya está implicado en la dimensión política de la vida de los interlocutores, de los nativos de cada pueblo. En segundo lugar, no por una propiedad intrínseca a la forma de museo, sino como una renovación, una recomposición de la forma institucional de los museos más dinámica, más interactiva, estos cruces son siempre positivos.  Además, me parece importante romper con la imagen de museo como un lugar de cosas viejas, cosas estáticas o muertas.

Así que, por un lado existe esta implicancia estructural en la investigación en ciencias sociales y humanas, junto al interés en los movimientos sociales y la acción política. Y por otro, un lado más ideal o proyectivo, que resulta de estas nuevas formas de concebir los museos.

En el Museo Nacional de Río, que abarca los campos de la antropología y la arqueología, existen experiencias de haber utilizado materiales para producir colecciones vívidas, con las poblaciones, con los visitantes, con los grupos sociales dentro de lo que se trabaja y produce investigación científica. Eso ocurrió en el Museo de Río con las colecciones etnológicas históricas, con la invitación y presencia de indígenas contemporáneos para conocer y evaluar las colecciones del museo. Es decir, se produjo un conocimiento más preciso para el museo porque ellos mismos explicaban el sentido de estas colecciones y además, se produjo un efecto inverso: contribuir al sentido de identificación de los grupos indígenas, que muchas veces se encuentran amenazados de diferentes y variadas maneras.

Incluso, fueron los grupos indígenas y sociales de Brasil los que más se sintieron afectados ante los daños provocados por el incendio del Museo Nacional de Río, justamente por conocer el enorme valor patrimonial en la identidad histórica de cada colección perdida.

  • ¿Cómo responde hoy el gobierno de Brasil, en relación a la protección de su patrimonio cultural?

De manera histórica, la situación nunca fue nada fácil. Siempre fue bastante difícil mantener la red de museos de Brasil en su dependencia con los gobiernos municipales y federales. Existe una red de museos privados importante, sobre todo en San Pablo, donde una burguesía esclarecida produjo las condiciones de construcción y manutención de importantes museos, como es el Museo de Arte de San Pablo que tiene una colección internacional importante y que fue mantenido por convenios privados. Pero esos son casos excepcionales en Brasil.

En Río de Janeiro ahora hay dos instituciones que se presentan como privadas, pero que reciben inversiones importantes por el hecho de que están ligadas a una fundación que es del Grupo Globo y por esos vínculos les resulta más fácil tener fondos.

Los museos gubernamentales, en cambio, como es el caso del Museo Nacional de Río que tiene una historia de vida de más de 200 años, ha pasado por momentos y situaciones muy distintas. El Museo fue una institución fundamental de la historia nacional, de la identidad de Brasil, así que durante mucho tiempo contó con más fondos y presupuesto que ahora.

Más tarde, el Museo Nacional de Río fue integrado a la Universidad y hoy funciona como una unidad con una cierta autonomía académica, pero no presupuestaria. Antes de ser integrada a la Universidad tenía más autonomía presupuestaria. Ahora depende totalmente del juego de fuerzas dentro de cada administración universitaria estatal y del estilo del rectorado que exista en cada gestión. De todas maneras, no es que haya una disposición negativa de la Universidad hacia el Museo. Las dificultades aparecen porque la propia Universidad es muy grande y está siempre con escaso presupuesto. Hoy se debate entre cosas esenciales como: o se paga la luz, o paga los servicios de limpieza.

Un gobierno anti-universitario

“Con el gobierno de Bolsonaro la situación de crisis está multiplicada por cien”, afirma Duarte, cuando se refiere a la coyuntura política que se vive hoy en Brasil. “Se han cortado significativamente todos los presupuestos para las áreas de cultura y educación, pero particularmente para las universidades y acciones relacionadas con la protección del medio ambiente. Todo lo que tiene que ver con el progreso, el conocimiento, la ciencia y la tecnología, todo eso es completamente no grato para el gobierno actual. Se trata de un gobierno anti-intelectualista, anti-universitario. Y tendremos que soportar un período de  cuatro años de este gobierno. Mantenerse sin presupuesto es mortal para cualquier vida institucional.  Yo soy parte del Posgrado de Antropología Social del Museo Nacional de Río, que fue el primer posgrado moderno en Antropología Social de todo el continente, fundado en el 1968 y siempre tuvo el grado máximo de las evaluaciones del sistema nacional de Educación Superior y con eso tenía plenitud de becas. Ahora, en cambio, tenemos una porción mínima, un quinto de los estudiantes puede acceder a becas para trabajar. Y en antropología, como sucede en otras ciencias sociales, uno no puede hacer un trabajo de campo, con indígenas en la Amazonia, por ejemplo, sino cuenta con algún tipo de presupuesto”.

  • ¿Cómo reaccionó la red internacional de museos ante el incendio de Río?

Por suerte la red internacional es muy intensa. La solidaridad entre los museos de historia, que sabían de la importancia de las colecciones que se perdieron, reaccionaron muy bien. Hay donaciones de gobiernos de otros países también. Alemania ha sido muy generosa comparativamente con el propio gobierno brasileño y estamos buscando otras formas de apoyos financieros. Estamos tratando con Francia, China y con países más pequeños como Polonia, Egipto, Italia, para tramitar la donación de piezas y colecciones, en pos de sustituir  las muchas que se perdieron. Hay un flujo muy importante de donación de libros porque hemos perdido toda la Biblioteca de antropología social. Una biblioteca preciosísima, que contaba con 40 mil títulos y además una gran parte de nosotros teníamos nuestras bibliotecas personales ahí. Yo mismo perdí siete mil títulos, con el incendio. Así que eso tuvo un impacto impresionante. Doy gracias a dios por la existencia de Internet, del mundo digital, porque sin eso estaría mirando la pared.

  • ¿Cuáles son las estrategias de resistencia que debemos implementar en tiempos neoliberales?

La categoría de neoliberalismo ya no es suficiente para describir lo que está pasando en estos tiempos. Lo que sucede en Brasil es protofascismo. Es decir, una forma más acentuada del conservadurismo, que implica retroceder en derechos civiles y lo hacen de manera no disimulada, es explícito, es política de Estado. Bolsonaro lo propuso en campaña y así lo están haciendo. Esto pasa en lugares como Turquía, Hungría, Filipinas, y en muchos otros países donde lamentablemente están creciendo los grupos de neofascistas.

El mismo Trump en Estados Unidos, se proyecta como ese cuadro americano, de tintes fascistas. Macri, en Argentina, parece una versión un poco más civilizada, en comparación a ese monstruo, que hoy gobierna Brasil. Y al mismo tiempo, se están produciendo formas de resistencia colectivas. Formas moleculares de resistir, estableciendo redes de intercambio internacional, de denuncia de violaciones a los derechos humanos, de una manera más federal. A veces son acciones pequeñas, algunas localizadas, pero que no dejan de tener su fuerza. En Brasil, son impactantes las grandes manifestaciones, tanto de izquierda, como las de derecha, pero creo que hoy son más efectivas las formas de resistencia localizadas, porque encierran una apuesta política más clara.

Dentro de esas iniciativas moleculares, se incluyen esas pequeñas o grandes acciones que provienen de grupos de intelectuales. Y son absolutamente esenciales para preservar las instituciones de enseñanza y cultura, como son los museos. Así que para nosotros, esa red de resistencia localizada resulta fundamental. Incluso porque permite, sobre todo en el caso de la antropología, generar conexiones con movimientos populares, como los Sin Tierra, los grupos de los Quilombolas, que son descendientes de esas tierras que eran donadas a los esclavos y que persisten, y tiene un nombre en hispanoamérica, que viene de quilombo. O con los distintos movimientos indígenas, que ahora sufren, además los cambios en las políticas de protección ambiental. La destrucción del medio ambiente es también la destrucción de la vida indígena en todos los casos. O como sucede en este Museo de Antropología de Córdoba, que le abre las puertas al feminismo y a los debates sociales del presente.

Esta es la respuesta a cómo resistir. Y en el caso del Museo Nacional de Río, el cómo mantenerse es un poco más complejo, más difícil. Sobre todo en la tarea de reconstruirnos, porque depende de una cantidad inmediata de fondos, que no se logra ver como posible, en el contexto actual.

Luiz Fernando Dias Duarte

Nació en Río de Janeiro, el 30 de agosto de 1949. Se graduó en Derecho (1972) por la Facultad de Derecho de la Universidad del Estado de Río de Janeiro. Concluyó la maestría en antropología social (1978) y el doctorado en ciencias humanas (1985) por la Universidad Federal de Río de Janeiro (Museo Nacional de la UFRJ).
Actúa como investigador en las áreas de antropología de la persona, de la salud, de la familia, de la sexualidad y de la religión. Entre otros cargos académicos, fue Director del Museo Nacional de la UFRJ (1998-2001). Durante este mandato, coordinó la elaboración del proyecto de su nueva exposición, aún en curso. Fue profesor visitante en las Universidades de Brasilia, París X – Nanterre, Buenos Aires, Liège y Federal de Río Grande do Norte. Es Comendador de la Orden Nacional del Mérito Científico


Intereses de Investigación:

La visión de mundo de las clases populares brasileñas es su principal tema de investigación, a partir del trabajo de campo realizado en la década de 1970 con pescadores del barrio de Jurujuba, en Niterói. En la década siguiente, publicó De la vida nerviosa en las clases trabajadoras urbanas, como resultado de su tesis de doctorado.

La obra, considerada una importante referencia sobre el tema, retrata de qué modo la noción de «nervios» y «nervioso» es importante para las capas populares brasileñas, sirviendo de mediación entre el aporte individualista de los saberes psi y las antiguas concepciones físico-morales sobre la persona, el cuerpo y la enfermedad.
Su investigación sobre la psicologización en Brasil resultó en la elaboración y puesta a disposición del Psico-Río, base de datos sobre la historia y la institucionalización del campo psi (psiquiatría, psicología y psicoanálisis) en Brasil. Actualmente, trabaja con investigaciones relacionadas a la familia, sexualidad y religión en los horizontes de construcción de la «persona moderna». Actualmente se desempeña además como Director adjunto del Museu Nacional dependiente de la Universidad Federal de Río de Janeiro.


Fotos y Texto: Irina Morán.
Publicada originalmente en la página web del Museo de Antropología: http://museoantropologia.unc.edu.ar/2019/07/01/lo-que-sucede-en-brasil-es-profascismo/