Muy pocas personas logran ganarse un lugar destacado en la historia. Pero la obra inmensa de María Saleme de Burnichon no sólo trasciende las barreras del tiempo sino que, además, se convierte en referencia sólida para cualquier persona que crea en la libertad de la educación, la dignidad del trabajo y la lucha tenaz por lograr un mundo más justo.
Ha pasado toda una década desde su fallecimiento. A lo largo de este año, la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC la ha conmemorado a través de distintos homenajes. El primero, se desarrolló en octubre, en el marco de las VIII Jornadas de Investigación en Educación, cuya primera edición en 1999 fue organizada por María y un grupo de investigadores de la Facultad. Y el último, tuvo lugar en el Pabellón Argentina, durante el segundo acto de colación de 2013, el mismo 21 de noviembre, fecha exacta en que se cumplieron diez años de su ausencia.
En esa ceremonia, la vicedecana Beatriz Bixio, recordó su legado de la siguiente manera: “María Saleme de Burnichon fue maestra, alfabetizadora de campesinos, de indígenas y de obreros, también militante por los derechos humanos, profesora universitaria y una de las pedagogas más lúcidas que hemos tenido. Además, fue decana de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC y directora del Centro de Investigaciones que hoy lleva su nombre en nuestra Facultad”.
Por su parte, Liliana Vanella, coordinadora del Área de Educación del CIFFyH, indicó en las Jornadas: “Nos interesa preservar el legado de María de esa formación humanista en el diálogo entre generaciones, como una manera de aportar a la Universidad inmersa entre quiebres y continuidades, ese espacio en permanente construcción más allá de sus 400 años”.
“María – como la llaman muchos – tuvo la virtud de indagar al objeto de conocimiento desde una perspectiva diferente a la habitual, con una mirada que resultase beneficiosa para quienes más lo necesitan, aquellos que quedan fuera de todo acceso a derechos”, rescata Bixio. “Para ella el conocimiento científico que hace a los académicos más seguros, autónomos, libres, más comprensivos y más críticos; ese saber encuentra algún sentido sólo si puede salir de los muros de la Ciudad Universitaria. Este saber que permite entender, tiene sentido si es compartido con otro y vuelve al otro más libre, menos subordinado a cualquier clase de poder y con mayor potencial para cambiar la situación de cada persona”.
“Como maestra y formadora aprendimos también de su persistente actitud y capacidad de ponerse en el lugar del otro y desde ahí, interrogar e interrogarse”, precisa Vanella. “Ese ejercicio permanente de formularse preguntas generando en los demás un desazón e incertidumbre, promoviendo el cuestionamiento sin tregua a lo que se presentaba como obvio o naturalizado desde el sentido común”.
Bixio subraya que “María Saleme de Burnichon fue una militante incansable de la educación en su sentido más amplio. Trabajó por la educación en su presente, en la universidad, en las comunidades originarias o entre obreras, en la educación para las generaciones futuras y pasadas, para las cuales también se apoyó en el trabajo de la memoria con el fin de recuperar las mejores experiencias de una generación desaparecida en nuestro país”.
“Hoy resulta relativamente fácil decir estas cosas”, aclara Bixio. “Pero, cuando María las predicaba, cuando enseñaba que enseñar es escuchar, ello no era tan común. No lo fue en los ´60, cuando tuvo que emigrar, no lo fue en los ´70 cuando perdió a su marido y quedó fuera de toda institución y tuvo nuevamente que emigrar, esta vez a Buenos Aires. No lo fue tampoco cuando trabajó con hijos de desaparecidos o con campesinos. Hoy estas ideas nos pueden resultar comunes, pero no es común su puesta en acción. Su trabajo nunca fue fácil y por ello no es fácil de imitar”.
Además, como señala Vanella, “María mantuvo una línea de pensamiento y conducta y la sostuvo con el advenimiento de la Democracia”. “En los años ’90, rechazó la embestida de las políticas neoliberales. Las discutió, se opuso y debatió en contra de las políticas evaluativas, los programas de incentivos y los rankings internacionales. No sólo de palabra sino en su propia práctica docente”.
Tanto Vanella como Bixio aciertan en sus reflexiones. No es fácil imitar el extraordinario ejemplo que nos deja María, pero resulta imprescindible, al menos, asomarse a su historia.
En ambos homenajes se proyectó el video, producido por Pablo Becerra (del Área de Tecnología Educativa de la FFyH) y el Área de Educación del Centro de Investigaciones, en base a una semblanza sobre María Saleme de Burnichon, escrita por María Teresa Anduetto. En sólo 13 minutos, el video alcanza a condensar la referencia luminosa de una vida insoslayable.
“Cuando nuestros pensamientos, acciones y sentimientos alcanzan coherencia, una frase puede abrochar todo lo que somos” –dice Andruetto en su texto–. “Y algo más: cuando una persona se nos vuelve imprescindible, sólo su nombre basta”.
María Saleme de Burnichon from Área de Tecnología Educativa on Vimeo.
Muy bueno el video, no conocía mucho sobre su vida. Una gran educadora y pedagoga, creo es un gran ejemplo de vida y compromiso. Una vez más ¡FELICITACIONES!!
Saludos Cordiales: Lic y Prof. Graciela Ferreyra.
Precioso vídeo, la conocí solo de pasadas por los pasillos o los campos de la Ciudad Universitaria, siempre la saludaba y contestaba con cortesía, a pesar de que no me conocía. Sabía algo de su vida, pero este documental que re-cuerda, me ha hecho unir varios cabos que andaban sueltos en mi memoria.
Me resultó muy interesante el video sobre su vida, una personalidad destacada sin duda.
Gracias por ayudarnos a conocerla!
hermoso recuerdo , muchas gracias. María fue mi maestra en la Facultad de Ciencias de la Educación en Paraná .De ella aprendí que enseñar es escuchar…
Conocí a María en una conferencia inolvidable. Este video alimenta el recuerdo y acerca más información sobre su vida.