“Tenemos que imaginarnos como actores de un sistema educativo integral”

foto-tamarit-1A ocho meses de su gestión, el rector Francisco Tamarit, trabaja convencido de que la Universidad Nacional de Córdoba debe seguir siendo un lugar abierto, público, laico y gratuito, capaz de trabajar por el bienestar de su pueblo.  En este diálogo con Alfilo, señala las principales razones que motivan la necesidad de formular una nueva Ley de Educación Superior que conciba a la educación como un bien social y un derecho de todos los ciudadanos. Además, define el rol de la Universidad en la vida democrática del país.

La entrevista se desarrolla en su despacho, ubicado en el segundo piso del Pabellón Argentina. Es un lugar amplio y luminoso, cuyo balcón le permite al Rector divisar buena parte de los edificios que le dan vida a la Ciudad Universitaria.  Atento a cada detalle, Tamarit es un hombre sensato que conserva la virtud de mirar a los ojos cuando habla y de expresar cada idea con convicción de manera serena y pausada.

Desde el mes de octubre, la Universidad Nacional de Córdoba, junto a la de Río Cuarto, se han dado a la tarea de realizar una serie de jornadas dedicadas a analizar, de manera pública y abierta, los aspectos más críticos de la Ley de Educación Superior (LES). Una norma sancionada en los albores de década de los ´90, cuyos parámetros ubican a la educación superior en un lugar más cercano a las lógicas y demandas del mercado, que a un derecho ciudadano cuya responsabilidad indelegable le corresponde al Estado.

Críticas a la Ley vigente

En este contexto, el diálogo comienza con la opinión del rector sobre los puntos más cuestionados de la norma que actualmente rige la educación superior en Argentina.

Sin duda, el punto más crítico es que es una ley que está concebida en un momento donde se entendía la educación superior como una cuestión de mercado. En ese sentido, es necesario reformularla completamente, buscando redefinir la educación superior como un bien social y como un derecho que tenemos todos los ciudadanos del país”.

Para Tamarit existen algunas cuestiones prioritarias que se deben organizar. Una de ellas es la acreditación de carreras. “Ese es un debate que va a ser necesario y nosotros aspiramos que esta ley siga preservando, ante todo, su carácter de educación superior. Recordando siempre que no somos los únicos actores, las universidades y que existen en nuestro país un montón de personas que optan por la educación superior no universitaria.

foto-tamarit-2
Tamarit: «Lo más importante, en esta etapa inicial donde todavía no se vislumbra un consenso en cuanto a las necesidades de modificar la ley (de Educación Superior), es generar los ámbitos de discusión para analizar cuáles deberían ser los nuevos contenidos».

Según explica el Rector, una de las principales falencias que detenta hoy el sistema de educación es su completa, o importante, desarticulación entre la educación superior universitaria y la educación superior no universitaria.  “Si nosotros no resolvemos esta falta de comunicación, de integración entre todo el sistema superior, no vamos a poder dar solución a muchos de los problemas graves que tiene la educación hoy”, afirma. “Problemas que no están necesariamente en el centro del nivel de la educación superior universitaria. Tenemos que imaginarnos como actores de un sistema educativo  integral. Eso es particularmente difícil para nosotros, porque somos una institución nacional que tienen que convivir con un sistema de educación que es provincial, o mejor dicho jurisdiccional. Entonces, es difícil integrarnos al sistema universitario y no vernos como un actor externo de ese sistema educativo que tiene  tres niveles obligatorios: el inicial, el primario y el secundario, que tiene también un sistema de educación superior no universitario. En particular, recordemos que casi todos los maestros y todos los profesores secundarios y terciarios del país se forman en el sistema superior no universitario. Por eso, la nueva ley tiene que ser muy prudente en buscar en una articulación más eficiente”.

¿Reformas o nueva Ley?

Depende de cuán drástica sea la modificación. Una puede hacer una modificación tan drástica que implique una nueva ley.  Desde el punto de vista político, necesitamos una nueva ley. Me parece que lo más importante, en esta etapa inicial donde todavía no se vislumbra un consenso en cuanto a las necesidades de modificar la ley, es generar los ámbitos de discusión para analizar cuáles deberían ser los nuevos contenidos de una ley.

Así como se hizo con la ley de medios, que fue motivo de un montón de audiencias públicas a lo largo del país, donde los actores de los medios pudieron participar, pero también la ciudadanía en general, yo creo que es necesario se inicie, desde el Poder Legislativo, y con el apoyo del Poder del Ejecutivo de la Nación, un debate amplio sobre la nueva ley de Educación Superior,  en el cual también debe estar involucrada las provincias, como la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, porque esto hace al conjunto de todo el sistema educativo y no solamente a las universidades nacionales, que muchas veces creemos es la única sustancia que tiene la educación superior y no es así.

Presupuesto

Cuando hablamos de aumento de presupuesto, tenemos que recordar que partimos de una situación muy calamitosa que se dio durante la década de los noventaY que esa situación calamitosa no respondía, al menos no exclusivamente, a una crisis económica. Eso respondía a una política clara de entender a la educación superior como un negocio.  Por lo tanto, a una actividad que se regulaba por el mercado, en base al rédito que le pudiera dejar a los a actores del sistema.  Entonces hoy, efectivamente, estamos en una situación mucho más holgada. No obstante, así como ha habido un incremento en presupuesto, también ha habido un incremento muy  importante en la cantidad de alumnos en el sistema universitario nacional. Yo siempre destaco que somos, quizás, uno de los países que tiene más participación de alumnos en el sistema público: casi el 80 por ciento de los estudiantes universitarios de la Argentina eligen la universidad nacional.  Es decir, una universidad  nacional pública, abierta y gratuita. Esa es una singularidad.  Entonces al aumento de presupuesto hay que entenderlo también en términos relativos al número de alumnos que tenemos, por eso  es que a veces sentimos la necesidad de que se contemple de que estamos  incorporando cada vez más actores, cada vez más sectores están llegando a la universidad. La universidad pública en Argentina se ha federalizado. Somos muchas más universidades hoy que hace veinte años. Y además,  también es importante entender que la universidad no solamente forma chicos, jóvenes. La Universidad es mucho más que esoEs una institución fundamental en el sistema científico y tecnológico. Nosotros estamos convencidos de que somos claves, no solamente porque formamos los recursos humanos, sino también generamos el conocimiento, hacemos  transferencia, hacemos extensión. Entonces, a medida que uno imagina una universidad más comprometida, más vinculada con la sociedad, con otros instrumentos que no son solamente la formación de los profesionales y técnicos, eso requiere siempre más y más recursos. De ahí viene esta continúa demanda del sistema universitario por una mayor participación presupuestaria.

Ingreso

El ingreso debe seguir siendo un ingreso, como es ahora: una universidad abierta, una universidad que dé oportunidades a todos y una universidad que se ocupe, dentro de sus posibilidades – porque eso no se puede saldar definitivamente-, de las diferencias de condiciones con las que llegan los chicos a la universidad, a la hora de optar por ingresar  o seguir una carrera universitaria. 

En ese sentido, nosotros somos un modelo ejemplar. Yo mantendría el carácter gratuito y abierto de nuestra universidad. Eso no quita que es necesario que nosotros nos preocupemos por  formar  recursos humanos en algunas áreas de vacancia que están siendo muy sensibles, sobre todo al sistema productivo nacional. Eso es algo que se está en deuda, a pesar de que se hacen muchísimos esfuerzos, los resultados no alcanzan. Entonces, habría que buscar la forma de mantener este sistema fomentando que los jóvenes se estimulen o se sientan atraídos por aquellas profesiones que tienen un potencial de trabajo más importante.

El trabajo extensionista 

Nosotros vamos a seguir trabajando fuertemente en el tema de extensión.  Es un desafío grande porque hay una tradición en el mundo académico de trabajar en forma aislada, en forma analítica. Es para lo que menos estamos preparados los académicos, para poder interactuar de forma productiva. Pero es notable la cantidad de esfuerzos que hay, cómo poco a poco la institución acepta el trabajo extensionista. Eso es un aspecto que no atañe necesariamente al presupuesto, pero es muy importante. El reconocimiento institucional que se le da al docente o investigador que hace la actividad extensionista. Y generar siempre programas que nos permitan tener un abordaje inicial a una problemática concreta que tenga la sociedad. Por eso mantenemos un sinnúmero de programas muy valiosos para nosotros, en el cual trabajan nuestros docentes, nuestros investigadores, articulamos con actores de la sociedad, y también sirve como espacio de formación para nuestros jóvenes.

“Es pública, es de todos”

Que la Universidad  sea pública significa que es una institución que es mantenida por el conjunto de la sociedad, por lo tanto tiene que trabajar para el conjunto de la sociedad. Recordemos que en el mundo, un porcentaje muy pequeño de la población alcanza el nivel universitario. Y eso no es problemático, porque no es cierto que la única forma de tener éxito en la vida sea siendo un profesional, un científico, un técnico. Por suerte la vida, el éxito, o la felicidad con la que uno pueda transcurrir la vida, pasan por otros aspectos que no solamente se hacen con la educación o con los aspectos laborales ¿no?

Pero lo importante es que la gente entienda y sienta que, aun cuando no se pasa por la universidad, ellos encuentren en la universidad una institución solidaria con los problemas de la gente. Una universidad tan grande como la nuestra donde se cultivan muchos saberes distintos, donde cada problema se lo enfoca de miradas diferente. Es una institución que, en la medida en que puede, debe dar respuestas a las necesidades de esa sociedad.

Lo importante es que la universidad siempre tenga presente que es responsabilidad del Estado ampliar los derechos de los ciudadanos, fomentar el buen vivir de los ciudadanos.  Tratar que nuestros compatriotas, o los ciudadanos que viven en nuestro país, lo hagan en condiciones más dignas. La gente ha entendido que en la universidad pública argentina, los ciudadanos, aún los que no vinieron a la universidad, tienen un aliado importante a la hora de requerir un apoyo en la lucha por sus derechos más básicos. Eso lo vemos porque la universidad toma partido por un sinnúmero de problemas cotidianamente, y eso se refleja, en un reconocimiento por parte de la gente y también en un bienestar por parte del universitario que empieza a sentir que es un actor importante en la transformación de una sociedad, que está llena de demandas por mejorar, por tener más derechos, por garantizar un vivir mejor para toda la comunidad.

Universidad y Democracia

Es un hecho muy importante, treinta años de democracia por muchos aspectos. Pero debemos resaltar uno en particular: el hecho de que cuando, en el 83, vivimos con tanto entusiasmo la vuelta de la democracia, no estábamos seguros de que esto era definitivo. Y si bien treinta años no es algo definitivo, sí nos permite afirmar con orgullo que hemos sido capaces de dar vuelta una página muy triste.
Una página que no duró solamente los siete años de la última dictadura, que fue la peor y la más terrible, sino cincuenta y tres años ininterrumpidos de alternancia entre gobiernos democráticos y gobiernos dictatoriales. Lo que estuvo en juego todos esos años fue una disputa entre quienes querían imponer por la fuerza lo que nunca conseguían con los votos, y quienes a través de diferentes opciones partidarias buscaban tener un país mejor para todos.

Y en estos últimos treinta años, si bien la democracia no ha podido resolver los problemas de todos y, si bien nos quedan un montón de deudas por delante por saldar, creo que hemos entendido que somos nosotros los que tenemos el derecho y la obligación de fijar nuestro destino y que esas discusión se tienen que dar en un ámbito de tolerancia, de amplitud, de concordia. Y eso es la democracia. Es una forma de dirimir cuál es el modelo de sociedad que queremos, cómo nos proyectamos a futuro, y para el cual hay muchas soluciones posibles porque cada país encuentra sus propias reglas y, mal que mal, cada país elige la que mejor puede llevar adelante.
En estos treinta años la Universidad también ha cambiado mucho.  Así como la sociedad, porque recibimos en el 83 una universidad devastada. Una universidad que había sido víctima de la represión, de la persecución, de la marginación, pero que también había sido cómplice, en algún sentido, del proceso, porque había estado callada. Porque no había dado lucha durante todo el proceso militar. Entonces, cuando en el año ´82 se inicia el proceso de apertura, de discusión de una vuelta a la democracia, ya desde entonces la universidad comenzó a tener una participación muy activa.  Fuimos un actor que supo acompañar a otros actores, a otros luchadores sociales en la conquista de la democracia.  Hoy estamos muy orgullosos porque, sin duda, en estos treinta años hemos avanzado mucho y, como me gusta decir a mí, somos solidarios con las deudas que tiene la democracia con la sociedad, pero también somos parte de los logros que ha tenido la democracia. Pocas instituciones se han visto tan beneficiadas como las universidades públicas con estos treinta años de democracia.

Informe especial: Irina Morán / Pablo Giordana

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*