¿Para qué la Historia?
Desde la historia relato escrita en el mundo griego existieron diferentes formas de construir la historia, fundadas en diversos supuestos acerca de la naturaleza humana, las acciones de los hombres, la concepción del tiempo, de la cultura o el funcionamiento de las sociedades.
Si bien la historia como actividad de reconstrucción del pasado tuvo un espacio importante desde la cultura griega, el siglo XIX constituye un momento privilegiado para su desarrollo como disciplina. En ese contexto de surgimiento de nuevos saberes sociales y bajo el predominio del modelo de las ciencias naturales, la Historia buscó un espacio propio y logró estatuto científico: es la época de construcción de las grandes historias nacionales.
Durante el siglo XX, amplió sus fronteras y objetos de estudio y se vinculó con otras ciencias que estudian la realidad social presente y pasada, en sus dimensiones económica, política, ideológica, social, cultural. De este modo, distintos cientistas sociales (geógrafes, historiadores, sociólogues, economistes, antropólogues) construyeron conocimiento interdisciplinario con múltiples miradas y saberes sobre un mismo objeto de estudio, a partir de la formulación de problemas y preguntas a acontecimientos y procesos históricos del pasado, lejano y reciente, momentos clave para comprender el presente. Como plantea el historiador catalán Josep Fontana (1992), es importante aprender a pensar el pasado en términos de encrucijada, en la que fueron posibles diversas opciones, evitando admitir sin discusión que la fórmula que se impuso haya sido la única o la mejor.
¿Para qué la historia, entonces? ¿Cuál es su rol y su función social? La Historia es un oficio milenario, una práctica que se realiza desde un determinado lugar y que consiste en recuperar el tiempo pasado para comprenderlo y explicarlo con herramientas propias de este oficio. Les historiadores reconstruimos procesos históricos y construimos historias que son clave para la conformación de identidades y procesos de legitimación política, en los que participan actores que llevan a cabo sus operaciones de memoria, interpretan el pasado desde el presente que los interpela.
De este modo, les historiadores contribuyen a la creación de una dimensión temporal dentro de la sociedad que implica esclarecer y explicar el presente a través del conocimiento y comprensión del pasado, posibilitando la construcción de un futuro mejor. Es su función también ayudar a la socieddad a comprender la realidad social e histórica; favorecer el reconocimiento de las propias raíces para colaborar en la construcción de identidades y conciencia histórica y transmitir conocimientos culturales, cívicos y sociales.
Como expresa el historiador mexicano Enrique Florescano (2013), “el estudio de la historia, a la vez que ilumina los mecanismos que impulsaron el desarrollo de los pueblos, informa sobre las ideas que esos pueblos se hicieron de su desenvolvimiento histórico, y permite registrar la variedad de artefactos que imaginaron para almacenar, retener y difundir la memoria del pasado. Las sociedades tienen muchos pasados, tantos como construyeron o imaginaron los grupos que coexistieron en ellas”.
En síntesis, “La Historia es analítica y reflexiva, resultado de una operación intelectual, intenta sacar a la luz las estructuras subyacentes de los acontecimientos, las relaciones sociales en las que están implicados los hombres y las motivaciones de sus actos. La verdad –resultado de la investigación- no tiene un carácter normativo; es provisional, jamás definitiva” (Traverso, 2007).
(Texto elaborado a partir de un escrito de la Prof. Marta Philp)
La Escuela hoy
Historia recibe más de 400 alumnes ingresantes por año y es una de las Escuelas más numerosas en número de estudiantes y profesores de la Facultad. Cuenta con una planta docente de más de 80 profesionales y un numeroso conjunto de egresades con actuación en ámbitos educativos de varios niveles, en investigación, en gestión de institucionales y en divulgación pública del conocimiento histórico, entre otras posibilidades laborales y profesionales que se ofrecen a quien egresa de algunas de las carreras que se dictan en la Escuela de Historia.
Un poco de historia
La existencia de la Escuela de Historia se encuentra vinculada a los orígenes de otra institución de relevancia para Córdoba: el Instituto de Estudios Americanistas. Esa institución fue el motor impulsor para la formación de les primeres historiadores profesionales y docentes en la enseñanza de la Historia.
El 23 de julio de 1936 el rector Sofanor Novillo Corvalán ordenó la creación del Instituto de Estudios Americanistas (IEA) “con el objeto de promover e intensificar las investigaciones de carácter histórico”. Dicho Instituto tendría como material de estudio e investigación los libros, documentos y manuscritos que pertenecieron al Dr. Pablo Cabrera y los demás que se adquirieran por compra, donación o canje. Las primeras autoridades del IEA fueron el Dr. Enrique Martínez Paz (Director), Raúl A. Orgaz y Dr. Carlos R. Melo (miembros), el Dr. J. Francisco V. Silva (Secretario), Luis Roberto Altamira (Encargado de Publicaciones) y José R. Peña (ayudante principal). Al igual que Monseñor Pablo Cabrera, fueron historiadores autodidactas provenientes de otras carreras universitarias que emprendieron la tarea de iniciar la institucionalización de los estudios históricos, donde ellos mismos se profesionalizaron.
En 1946, el Interventor en la Universidad Nacional de Córdoba Felipe S. Pérez resolvió transformar el Instituto de Humanidades (creado en 1940) en la Facultad de Filosofía y Humanidades, la que a su vez estaría constituida por tres secciones: Filosofía, Humanidades e Historia.
En el año 1957, junto a la creación del Departamento de Historia, se produjo el traslado de esa institución a la Ciudad Universitaria como su nueva sede, ocurriendo por esos años también el egreseo de sus primeres once lincenciades.
En la ordenanza de creación del IEA están las ideas motoras que van a articularlo con otros espacios académicos. Sobre la base del IEA surgirá más adelante el Departamento de Historia (1957), la actual Escuela de Historia (1968) y el Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades (CIFFyH) que, en 1987, pasó a nuclear las actividades del desaparecido Instituto de Estudios Americanistas y otros como el Instituto de Antropología, transformándolos en áreas de investigación dentro del Centro.
(Síntesis a partir de un texto del Prof. Francisco Bauer)
Pasado, presente, futuro
La Escuela de Historia es un ámbito académico dinámico, diverso, comprometido con los principios democráticos y la reflexión permanente sobre las problemáticas de nuestro tiempo para fomentar una sociedad más justa y equitativa. Los valores irrenunciables de la institución son los de la defensa de la educación pública, inclusiva, gratuita, laica y de calidad, los derechos humanos y la democracia. Más allá de las especificidades, los posicionamientos teóricos y políticos, los modos de leer e interpretar el pasado, lo que une a les integrantes de la Escuela es su común interés por el conocimiento de los procesos del pasado y el análisis de su papel en nuestro presente. La Escuela de Historia se ha consolidado con el tiempo como una comunidad.