El Juicio en la Calle

Pisadas. Pliegues. Contornos. Un abrazo y una consigna. Flores rojas.
Las flores rojas que aparecieron un día en La Perla. Y primaveran el mismo lugar. Con otro piso.
Con pisadas infinitas, en las temporalidades y en las geografías. Un piso de justicia.
Que aloja esos pliegues de vida, pliegues en forma de pañuelo, que se despliegan y hay lugar, para todos.
Un lugar florecido de cuerpos.
Un lugar florecido de lugares. La escuela. La esquina del barrio. La plaza. Los amigos. Los compañeros.
Una ronda que se mueve. En patineta. En bici. Cantando. Con las remeras. Las banderas.
Hay lugar. Entramos todos. Abrigados por el pañuelo, en un lugar que se sustrae al tiempo.
Un lugar, que por su potencia de fundar comunidad, nos ilusiona con instantes de eternidad.
Pisadas de ojos frescos. Pisadas que siguen la huella del legado. Legado/Memoria hecho pliegue. Que de despliega. Para florecer. En la justicia.

Por Virginia Carranza

 

Dicen que los pueblos se crean contando su propia historia, que no existen sin narraciones, sin memoria.
Somos relatos que pasan de una generación a otra. Así mi relato es un poco el que recibí, un poco el que dejo acá y un poco el que ustedes pasarán.
Comienza con jóvenes en fotos, en pancartas, y termina con jóvenes y militantes en la calle de Tribunales Federales (decir “termina” es solo una forma porque, si es como dicen, este relato no tiene fin.)
Ahí estábamos los 30mil. Riendo, llorando y abrazándonos otra vez, más presentes que nunca.
Porque no “desaparecimos”, nos desaparecieron. Sabemos quiénes son culpables y a ellos los condenamos.
El juicio permitió conocer cómo se propaga el horror, la tristeza y el miedo; cómo funciona el silencio y cómo nos sigue lastimando el olvido.
La sentencia permitió ponerles a los genocidas nombre y apellido. Pero fue también el testimonio del amor y de la alegría, de la lucha incansable por nuestros derechos y de la certeza de haber rescatado esta memoria que por generaciones nos seguirá alumbrando y hagan lo que hagan, vamos a volver cantando como la cigarra. En lucha como el pueblo nos relata.

Por Sol Yornet