
Aceptados recientemente por el Juzgado Federal Nº3 como querellantes en la causa “Enterramientos Clandestinos”, el colectivo de familiares al que se siguen sumando integrantes apunta a un objetivo hasta ahora inconcluso: encontrar los cuerpos de las miles de personas desaparecidas que la dictadura secuestró en nuestra Provincia. En el marco de un conversatorio realizado en la FFyH, Graciela Geuna y Soledad García Quiroga, dos represaliadas que sufrieron la desaparición de sus compañeros y son parte de la querella, cuentan los desafíos que implica la búsqueda y convocan a la sociedad y a sus instituciones judiciales, políticas, sindicales y educativas a no naturalizar más la desaparición y romper el tabú del silencio. La búsqueda activa les permitiría “empezar a transitar el duelo y terminar con la tortura que aún perdura” y saldar una deuda de la democracia con los familiares y con el territorio. El aporte que puede hacer la FFyH desde su formación interdisciplinar.
“Desde que hicimos el conversatorio en la Facultad a fines de abril hasta hoy, algo cambió: la justicia federal aceptó como querellantes al grupo de familiares que lo habíamos solicitado, lo que nos permite acceder al expediente de la causa y proponer pruebas”, destaca, optimista, Graciela Geuna, quien es querellante por quien fue su cónyuge, Jorge Omar Cazorla. Ambos fueron secuestrados el 10 de junio de 1976 en Barrio General Paz con 22 y 20 años y a Jorge lo asesinaron en el trayecto a La Perla y desaparecieron su cuerpo. Jorge Y Graciela venían de Villa Mercedes y de Río Cuarto y ambos eran estudiantes de derecho en la UNC y militantes de la JUP. Graciela reside en Suiza desde 1980, cuando viajó a presentar su denuncia en la ONU sobre lo ocurrido en La Perla. “Siempre he trabajado por un mundo más justo”, dice quien como abogada eligió desempeñarse en la OIT como especialista en pueblos originarios y en convenios internacionales de igualdad. “No tengo ningún partido, pero sí pasión por la justicia y por el respeto a la dignidad humana, esa que nos quisieron quitar y no pudieron”, asegura quien “luchó para el juzgamiento de los perpetradores de desapariciones forzadas y hoy por recuperar los cuerpos”.
En el conversatorio organizado por la FFyH estaba la otra gran promotora de haber impulsado la participación de los familiares como querellantes en la causa, Soledad García Quiroga, profesora en Letras y sindicalista docente, compañera de Eduardo Requena, profesor de Historia y Geografía que era dirigente de CTERA (Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina) cuando fue secuestrado en julio del 76 y desaparecido en el principal centro de exterminio que comandó Luciano Benjamín Menéndez mientras estuvo al mando del III Cuerpo de Ejército.
Antes de lo que diría en el Auditorio Hugo Chávez, Graciela invitó a participar del panel a Norma Donemberg, hermana de Hugo Eduardo Donemberg Winograd, estudiante de Psicología de la UNC secuestrado el 29 de abril de 1976 en su casa de Avenida Colón y llevado a La Perla según el testimonio de otros secuestrados. Norma contó que venía de Israel, donde reside, para ser parte de la querella. “Justo hoy, 29 de abril, se cumplen 49 años del secuestro y desaparición de mi hermano”, dijo, antes de agradecer a su amiga, al público presente y a toda la Facultad de Filosofía y Humanidades por la realización del conversatorio.
Los militares responsables de todos estos delitos –y de muchísimos otros- han sido juzgados y condenados por la justicia civil con todas las garantías del Estado de Derecho, en procesos históricos y únicos en el mundo, que ubicaron a la Argentina a la vanguardia de los derechos humanos y ejemplo a seguir en el juzgamiento de delitos de lesa humanidad.
Sin embargo, a esa mesa le falta una pata: conocer el destino de las miles de personas que fueron desaparecidas en los campos de concentración que funcionaron a lo largo y ancho del país, fundamentalmente en los territorios donde la represión hizo foco porque eran los principales centros de la actividad política y revolucionaria del momento, Córdoba entre los más importantes.
A partir del trabajo del Equipo de Antropología Forense (EAAF), en esta Provincia pudieron recuperarse e identificarse 21 cuerpos de personas que estaban desaparecidas, un número muy escaso si se tiene en cuenta que las víctimas se calculan por miles. Y aunque el silencio y el pacto de sangre de los autores de estos crímenes atroces ha sido la principal causa que ha impedido conocer dónde están los cuerpos de lxs desaparecidxs, el derecho de sus familiares o seres queridos a exigir su búsqueda está amparado por el derecho internacional, las convenciones y órganos de la ONU y de la OEA, y es el capítulo que le falta a esta historia inconclusa, que abordamos en esta nota.
- ¿Cuál es el paso o los pasos que siguen por parte del grupo que está motorizando esta movida? Y no me refiero sólo a lo judicial. En el conversatorio se hizo hincapié en no naturalizar la idea de que los cuerpos ya no se pueden encontrar y de aprovechar el conocimiento y la experiencia de otras disciplinas de la antropología forense.
Graciela: Una psicoanalista decía que la naturalización tiene que ver con el conformismo social, no es propiamente una aceptación consciente y voluntaria sino más bien una resignación a una situación tal cual nos la han impuesto, en este caso, la dictadura, y estos son los mecanismos que aún siguen operando al interior de la sociedad. Buscar activamente a los desaparecidos es romper con el conformismo impuesto, rebelarse y recuperar la dignidad colectiva. Porque si lo pensamos bien, nada justifica que una sociedad, en este caso la de la Provincia de Córdoba, la de la ciudad de Córdoba, acepte vivir con miles de cuerpos insepultos. Se ganó en dignidad con los juicios y las condenas, fue un paso muy importante para romper ese conformismo que se basaba en el terror y en leyes que consagraban la impunidad. Hemos logrado 340 sentencias a nivel nacional que confirman que se trató de crímenes de lesa humanidad, pero falta una pata esencial a las causas de lesa humanidad en Córdoba: los cuerpos. Los militares, aunque están multicondenados y la mayoría cumpliendo prisión domiciliaria, no han revelado dónde se encuentran los cuerpos de miles de personas secuestradas bajo la coordinación del III Cuerpo de Ejército en Córdoba. Mantienen el pacto de silencio y de sangre. Es decir, no se han arrepentido de nada, siguen sosteniendo su plan de destrucción sobre las familias y el conjunto de la sociedad. Nos siguen faltando los cuerpos, un tema tabú. Cuando me refiero a la naturalización, el conformismo y el tabú, no me refiero a los autores y cómplices civiles que se beneficiaron del Golpe del 1976, sobre todo económicamente. Me refiero a la mayoría de la gente que quedó “petrificada”, “inmovilizada” por el terror. Porque de eso se tratan las dictaduras. De lograr que el ser humano se adapte a cualquier cosa mediante el terror. Y en gran parte lo lograron. Cincuenta años después sigue siendo un tema del cual cuesta hablar. Pero hoy que estamos viviendo una democracia, imperfecta, pero democracia al fin, es necesario y urgente que enfrentemos ese tabú y busquemos todos los cuerpos de nuestros desaparecidos. En Córdoba no hay mar. Nuestros desaparecidos no están en el agua, están en la tierra. Y no están en Marte, están en Córdoba. Los perpetradores saben dónde están y podrían hacer cesar esta situación diciéndonos dónde los enterraron. Decirlo no aumentaría su pena. ¿Por qué no lo dicen? La única respuesta que encuentro es el mensaje de que siguen reivindicando su accionar y la crueldad. Los cuerpos de los desaparecidos siguen siendo rehenes de los perpetradores. Y de esa manera siguen torturando a sus familiares. El Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas de Naciones Unidas estableció que no dar a conocer el paradero de los desaparecidos es equiparable a la tortura. Por eso apelamos a la sociedad, para poder recorrer juntos este camino. Y pedimos a los representantes del gobierno, legisladores, universidades, sindicatos, iglesias, que apoyen activamente esta búsqueda mostrando el camino a la ciudadanía. Mostrando empatía, respeto por sus muertos y mostrando que se puede enfrentar lo inaceptable. Que se puede decir no a lo inaceptable. Nuestro pedido no es partidista, es profundamente humano y humanitario, para todas y todos. Por nuestra dignidad, por la dignidad de nuestros -todavía-familiares desaparecidos y por la dignidad de Córdoba.
En este sentido quiero destacar el trabajo realizado por nuestro abogado en la causa Enterramientos, Ramiro Fresneda, que presentó un escrito brillante. El ha sido durante 20 años el abogado del Movimiento Campesino de Córdoba y ha intervenido en otras causas de lesa humanidad muy significativas, como la que se llevó a cabo en La Rioja por la desaparición de Wenceslao Pedernera, que trabajaba junto al asesinado Obispo de esa provincia, Enrique Angelelli.
Soledad: Para nosotros, los familiares, presentarnos y constituirnos como querellantes en la causa enterramientos implica haber emprendido un recorrido, una construcción que es un verdadero desafío. Construir, aportar desde nuestros saberes y vivencias. Sabemos que tenemos derecho a buscarlos, a buscar los cuerpos de nuestros desaparecidos para encontrarlos y lograr sepultarlos. Tenemos que atravesar esta instancia y encarar la búsqueda, que sigue siendo una incógnita, una angustia insoportable, la transformación de las subjetividades, la locura, la vida invivible. La tortura, como dice Naciones Unidas, continúa con la incógnita de no saber qué pasa con los cuerpos, con esa condición de los cuerpos. Los genocidas sellaron un silencio que reafirma lo que para ellos fue una hazaña, su épica, porque lo que quisieron hacer fue aniquilarlos, aniquilar a toda una sociedad.
- Desde lo que ustedes han podido conversar con los profesionales especialistas en búsqueda de cuerpos de desaparecidos, ¿Por dónde habría que seguir buscando? ¿Qué herramientas de búsqueda existen hoy? Me refiero no solo a la tarea de lxs antropólogxs.
Graciela: En Córdoba no hay un equipo permanente de búsqueda de las personas desaparecidas. Es necesario un equipo estable, asentado aquí, viviendo aquí para poder buscar hasta que demos con ellos. Fundamentalmente creemos que se necesitan geólogxs, especialistas en georeferenciación, agrimensorxs, arqueólogxs por ejemplo, gente que sepa leer el terreno. Hay testimonios concordantes de sobrevivientes de La Perla según los cuales los camiones que llevaban a lxs secuestradxs desde el edificio central de La Perla y regresaba, tardaban alrededor de 30 minutos. Según lxs geólogxs, dada la dificultad del terreno en que no había rutas asfaltadas sino caminos pedregosos y difíciles, los camiones no podían haberse desplazado a más de 3 o 4 kilómetros del edificio central de La Perla. Entendemos que en esa zona es necesario buscar exhaustivamente en ese radio. También hay fotos de casi todos los años, desde 1976 hasta hoy, tomadas desde el espacio y esas fotos muestran cambios en el terreno, hondonadas, rasgos antrópicos, es decir, de intervención humana. No toda intervención humana implica una fosa común, también hay otro tipo de intervenciones porque esos territorios siguen siendo militares y hubo otras maniobras, pero son indicaciones. No obstante, ese tiempo muestra una alta probabilidad de encontrarlos cerca.
- ¿Qué puede aportar la Facultad de Filosofía y Humanidades a esta iniciativa?
Graciela: La Facultad de Filosofía y Humanidades está aportando enormemente dando a conocer esta situación. Habiéndonos invitado a un conversatorio. También están examinando otras posibilidades como hablar con la población para recoger informaciones sobre los lugares de enterramiento. Porque es necesario hablar públicamente de esta situación. En Córdoba solo se han identificado 21 cuerpos, de los cuales 17 estaban en la fosa común del cementerio San Vicente. Y 4 en los hornos de la Ochoa. Eran 4 estudiantes que fueron secuestrados en diciembre de 1975 en el monumento al Dante. Estos 4 cuerpos fueron encontrados gracias a que un campesino se acercó al Espacio para la Memoria La Perla y le contó al director que cuando era niño, jugando, había encontrado una mano. Esto surgió gracias a la existencia de un espacio de memoria en el lugar del ex centro de exterminio La Perla, porque fue un centro de referencia para que ese campesino pudiera hablar sobre este tema y lo que había visto de niño y que evidentemente le pesaba. Otras informaciones podrían surgir de la misma manera. La idea no es suplantar a la justicia, es contribuir a la búsqueda, participar en la búsqueda. Porque es una tarea de todxs en Córdoba. También pienso que la Facultad de Filosofía podría hacer un pedido formal al Rectorado de la UNC para que se establezcan convenios que permitan a otras facultades contribuir a la búsqueda, cada cual desde su campo de conocimiento. Y solicitar al Rectorado de la UNC que contribuya activamente a buscar sus estudiantes desaparecidxs. Es parte de la reparación moral. Muchxs estudiantes fueron expulsadxs y sus fichas entregadas a la represión ilegal. Sería bueno que la Universidad de la democracia se comprometiera con la búsqueda de sus estudiantes.
Soledad: Necesitamos de sus saberes, poder actualizar los discursos, en Filo existen ocho carreras y pueden contribuir con toda su expertise. Me refiero en concreto a los profes de historia y geografía expertos en suelos, a los antropólogxs y arqueólogxs, a lxs filósofxs pensando en nuevas interrogaciones, nuevas propuestas, me parece que pueden aportarnos en el uso de nuevas tecnologías, saberes sobre digitalización. Incluso pienso en Letras, desentrañar textos literarios, se me ocurre uno sobre el tema que escribió Gabriela Halac que aborda las visitas a La Perla. En fin, creo que nos pueden ayudar a reflexionar sobre lo que la Facultad tiene y puede aportar.
- ¿Qué otros aportes -económicos, institucionales- se pueden conseguir o habría que ir a buscar?
Graciela: La Justicia Federal está llevando a cabo la búsqueda en el marco de una causa de 1998. Según entendemos faltan medios económicos para una búsqueda permanente, a pesar del esfuerzo desplegado. Por eso es indispensable contar con apoyo económico e institucional que pueda contribuir a la constitución de un equipo permanente de búsqueda que resida en Córdoba. La Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia estuvo presente cuando nos constituimos como querellantes ante el juzgado federal, y sería fundamental que ese acompañamiento pueda traducirse en un apoyo material que nos permita la implementación del plan de búsqueda.
La desaparición es un delito permanente o continuado hasta que se dé con el paradero de los desaparecidos, por eso la obligación de búsqueda es permanente. Pero no nos sirve que los encuentren dentro de 30 años. Porque la búsqueda de los cuerpos tiene entre sus principales finalidades la reparación moral de las familias, que tienen derecho a transitar el duelo. Ya pasaron casi 50 años. Somos 26 querellantes y se van a sumar otrxs. La mayor es Sara Luján de Molina, que tiene 99 años. Esa señora no puede esperar, es ya, es ahora. No tiene tiempo biológico. La justicia tiene sus tiempos, pero la vida humana tiene otros tiempos. Yo quisiera que los encontremos en vida de Sara. Por eso es urgente buscarlos ahora. Otra señora en cuyo nombre se presentó su hijo tiene 94 años y está exiliada en Alemania. Tampoco tiene tiempo para esperar. Y muchas madres murieron sin haber podido enterrar a sus hijxs. También están muriendo los perpetradores condenados, guardando silencio. Y los testigos.
Según testimonios de ex detenidos desaparecidos, además de los secuestradores ya condenados, Menéndez habría obligado a todos los oficiales de Córdoba, incluyendo a los recibidos de sub-teniente a fin del 76, a fusilar a las personas “trasladadas”. Para asegurar el pacto de sangre y de silencio. Ellos saben. La Perla era custodiada por gendarmes enviados de Jesús María. Hoy deben estar jubilados. Pero también ellos deben saber el lugar donde escondieron los cuerpos. Ojalá tengan un gesto de humanidad y hagan llegar la información, aunque sea de manera anónima.
También está la experiencia de varios países latinoamericanos que han adoptado leyes de búsqueda como es el caso de Uruguay, México y Colombia. En Colombia hay unidades de búsqueda con plena participación de los familiares. En Argentina no existe ley de búsqueda ni está consagrado el derecho a la participación, quisiéramos avanzar en ese sentido y ver en qué medida es posible hacerlo. Nos hemos constituido en querellantes justamente porque actualmente es la única manera que tenemos de participar, pero confiamos en que se puedan encontrar maneras más flexibles para que las familias podamos participar, porque hacerlo repara. Se deja de ser víctima pasiva para ser buscador activo. Diferentes documentos de Naciones Unidas se refieren al Derecho a la Participación, por ejemplo lo dicho por el Comité contra la Desaparición Forzada, (CED por sus siglas en inglés) de Naciones Unidas, que en los Principios rectores para la búsqueda de personas desaparecidas, dice en su Principio 5 que “Las víctimas, sus representantes legales, sus abogados o las personas autorizadas por ellas y ellos, así como toda persona, asociación u organización con un interés legítimo, tienen el derecho de participar en la búsqueda. (…) Sus aportes, experiencias, sugerencias alternativas, cuestionamientos y dudas deben ser tomados en cuenta durante todas las etapas de la búsqueda, como insumos para hacer más efectiva la búsqueda, sin someterlas a formalismos que las obstaculicen”. En tanto, el Principio 8 del mismo Comité establece que “Las autoridades encargadas de la búsqueda deben diseñar, con la participación -si ellas así lo desean- de las víctimas y sus organizaciones, una estrategia integral para todas las etapas del proceso de búsqueda y determinar todas las actividades y diligencias a realizar de manera integrada, mediante todos los medios y procedimientos necesarios y adecuados para encontrar, liberar o exhumar a la persona desaparecida o establecer la identidad de ella. La estrategia integral de búsqueda debe incluir un plan de acción y un cronograma y debe ser evaluada periódicamente”.
La participación no es solo ser informado, ser receptor, sujeto pasivo, sino proponer ser actor de la búsqueda, por eso repara, porque de sujeto pasivo, que vive en la incertidumbre, pasa a tener información, proponer medios de acción, tomar decisiones informadas, en síntesis, ser actor de la construcción de la salida de ese mundo siniestro en que lo sumió la desaparición. Lo siniestro de la incertidumbre lleva ya mas de 49 años. No esperamos más. Queremos ser sujetos activos en la búsqueda.
- ¿Existen en Argentina iniciativas como la que este grupo de familiares está llevando a cabo en Córdoba?
Graciela: Sabemos que en Tucumán la Facultad de Geología ha tenido y tiene una participación central en el Pozo de Vargas. Recientemente se ha encontrado e identificado a Aida Inés Villegas, de Catamarca, en ese lugar. Es la persona número 121 encontrada en el Pozo de Vargas. ¿Cómo puede ser que en Tucumán, que es un lugar mucho más pequeño, se encontraran 121 cuerpos y en Córdoba 21, de los cuales ninguno es secuestrado de La Perla?
Soledad: existen, está esto de Pozo de Vargas que menciona Graciela y algo que se hizo en Campo de Mayo.
- Soledad, como integrante del universo educativo, ¿Cómo trabajar este reclamo por la búsqueda de lxs desaparecidxs en las escuelas o instituciones educativas?
Soledad: Es una pregunta que me vengo haciendo hace tiempo y ya hemos largado en algunas escuelas el trabajo encarado por la querella de familiares. Lo hicimos a modo informativo para generar conciencia sobre esto que venimos reclamando: no naturalizar la idea que los cuerpos no pueden aparecer, de que eso es imposible. Es, como decía Graciela, un tabú que existe y nuestra misión es destabuizar. Sin embargo, la herramienta para trabajar el reclamo en las escuelas todavía estaría madurando, ¿Por qué? porque nos damos cuenta que en esta etapa neoliberal mileista depravada, horrible, hay como un parate, un temor cierto por la falta de libertad y un falta total de amplitud para abordar los temas de memoria, verdad y justicia. Entonces, habría que ir desarrollando fuertemente la idea de buscar los cuerpos, porque nos pasó que hablando con chicos de cuarto año de una escuela enseguida entendieron la raíz del problema. Nos decían, «Pero ¿cómo, nunca les devolvieron los cuerpos?» Desnaturalizar que no son ni muertos ni vivos, que son desaparecidos, es la tarea. Y acá creo que la universidad también tiene esa obligación de pensarlo, no solo los querellantes. Los pedagogos, los antropólogos, los sociólogos, los profes de historia, los profes de derecho, para ir viendo cómo desarrollamos esta lucha y cómo las distintas disciplinas pueden colaborar en la en la búsqueda.
Graciela: A lo que dice Sole agrego que se debe apoyar materialmente el trabajo educativo de los Sitios de Memoria en Córdoba (La Perla, el Archivo y La Ribera) que es intenso pero en condiciones muy muy precarias. Tienen muy poco personal, y en particular no hay ningún transporte que vaya a La Perla, por lo cual, si una escuela o universidad quieren ir deben juntar fondos para alquilar un colectivo. El personal trabaja con suma dedicación y competencia, pero llega un momento en que se agota. Necesitan mejores condiciones, viajan desde muy lejos para poder sostener el trabajo de memoria, deben arreglarse para que alguien facilite el auto, a veces no hay personal de mantenimiento, es decir, es un trabajo admirable en condiciones muy precarias. Además, agregaría que debiera enseñarse la existencia de los centros clandestinos de concentración y exterminio de manera sistemática en las escuelas y universidades, y capacitar para ello a las maestras. Es muy importante que sepan que el Golpe del 76 se realizó para imponer un proyecto de miseria planificada, obligando a muchos a partir al exilio, asesinando a otros, metiendo presos a miles sin juicio y el punto más siniestro de esto: desapareciendo a 30 mil personas cuyos cuerpos continúan desaparecidos 50 años después. No fue crueldad por la crueldad misma, atrás hubo un plan de transformación de nuestro país, de nuestra provincia. Tengo entendido que hay una ley provincial para trabajar estos temas, pero no es algo que deba depender de la predisposición de las maestras y directoras de las escuelas para aplicarla.
En el ámbito universitario, en la Facultad de Derecho de la UNC no se trata el tema como materia obligatoria, sino en cursos opcionales que por suerte existen pero debería ser parte de la currícula en muchas materias desde diferentes ángulos: la prueba, crímenes contra la humanidad, incluso en derecho de familia, ¿Cuántas situaciones no resueltas perduran aún producto de la desaparición?
- La presentación de ustedes como querellantes volvió a instalar la temática de lxs desaparecidxs en un contexto político desfavorable para estas causas, ¿Qué otra reflexión les parece importante transmitir a la sociedad en general?
Graciela: Este delito continúa por voluntad de los perpetradores, quienes podrían decir donde están, pero no quieren. Como dijimos, el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias de Naciones Unidas consideró que “el Estado no puede restringir el derecho a conocer la verdad sobre la suerte y el paradero de la persona desparecida, ya que esa restricción sólo agravaría y prolongaría la tortura continua infligida a los familiares.” Al respecto nos preguntamos cuáles son las consecuencias de esto, porque los perpetradores están recibiendo beneficios como la prisión domiciliaria al tiempo que continúan delinquiendo hoy. Porque lo hecho por ellos no es un delito cometido en 1976. No revelar el paradero de los cuerpos implica una tortura hoy a los familiares. Parece contradictorio otorgar beneficios a quien está torturando hoy y puede hacer cesar esta situación por su propia voluntad. No lo hace porque no quiere. Sigue torturando y recibe beneficios. Dejamos esta reflexión para seguir pensándolo.
Por último, sabemos que hay un plan de trabajo de 4 o 5 meses propuesto a la Justicia para buscar en La Perla y que debería comenzar a mediados de 2025. Pienso que el objetivo es que se adopte ese plan, que considera buscar los cuerpos en un radio de 3 a 4 kilómetros de La Perla. Aunque los cuerpos hubieran sido llevados a otro lado, (por ejemplo, se habló en una época de Las Salinas) los geólogos y arqueólogos encontrarían las fosas comunes originales porque se trata de miles de personas. Digo “originales, de origen o fosas madre”, al lugar donde los enterraron luego de asesinarlos. Aunque se hubieran llevado los cuerpos después algo habría quedado, como un hueso, una falange, un pedazo de tela. Tenemos que encontrar esas fosas. No hemos dado aún con esas fosas, ni llenas ni vacías y la tierra habla, como dijo una compañera en el conversatorio que hicimos. Es decir, se ha buscado insuficientemente o no en los buenos lugares. Para deducir que se los llevaron primero tendríamos que encontrar las fosas vacías. Y eso no ha ocurrido.
Consideramos indispensable e impostergable que se acepte el plan de trabajo de 4 o 5 meses y, si no se encuentra, que se constituya un equipo estable, permanente, que haga una búsqueda sistemática hasta que los encontremos. Para eso necesitamos el compromiso de las instituciones de Córdoba, de la Universidad, los sindicatos, la Iglesia, y de dirigentes de otras religiones que coexisten en Córdoba, es decir, el compromiso de los cordobeses y por supuesto del Gobierno de la Provincia para saldar esa deuda de la democracia, poder hacer el duelo y no convivir más con miles de cuerpos insepultos.
Soledad: Esto es un desafío gigante y debe involucrarse la sociedad toda, los cuerpos insepultos implican una doble incógnita, el no saber del paradero de los cuerpos y el no saber de la condición de los cuerpos. No tenemos entierros ni tumbas porque no hay cuerpos, pero los cuerpos están cerca, están en Córdoba. Tenemos que poder descorrer el velo de lo siniestro.
Graciela: Agrego una última reflexión, y es que hemos pensado mucho en esta querella durante meses, con la convicción de hacerla, pero no sabíamos que acogida tendría y fue muy positiva la recepción y los efectos. Mucha gente empieza a hablar, creo que muchos tenían el tema guardado en el dolor o en soledad y no dudan en sumarse y aportar. Hay mecanismos que se van destrabando, como decíamos, encontrar los cuerpos es la pata que faltaba a los juicios de lesa humanidad. También quiero agradecer muy particularmente a la Facultad de Filosofía y Humanidades y a su equipo que nos acompaña indefectiblemente y a la Mesa de Trabajo por los Derechos Humanos de Córdoba, por el apoyo que está brindando a esta iniciativa. Juntos somos mas fuertes.
Aportes desde las Humanidades
Durante el conversatorio, Melisa Paiaro, docente del Departamento de Antropología e Investigadora del Museo de Antropologías/IDACOR de la FFyH, compartió el panel con Geuna y García, y valoró la larga historia de compromiso y lucha de la Facultad junto al movimiento de derechos humanos de Córdoba: “Me parecía importante señalar tres momentos claves de la búsqueda de cuerpos de personas desaparecidas en la Provincia de Córdoba, que hasta el momento ha logrado hallar e identifica 21 cuerpos de detenidxs desaparecidxs que pudieron ser restituidos a sus familiares”.
Proyectando imágenes del cementerio San Vicente en la pantalla, Paiaro señaló los acontecimientos del año 1984 (primera excavación, realizada con palas mecánicas, en ese lugar), los del 2003 (momento en que tuvo lugar el hallazgo, con técnicas de la antropología forense, de sepulturas individuales y de fosas comunes en San Vicente conteniendo cuerpos de desaparecides) y, finalmente, el 2014 (cuando, gracias al testimonio de un vecino de Malagueño, se encontraron fragmentos óseos humanos de desaparecidxs en los Hornos de Cal abandonados en La Estancia la Ochoa). “En toda la provincia de Córdoba, desde la vuelta a la democracia hasta el día de hoy, tan sólo han podido ser recuperados, identificados y restituidos a sus familias los cuerpos de 21 personas… Mientras que, entre mediados de los años 70 y principios de los 80, miles han sido secuestrados y desaparecidos en nuestra provincia. Por eso resulta urgente continuar la búsqueda para que las familias y la sociedad en su conjunto puedan conocer cuál es el destino y paradero de la enorme cantidad de cuerpos que aún continúan desaparecidos”.
Culminado el panel, la palabra circuló entre un público muy activo, con aportes muy valiosos y propuestas concretas de trabajo. Una de ellas fue la de Carol Solis, docente de la Escuela de Historia e investigadora del CIFFyH: “Desde la disciplina histórica, los que trabajamos en clave de historia reciente podemos aportar de múltiples maneras, desde apoyar en investigaciones rigurosas las contextualizaciones de la represión en Córdoba y de las diversas formas de resistencia que generó la negación de los represores a explicitar el destino final de las personas desaparecidas, hasta avanzar en una sistematización de los antecedentes de estas búsqueda. Recordemos que las hipótesis sobre el posible destino han circulado de formas diversas en la sociedad cordobesa, en escenarios formalizados e informales y contribuir a relevar y sistematizar esas hipótesis puede ser una contribución esperada”.
En este sentido, Solis sostuvo que “lo que hace a la propia historia de las luchas por derechos humanos en clave local ya es un conocimiento científico disponible para poner en diálogo con esta iniciativa, e incluso avanzar en acervos del movimiento en rastrear huellas de esas hipótesis producidas y circuladas en diferentes temporalidades. La justicia, la calle, los Sitios, las militancias, son diversos actores y escenarios en los que ha discurrido, con diferentes intensidades la pregunta por dónde están los cuerpos de los desaparecidos. En ese marco, la historia reciente tiene un gran potencial de diálogo y colaboración con esta iniciativa de los familiares”.
Otra línea de trabajo mencionada por la historiadora es “la que hace a la arqueología que, dentro de la disciplina histórica local, ha tenido un gran desarrollo y puede ser también aliada en este proceso, colaborando en la experiencia de leer los territorios desde una mirada experta en el trabajo de campo”.
Rocío Mollar, Doctora en Antropología y arqueóloga, hizo foco en la importancia de crear equipos interdisciplinarios que involucren especialistas y tecnologías que permitan detectar estos sitios que permanecen ocultos: “El abordaje multidisciplinar puede aportar herramientas de la geología, la geografía y la arqueología que junto al cruce con fuentes escritas y testimoniales, posibiliten una primera instancia de detección y luego posible intervención de enterratorios o fosas comunes. «La tierra no se traga a nadie, por el contrario, en algún momento expulsa, en algún momento devuelve», haciendo referencia a que los cuerpos están a la espera de ser encontrados.
Asimismo, la Secretaria de Asuntos Estudiantiles de la FFyH destacó la importancia de recurrir a la experiencia de otros equipos, como el CAMIT de Tucumán (encargados de la excavación e identificaciones en el Pozo de Vargas), “tanto para conocer los modos en que investigaron y llevaron adelante los distintos procesos, como para relevar posibles trabas burocráticas, económicas y administrativas”.
Texto y fotos: Camilo Ratti