Editorial
Silvia Avila , vice-decana de la FFyH.
(Fotografía: Sebastián Pautasso)

El valor de los graduados en la vida universitaria

 

El proyecto de creación de la Oficina de Graduados se basa en una convicción profunda y compartida, acerca del valor de los graduados en la vida universitaria. Pensamos que es un sector de la comunidad universitaria que moviliza el vínculo entre el adentro y el afuera, y es precisamente en la calidad de ese vínculo y en los sentidos que en torno a él puedan construirse donde se juega también la posibilidad de mayores enriquecimientos para la Facultad y para los espacios sociales e institucionales en los cuales se insertan nuestros graduados.

Quisiera destacar algunas de las razones que hacen de la apertura de la Oficina de Graduados[1], a nuestro entender, un hito significativo en la vida democrática de la Facultad y un aporte al enriquecimiento de los procesos académicos y políticos en nuestra casa. Queremos también plantear el sentido que tiene para esta gestión la apertura de la oficina, en el que se amalgaman preocupaciones, historias y expectativas, diálogos y acuerdos, caminos a transitar, páginas por escribir…

En primer lugar, es necesario decir que este espacio surge de preocupaciones y convicciones compartidas. Nos preocupa el pasaje hacia los espacios laborales, de quienes fueron nuestros alumnos y la construcción de ese lugar múltiple y variado. Muchas veces ese lugar es dentro mismo de la Facultad o de la Universidad, en una posición diferente que es necesario distinguir, comprender, enriquecer.

Los becarios y adscriptos continúan ligados a los distintos equipos de trabajo para proyectarse en los ámbitos académicos o para consolidar la formación en determinadas áreas o disciplinas que eligen para su desarrollo profesional. Se trata de una continuidad que, al mismo tiempo, encierra un corte importante en las relaciones académicas y políticas: el tránsito hacia una posición investida ya de un carácter diferente, de paridades y responsabilidades, de necesaria diferencia con la posición estudiantil y, a la vez, de importantes compromisos con la institución que ha previsto un lugar en su seno y ofrece espacios para fortalecer la formación recibida, al tiempo que espera el aporte de un punto de vista habilitado para realizar un mirada abarcativa de los recorridos realizados como alumno y del conjunto de los procesos académicos en investigación, docencia y extensión.

Pero nos preocupan, tal vez aún más fuertemente, los egresados que se abren al mundo laboral, muchas veces ya sin contacto con la Facultad y sólo acompañados por sus grupos de referencia con los que comparten las peripecias del ingreso al terreno de las prácticas profesionales, o albergados solamente por las redes sociales y laborales a las que puede apelar según el capital social con el que cuenta cada uno. Se trata además de la voz, la palabra y la acción de quienes se formaron en nuestra casa, y que sale a ponerse en juego, a ligarse y confrontarse en terrenos heterogéneos, atravesados por dinámicas complejas y muy variadas, tensionadas por desafíos profesionales pero también políticos y éticos que hoy resultan de particular relevancia en la sociedad argentina.

Se trata de ingresar al terreno de las prácticas profesionales y también a un terreno nuevo de disputas de sentido, de construcción de lo social y toma de posiciones frente aquellos procesos en los que se interviene según el título alcanzado y el espacio laboral al que se ha accedido.

Es en estas direcciones, así como en las nuevas que puedan visualizarse y gestarse a partir de su funcionamiento, que pensamos que la oficina puede ser un lugar para ayudar a un corte necesario, a un tránsito acompañado y solidario, a un volver para producir un diálogo de saberes.

Un lugar institucional

Es necesario decir que este proyecto se basa en una convicción profunda y compartida con quienes hemos venido trabajándolo y gestándolo, acerca del valor de los graduados en la vida universitaria. Lo pensamos como un sector de la comunidad universitaria que moviliza el vínculo entre el adentro y el afuera, y es precisamente en la calidad de ese vínculo y en los sentidos que en torno a él puedan construirse dónde se juega también la posibilidad de mayores enriquecimientos para la Facultad y para los espacios sociales e institucionales en los cuales se insertan nuestros graduados. Si tenemos la capacidad para hacer de ese vínculo, una relación fluida, dinámica, comprometida y política, se vuelve fértil para el conjunto, y relevante para el egresado mismo.

También es importante decir que este espacio tiene historia, que esa historia nos involucra y es parte también del sentido que adquiere para nosotros.

Porque conocemos las instituciones, sabemos que los espacios que en ellas se conforman a lo largo de su historia, se van tallando con las acciones y los significados que producimos, en su construcción. Somos activos partícipes y por lo tanto fundamentalmente responsables de las coordenadas en las que constituyen, de los sentidos que están en su fundamento. Estos espacios se conforman con la huellas de su historia y con las prácticas que en ellos se anudan o se disputan.

Por esa razón hemos querido, desde la gestión, tomar decisiones que permitan una institucionalización fructífera y comprometida, plural y democrática, al mismo tiempo que atenta a preservar los valores de la participación y de la representación, de la necesaria consecuencia con los proyectos y expectativas de los actores expresadas en las distintas instancias que articulan la vida democrática en la Facultad.

Es importante decir entonces, que el nacimiento de la oficina es fruto de un trabajo compartido con los graduados: con quienes han venido abonando este proyecto sostenidamente en el tiempo, con mucho esfuerzo restado a los compromisos personales e individuales, con consejeros actuales -algunos de los cuales dedicaron muchas horas a esta tarea-, con egresados que se acercaron a recuperar las propuestas que el año pasado habíamos planteado y que no dudamos en reivindicar porque nuestro compromiso fue honesto y, esencialmente, porque formamos también parte de esa historia, desde distintos lugares.

Participación y compromiso

En este sentido, creemos que esta Facultad en particular y a lo largo de los años de construcción que siguieron a la recuperación democrática, ha podido acuñar como colectivo humano -y aún con sus dificultades y contradicciones- ciertos estilos de trabajo tanto en el acuerdo como en la diferencia o en la disputa, de consecuencia y transparencia que ameritan ser potenciados y enriquecidos. Son los mismos estilos y prácticas que nos permitieron ser protagonistas de un proyecto de Rectorado que está llevando adelante avances significativos en el campo académico y político en la construcción y defensa de la universidad pública.

Los egresados de la Facultad fueron partícipes en esta construcción, con su participación en los consejos, en tribunales, en comisiones, en proyectos y equipos. Fueron participes también de la resolución de muchos de los proyectos relevantes que se sostuvieron y trabajaron, que se debatieron en el Consejo Superior y en las asambleas universitarias. Hemos tenido consiliarios graduados miembros de nuestra casa en momentos definitorios de la vida de la universidad, que han sido capaces de trabajar con honestidad intelectual y consecuencia política.

Desde nuestros lugares de trabajo, como docentes o en la gestión, hemos compartido esos espacios y compartido también la valoración de su papel. Hemos trabajado conjuntamente iniciativas que, a nivel institucional, han ido plasmando y tallando el lugar del claustro en la Facultad y el papel de este estamento en el vínculo con otros espacios sociales. La participación en extensión, legitimada en nuestros reglamentos; el acceso a lugares de adscripción no sólo en docencia, sino también en investigación; el desarrollo de publicaciones institucionales abiertas a los graduados; han ido contribuyendo también a gestar esta comunidad de significados, que es precisamente producto de una historia que va cuajando.

Es necesario decir también que se trata de una historia abierta, a seguir construyendo, ávida de los nuevos rostros que se están incorporando y que seguramente traerán nuevas inquietudes, ideas distintas, debates amplios y relevantes. La premisa que la propia historia, su historia ofrece y promueve es construir, consolidar el lugar y valor de los graduados en la vida universitaria, cuidarlo, ampliarlo y cultivarlo, desde una fuerte convicción acerca del papel de universidad pública en la vida social.

Es ése el fundamento que hizo posible los acuerdos que permitieron que este año estemos compartiendo ampliamente la apertura de este espacio.

Por Silvia Avila
Vicedecana de la Facultad de Filosofía y Humanidades - UNC

1 La creación de la Oficina de Graduados fue aprobada por el Consejo Directivo de la FFyH en el mes de junio de 2009 y quedó formalmente inaugurada en un acto realizado el 21de agosto. El nuevo espacio comenzó a funcionar en la planta baja del Pabellón Residencial y el licenciado Esteban Rizzi fue designado como coordinador.

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