Entrevista

Los hijos de la revolución

Ex Secretario General del gremio de correos en la década del ‘60, Reyes Bernabé Martínez fue parte de la dirigencia gremial independiente que junto a Tosco y López combatieron tanto a la dictadura de Onganía como a la burocracia sindical vandorista. “Hormonalmente de izquierda”, como él se define, destaca la influencia que Fidel, el Che y John William Cooke tuvieron en la conformación de los trabajadores como sujetos políticos y revolucionarios. A pesar del daño provocado por la dictadura, considera que el presente debe servir para superar diferencias históricas y unir al movimiento obrero en pos de un proyecto político, con una CGT fuerte pero democrática que apoye a Cristina.
 
El jueves 7 de abril pasado, las ochenta personas que se acercaron al Aula Magna de la Escuela de Historia se fueron más que satisfechas: durante dos horas y media participaron de una mesa-debate de lujo sobre el movimiento obrero argentino. Reyes Bernabé Martínez, ex Secretario General de Foecyt, (hoy Alecyt) el gremio de Correo y Telecomunicaciones entre 1961 y 1968, y Manuel Reyes, ex secretario general del gremio farmacéutico, desarrollaron los procesos que permitieron a las organizaciones sindicales recuperarse primero del golpe de Estado de 1955, y luego fortalecerse como un actor político clave en la convulsionada década del ’60.
En ese encuentro, el primero de tres del ciclo “Pasado y Presente del Movimiento Obrero” , organizado por la Escuela de Historia de la FFyH, el Archivo Provincial de la Memoria, la Casa de los Trabajadores y Familiares, las disertaciones de los panelistas y las intervenciones del público versaron sobre el surgimiento del actual modelo sindical argentino -parido con la llegada de Perón al poder-, sus diferentes etapas de organización y lucha en la historia nacional, y los desafíos que el actual movimiento obrero tiene o debería tener para volver a ser un factor de poder en la realidad política argentina, una situación que es ferozmente atacada por los grandes medios de comunicación.
Radicado en Villa María desde hace varios años, Martínez, protagonista central de aquel período de la historia sindical argentina, repasó ante esta revista varios de los hechos y situaciones que hicieron posible la configuración política y revolucionaria de los trabajadores:

-¿Cómo influyeron en el sindicalismo argentino John William Cooke y la Revolución Cubana?
La irrupción de la Revolución Cubana, romántica y atractiva, no tuvo al principio demasiada influencia sobre el movimiento obrero y sindical, salvo simpatías aisladas, entre ellas la de la Juventud Peronista del Correo donde yo militaba entonces, que se solidarizó de diversas maneras con la gesta libertaria encabezada por Fidel Castro. Para la visión del peronismo en general, inmerso en las tareas de la resistencia al régimen de la mal llamada Libertadora, y enarbolando el regreso de Perón como estrategia, la Revolución Cubana suponía un intento liberal más de la burguesía, ahora por medios basados en la guerrilla. El cambio copernicano se produjo cuando en 1961 la Revolución declara, luego del rechazo a los yanquis en Playa Girón, el camino al socialismo. Eso dividió las aguas entre los conservadores del movimiento, que seguían aferrados a la Tercera Posición, y los progresistas que se encolumnaron con sus simpatías en apoyo a la gesta de Fidel y el Che, principalmente por la cultura antiimperialista que el peronismo lleva en su adn. Hubo tres factores que impulsaron el cambio: primero, la correcta lectura sobre el significado de la Revolución; segundo, la lectura de los textos de John William Cooke y tercero, el consecuente trabajo de los comunistas con su prensa y sus debates, que defendían y propagaban las realizaciones de la Revolución.

-En ese marco de debate gremial y político que se vivía a comienzos de los ‘60, ¿cuál es la razón por la que Tosco y López surgen como nuevos dirigentes sindicales frente a la burocracia vandorista? ¿Qué proponían ellos?
Tanto uno como otro fueron dirigentes antiburocráticos en general, no solo del vandorismo. La división de la Central Obrera siempre conllevó la lucha interna entre la derecha ortodoxa, encabezada en esa época por José Alonso, y la corriente más autónoma del propio Perón, que conducía Augusto Vandor. En Córdoba, esa división se manifestaba en tres agrupaciones: Los Ortodoxos, orientados por Alejo Simó, de la UOM, los Legalistas de Atilio López y Elpidio Torres -ambas expresiones de las tendencias nacionales y los Gremios Independientes de Córdoba, que dirigía Agustín Tosco de Luz y Fuerza como Secretario General, y que yo integré en representación del sindicato cordobés de FOECYT como Secretario de Prensa. Estos gremios tuvieron el sello del sindicalismo independiente de los patrones, de los gobiernos y de los partidos políticos, una piedra fundamental de lo que luego se desarrolló como gremialismo clasista, opuesto a la línea de dependencia del peronismo que planteaban Ortodoxos y Legalistas, éstos últimos más proclives a entendimientos con los no peronistas para la unidad en la acción.
La divisoria de aguas se planteó por la actitud asumida por las direcciones sindicales respecto a la dictadura de Onganía. Tanto los Ortodoxos cuanto los Legalistas, confiaban ingenuamente en que el General Onganía iba a propiciar el regreso de Perón. Esa ingenuidad los llevó a no condenar la dictadura, ni a enfrentarla, como si lo hicieron los gremios Independientes. La caracterización de dictadura cívico-militar fascista que el Partido Comunista hizo sobre ella, y su llamamiento a combatirla y derrotarla, tuvo amplio eco entre los Independientes, compuesta por más de 30 gremios -principalmente de servicios- algunas de cuyas direcciones compartían los comunistas.

-¿Qué lugar ocupa el movimiento estudiantil en ese proceso?
Simultáneamente a esta línea política de resistencia sindical, la juventud comunista en la Universidad Nacional de Córdoba, cuya intervención y persecución a docentes y alumnos determinó que la FUC se acercara a los gremios, fue forjando la unidad obrero-estudiantil, que culminó en el Cordobazo. Las figuras de Atilio López, de UTA, y Agustín Tosco, de Luz y Fuerza, surgen en ese contexto y se afianza en la identificación de clase, que los llevó a dirigir la Regional de la CGT en 1970, uno como Secretario General y el otro como Adjunto. Fue la primera vez que se levanta un programa de tendencia socialista para el movimiento obrero y popular, basado centralmente en los documentos de Huerta Grande y La Falda. También fuimos artífices de la resistencia los sindicatos donde actuaban los comunistas, entre ellos y en primer lugar FOECYT de Córdoba, que por darle amplio y generoso respaldo a la lucha estudiantil, y tener ganado un prestigio de combatividad sin concesiones, fue el primer sindicato del país en ser intervenido por la dictadura, en octubre de 1966, apenas cuatro meses después de instalarse en el gobierno.

-¿Qué es lo que hace que los trabajadores empiecen a plantearse, además de la lucha reivindicativa histórica, la lucha política y revolucionaria, sintiéndose ellos el sujeto histórico del cambio?
Las luchas obreras y populares, encabezadas claramente por el movimiento sindical en Córdoba, no fueron una especificidad regional o espasmódica. Reflejaron una tendencia mundial de todos los pueblos del mundo, que condenaban el régimen de explotación colonialista e imperialista. Las expresiones más elevadas de este movimiento fueron la Revolución Cubana, con su irresistible influencia y el despertar de conciencias y ansias liberadoras, la liberación de decenas de países de Asia y África del colonialismo, la resistencia hasta derrotar al imperio yanqui de los vietnamitas, un ejemplo sobresaliente de organización y de inteligencia para vencer a un enemigo superior, el levantamiento estudiantil del Mayo Francés, que terminó desmoronando el régimen bonapartista del General De Gaulle en Francia y que se proyectó en la mayoría de los países europeos, la resistencia juvenil a la guerra, y el avance de la liberación de la mujer de los atavismos que la tenían postergadas y sometidas. En nuestro país, fue la resistencia a la dictadura militar la que fue progresivamente transformando la resistencia en lucha por la recuperación de la democracia y con ella las libertades públicas; las jornadas de toma de fábricas y establecimientos simultáneamente en todo el país dispuesto por la CGT, que fueron preparando las conciencias para disputar el poder político para beneficio de la clase obrera y el pueblo. Es decir, desde la óptica obrera, fue la transformación prevista por Carlos Marx de “clase en sí” a “clase para sí”.

-¿De dónde sale la idea de tomar fábricas y realizar paros activos?
Para hacer justicia histórica fue el SMATA quien tomó la entonces IKA-RENAULT con todos sus operarios, ya en 1962, constituyéndose en los pioneros de esta justa táctica de tomarle las fábricas a las patronales insensibles al reclamo obrero. También se debe reconocer que fueron los trabajadores comunistas de ese establecimiento, quienes llevaron la iniciativa de la toma, como forma superior de lucha. Esa experiencia exitosa  probablemente haya sido lo que indujo a la CGT Nacional a incluir en su Plan de Lucha de 1964 la toma de fábricas y establecimientos el mismo día y simultáneamente en todo el país, en apoyo al Programa de Reivindicaciones aprobado en el Congreso Nacional, del que fui parte representando a FOECYT. Para mi inocultable orgullo, debo recordar que mi gremio fue el único estatal que tomó el edificio central de Correos, en Colón y General Paz, participando 500 compañeros, carteros, mensajeros, operarios técnicos, choferes, oficinistas, etc. La experiencia nuestra fue extraordinaria. Clausuramos todas las puertas con el letrero “Correo tomado por sus trabajadores”. Fue una jornada gloriosa para la memoria colectiva del gremio, que a partir de ahí elevó su capacidad de lucha, entrelazada con la política.   

-¿El Cordobazo es el fin de un proceso político, el comienzo de otro, o las dos cosas?
Ambas cosas. El Cordobazo culmina como etapa superior de movilización obrera, estudiantil y popular todas las luchas contra la dictadura de Onganía. Le dio un golpe mortal y la desestabilizó de tal modo que ese proyecto fue cambiando de dictadores hasta que se vio obligado a convocar a elecciones, porque ninguno podía soportar el estado generalizado de rechazo y repudio que promovió el Cordobazo y otras puebladas, como Rosario, Tucumán, Corrientes, etc. Ahora, vale hacer algunas precisiones: El Cordobazo fue la mezcla de una acción organizada completamente por el movimiento sindical y estudiantil al que se sumó la espontánea participación de las masas, que le dio características de una verdadera “pueblada”. El Plenario de la CGT unificada, con los tres sectores unidos para la acción, planificó por primera vez un paro activo y por 37 horas, desde el 29 de Mayo a las 11 horas, con abandono de todos los gremios, concentración previa por zonas y marcha conjunta al centro para el acto principal. Dejaba históricamente atrás y prácticamente para siempre los paros “domingueros”, pasivos, como el que había resuelto la Central Nacional por 24 horas para el 30 de mayo. Se imponía la táctica de lucha que veníamos planteando desde principios de la década los gremios independientes, de abandonar a media mañana las fábricas y establecimientos y ganar la calle para potenciar los reclamos y torcerle la mano a los gobiernos burgueses o a las dictaduras. La brutal represión policíaca, la temprana muerte de Máximo Mena en Arturo M. Bas y San Juan, enervó los ánimos y envalentonó a los sectores medios a volcarse al reclamo obrero y estudiantil, que contenía la exigencia del fin de la dictadura y la recuperación de las instituciones de la democracia. A partir de esa incorporación masiva, el Cordobazo se transformó en espontáneo, porque se fueron organizando piquetes en cada lugar y cuando ingresó el ejército nos replegamos a los barrios donde establecimos barricadas con la presencia de los vecinos y asambleas informativas y esclarecedoras. Desde ese ángulo la combinación de organización y espontaneidad y la elevación de la conciencia hizo cierto el dicho de Federico Engels de que “en la historia de la humanidad por el progreso, hay días que valen por años”.
También debe definirse el contenido ideológico del Cordobazo. A mi modo de ver, fue el triunfo total de la ideología clasista de los gremios independientes y de la izquierda marxista, ya que las masas por primera vez se movieron con absoluta independencia de la burocracia nacional, de los partidos políticos, del gobierno y de las patronales. Y el gran perdedor fue el esquema de conciliación de clases sostenido por una parte del sindicalismo influido por la ideología peronista.
El inicio de esta nueva etapa va formando un entramado más complejo, con la incorporación de otros sectores vinculados a la cultura, al arte, al espectáculo, al campesinado pobre y medio, a los jubilados y a los centros vecinales.

-¿Porqué el Partido Comunista renegaba a la lucha armada, cuando todas las vías electorales estaban cerradas por el poder militar, el principal factor político del momento? ¿Se hubiera acabado la dictadura de Onganía-Levingston-Lanusse sin el desgaste de la guerrilla?
Siento la obligación de desmitificar ese pensamiento erróneo sobre la posición del PC, al que ya no pertenezco orgánicamente aunque sigo ideológicamente en el  marxismo. La intensidad y la extensión de las luchas obreras y populares de esa década, por su organización y masividad, pusieron a prueba las distintas formas en que concebíamos la Revolución, en cuyo objetivo coincidíamos todos. Las diferencias se planteaban al momento de exponer las vías de la revolución, las formas orgánicas y el papel de las masas. Contra lo difundido, el PC se preparaba y preparaba a sus cuadros en la teoría y en la práctica militar, como parte esencial e inseparable de las concepciones revolucionarias que se sostenían: la conquista del poder con la acción de masas y en el terreno que nos presentara el enemigo de clase. Incluso el Comité Central del Partido discutió a fondo la teoría foquista del Che Guevara y su tesis de formar “dos, tres, muchos Vietnam en América”, entendiendo que en el caso de Argentina, con su riquísima experiencia de resistencia y movilizaciones de los trabajadores en los centros urbanos, no era aconsejable la idea de armar pequeños grupos armados y subir a las sierras a combatir, ya que serían fácilmente derrotados por las fuerzas represoras. Lamentablemente la historia nos dio la razón, y el hecho de que luego de su muerte el Che Guevara se haya convertido en el máximo referente ético de todos los sectores que luchan por sus reivindicaciones, lo que es justo, no invalida la justeza de aquél análisis del PC, que renegaba de toda forma de elitismo político. Además, cuando aparecieron experiencias de lucha armada después del Cordobazo, muy tentadoras para quienes éramos por entonces jóvenes revolucionarios, se introdujo en el propio PC un debate muy profundo en el que participamos todos los afiliados y en especial la Federación Juvenil Comunista, que en su mayoría se decidió por la lucha armada menos un solo caso: la juventud de Córdoba, que venía haciendo la más formidable experiencia de masas y consideró desacertado aquél paso. ¿Qué discutíamos con quienes asumían la responsabilidad de la lucha armada?  Por ejemplo con los Montoneros, formados en los conventos cordobeses con hijos de sectores acomodados e ideológicamente oscurantistas que luego se fueron formando en el marxismo, o en el peronismo revolucionario y de la resistencia, le objetábamos la estrechez de su visión socialista, pues sostenían el objetivo del “socialismo nacional”. Y el PC era, fue y será internacionalista. Y con el ERP, brazo militar del PRT, con el cual se coincidía en algunos aspectos metodológicos, se discrepaba en lo esencial, porque lo de ellos era una aplicación mecanicista de la lucha armada revolucionaria que el pueblo vietnamita desarrollaba contra sus opresores norteamericanos. Su error consistía, y dicho con todo respeto, en querer aplicar experiencias de lucha sostenidas por pueblos que vivían realidades diametralmente opuestas.
La otra diferencia grande era respecto al papel de las masas en la revolución a la que todos aspirábamos. Los comunistas sosteníamos desde 1963 la consigna central de “Por la acción de masas hacia la conquista del Poder” y ello condicionaba y orientaba toda la política práctica del PC. Desde esa óptica, nos parecía –y el tiempo lamentablemente nos dio la razón- de que la lucha armada como expresión de un grupo vanguardista e iluminado representaba una teoría de desprecio a las masas, de suplantación de su rol en los cambios revolucionarios. Y que esa línea política, que no tenía en cuenta la correlación de fuerzas objetiva con el adversario, ni la necesidad también objetiva de organizar a las masas para que protagonicen el cambio, corría el riesgo de desbarrancarse en “militarismo” inconducente, en elitismo político, en sectarismo, volviéndolos vulnerables a la represión enemiga. Un ejemplo del maximalismo militar fueron el secuestro y muerte de Aramburu, justo en el primer aniversario del Cordobazo, el asesinato de Vandor, de Rucci, que solo sirvieron para dar pie a la represión del movimiento popular. Va de suyo, que tales acciones, al fin de cuentas, le hicieron mucho daño al proceso revolucionario de masas y trajeron un retroceso del que recién estamos saliendo, para no mencionar los costos en vidas humanas, en dolor y sufrimientos provocados por la bestialidad criminal de las fuerzas armadas entrenadas y alimentadas en las escuelas del imperialismo yanqui. Observaciones que formulo respetando siempre el espíritu y la vocación revolucionaria que asumía la mayoría de sus militantes.
En suma, las organizaciones guerrilleras cooperaron en el desgaste de la dictadura, pero el rol fundamental lo jugaron las masas obreras y populares que a lo largo y ancho del país protagonizaron puebladas que lo desestabilizaron hasta derrotarlo.

-Está bien, pero entonces, ¿Qué es lo que hace que muchos trabajadores, principalmente obreros industriales, se vuelquen a las organizaciones político-militares?
En el contexto histórico, donde la revolución social era posible, y parecía que se la tenía a la vista y que alcanzarla era cuestión de voluntad, fue una realidad que tentó y entusiasmó a muchos jóvenes y los incorporó a la lucha armada. Sin embargo, la composición de clase de las organizaciones político-militares siempre tuvieron una minoría de trabajadores, pues el núcleo duro de sus direcciones y la masa mayor de sus cuerpos orgánicos, estaban formados por  sectores estudiantiles de clase media, profesionales, intelectuales, etc.

-¿Cuál fue para usted la principal consecuencia de la dictadura genocida sobre el movimiento obrero?
Las consecuencias del terrorismo de Estado iniciado en Marzo del ´76 son bien conocidas: aplicación de un ajuste de cuentas con la clase obrera y su vocación de transformaciones revolucionarias, masacre sin miramientos a las organizaciones políticas que representaban esos ideales, desaparición de 30.000 militantes, la flor y nata de una juventud heroica lanzada a "tomar el cielo por asalto", al decir de Marx, encarcelamiento de decenas de miles bajo condiciones de degradantes y de reducción de la dignidad humana y ejecución selectiva de centenares de detenidos políticos, apropiación de unos 500 hijos de combatientes parturientas nacidas en las cárceles, miles de exiliados que marcharon fuera del país para salvar sus vidas, miles de trabajadores expulsados de sus empleos con una política de "limpieza" realizada por las patronales en connivencia con los militares asesinos y una larga lista de persecuciones a artistas, profesionales, escritores, etc., que también debieron marchar al exilio. Todo conformó un cuadro represivo que en algunos aspectos fue más brutal que el de los nazis. Me refiero a la tenebrosa forma de hacer desaparecer personas.
La dictadura aplicó a raja tabla la doctrina de la Seguridad Nacional pergeñada en los centros de educación de asesinos del imperialismo yanqui, que consideró enemigo a los pueblos en lucha por el progreso social, deformando la razón de ser de las propias fuerzas armadas. Debo confesar que nunca creí llegar a vivir este presente signado por una política nacional de MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA, que está juzgando y condenando a todos los sanguinarios ejecutores del exterminio, que se continúe encontrando los hijos ya adultos robados a las combatientes, que se iniciara un proceso de democratización de las fuerzas armadas. Y debe reconocerse la valentía que tuvo el ex Presidente Néstor Kirchner, en sentirse hijo de las Madres de Plaza de Mayo, impulsando esta política de derechos humanos que ha permitido justamente la recuperación de la memoria, alcanzar la verdad histórica de los años negros de la dictadura y castigar a los responsables, quienes igual tienen la posibilidad de defenderse en un debido proceso, que ellos no le dieron a nuestras víctimas, a nuestros héroes y mártires de la lucha popular.

-¿Existen posibilidades de reconstituir organizaciones sindicales democráticas, representativas de los trabajadores, o estamos condenados a los sindicalistas-empresarios?
La democratización del movimiento sindical es una asignatura pendiente del gobierno popular que tenemos. El modelo actualmente vigente está agotado, debe ser corregido, salvo en la filosofía de tener sindicatos fuertes, unidos y democráticos, para enfrentar en mejores condiciones a las voraces patronales de la actual etapa del sistema capitalista y su manifiesta irracionalidad en la producción, la distribución y el consumo; en el ataque desalmado al medio ambiente y a la explotación que impone a los seres humanos y a la naturaleza. Debiéramos encarar una movilización de abajo hacia arriba para exigir la democratización sindical. Por ahora es la única forma que veo de reconstruirlas.

 -¿Debería intervenir el gobierno para democratizar las organizaciones sindicales, o  son estás las que deben autorenovarse? ¿Es positivo otorgar la personería gremial a la CTA?
Como hizo con la Ley de Medios Audiovisuales, se debe poner en discusiones masivas, lugar por lugar, sindicato por sindicato, una nueva forma de estructura sindical, más democrática, que aliente la participación de los afiliados, que los prepare para defender sus derechos y el sistema democrático, que determine límites a la renovación de mandatos, que eduque en los principios de clase y su entroncamiento con el amor por la Patria, en su pertenencia regional a la Patria Grande, etc. Soy afiliado a la CTA y señalo con pesar que su estancamiento cuantitativo y cualitativo y el “inflado” de la cantidad de afiliados, su actual división aparentemente sin retorno, con la divisoria de aguas marcada por la posición ante el gobierno, la han debilitado de tal modo que tengo dudas sobre si es conveniente el otorgamiento de la personería.

-A contramano de su comportamiento histórico, hoy el PC apoya al gobierno, ¿qué opinión tiene del kirchnerismo?
Lo interesante del gobierno nacional es que aspira a superar nuestras diferencias históricas dentro del movimiento obrero. Desde mi punto de vista, el kirchnerismo es una instancia superior del PJ, porque incluye a otros sectores en su proyecto político, no solo el aparato del peronismo. Y eso es muy positivo, por eso lo apoyo.

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Nº 31 / Mayo de 2011

Editorial por Gloria Edelstein y Silvia Avila
“Los de Filo”, 35 años del golpe militar

Institucional
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El PUC comenzó a dictar clases en Bouwer

Investigación
Sin agua en las Sierras Chicas

Entrevista a
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Sin fronteras
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