Están jugando con fuego

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Fotografía: Kaloian Santos Cabrera

En apenas cinco meses, la gestión de Macri ha logrado tener el índice de inflación más alto en 14 años, a lo que se suman más de 140 mil despidos entre el sector público y privado. Frente a este deterioro social, la oposición propone una Ley Antidespidos, que el Presidente adelantó que vetará. En esta entrevista, el profesor Eduardo González Olguín describe el actual modelo económico, las consecuencias de sus políticas de shock y los peligros de volver a un sistema neoliberal similar al de la última dictadura o el menemismo.

González Olguín es profesor y coordinador de Historia Económica y Social de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNC y dicta el Seminario “Economía y Educación” en la Escuela de Ciencias de la Educación de la FFyH. Su modesta oficina D-248 está ubicada en el primer piso de Económicas, la institución formadora de cientos de profesionales que luego se ubicarán en lugares claves a la hora de definir el rumbo económico de una empresa, una institución, una provincia o el país. Lo miro y sin mencionarlo le recuerdo que de esta misma casa de estudios han egresado personajes que tomaron medidas antipopulares, siendo ministros de economía en democracia. “Personajes de los que no estamos orgullosos”, aclara Olguín y rápidamente se ubica en el campo de los profesionales y docentes que conciben esta materia como una ciencia del bien común, en contraposición a aquellos que la utilizan como una especialidad o herramienta al servicio de los sectores económicos más concentrados de Argentina.

Con un lenguaje claro y directo, González Olguín explica, desde una perspectiva social, la difícil coyuntura económica que atraviesa el país.

¿Cómo describiría el plan económico de Mauricio Macri? ¿Es el regreso directo al neoliberalismo?

–Tendríamos que decir que todavía no hemos visto que exista un plan. Lo que uno encuentra es un conjunto de medidas, que expresan dos visiones bien marcadas dentro de un gabinete: por un lado, está la idea de implementar un gradualismo y, por el otro, una política del shock. Siempre dentro de una concepción neoliberal que, con el paso del tiempo, se ha ido aggiornando con distintas  estrategias. Es decir, no vamos a vivir un esquema exactamente igual que los ´90 ni al que tuvimos durante la última dictadura. Pero lo que sí muestra este modelo, de una manera muy brutal, es quiénes son los verdaderos dueños del poder. Uno tiene que ir hacia la dictadura para encontrar gente que pertenece a los grupos económicos concentrados que hoy están ejerciendo funciones dentro del gobierno. Y también hay que evaluar que no se trata de un gobierno formado por un grupo homogéneo. Ellos tienen su interna. Creo que nosotros, desde el campo popular, no hemos sabido aprovechar sus propias diferencias y me da la sensación de que existe una especie de loteo donde cada grupo tienen su partecita. Existe esta gran división, donde por un lado están los gradualistas y por el otro, los que buscan el shock dentro de la sociedad. Y a su vez, en puestos estratégicos, existen funcionarios que están para favorecer sus propios grupos económicos. El caso más evidente es el de Juan José Aranguren al frente del Ministerio de Energía y Minería, quien sigue siendo un accionista de la empresa Royal Dutch Shell.  Y con las últimas medidas y aumentos en la nafta, nos da la sensación de que está recuperando la rentabilidad que quiso haber tenido antes y que el gobierno kirchnerista no le dejó tener. Entonces, aparece en escena y establece estos aumentos al combustible que son un verdadero despropósito. En un momento en el que la inflación se presenta como un problema serio, cuando el aumento de precios responde principalmente a la voracidad de los grupos económicos concentrados, otro aumento a los combustibles desacelera cualquier intento del gobierno de frenar la inflación. Además, el conjunto de estas medidas genera un fuerte malestar social y produce problemas serios de gobernabilidad.

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En relación a las políticas de shock, en sólo cuatro meses y de acuerdo a un informe publicado por el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), se han producidos más de 140 mil despidos a nivel nacional  -el 52% de trabajadores del ámbito privado y el 48% a empleados del Estado-. También se habla de 38 mil suspensiones o ceses de contratos ¿Cuál será el impacto social que provocarán estas medidas?

– Siempre es bueno tratar de analizar cuál es la racionalidad de este gobierno. Dentro de una lógica neoliberal, el hecho de que existan desocupados genera una presión en la baja del salario. Varios miembros del gobierno y gente afín, como Cristiano Rattazzi, actual presidente de FIAT Argentina, han expresado que los salarios de país, medidos en dólar, son muy altos. Claro que aquí el empresario no mide el salario en relación a los precios de la canasta familiar, ni al poder adquisitivo de ese salario en el país. Porque el salario es una retribución que se utiliza justamente para poder comer y vivir en el lugar donde se trabaja. El empresario mide esta variable en relación a otros países que están en situaciones sociales mucho más desventajosas que el nuestro. Entonces, la lógica del gobierno actual es generar una masa de desocupados para que incida en una baja en los salarios, tal como lo vivimos en la década del ´90. Héctor Recalde, presidente del bloque de diputados del Frente para la Victoria, en los años ´90, decía que la mayor flexibilización laboral era justamente la desocupación, porque los trabajadores no exigían sus propios derechos. En una etapa en la que la desocupación era tan alta, los pocos trabajadores que conservaban sus puestos de trabajos no exigían sus derechos por miedo a perder sus puestos. Entonces, para el actual gobierno nacional generar desocupación está dentro de esa lógica, como lo está para la lógica neoliberal lograr una caída en la demanda para presionar hacia una baja en los precios. Me parece insólito y hasta una provocación cuando Aranguren dice “cuando uno piensa que algo está caro, no lo compra”. Es realmente ridículo, porque con esa mentalidad no se podría seguir levantando las cosechas, ni  realizar la distribución de las mercaderías, ni la gente podría ir a sus lugares de trabajo, porque para todo se necesita transporte y combustible. Es decir, lo que dijo el ministro es una burrada.

En un escenario donde crece la desocupación, ¿La Ley antidespidos es una buena respuesta?

–La ley antipespidos es sólo una medida económica que le permitiría al gobierno nacional establecer restricciones al despido. Es una ley donde se lo induce al empresariado a realizar modificaciones en la organización de su empresa, con el objetivo de aumentar la productividad y bajar así el costo relativo al salario. Porque para Macri y sus funcionarios parece que todo el peso de la competitividad debe caer siempre en los trabajadores. Y no es así. Están los trabajadores pero también están los empresarios, y estos últimos tienen dos elementos muy importantes: la organización de las empresas y las inversiones, que no necesariamente deben ser tan grandes. Se pueden aplicar “micro-inventos”, como se conoce en economía, que son inversiones para aumentar la productividad y retener la mano de obra. Entonces la ley antidespidos se traduce en una medida que tiende a estimular a los empresarios, a que piensen en otras medidas para aumentar la competitividad, para que no sean los trabajadores los que soporten siempre los mayores ajustes o esfuerzos.

– El gobierno dice que con esta serie de medidas “hay que tener paciencia” y asegura que la economía se va a reactivar a partir del segundo semestre del año ¿Usted qué cree al respecto?

– Me parece que no, porque no existen medidas que vayan en ese sentido. Como tampoco creo en el tan mentado anuncio de que en el 2016 íbamos a terminar con una inflación de 25 por ciento. Esto ya es imposible.  Si uno analiza muchos indicadores, la inflación de estos primeros cuatro meses llega al 63 por ciento. Además, no veo intenciones de aumentar la inversión. Es más, un informe del Banco Central muestra que en el último tiempo hubo una fuga de capitales de u$s 3.300 millones de dólares. Una cifra qué quizás ahora no se nota, porque justamente, cuando se hizo la colocación de los bonos para pagarle a los fondos buitre –que el Gobierno pasó como una operación exitosa –, más de 9 mil millones de dólares fueron destinados a esos fondos y un poco más de 5 mil millones se quedaron en Argentina. Esta última cifra ha compensado de manera relativa la fuga de capitales de estos últimos meses, y por ello el estado de reservas aún sigue en un relativo buen nivel. Aunque el conjunto de estas medidas me hacen acordar a mecanismos que vivimos tanto en la última dictadura como en los ´90, cuando la deuda servía primero para entrar dólares al país y, luego, para que se fugaran por medio de un proceso de valorización financiera. Esto lo vemos hoy cuando las tasas de interés se ubican al 38 por ciento anual, y cuando dolarizan las letras del tesoro con una tasa de interés cuatro veces por encima que el internacional. Es el propio gobierno macrista quien estimula un proceso de valorización financiera. Porque sabemos que en cualquier parte del mundo, cuando los activos financieros proveen una ganancia mayor que la actividad económica real, ya sea de producción de bienes o servicios, lo que prima es la especulación financiera y no la producción económica real.

¿No cree entonces en una posible reactivación?

– Yo soy bastante pesimista en ese sentido. Además, hay que tener en cuenta la apertura indiscriminada de las importaciones. Esto también ya lo hemos vivido y sabemos que en cuanto se abren las importaciones, se golpea a los eslabones más débiles de la economía. Es una medida que debilita fuertemente a todo el sector Pyme, que termina pagando los costos  de quienes generan la inflación. Porque la inflación de base en Argentina ha sido generada por los grandes grupos económicos y son los que justamente no van a tener muchos problemas con la apertura de las importaciones. Pareciera que, con distintos matices,  volvemos a vivir las situaciones que sufrimos en los dos últimos procesos de neoliberalismo: el de la dictadura y el menemismo de los ´90.

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Si el saber no es un derecho

– Frente al fuerte deterioro en el sector asalariado y el desmantelamiento del presupuesto destinado a la educación ¿Cuál debería ser el rol de las Universidades en relación a la defensa de las políticas públicas?

Durante la última reunión que mantuvo Macri con el conjunto de rectores de las universidades del país, quedó muy claro que los presupuestos que actualmente se manejan no alcanzan. Existe un análisis, realizado por Adriana Puiggrós, que muestra cómo en los ´90 los sectores dominantes enviaban a formar a sus cuadros técnicos y políticos al exterior. Para estos sectores, las universidades públicas de Argentina cobraban escasa relevancia y las ubicaban como meras formadoras de cuadros técnicos. Al deteriorar la educación superior, al impedir una formación de excelencia en instituciones de ingresos masivos como son nuestras universidades públicas, lo que se está impidiendo es la formación de cuadros de excelencia que terminen aportando a la conformación de un nuevo proyecto político para el país. Esta degradación en la educación pública tiene como objetivo impedir la formación y el surgimiento de un proyecto económico popular, capaz de ser una alternativa de contra-hegemonía.
En este sentido, me parece fundamental que la universidad pública adopte un rol de discusión y esclarecimiento. Estamos en un momento de demasiada complejidad, donde de manera individual es muy difícil hallar cierta claridad a nivel conceptual. También por el rol que juegan los medios de comunicación, que construyen y legitiman algunas realidades y discursos que resultan muy complejos contrastarlos. Creo que en estas últimas elecciones, mucha gente bien intencionada se ha votado en contra. Simplemente porque no tuvo la suficiente información. Estamos en un mundo muy acelerado y denso, donde la gente se olvida demasiado rápido, incluso de lo que vivió. Entonces es importante que desde las universidades se recuerde, se informe cómo se produjeron los procesos económicos del país. Cómo se han generado las deudas, las crisis. Porque si uno repasa lo que está sucediendo en estos primeros cuatro meses del gobierno de Macri, le parece estar asistiendo a una película que ya vivió.

– ¿Considera que estas medidas de ajustes pueden llevar a revueltas sociales similares a la crisis del 2001?

–Pienso que sí. Creo que la última manifestación, en la que todo el arco de gremial se unió y se manifestó en contra de los despidos, es un paso importante. No porque uno sea un ingenuo y desconozca la historia de las centrales obreras, sino porque en este momento se entiende que lo que está en peligro son sus propios derechos. Muchos incluso entienden que deben estar unidos por el espanto. Es un momento muy crítico. La caída del consumo será notable, porque el poder adquisitivo se va deteriorando e inexorablemente van aparecer problemas graves de gobernabilidad. Recuerdo en los ´90, cuando aparecieron los primeros planes sociales, el Banco Mundial tenía un manual en el que  explicaba que el ajuste estructural modernizante requería de planes sociales para poder garantizar las paz social y la gobernabilidad. Es decir, dentro de los materiales teóricos del neoliberalismo, está presente la gobernabilidad. Se puede tirar un poco de la soga, pero en estos momentos, a mi juicio, el gobierno nacional está jugando con fuego. Aquí el problema es que el actual modelo económico tiende a concentrar la riqueza, afectando a los asalariados y al conjunto mayoritario de la población. Es muy difícil salir bien de esta situación. Yo lo escucho muchas veces a Macri y en sus discursos parece apelar siempre a la magia. Y la magia, en la realidad, no existe.

 

Eduardo González Olguín: Profesor Asociado Coordinador de Historia Económica y Social de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Córdoba. Profesor a cargo del Seminario “Estructura Social y Pobreza en Argentina” de la Maestría en Ciencias Sociales de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Córdoba. También dicta el seminario optativo “Economía y Educación” de la Escuela de Ciencias de la Educación de la FFyH. Autor de numerosos trabajos de investigación, notas periodísticas y de divulgación sobre Economía Argentina, Economía de Córdoba, Historia Económica  y Economía de la Educación. Director del Periódico De Frente Córdoba.

Por Irina Morán

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