Declaración del Encuentro Internacional: derechos lingüísticos como derechos humanos
El Comité Organizador y asistentes al I Encuentro Internacional: derechos lingüísticos como derechos humanos, realizado en Córdoba del 26 al 29 de marzo de 2019, expresan su repudio a la obstinación con la que el CILE intentó, una vez más, entronizar el castellano como única lengua de identificación para nuestros países. Repudiamos, igualmente, los dichos de Mauricio Macri sobre los beneficios de la uniformidad lingüística.
Estos eventos reflejan no sólo un supino desconocimiento de las cientos de lenguas que se hablan en nuestros territorios y de las más de quince que se hablan en nuestro país; sino fundamentalmente la continuidad de una actitud política que niega el conflicto y la discriminación a la que están sometidas comunidades de hablantes de otras lenguas (lenguas de inmigración, lenguas de señas, lenguas originarias). Asimismo, creemos que el CILE recupera la ideología lingüística imperial que acompañó la formación de los Estados nacionales y que constituyó la base del exterminio y la marginación de comunidades de otras lenguas y la ocupación de sus territorios.
Durante estos cuatros días de reflexión y debate sobre los derechos lingüísticos como derechos humanos, en los que participaron 350 expositores y 2000 asistentes, levantamos múltiples voces en múltiples lenguas y variedades; todas ellas hicieron a la construcción de este espacio polifónico. Hemos disfrutado de la traducción de lenguas de señas, aymara, camiare, chaná, huarpe, kakán, mapudungun, moqoit, qom, quechua, tehuelche, tapiete, wichi, etc.; situación que enriquece porque nos permite acceder a otras realidades que no sólo son lingüísticas sino también sociales, políticas, filosóficas, experienciales y epistemológicas. Especial presencia tuvieron las voces del castellano no académico (Malas lenguas), voces que nos dicen que hay un decir que puede transformar nuestra sensibilidad y nuestras vivencias cuando el decir fuerza a la lengua.
Por ello, creemos firmemente que el monolingüísmo monológico y autoritario cierra todo camino al intercambio de saberes y obtura el reconocimiento de los derechos más elementales.