Horacio Verbitsky recibió el Premio José María Aricó que la Facultad de Filosofía y Humanidades le entregó el martes 3 de abril, ante un público que rebalsó el auditorio Hugo Chávez para escuchar a uno de los máximos referentes del periodismo y la cultura argentina.
El marco no podía ser mejor: el auditorio Hugo Chávez del Pabellón Venezuela se colmó para escuchar a Horacio Verbitsky y compartir junto a él la entrega de un premio que la Facultad de Filosofía y Humanidades instituyó en 2012 para reconocer el “compromiso social y político” a quienes entregaron una vida a la construcción de una sociedad más justa, en defensa de los derechos de los más vulnerables y las minorías.
Autor de decenas de libros y artículos a lo largo de 50 años de riguroso trabajo, Verbitksy agradeció “los mimos” de una Facultad que en sus ediciones anteriores premió a Ricardo Obregón Cano, Emi D’Ambra, Horacio González, Álvaro García Linera y Milagro Sala.
“Verbitsky es un referente de la lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia respecto de los crímenes de la última dictadura cívico militar, y también de las actuales violaciones de los DDHH, referencia que resulta prioritaria para quienes nos dedicamos al estudio y la enseñanza de la Filosofía, las Humanidades y también las Ciencias Sociales”, destacó el Decano de la FFyH, Juan Pablo Abratte, al compartir con una audiencia de varias generaciones este reconocimiento.
Junto a César Marchesino, director del Programa de Derechos Humanos de esta Facultad y María de los Ángeles Bonzano, referente de Justicia Legítima Córdoba y de la Escuela Popular en Derechos Humanos, Abratte resaltó el compromiso del homenajeado: “En tiempos en que la labor periodística adquiere masivamente una figura unidimensional, reductiva y parcial, el trabajo actual y pasado de Verbitsky evidencia un talante ético y profesional que deseamos destacar, pues rescata las mejores tradiciones del periodismo de investigación, minucioso, inteligente, y comprometido con la verdad, más allá de los intereses personales o corporativos”.
En este sentido, el Decano sostuvo que este premio “nos hace más veraces, pues su persona nos vuelve a recordar cuál es el sentido de la universidad pública, del desempeño de nuestro oficio de estudio y enseñanza: imaginar mundos mejores, hacer presentes en nuestros saberes a tantas vidas precarias, de personas y comunidades sumidas en el olvido, el silencio, la injusticia y la mentira”.
Un optimista hormonal
“Para mí, los lugares son personas, por eso cada vez que vengo a Córdoba quiero ver a Sonia Torres, quiero ver a Vitín Baronetto y a algunos que ya no están como María Elba Martínez, que me hubiera gustado que pudiera participar de este encuentro. Porque ellos son testimonio de la lucha de varias generaciones por la justicia, la libertad y por los derechos aquí en Córdoba”, dijo Verbitsky, emocionado por las imágenes que le devolvía el público.
“Nadie es hijo sólo de su familia, sino también de su tiempo”, soltó en referencia a quienes lo escuchaban, que iba de los 20 a los 80. En este marco, el Centro de Estudiantes de la FFyH le entregó el Premio Agustín Tosco en reconocimiento a su trayectoria como periodista y referente de los Derechos Humanos.
“La dictadura buscó cortar la historia en dos, terminar con la relación intergeneracional, porque ésa fue siempre la fantasía de las clases dominantes, pero no pudieron. Me conmovió ver aquí a Coty de Breuil, hija de uno de los sobrevivientes (Eduardo) de los crímenes de la UP1 y ver al hijo de Hugo Vaca Narvaja que son la continuidad de las familias que no pudieron destruir”, resaltó el hombre que con tono pausado apunta siempre al hueso del asunto, como los textos que escribe.
En un ida y vuelta en el que cruzó su vida con la historia del país, el director del Cohete a la Luna, el proyecto laboral-digital que dirige luego de su salida de Página/12, Verbitsky compartió su mirada sobre la actual coyuntura política: “El actual programa del gobierno en curso es insustentable socialmente y financieramente” y destacó que “las reacciones sociales que provoca le han impedido cumplir con los objetivos que para esta altura de su mandato se había planteado”.
Reivindicando su pertenencia a una historia colectiva, Verbitsky devolvió tantas caricias recibidas: “Será por ese empecinamiento de decir que No, que ustedes me invitan hoy aquí para hacerme unos mimos en este momento tan complicado, porque sienten que somos parte de una misma lucha que tiene sus raíces en el pasado”.
Consciente de que el contexto no es el mejor para las mayorías populares, trazó paralelos con épocas peores, como el país que dejó la dictadura genocida post 83: “Hay muchas cosas que no conseguimos, pero no tengo vocación por la lágrima, la queja, sino más bien por la pelea. No puedo reprimir el optimismo. Ayuda a vivir”, dijo, antes de finalizar con un mensaje que invita a no bajar los brazos, minutos antes de que la voz y la música de Mery Murúa coronara un acto memorable: “Hay que pensar el futuro con optimismo porque el nivel de resistencia de nuestro pueblo es extraordinario”.