Bajo este nombre se presenta la charla abierta al público que tendrá lugar el martes 14 de junio, a las 16:30hs en el auditorio Hugo Chávez del Pabellón Venezuela,con la participación de los periodistas Alexis Oliva, Juan Cruz Taborda Varela y Camilo Ratti. Cada uno de ellos hablará de sus libros –La ley de la revolución; “Todo lo que el poder odia” y “Cachorro– que versan sobre determinados periodos y personajes de la historia política de Córdoba del siglo XX. La actividad será coordinada por Carol Solis, directora del Programa de Derechos Humanos de la FFyH.
¿Qué tienen en común “La ley de la revolución”, “Todo lo que el poder odia” y “Cachorro”? Varios puntos: son tres biografías, escritas por tres periodistas cordobeses, y aunque sus páginas nos lleven por el país y el mundo, el eje de sus historias atraviesan Córdoba o tienen a esta provincia como escenario principal de sus relatos, con personajes que dejaron huellas profundas. Y fundamentalmente que las tres hablan del poder.
El abogado Gustavo Roca, hijo del mítico Deodoro, Viviana Avendaño, militante popular, y el ex general Luciano Benjamín Menéndez, son los protagonistas de tres trabajos de investigación que recorren e interpelan la historia de una provincia contradictoria, que a lo largo del siglo pasado mostró con claridad sus dos caras: la Córdoba de la Reforma y el Cordobazo, base secreta de la guerrilla guevarista en los 60, “cabeza de la revolución” con Tosco, López y Salamanca en los primeros 70, y la Córdoba clerical y conservadora, que encendió la mecha del golpe del 55 contra Perón, y que veinte años después abrió antes que nadie las puertas al terror y la represión más atroz para instalar un modelo neoliberal que hasta hoy aparece como infranqueable, con dictadura menendista y con treinta y tres años de democracia también.
Todas esas Córdobas viven y se contraponen en estos libros. Se mezclan o confunden a través de personajes apasionantes, retratados con intensidad narrativa y rigurosidad histórica. Porque Viviana Avendaño, la presa política más joven de la dictadura, hija de madre soltera y hermana desaparecida, lesbiana y comunista que murió de manera confusa en los piquetes de Cruz del Eje en el 2000, bien pudo ser una “clienta” (una mas) de Roca, defensor de presos políticos pero sobre todo engranaje clave, irremplazable, de cada intento revolucionario que existió en esta parte del mundo -y en otros también-, que sepultó “al hijo de” para entregar su vida y sus bienes al servicio de la justicia y la libertad, desafiando sin titubeos a cuanto poder se le puso en frente desde su filoso puesto de francotirador de la palabra. Y porque ambos, sin elegirlo, fueron enemigos declarados del cruzado que llegó a esta tierra para aniquilarlos para bien de la patria occidental y cristiana, a ellos y a los millones de argentinos y argentinas que quisieron cambiar la historia, dar vuelta la tortilla, terminar de una por todas con la explotación y la desigualdad del sistema que Luciano Benjamín defendió triturando sueños y humanidades.
Porque unos enfrentaron al poder desde siempre, casi desde que nacieron, por mandato paterno o generacional. Cuando tuvieron herramientas y recursos, y cuando no tuvieron nada. Y otro lo encarnó y ejerció con mano de hierro, desde la cuna hasta el mismísimo infierno.