La Secretaría Académica y las Direcciones de Escuelas y Departamentos de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC convocan a profesorxs y/o equipos docentes a cargo de espacios curriculares de los distintos planes de estudios de las carreras de la Facultad a presentar proyectos de curricularización de prácticas alfabetizadoras (de lectura y escritura de textos). Las propuestas se receptarán hasta el 31 de agosto a través de los correos de contacto de las Secretarías Técnicas de Escuelas/Departamentos.
Les docentes o equipos interesades deberán presentar un proyecto que, en función del programa del espacio curricular a su cargo, proponga la incorporación de contenidos que aludan a prácticas, experiencias, procedimientos etc. relativos a la lectura y/o escritura de textos específicos de la disciplina.
El proyecto/propuesta deberá contener al menos:
- Una breve fundamentación de la situación y del sentido de la propuesta.
- El desarrollo de la experiencia que se propone, delimitando los contenidos y/o las actividades que se incorporan relativos a la lectura y/o escritura de textos de la disciplina y la articulación con el programa del espacio curricular.
- Las expectativas que esta propuesta o proyecto genera en torno a la actividad académica de enseñanza y aprendizajes, específica del espacio curricular.
- Algunos indicadores generales para autoevaluar la propuesta.
Al finalizar la implementación de la propuesta o el trabajo académico suscitado en torno a ella, deberá presentarse un breve informe de autoevaluación y de pautas generales para desarrollar a futuro.
El desarrollo de las propuestas que presenten profesorxs y/o equipos de cátedra contarán con el aval y la certificación de la Secretaría Académica y las Escuelas y Departamentos respectivos.
Por consultas generales, pueden dirigirse a saca@ffyh.unc.edu.ar
CURRICULARIZAR LAS PRÁCTICAS ALFABETIZADORAS EN LA FFYH
Pareciera ya formar parte del sentido común, que les niñes y jóvenes no interpretan bien lo que leen, que no saben escribir o lo hacen muy mal, y que dichas competencias no los favorecen para ingresar al complejo mundo del trabajo o del conocimiento. La educación y las instituciones educativas –particularmente las de nivel secundario- son permanentemente blancos de innumerables críticas y sospechas, que cuestionan la legitimidad de los contenidos que imparten y los aprendizajes que promueven; se expande muchas veces la sospecha de que deberían haber hecho más o mejores cosas para que les estudiantes egresen del nivel con los conocimientos y habilidades necesarios para constituirse en lectores y escritores de textos que puedan sortear los desafíos que propone el nivel superior, universitario o no universitario. Muchas veces también esa sospecha se extiende hacia les mismes estudiantes a quienes se culpabiliza como actores culturales alejades de las prácticas tradicionales de interpretar y producir textos escritos; las TIC, las redes y la cultura audiovisual en general son acusadas y responsabilizadas por ese alejamiento.
Sin dudas, la complejidad cultural y pedagógica de la cuestión que apenas hemos esbozado en el párrafo anterior requiere de un extenso y profundo debate que excede este escrito; sin embargo, algunas reflexiones y acciones podrían alimentar ese debate y constituirse, al mismo tiempo, en ideas que contribuyan a continuar, profundizar y sostener acciones institucionales y pedagógicas tendientes al desarrollo de competencias y habilidades para interpretar y producir textos. Se trata de colocar en el centro de las preocupaciones las prácticas de leer y escribir los textos que los espacios curriculares de las distintas carreras ponen a disposición de les estudiantes para el aprendizaje
Algunas ideas para la reflexión
La primera idea que posiblemente haya que desplegar es la de que las prácticas de lectura y escritura en los distintos niveles del sistema educativo son radicalmente diferentes; las maneras, los textos, los objetivos y las motivaciones que acompañan las actividades de leer y escribir en la escuela secundaria y la universidad no son homologables. Por eso, no es posible pensar que les estudiantes debieran ya haber desarrollado esas habilidades y competencias para la lectura y la producción de los textos que circulan en el nivel superior.
Por otro lado, existe hoy un amplio consenso para pensar que una disciplina no es solo un espacio conceptual de teorías, conceptos, premisas o fórmulas, sino también un espacio discursivo que concentra formas de decir, de exponer, de argumentar, de producir ideas, de hacerlas circular, de legitimarlas, etc. Aprender una materia es también aprender el funcionamiento de ciertos géneros del discurso que la sustenta; enseñar una disciplina consiste también en enseñar las reglas para interpretar o producir el discurso que la constituye.
Es necesario también hacer hincapié en que leer y escribir en ámbitos académicos tiene una función epistémica: se lee y se escribe para aprender los contenidos de una disciplina junto a sus modos de producción y comunicación discursiva; quien conozca las reglas de producción de determinado discurso estará en mejores condiciones de acceder a la disciplina que quien no lo está. Les estudiantes son “extranjeres” al mundo de la academia y de las disciplinas; las reglas de producción del discurso les son ajenas y necesitan por ello sostenidos procesos de iniciación y acompañamiento para aprenderlas.
Es importante pensar también que no se aprende a leer o escribir solo ensayando técnicas de comprensión lectora o de redacción de textos sino también a partir del campo de problemas inherentes a una determinada disciplina: se aprende a leer y escribir inmersos “en” las disciplinas, y no fuera de ellas. Los procesos de selección de información, de activación de conocimientos previos, de generación de ideas o de planificación son singulares o específicos en cada campo disciplinar. Por lo tanto, enseñar a leer o escribir textos académicos no es solo un trabajo de especialistas en lectura sino también de les propies profesorxs que comprenden las reglas de interpretación y producción del discurso de sus disciplinas.
Dispositivos de lectura y escritura en la universidad
Desde hace años ya, las instituciones de nivel superior vienen desarrollando una serie de actividades compensatorias a los fines de que les estudiantes mejoren sus competencias y habilidades para la comprensión y/o producción de los textos escritos que usualmente circulan en los ámbitos académicos así como para desarrollar habilidades para interpretar consignas de trabajo, para comprender las particularidades de algunos géneros académicos o para desarrollar exposiciones o argumentaciones en ámbitos formales, entre muchas otras cuestiones. Ello ha constituido el objetivo de muchos cursos de ingreso universitario, de programas de mejora para el acceso y el egreso a las carreras universitarias, o de actividades para optimizar el rendimiento de les estudiantes en sus trayectorias de cursado. Se han desplegado múltiples dispositivos académicos de tutorías con pares o con especialistas que intentan hacer foco en ese conjunto de habilidades que, habitualmente, no forman parte de las propuestas académicas o programáticas de los distintos espacios curriculares que conforman las carreras universitarias.
Quizás hoy se ha hecho al respecto más que nunca antes; sin embargo persiste una notoria y creciente disconformidad sobre lo que les estudiantes hacen o pueden hacer con los textos escritos que se les ofrecen en los distintos espacios. Es necesario, entonces, diversificar aún más el universo de propuestas y actividades que intentan asegurar el ingreso y la permanencia de muches estudiantes que no pueden constituirse, a pesar de sus múltiples esfuerzos, en sujetos académicos plenos que puedan interactuar con las prácticas y los dispositivos académicos.
Muchos especialistas sostienen hoy (Marinkovich Ravena y otros, 1998; Bazerman, Charles 2016; Carlino, Paula, 2004; Ávila Reyes, Natalia y otros, 2022; entre otros) que es necesario que las propuestas de lectura y escritura de textos académicos se integren a las propuestas programáticas de los distintos espacios curriculares; que estas incorporen, junto a los contenidos conceptuales de la disciplina, prácticas para ejercitar y reflexionar la producción del discurso específico de la disciplina porque básicamente la lectura y escritura de textos tienen una función epistémica: son potentes organizadores del aprendizaje de la disciplina. Se trata de pensar que las prácticas de interpretar y producir el discurso de la propia disciplina sean también un asunto del propio espacio curricular: que tenga una forma de visibilizarse en su mismo Programa, en los temas, los contenidos seleccionados y propuestos, así como en las actividades y las prácticas que se proponen para el desarrollo de la asignatura, materia, seminario, taller, etc. Se trata, por lo tanto, de “curricularizar” también la lectura y la escritura de textos de la disciplina, así como otros contenidos específicos.
Curricularizar las prácticas de lectura y escritura
La expresión “curricularizar” significa “hacer curriculum de algo o con algo”; en otras palabras, incluir algún contenido o tema en la propuesta curricular explícita de un plan de estudios, de un espacio (curso, asignatura, seminario, etc.) o de una propuesta de enseñanza. En este caso, se trata de incorporar las prácticas y/o experiencias de lectura y escritura en contenidos visibles junto a los conceptos, teorías o desarrollos propios de una disciplina. Así, una propuesta de enseñanza no constaría solo de contenidos conceptuales explícitos sino también de procesos que aluden a experiencias o prácticas deseables en torno al aprendizaje de esos contenidos (lectura de fuentes, rastreo e interpretación de información relevante, organización de materiales bibliográficos, producción de textos de índole diversa sobre determinados contenidos y para determinados fines, etc.).
No se trata solo de pautas metodológicas supuestas para el trabajo, sino de contenidos de enseñanza seleccionados y jerarquizados en una propuesta curricular (programa y/o planificación) y que se incorporan, por tanto, en la organización o planificación del espacio: en sus fundamentos, objetivos, clases, pautas evaluativas, etc. El proceso de curricularización implica, por tanto, jerarquizar o volver relevante un concepto, proceso o práctica como contenido de enseñanza explícito que ocupa el trabajo de profesorxs y estudiantes en torno a él.
En función de lo expuesto y en el marco de diversas prácticas que nuestra Facultad implementa desde hace años en relación a la alfabetización académica, entendemos que es necesario intensificar, ampliar y sostener experiencias de enseñanza situadas en los espacios curriculares que integran los planes de estudios de las carreras de grado de la FFyH, y que aborden las particulares formas de leer y de escribir propias de esos contenidos disciplinares.
Bazerman, Charles, et al. «Escribir a través del Currículum. Una guía de referencia.» (2016).
Carlino, Paula (2004). Escribir a través del currículum: tres modelos para hacerlo en la universidad. Lectura y vida, 25(1), 16-27.
Marinkovich Ravena, J., & Morán Ramírez, P. (1998). La escritura a través del currículum. Revista signos, 31(43-44), 165-171.
Ávila Reyes, N., Figueroa Miralles, J., Navarro, F., Calle-Arango, L., Cortés Lagos, A. M., & Morales, S. (2022). ¿Formamos docentes que escriben? Oportunidades para escribir a través del currículum en pedagogía en educación básica. Calidad en la educación, (56), 212-254.