Las obras son un apoyo al pedido de libertad de Milagro Sala y formaron parte de la presentación en 2018 del libro 1000 poemas para Milagro, al cumplirse los 1000 días de encierro de la dirigente social jujeña.
En 2016, la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC otorgó el Premio José María Aricó al compromiso social y político a la dirigente social y legisladora del Parlasur, Milagro Sala.
El 11 de octubre de 2018, cerca de cumplirse los 1000 días de encierro de Milagro Sala, se presentó en el Museo de Antropologías el libro 1000 poemas para Milagro, una iniciativa conjunta del Comité por la Libertad de Milagro Sala de Córdoba, la Cooperativa de Trabajo Editorial Acercándonos y la FFyH.
En aquella oportunidad, presentaron la actividad la decana Flavia Dezzutto y la directora del Museo de Antropologías, Fabiola Heredia. El libro fue valorado por una mesa integrada por el abogado Miguel Rodríguez Villafañe, la antropóloga Ludmila Da Silva Catela y el geógrafo Pablo Sigismondi.
Para esta actividad se lanzó una convocatoria de artistas locales que aportaron sus obras como una forma de apoyo al pedido de libertad de Milagro. Esta muestra está compuesta por aquellas obras, que ahora se pueden ver en el hall del Pabellón Residencial. Algunxs de lxs artistas que expusieron fueron Andrés Torregiani, Néstor Lallana, Paula lssler, Luciano Ferrari, Jericles, Osvaldo Rugani, Juan Delfini, Marisa Garat y Carlos Carbassi.
Por otro lado, la muestra está acompañada por un texto elaborado por Ludmila Da Silva Catela, quien narra el encuentro en la cárcel con Milagro Sala tras conocer el espacio social de la Organización Barrial Túpac Amaru. “Milagro Sala representa, en su figura, la otra parte del mundo jujeño. Un mundo al que el Estado argentino ha negado toda posibilidad de identidad mientras que opuestamente contribuyó a que esa dominación se reproduzca en los ingenios y minas, aportando con su brazo armado de las fuerzas represivas. Un mundo al que la nación argentina quiso “civilizar” matándolos en el pasado y al que la “buena sociedad”, “la gente bien” quisiera hoy exterminar simbólicamente. Un mundo donde la respuesta más conocida desde el Estado ha sido el sometimiento y la indiferencia. Negando su existencia, borrando su identidad, sometiéndolo al trabajo inhumano o simplemente dejándolos librados al azar de las elites locales. En ese contexto, Milagro Sala produjo sentido. Como mujer, como líder política, como indígena”, dice parte del texto que se encuentra en el Residencial.