La ceremonia se realizó el 23 de septiembre en el Salón de Grados del Antiguo Rectorado. La Vicerrectora, Mariela Marchisio, y la Decana de la FFyH, Alejandra Castro, entregaron el título y la medalla recordatoria en reconocimiento a su aporte a la literatura, el periodismo, el feminismo y la crítica cultural.
La distinción, propuesta por la Facultad de Filosofía y Humanidades, se fundamentó en la amplia trayectoria de Maria Moreno como periodista, narradora, crítica cultural y militante feminista. Desde sus primeros escritos ejerció un autodidactismo iconoclasta y antipatriarcal como política del conocimiento, y se convirtió en una de las voces más influyentes de la crónica y el ensayo en lengua castellana.
Fue fundadora de Alfonsina, el primer periódico feminista del período democrático, y editora de El Teje, el primer periódico travesti latinoamericano. Se desempeñó como secretaria de redacción de Tiempo Argentino, donde creó el suplemento La Mujer; subeditora del suplemento Las 12 de Página/12; y directora de publicaciones como La cautiva en Fin de Siglo y La mujer pública en Babel. Además, condujo el área de Comunicación del Centro Cultural Ricardo Rojas y, más recientemente, la dirección del Museo del Libro y de la Lengua.
Es autora, entre otras, de El affair Skeffington; El petiso orejudo; A tontas y a locas; El fin del sexo y otras mentiras; Subrayados, leer hasta que la muerte nos separe; Oración. Carta a Vicki y otras elegías políticas; Panfleto, Erótica y feminismo; Por cuatro días locos. Pequeño inventario de la Patria Pop.
A lo largo de su trayectoria recibió el Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas (2018), el Premio Revista Ñ a la trayectoria (2023) y los Premios Konex de Platino y de Brillante en 2024. La Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires también la distinguió como Personalidad Destacada de la Cultura.
Pro María
La presentación estuvo a cargo de la ex Decana y docente de la FFyH, Flavia Dezzutto, quien destacó la importancia de reconocer a una figura que, a través de su obra, marcó un rumbo intelectual y político. “Podemos decir frente a María Moreno, la cronista, pueda recibir nuestro testimonio, y así se manifiesten algunos de los sentidos en los que este doctorado honoris causa nos honra a quienes lo otorgamos, por la valía de quien lo recibe. Su escritura, su camino vital y literario nos interpelan y nos enseñan a leer de otro modo, atentos a gritos y susurros que hacen de la literatura un acto colectivo”, afirmó. «Pro María, ante María quisiera exponer, como quien marca unas lecturas, recolecta señas, y comparte gritos y susurros, qué lecciones recibimos nosotrxs, como universidad pública, como Facultad de Filosofía y Humanidades al otorgar este doctorado honoris causa».
Dezzutto agregó que la obra de Moreno constituye una lección para la universidad pública. “Su producción no se encierra en cánones. Se abre a voces múltiples, plebeyas y disidentes, que construyen una ética de la escucha. Esa capacidad de transformar la lengua en espacio común es la que hoy celebramos”, señaló.
El amor preceptor
Luego, María Moreno brindó la conferencia “El amor preceptor”. “No al veto, es la frase imprescindible, mantra político que me impide empezar por el cantado GRACIAS ante el honor que se me confiere y antes de que el síndrome del impostor me haga sentir como el personaje de aquella vieja película nacional titulada Cristóbal Colón en la facultad de Medicina protagonizada por Pepitito Marrone. Honoris causa –vengo con mis cucardas– orgullo disca, columna monstri, cronista todera –el autodidacta no es el que aprende de sí mismo sino el que elige sus maestros, me sopla Germán García–. Los míos son Rodolfo Walsh de quien hablaré mañana y Enrique Raab, declarado marxista miembro del PRT hoy detenido y desaparecido y que, por esas mitologías tan argentinas como que Gardel era uruguayo y Cortázar, belga, era vienés. En realidad tendría que agregar a Miguel Brascó pero tengo miedo de que su fantasma me venga a tirar de los pies”, comenzó la nueva Doctora Honoris Causa de la UNC.
En el discurso, también agradeció por la distinción y recordó a su familia: “Y en el GRACIAS aparece un sentimiento de culpa. ¡Sombra terrible de mi madre voy a evocarte! De origen pobrísimo, como escrito por Edmundo Damicis, casi la estoy oyendo decir “¡honoris causa, qué barbaridad!, ¡honoris chanta debían darle! ¡Si se pasó veinte años sentada en bar, debe ser que tiene una cuña con los cordobeses!”, dijo Moreno, lo que desató risas de la comunidad universitaria presente en el acto. “Mis padres –él era ingeniero– habían iniciado en sus familias de origen la primera generación de profesionales. Yo podía pasar de largo por las puertas de la universidad sin que el ascenso de clases se volviera reversible. Es decir, porque ella pudo, tuvo ese derecho y ejercerlo fue su lucha, rechazarlo fue mi privilegio”, apuntó después.
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