El acto de fin de año de la Facultad de Filosofía y Humanidades en el Museo de Antropología estuvo atravesado por el recuerdo de Juan Pablo Abratte y las sentidas palabras de la Decana, Flavia Dezzutto, y de las docentes y nodocentes que se jubilaron. Hubo entrega de medallas y un final a pura música para despedir el 2019.
Fue un acto sencillo, pero altamente emotivo. Y no era para menos: la presencia de Juan Pablo Abratte flotaba en el hall del Museo de Antropología, el lugar elegido para el acto de cierre de la Facultad de Filosofía y Humanidades. La memoria y el legado del Decano atravesaron una jornada rodeada de afectos y recuerdos compartidos.
Silvia Avila fue la encargada de leer un texto sobre la vida institucional y política de Abratte. “Voy a recuperar en parte palabras de Rodrigo Saguas frente a la Red Interuniversitaria de Derechos Humanos para recordar a nuestro querido Decano”, dijo Avila, mientras una proyección de fotos de Juan Pablo retrataba momentos de su paso por la Facultad, la Universidad, las marchas y eventos académicos en todo el país.
Amiga y compañera de trabajo, Avila destacó su función docente, su rol de pedagogo, su compromiso militante y su calidad humana, además de repasar los principales logros de gestión “del primer Decano elegido por el voto directo”. En este sentido, recuperó su “profunda preocupación por el lugar de las humanidades en el campo social y educativo, en la formación de los jóvenes y en las disputas de sentidos que atraviesa nuestra sociedad en múltiples temáticas”.
Reconocido a nivel nacional por sus aportes a la educación pública, Avila destacó su “confianza sustantiva en la tarea docente”, en “mejorar las condiciones de trabajo de docentes y no docentes” y en la “democratización de la Facultad”.
Profundamente emocionada, hasta el punto de casi no poder hablar, Avila resaltó la sencillez y humildad de Juan Pablo, muy valorada por lxs estudiantes: “Con la lucidez de tus ideas, con los mates, con las sonrisas, con las luchas y las presencias allí donde es necesario estar, estás y estarás presente, querido Decano, querido Juan Pablo”.
Con sentimientos encontrados por el dolor de la pérdida y el recuerdo, la Decana, Flavia Dezzutto, entregó las medallas a quienes se jubilaban. Elisa Cragnolino, Mirta Antonelli, Susana Celli, Marcela Sosa, Beatriz Bixio y Silvia María Mateo tomaron el micrófono para compartir unas palabras de agradecimiento a la Facultad y honrar la memoria de Juan Pablo. Todas destacaron a la FFyH como una “casa”, una “comunidad”, un espacio de “construcción colectiva”.
Las palabras se tomaron una pausa para abrir paso a la música, que llegó con el trío Las Cáscara, integrado por Carolina Andreis en bombo y percusión, Lara Fernández en voz y guitarra y Coca Samano en voz y bajo. Emocionadas y agradecidas por la invitación de Claudio Díaz, del área de Cultura de la Secretaria de Extensión, compartieron un set de chacareras propias y la cueca El Pajarillo ante a un público que disfrutó el momento artístico del acto.
El final estuvo a cargo de la Decana, quien eligió a uno de los más importantes reformistas para arrancar su alocución: “La Facultad puede ser un lugar para vivir, como decía Deodoro Roca de la universidad, pues la universidad es un lugar para vivir con otros, para armar comunidades muy ampliadas en el tiempo y en el espacio, que pueden ir desde las experiencias vividas en el Chile de Salvador Allende en los años 70, como se dijo acá, hasta nuestro Cordobazo. Comunidades donde deberíamos aprender a no saber, lo que para nosotrxs es un gran desafío porque es por ese camino que podemos aprender”.
Siguiendo el hilo reformista, Dezzutto recuperó un fragmento del Manifiesto Liminar. “Me gusta mucho un pasaje que describe a la educación es como una obra de amor, y esta Facultad nos sigue invitando a que sea así”.
En un tono tranquilo, pausado, la Decana citó a una poeta griega, Safo de Mitilene, para dar por culminado el acto: “Nuestros deseos son dobles, dice la poeta, y por eso deben ser forjados, porque, según sus mismas palabras “el deseo es oro y el amor orfebre”. El amor le da a nuestros deseos la integridad de lo verdadero, y la verdad una forma de estar, también aquí, para nosotrxs, en esta comunidad. Finalmente, quiero agradecer a los y las compañeras de gestión y a los y las consejeras del HCD, a todxs cuantxs andamos juntxs la tarea cotidiana. También agradezco a todxs el acompañamiento de modo personal, para que el buen orfebre del corazón siga haciendo de nuestra Facultad un lugar para vivir”.