Compañeros de cátedra, docentes, alumnxs, ex alumnxs, amigxs, familiares y autoridades de la Escuela de Historia recordaron y homenajearon al profesor Jaime Silbert, de quien destacaron su generosidad, honestidad intelectual y defensa de la universidad pública y popular. En tanto, desde la Biblioteca de la FFyH agradecieron y valoraron la donación de su biblioteca personal, con más de trescientos libros y cientos de documentos.
Tener hijxs, escribir un libro y plantar un árbol suelen mencionarse como las tres maneras de trascender la propia vida. Enseñar, acompañar el aprendizaje de lxs estudiantes como docente, compartir sus vivencias, emociones, miedos y logros, también. Todo eso fue lo que compañeros de cátedra, docentes, estudiantes, ex alumnxs, amigos de la vida, familiares directos (esposa, hijas, nietxs) y autoridades de la Escuela de Historia compartieron y destacaron de Jaime Silbert, profesor titular de la cátedra de Historia Contemporánea de Asia y África de esta institución, fallecido en 2010 y homenajeado ayer en su querida Escuela.
“Nos encontramos y reencontramos en el Aula Magna para recordar y homenajear a Jaime Silbert, impulsor de los estudios de Asia y África en Córdoba, profesor de esta escuela desde 1988 hasta que nos dejara en 2010, y su Vicedirector entre 2006 y 2008”, dijo Isabel Castro, Directora de la Escuela de Historia de la FFyH, en el inicio de una actividad altamente emotiva, que rescató las huellas dejadas por el ex profesor en la comunidad de esta institución.
Castro agradeció también la generosidad de la familia, quien decidió donar la biblioteca personal de Silbert para constituir una colección en la Biblioteca de la FFyH, “una excusa que permite materializar un motivo de encuentro para que su familia, amigxs, colegas, alumnxs, ex alumnxs y compañerxs se reencuentren para recordarlo”.
“Momentos como este, donde el homenaje, los recuerdos, el respeto, el reconocimiento de cómo nos marcaron nuestra vida, nuestros pensamientos y nuestra acción las personas y colegas que transitaron esta institución y formaron parte de ella muestra que la Escuela de Historia es un espacio compartido donde historia y memoria tienen una trama que nos permite reencontrarnos. Jaime Silbert fue uno de los actores que marcaron la historia de nuestra escuela en las décadas de 1990 y 2000; para él, como para muchos de los que estamos hoy aquí, la escuela fue parte de su vida. Reconocer las marcas que ese pasado tiene en nuestro presente es algo de lo que nos define como comunidad”, señaló Isabel Castro.
Luego habló José Luis Díaz, trabajador de la Biblioteca Elmer K. Estrabou de la FFyH, quien agradeció a la familia la donación de su biblioteca personal y puntualizó el contenido de la misma, que asciende a 380 libros y otros tantos documentos.
En un clima de respeto y admiración, la palabra circuló y fue nutriéndose con los relatos de quienes dijeron presente en el Aula Magna para recordar al maestro, al compañero, al amigo, al padre. Gustavo Santillán, integrante de la cátedra de Silbert, fue quien destacó, entre muchas cualidades, su gran generosidad intelectual y personal. Posta que tomó Carlos Mignon, docente de la cátedra de Historia Contemporánea junto a Daniel Gaido, quienes reconocieron sus aportes académicos, su vastísima y diversa biblioteca que compartía con colegas y alumnos con total desprendimiento, y su férrea defensa y militancia de la universidad pública y los proyectos políticos populares. Jorge Santarrosa, compañero de cátedra, en tanto, puso en valor su tenacidad para impulsar los estudios sobre Asia y África, siendo un pionero en el país, y Fernando Blanco, también docente y ex Director de la Escuela junto a Silbert entre 2006 y 2008, tuvo palabras muy sentidas para recordar a “un tipo que no se desanimaba ante nada”.
Tanto ellos como lxs alumnxs y ex alumnxs que participaron del homenaje, valoraron su tarea docente y, sobre todo, “la paciencia y la preocupación por lxs estudiantes trabajadorxs. Fue un gran defensor del doble horario, para que lxs estudiantes que trabajábamos, que en esta Escuela somos muchxs, pudiéramos cursar”, dijo Fausto Martín, hoy profesor, junto a otras remembranzas que fueron sumando otrxs estudiantes y graduadxs, además de amigos de toda la vida. Tanto ellxs como los colegas recordaron también los muchos momentos compartidos fuera de clase, en encendidas reuniones políticas y “asados en los que siempre estaba Silbert”.
Entre nietxs que escuchaban, correteaban entre los bancos y dibujaban en el pizarrón, sus hijas, Violeta y Ximena Silbert, tuvieron palabras de agradecimiento por tanto cariño y recuerdos compartidos, y reconocieron que aunque no fue fácil desprenderse de su biblioteca “por lo que esos libros significaban para la familia”, es lo que su papá hubiera querido como persona que toda su vida luchó por la universidad pública y popular: “Él amaba la Facultad, era su otra casa, amaba sus libros y no hay mejor lugar donde puedan estar que en esta biblioteca”.