Relación con la comunidad

Yupanqui con los niños: una experiencia de formación de lectores en las escuelas rurales del norte cordobés

 

El proyecto de extensión se desarrolló en la localidad de Cerro Colorado y vinculó a más de 20 escuelas de los departamentos Totoral, Tulumba, Ischilín, Río Seco, Sobremonte y Cruz del Eje. Se realizaron talleres con docentes, jornadas de animación a la lectura, destinadas a los niños y adolescentes y se entregaron libros a las bibliotecas. El 9 de octubre de 2009, se llevó a cabo la actividad de cierre, con una radio abierta y una muestra de trabajos que incluyó coplas, pinturas y fotografías. Ver especial multimedia

La actividad de cierre del proyecto de extensión “Atahualpa Yupanqui con los niños. Formación de lectores y de mediadores culturales en escuelas rurales del norte cordobés” refleja, en justa medida, el impacto de esta experiencia. El 9 de octubre de 2009, en la plaza de la comuna de Cerro Colorado, se llevó a cabo una radio abierta y una muestra de los trabajos que los alumnos de la zona realizaron en el marco de este proyecto. Hubo coplas, dibujos, pinturas y fotografías.
Esta propuesta, a su vez, vinculó a veinte escuelas rurales de los departamentos Totoral, Tulumba, Ischilín, Río Seco, Sobremonte y Cruz del Eje. “La situación de inequidad social de las comunidades rurales se advierte en la formación, tanto de los alumnos como de los docentes. La dificultad de acceso a propuestas de calidad que contengan sus intereses y problemáticas específicas nos motivó a desarrollar este proyecto que contempla, por un lado, la capacitación de docentes y mediadores y, por otro, la recuperación de la obra de Atahualpa Yupanqui, clave para la configuración identitaria de la zona geográfica seleccionada”, señalan la becaria Julia Duelli y los docentes Juan Spicogna y Mariano Medina, autores del proyecto que obtuvo una beca de la Secretaría de Extensión Universitaria de la UNC en 2008. La experiencia fue dirigida por Susana Gómez, responsable del Programa en Promoción y Animación a la Lectura y a la Escritura (Propale) de la FFyH.
El trabajo se llevó a cabo en el marco del centenario del nacimiento de Atahualpa Yupanqui -uno de los músicos argentinos más importantes de todos los tiempos- y se inició con una serie de acciones de animación a la lectura en 2008. Finalmente, en marzo de 2009, obtuvieron la beca de extensión, lo cual les permitió conferirle un nuevo impulso a la propuesta.
La experiencia contempló la realización de talleres con docentes (mediadores) y jornadas de animación destinadas a los niños y adolescentes. También se entregó una dotación de libros con una temática vinculada al proyecto, que incluyó títulos que abarcan una diversidad de disciplinas como: literatura, poesía, teoría sobre animación, medio ambiente y la obra completa de Atahualpa Yupanqui.
Además, el proyecto contó con el aporte de las diferentes instituciones involucradas: el Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil (Cedilij), el Propale, el Aula Abierta de Montaña y la Fundación Atahualpa Yupanqui. Por su parte, la inspectora de la región Río Seco, Eve Rivero, realizó la difusión y el anclaje institucional con las escuelas, directivos y docentes de la zona.

Los encuentros con los niños y docentes
“Este es un proyecto que utiliza, de alguna manera, la obra y la historia de Yupanqui para desarrollar las capacidades lectoras de los chicos en la escuela rural de Cerro Colorado, pero que extiende el trabajo a los docentes de otras escuelas de los departamentos del norte de Córdoba”, aclara Medina, coordinador general del proyecto y miembro del Cedilij.
De esta manera, la propuesta apuntó a promover la formación de lectores en ámbitos rurales serranos y, a su vez, planteó la puesta en valor de la obra de Yupanqui. El proyecto contempló la realización de talleres con docentes, jornadas metodológicas de animación con los niños y, por último, el armado, entre todos los participantes, de una muestra del trabajo que se llevó a cabo en la plaza de Cerro Colorado, con la presencia de los niños involucrados y numerosos vecinos de la comunidad.
Julia Duelli, egresada de la carrera de Letras y miembro del Propale, explica la metodología: “Por un lado trabajamos con la plástica, para recuperar las formas de representación que los chicos tenían de sus espacios y también como una forma de interpretación de la práctica lectora. En la escuela, también se trabajaba con juegos que incluían sonidos, sílabas propias de la forma poética, y que a veces son muy difíciles de incorporar. Jugábamos con versos de canciones que ellos conocían, la mayoría de Yupanqui”.
“La idea era que los maestros lograran implementar, con los conceptos de animación artística, algunas de las estrategias que nosotros proponíamos. Porque era animación a la plástica, a la escritura, a la lectura y la promoción de cuestiones locales. También hacer una selección de Yupanqui fue un trabajo arduo, porque no es un autor, un escritor o un músico para niños originariamente, entonces eso implicó todo un desafío”, dice.
“Además, se realizó la dotación de libros a las bibliotecas, la capacitación docente y una aproximación a otro tipo de expresión artística, a partir de lo cual se desprende, por un lado, la historia de Yupanqui y sus obras y, por otro, la relación que pueden tener con la historia de los chicos que viven actualmente en el norte”, agrega Medina.
Aunque no estaba estipulado originalmente en el proyecto, la experiencia generó la participación de otros miembros de la localidad de Cerro Colorado, como la de Marcelo Vena, artista plástico y padre de unas alumnas de la escuela Luciano Argüello, quien trabajó con los niños para recuperar y reivindicar las tradiciones de la zona a través de la pintura. “Tratamos de graficar las coplas de Yupanqui con las que estaban trabajando. Aparte de usar pinturas convencionales, utilizamos elementos locales como tierra, piedras de colores y plumas”, relata Marcelo.
Por su parte, Juan Manuel Spicogna, estudiante de Geografía en la FFyH y miembro del equipo de comunicación del Aula Abierta de Montaña de la UNC, señala: “Para nosotros, el trabajo con los niños tiene que ver con tomarlos en una situación de protagonistas frente a la realidad. Una realidad en la que cotidianamente se conjuga la relación de la escuela y la comunidad. En esta experiencia en el Cerro Colorado, los niños tienen una construcción heredada sobre la obra y vida de Atahualpa Yupanqui. En esta herencia también hay una nueva construcción de significados y de sentidos. Entonces, el niño viene a ser la representación de esta relación que ha tenido su padre o su abuelo con Yupanqui y lo que él imagina y ha heredado como significado”.
“Nuestra intención es que se manifieste esa relación a través de la copla, la producción escrita y el conocimiento literario de la obra de Yupanqui. Creemos que, potencialmente, la obra de Yupanqui es motivadora en este contexto, en el norte de Córdoba”, dice Spicogna. Y concluye: “A cada acción que emprendemos en las comunidades, la pensamos desde la escuela y con la escuela. No se puede pensar en una estrategia comunitaria que tenga que ver con un anclaje y una toma de decisión en la transformación de la realidad de esos niños, si no se piensa desde y con la escuela; porque ella, en el medio rural, está atravesada como un espacio de producción social”.

Piedra y camino
La comuna de Cerro Colorado se encuentra a 165 kilómetros de la ciudad de Córdoba, en el noroeste de la provincia. Tiene una población de casi 300 habitantes y su nombre se debe al color rojizo de sus cerros, entre los que se destacan el Colorado, el Veladero y el Inti Huasi.
Aquí también se encuentra una reserva natural y cultural de más de tres mil hectáreas, que contiene entre sus atractivos las pictografías de los pueblos originarios que habitaban la zona, los comechingones y sanavirones.
Además, en la localidad se encuentra la casa (hoy museo) de Atahualpa Yupanqui, quien eligió este lugar como querencia.
Nacido como Héctor Roberto Chavero el 31 de enero de 1908 en Pergamino, provincia de Buenos Aires, Yupanqui escribió más de 300 poesías y canciones, entre las que se encuentra la Chacarera de las Piedras, donde dejó inmortalizada a esta localidad. También, entre sus obras se cuentan once libros.
“Don Ata” estuvo exiliado durante mucho tiempo en París, Francia. Con la vuelta de la democracia, regresa a la Argentina. Finalmente, muere en Francia el 23 de mayo de 1992. Hoy, sus cenizas descansan en el jardín de la casa de Cerro Colorado, a la sombra de un roble, junto a las del “Chúcaro” Santiago Ayala.

Los protagonistas
La puesta en valor de la obra de Atahualpa Yupanqui en el proyecto implicó un acercamiento a las comunidades rurales por medio de estrategias artísticas. A partir del trabajo sobre manifestaciones literarias de expresiones populares, se elaboraron herramientas para acercar a los niños a una experiencia afectiva de su obra.
El proyecto se concentró básicamente en dos poblaciones: la comunidad de niños que asisten a la escuela Luciano Argüello, en Cerro Colorado y a los docentes que asistieron a las capacitaciones, provenientes de Tulumba, Río Seco, Totoral y Sobremonte.
La escuela Luciano Argüello tiene 42 alumnos de la localidad y parajes vecinos. Algunos de ellos viven a siete kilómetros del establecimiento educativo y viajan a caballo. Varios padres colaboran llevando a los niños en sus autos. “Hay chicos que hacen un esfuerzo grande para venir a clases y nunca se quejan”, dice su director y maestro de cuarto, quinto y sexto grado, Juan Alejandro Giménez, y agrega con respecto al proyecto: “Los chicos los recibieron con ansiedad, porque para ellos es algo renovado en su estudio. Es una innovación. Vinieron con una idea nueva que los saca del esquema tradicional y arman algo diferente, pero que está muy vinculado a su medio. Es una propuesta muy linda para despertar el interés en algo que ya conocen. Acá se respiró aire nuevo, y eso fue lindo, tanto para mí como para mis alumnos”.
Se notó que el maestro estaba claramente involucrado en el proyecto. El día de la muestra final iba y venía de acá para allá. Ayudaba a colgar las pinturas con Luciano, Nico, Alejandro, Huguito y Natael. Organizaba la muestra de fotos de Atahualpa que colgaban entre los árboles. El “director”, como lo llaman los alumnos y vecinos, también se ocupó de que esté listo el mate cocido que se sirvió, durante la merienda, en la plaza. Dice Giménez: “Me pareció una experiencia positiva porque, aparte de enseñarme a mí como maestro, veo que se aplica en el aula. Yo vi el trabajo que hicieron de animación a la lectura, no es lo mismo que la capacitación docente que nunca baja al aula. Yo aprendo mucho de ellos (por los becarios) y de mis alumnos”.
Con respecto a la figura de Yupanqui, Giménez señala: “Los chicos están empapados de la poesía de Atahualpa, su música camina por la calle. Acá estamos pisando tierra comechingona. Hay miles de años de historia en el Cerro. Y ahí está enmarcado Atahualpa. Se baila la música de Atahualpa, se recita la poesía de Atahualpa. Entonces, es difícil presentarlo como algo novedoso. Hay que tener talento para que se vuelva a explotar lo que ya se sabe, y ellos (los becarios) tienen tanto para explotar en lo que trabajan”.
Por último, el director dice que estas experiencias “se tienen que multiplicar” y remata: “Nosotros, los maestros, somos sembradores de sueños: tiramos la semilla. Seguro que no todas las plantas brotan, pero con una que brote, me da cien semillas; por eso se tiene que multiplicar. No tiene que quedar aquí”.
Cesar Ibarra es profesor en el área de lengua en la escuela Miguel Cané en La Rinconada Oeste, a unos 20 kilómetros de Villa Maria de Río Seco. Él trajo algunos trabajos para exponer en la muestra final y también cuenta su experiencia: “Es una escuela rural y muchos alumnos viven en el campo. Algunos se animaron a hacer algunas coplas a partir de este taller que se hizo en Cerro Colorado y empezamos a trabajar con algunos libros. Esto sirvió también para que los chicos se acercaran un poco más a la biblioteca de la escuela, empezaran a usar y llevar a la casa los libros”.
A la plaza también concurrieron algunos de los 35 alumnos que tiene la escuela rural Martín Miguel de Güemes, del paraje El Rodeo, que se encuentra sobre la ruta 9, entre Santa Elena y San José de la Dormida. Ana Gianinetto, su directora desde 2004, relata sus impresiones del trabajo realizado: “Yo venía a los encuentros y lo que se trabajaba con los profes, después lo llevaba al aula con los chicos. Fue una experiencia linda, distinta, porque nunca habíamos hecho este tipo de actividades. Así, investigaron sobre la vida de Atahualpa y eligieron algunas poesías para trabajar (en nuestro caso Adiós quebrachito blanco) y, en base a las coplas de Yupanqui, inventaban otros versos y hacían dibujos. Que vengan chicos de la Universidad a trabajar aquí nos facilita las cosas, porque ir a capacitarnos a Córdoba es muy difícil para nosotros. Esto era algo tan nuestro que se nos facilitó también y, en mi caso, lo hice con mucho gusto”, finaliza.

Las respuestas
Los principales problemas que dieron origen al proyecto están vinculados a las dificultades en torno a la lecto-escritura de los niños en las comunidades rurales y el acceso a la capacitación docente. Por eso, la propuesta consistía en formar lectores y mediadores culturales. “Hubo mucho esfuerzo puesto de parte de los becarios y mis alumnos siempre estuvieron muy predispuestos. Hubo dificultades, pero todas se superaron y los chicos quedaron conformes. Además, este trabajo no terminó en las puertas de la escuela, pasó por la policía, por la comuna, por la Fundación (Atahualpa Yupanqui), pasó por los negocios, siguió con los padres. Es como si hubiera habido una raíz seca que se humedeció y brotó algo. Yo lo siento así, mis alumnos lo sienten así”, dice el director de la escuela de Cerro Colorado.
Spicogna añade: “Los niños, sin lugar a dudas, tienen una voracidad para contar, para explorar, para investigar. La pertinencia temática que tiene la obra de Atahualpa Yupanqui en el Cerro Colorado les ha permitido reconocer esos caminos. Hubo una geografía conocida, por un lado por la literatura de Yupanqui, las canciones que están impresas en la cotidianeidad de lo popular y, por otro lado, los niños como sabedores de esa cotidianeidad y como parte de ese ejercicio territorial que tienen, con su caballo, con la búsqueda de leña. Entonces, el niño está predispuesto para el trabajo y la comunidad, de alguna manera, sosteniendo el imaginario de Yupanqui y su producción literaria adhirió de forma permanente”.

La extensión y la interdisciplinariedad
Este espacio de trabajo fue pensado desde la multiplicidad de disciplinas de las que proceden los becarios. Juan tiene formación en Geografía, Julia es egresada en Letras y Mariano proviene de Comunicación Social. “Lo interesante es que, como justamente los tres venimos de espacios institucionales y experiencias en el campo distintas, unimos visiones muy diferentes que terminaron siendo muy productivas. Es un desafío llevar a la práctica eso, combinarlo y que sea efectivamente positivo. Fue como un rompecabezas, cada uno aportó algo y todo terminó cuajando muy bien con la propuesta general”, dice Julia.
Mientras tanto, Spicogna señala que en la relación entre la comunidad y los universitarios es “fundamental una mirada interdisciplinar”. “Lo que buscamos es entender los procesos de articulación escuela – comunidad; entonces, las categorías institucionales tienen que ser miradas desde múltiples ópticas, para entender que son procesos complejos”, apunta. Para este joven, el sentido de la extensión se ve en el “ejercicio cotidiano de vincular los procesos de aprendizaje, de comprensión de los conflictos sociales y tratar de brindar herramientas metodológicas a los actores que intentan encontrar alternativas a esa cotidianeidad; como abrir nuevas fronteras de acciones en la comunidad, porque el niño construye demandas en relación a esos conflictos”. “Este ejercicio de la extensión es un ida y vuelta, que tiene que ver sobre todo con el hecho compartido. No se pueden pensar estrategias unidireccionales”, finaliza.

*Esta nota será publicada en Revista e+e. Estudios de extensión en humanidades, de próxima aparición.

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