Investigación

Salir a estudiar

 

Ana Correa y Alicia Acín son las autoras del libro “Significaciones de la educación en la prisión. Atribuciones desde la perspectiva de los participantes del Programa Universitario en la Cárcel”. A través de los resultados de investigaciones realizadas por distintos equipos interdisciplinarios en este contexto, se trata de reconocer qué motiva a las personas que cumplen condena en el Penal de San Martín a realizar estudios universitarios.

“Al comienzo, para muchos de los internos la aventura de inscribirse en la vida universitaria tuvo que ver con, al menos, ocupar otro espacio dentro de la cárcel. Ellos decían ‘estamos contentos porque salimos a estudiar’ y esta imagen contrasta con los estudiantes del ‘afuera’ que dicen ‘nos encerramos a estudiar’. Esta idea de salir a estudiar provoca entusiasmo y genera la sensación de estar en otro lugar. Ganar ese espacio de libertad fue un aprendizaje”, cuenta Ana Correa, coordinadora del Observatorio de Prácticas en Derechos Humanos de la Secretaría de Extensión Universitaria de la UNC y autora, junto con Alicia Acín, docente y miembro de la Comisión Mixta de apoyo al Programa Universitario en la Cárcel (PUC) de la Facultad de Filosofía y Humanidades, del libro “Significaciones de la educación en la prisión. Atribuciones desde la perspectiva de los participantes del Programa Universitario en la Cárcel”.
Esta publicación refleja los resultados de tres proyectos de investigación relacionados directa o indirectamente con la educación en contextos de encierro, desarrollados entre los años 2005 y 2009 por distintos equipos interdisciplinarios, dirigidos por Acín y Correa. El principal objetivo del trabajo fue reconocer qué motiva a las personas que cumplen condena en el Penal de San Martín a realizar estudios universitarios. “Para nosotros es muy importante este trabajo porque nos permite recuperar parte de la experiencia acumulada y del conocimiento generado a partir de una intervención. Sin embargo, también permite otro tipo de conocimiento objetivado. Si bien trabajamos con un universo bastante restringido, y quizás no el más representativo de la población carcelaria, nos parece que algunos de los hallazgos de la investigación son valiosos para poder pensar la intervención educativa en otros niveles del sistema y trabajando también con otros sujetos”, indica Acín.

Entre los “hallazgos” relevantes, en la investigación se destacan “la omnipresencia de la institución cárcel”, “el lugar ambiguo y conflictivo que ocupa la educación en el tratamiento penitenciario” y “las concepciones -moralizantes, críticas o emancipadoras- en las que se inspira, generando tensiones entre los agentes del Servicio Penitenciario y los de otras agencias educativas externas dependientes del Ministerio de Educación o de la Universidad, como en este caso”.

Las autoras afirman en el libro que, en la actualidad, “a raíz del incremento de la población cada vez más joven detenida en prisiones, con niveles educativos deficitarios y un abierto debate sobre la exigibilidad de los derechos, suscita un renovado interés el lugar que la educación ocupa en el contexto de la prisión, y las connotaciones que adquiere al estar enmarcada en el tratamiento penitenciario y constituir un pilar fundamental del mismo”.

A través de cinco capítulos, se trata de poner a disposición de la sociedad el conocimiento generado en torno a la problemática compleja de la educación en la cárcel. El primero, está destinado a las referencias conceptuales que les permiten contextualizar y comprender la problemática analizada. Luego se presenta la perspectiva teórico-metodológica y después, en el tercer capítulo, se reconstruyen algunas situaciones en las que se ponen en juego aspectos socioculturales estables y arraigados en la cultura carcelaria, así como otros aprehendidos en las trayectorias de vida de los internos.
En el capítulo cuatro se reconstruyen, a partir de los relatos de vida de los entrevistados, sus itinerarios educativos en relación con las trayectorias familiares y laborales. “Los relatos de trayectorias nos permiten seguir el recorrido histórico de un sujeto y los cambios de posición en ese recorrido, como así también reconocer el capital cultural incorporado en los desplazamientos ocurridos a lo largo de su vida. Se trata de una reconstrucción que realizan aquí y ahora, en la presencia del investigador, por lo que se produce una actualización y significación de la experiencia de vida, filtrada desde esta situación.”, dicen las autoras.

Finalmente, el capitulo cinco es un espacio de síntesis y conceptualización del objeto de trabajo que se propone. Aquí es donde se descubren las significaciones de la educación en el espacio de la prisión, engendradas a través de la reconstrucción de sus trayectorias de vida. “La educación como derecho lleva a superar, contradictoria y paradojalmente, estereotipos revitalizados y reforzados en la institución carcelaria acerca de la finalidad de la educación en una sociedad. En este sentido, podemos entender que quienes están participado del Programa van reconstruyendo, más allá de lo que la institución penitenciaria es capaz de controlar y mortificar, mediante la pérdida de las relaciones con el exterior y las formas rutinarias de relación que se establecen al interior de la prisión, nuevos sentidos que invisten a los sujetos de capacidad deliberativa que posibilita el ejercicio con mayor libertad de la autonomía”, concluyen.

En la investigación participaron los internos que estudian Filosofía, Historia y Ciencias de la Educación, incursionando en las trayectorias educativas y sus vicisitudes, para reconocer las significaciones de la educación. En el epílogo del libro se reproducen las palabras de un alumno-interno, que señala: “Como proceso de desajenación, la educación no es sólo hablar de alguien que transmite conocimiento, sino de alguien que cree que a través de la educación se pueden forjar nuevos valores y forjar la construcción de un espacio de pensamiento y reflexión en la vida de las personas… ¡Y eso no es poca cosa!”.
La investigación contó con un subsidio de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la UNC y el apoyo del Área Educación del Servicio Penitenciario de la Provincia de Córdoba. El libro puede adquirirse en el Centro de Publicaciones de la FFyH a un valor de $35.

Un libro desde y como experiencia

Por Silvia Avila, vicedecana de la FFyH

Esta unidad académica se ha configurado como el espacio académico institucional que albergó  tempranamente iniciativas extendidas luego al conjunto de la Universidad y hoy planteadas a nivel de políticas educativas con soportes legales, que no existían al momento en que se motorizaron y se implementaron en la Facultad. Precisamente, desde distintos lugares de gestión, docencia e investigación Alicia Acín y Ana Correa han contribuido sustantivamente a que estas políticas institucionales se concretaran y se convirtieran en un sólido programa institucional.

El libro contiene el producto de varias investigaciones que sucesivamente han desarrollado y hace foco en las significaciones acerca de la educación en la prisión. Lo interesante de la perspectiva que asume el trabajo, es el modo en que se va presentando y construyendo en el texto este objeto del libro.  Para ello se va tejiendo una trama compleja que permite anclar, comprender y dar sentido a esas significaciones reconstruidas, a partir de una rica diversidad de elementos surgidos de la investigación y contemplados a priori desde el planteo teórico metodológico que orienta las investigaciones y que muy bien se refleja en los distintos capítulos.

En el tiempo de lectura de este libro me atravesó y me repicó permanentemente una palabra: experiencia. Digo experiencia recuperando el sentido de la palabra citado por Gabriela Dicker. Dicker diferencia en un artículo “práctica” de “experiencia”, recalcando el concepto como “aquello en lo que predomina un acto de interiorización, de transformación de uno mismo como resultado de una práctica, la experiencia como transformación de sí, eso que nos acaece, nos alcanza, que se apodera de nosotros, que nos tumba y nos transforma, puesta en cuestión de uno mismo y de las categorías disponibles para pensar lo otro…”

Sentí durante la lectura de este material que es la experiencia individual y colectiva, pasada y presente, acumulada y desplegada, vivida y plasmada lo que de muy diversas maneras está atravesando el contenido y el desarrollo que propone.
Experiencia de las autoras reflejada en el texto. Es claro que no se trata simplemente de investigadoras, aún cuando la investigación en sí misma es valiosa como tal. Se habla desde esa experiencia entendida como un saber acumulado, procesado, elaborado, que permite pensar los problemas.

La selección teórica, elaboración de los ejes, las posiciones asumidas trasunta la experiencia atravesada y acumulada de un trabajo paciente y persistente en la educación en la prisión. Siempre hay una posición desde la cual se selecciona, de decide citar a tal o cual autor, se convoca ciertas ideas acerca de la educación, se analizan las leyes y se acerca a los sujetos; y se trata de una posición que se ha construido desde el hacer en la educación y en la cárcel. Esto, queda completamente refrendado cuando conocemos las trayectorias de las autoras. Pero aún si no las conociéramos, es el libro el que da cuenta desde el lugar desde dónde se lo produce.

El Programa Universitario en la Cárcel representa una apuesta de singular significación en la política institucional de la Facultad de Filosofía y Humanidades. El sentido de llevar adelante este programa arraiga en la responsabilidad que como universidad pública debe asumirse y forma parte de un conjunto de definiciones relacionadas con el derecho a la educación y al acceso de los ciudadanos al mismo, más allá de las condiciones en que transitoriamente se encuentren.

El compromiso está puesto en llevar adelante una tarea que se asienta en la necesidad de sostener con nuestros alumnos presos una relación cuyos fundamentos no son distintos a los que la FFyH tiene con sus alumnos regulares, aún cuando las condiciones en que estos alumnos desarrollan su formación implican marcos diferentes y limitaciones derivadas, no sólo de la privación de libertad, sino también de las características institucionales del sistema penitenciario y su funcionamiento.

Bajo esas coordenadas, los esfuerzos están orientados a brindar posibilidades de acceder a instancias educativas que contribuyan a ampliar sus horizontes de comprensión y acción en el mundo. Aquí radica la diferencia con un abordaje relacionado con el “tratamiento penitenciario” cuestión que es tarea y función exclusivamente de la institución carcelaria.
La oferta educativa que se realiza a los alumnos presos se concibe como una oportunidad para el ejercicio de un derecho fundamental que los reclusos no pierden: el derecho a la educación, y que en muchos casos ya les ha sido negado o retaceado previamente; no compartimos los supuestos que hacen de las actividades educativas factores de la ejecución de una pena, abordaje que supone otras lógicas y proponen debates en otros campos.

El aula universitaria es el espacio material y simbólico inserto en el seno de la institución carcelaria,  resume y expresa en su funcionamiento este complejo juego de fricciones y es por ello que requiere ser reinventada cotidianamente por los actores que de ella participan, tanto docentes, ayudantes alumnos y egresados que constituyen los equipos de trabajo, como estudiantes internos; y los procesos que acontecen constreñidos por las lógicas, los procedimientos y las significaciones propias del espacio del penal y las premisas de la seguridad.

Justamente, la experiencia de estos doce años de trabajo ha mostrado que estas lógicas diferentes coexisten en tensión y que el lugar universitario se sostiene a condición de reorientar día a día su posición sustantivamente instituyente e inacabada. Es allí dónde el conocimiento puede jugar un papel potente para reflexionar acerca de esas múltiples reorientaciones que la tarea diaria exige. 

Un espacio que irrumpe en la cotidianeidad de la prisión.
El punto de partida está dado por el ingreso de la universidad en la cárcel, lo que  posibilita la observación y la identificación de esas relaciones en la prisión y el punto de llegada, por la posibilidad de pensar en el sentido de la educación, más allá de sus muros. Es un espacio que irrumpe del “afuera” hacia el interior de los muros pero, al mismo tiempo, el interior de la cárcel irrumpe en la vida universitaria.

Como dicen las autoras: “En este proceso es posible reconocer las interferencias que la educación como derecho produce con las significaciones cristalizadas que organizan el sentido de la prisión, agregaría,  en su cotidianeidad, en sus sufrimientos, en sus intersticios”.

Experiencias y significaciones, entonces, que se constituyen en interferencias en la compleja realidad institucional y cotidiana de la cárcel. Que ponen una pregunta distinta, que interpelan sentidos y abren causas de autonomía e identidad.
Experiencias, significaciones e interferencias. Ideas para repensar la educación y sus instituciones, en y más allá de la prisión.

volver