Hasta siempre, Norma Giarracca. Semilleros, territorios de vida y palabra pública

giarraca-680x365Este último domingo, 07 de junio, murió Norma Giarracca. El breve texto que anunciaba su partida recorrió, con incredulidad primero, con enorme tristeza después, las redes sociales de amigos, colegas, becarios, estudiantes, intelectuales, periodistas; y también, de numerosas organizaciones sociales, campesinas, universitarias, y de pobladores de La Rioja, Mendoza, Esquel, Río Cuarto, Córdoba, Catamarca, y allende nuestras fronteras. Acababa de cumplir 70 años,  y se fue apenas a contados días del primer aniversario de otra partida, la de un gran compañero de luchas por la autonomía científica y la responsabilidad social de los universitarios: Andrés Carrasco. La figura de esta socióloga, de trayectoria intensa y anfibia, entramó en múltiples territorios de acción, investigación, formación,  y de intervención pública.

Norma estudió Sociología en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, donde comenzaría muy tempranamente su carrera docente, y también en la de Agronomía, como auxiliar de docencia. Habría que esperar a la democracia para que naciera la Facultad de Ciencias Sociales, a la que contribuyó a crear, y donde, por concurso, será primero profesora asociada de Sociología Rural y, desde 1997, profesora titular. Con energía centrípeta, desplegaría desde allí esa pasión que no la abandonaría: “la cuestión agraria”; los campesinos, la agricultura y las formas de vida de los territorios, la producción agraria y la reproducción social, la tierra y las semillas, los bienes comunes, la dignidad de los pueblos, los violentamientos sobre ellos, que no han cesado -y que ella no dejó de constatar-, así como, a partir de 2001-2002, el estudio de los movimientos sociales.

Sus primeras investigaciones la confrontaron, desde el inicio, con las problemáticas de la caña y el tabaco, en el NOA y, sobre todo, en Tucumán.  Entre 1970 y 1976, desde la Secretaría de Estado de Agricultura y Ganadería (Dirección Nacional de Economía y Sociología Rural), Norma asumió los estudios rurales sobre campesinos y trabajadores rurales de Corrientes y Misiones; campo en el que, ya en 1969, había obtenido una beca del voluntariado sobre «El minifundio tabacalero correntino». Y antes aun, siendo estudiante, había desarrollado pasantías en el proyecto “Migraciones al Sur” y en los estudios sobre la actividad cañera en Tucumán, dirigidos por Miguel Murmis.

En el hiato trágico que hiende la dictadura argentina, se inscribe el exilio, en 1976,  junto a Miguel Teubal, su amable compañero de toda la vida; destacado economista e investigador principal del CONICET, lúcido intérprete de los procesos socioeconómicos, y a quien hoy múltiples voces hacen llegar su afecto y solidaridad. También a sus hijos y nietos.

El exilio les deparó itinerarios diversos, entre ellos, Inglaterra, en especial, la University of Sussex, donde Miguel se doctoró en Economía, mientras Norma seguía su formación doctoral en el Departamento de Sociología, dirigida por Peter Lloyd, hoy profesor emérito de esa universidad. Allí también recibieron y ayudaron a exiliados; alguno de los cuales luego encontraría su tierra de acogida en Venezuela. Pero fue México –como para tantos argentinos-el lugar hospitalario donde se establecieron hasta su regreso a la Argentina de la democracia, en 1984.  Allí, participó, entre 1980 y 1982, en el Instituto de Capacitación FAO-Coordinadora de Desarrollo Agro-Industrial, de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hídricos. Y, un año antes del regreso, se graduó como Master en Sociología, por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, de la Universidad Nacional Autónoma de México, con su tesis sobre «La integración del campesinado al complejo agroindustrial tabaco.”

El trabajo de campo en zonas rurales, antes y después de la dictadura, y en el cobijo mexicano, delinea un mapa generoso e intenso de su vida. Además del ya citado trabajo en el NOA (1970-1976), otros territorios la tuvieron presente: el Sureste y Noroeste Mexicano (Veracruz, Oaxaca, San Andrés Tuxtla, Nayarit, 1979-1984); el NEA (Entre Ríos y Corrientes, 1987), y el  NOA (Tucumán, Salta, Jujuy, desde 1988), al que nunca abandonó. Luego Sao Paulo (2005); Tarija (Bolivia, 2006);  Guatemala y   Oaxaca-México (2007); La Pampa (1998 – 2008); Santa Fe, La Rioja, San Juan y Catamarca, desde 2007 en adelante. Estas señaléticas trazan una cartografía que, si es inescindible de sus saberes, su biografía y afectos, también lo ha sido para la fragua de su mirada crítica de estas tierras, los actores y procesos de su tiempo.

La vuelta al país le permitió, junto a otros intelectuales, trabajar con deseo, fuerza y solvencia por la recuperación de la universidad pública, a la que amó, aun con dolor, hasta el final. Y por eso no cesó de interpelarla. Allí participó del proceso de normalización y creación de la Facultad de Ciencias Sociales, en 1988, y de su Instituto de Investigaciones, en 1992, cuyo primer comité académico fue elegido por el sufragio de los distintos claustros. Es este comité inaugural el que propone, en diciembre de 1993, la denominación “Instituto de Investigaciones Gino Germani”, del cual Norma sería su directora ese año.  Tal vez por todo ello, conservó intacto, no obstante sus amplias y entramadas redes nacionales e internacionales, su sentido de pertenencia, su identificación vital e intelectual con ese espacio al que había contribuido a concebir, realizar y dar encarnadura. Sí, desde ese anclaje que conjuraba a la dictadura, irradió ideas, proyectos, acciones e intervenciones, desde las más públicas hasta las más discretas y cuidadas formas de la solidaridad, con esa urdimbre de gestos que, en sinergia, hacen posible la visibilización de rostros, derechos y dolores escamoteados en las agendas dominantes. Allí crearon el GER_GEMSAL  – Grupo de Estudios Rurales y Grupo de Estudios de Movimientos Sociales de América Latina-, territorio fecundo e incesante que adquirió la dinámica y la forma del “grupo-cátedra”, trasvasando docencia e investigación, junto a la formación de becarios y tesistas, y las publicaciones, una de las herramientas con las que socializaron los saberes construidos[1].

En el ámbito de la investigación, desempeñó varios roles, en distintas instituciones: en CONICET,  en el Centro de Estudios y Promoción Agraria (CEPA), de Buenos Aires, y fue docente investigadora I del Sistema Nacional. Sin pretensión de ser exhaustiva, recupero aquí, entre sus investigaciones en agencias nacionales, algunos de los proyectos en los que tanto se involucró: “De las iniciativas «agroalimentarias» de los sectores subalternos a las propuestas de desarrollo socioterritorial en la Argentina de la pos crisis de 2001-2002” (2007-2010- FONCyT); “La disputa por la tierra y territorios con sus bienes naturales en la Argentina del Siglo XXI. El Escenario de América Latina” (2008-2011, UBACyT); “Agro y alimentación en Argentina: los problemas de la seguridad y la soberanía alimentaria. Programas estatales y las estrategias de los actores” (2003-2007, FONCyT); “Acciones colectivas: protestas y organizaciones sociales en escenarios de crisis, en el interior del país” (UBACYT, 2002-2005);  “Estrategias sociales en procesos agrarios y ruralidades en transformación. Multiocupación, pluriactividad y trayectorias laborales con desplazamientos territoriales” (FONCYT, 2000-2004); “El Trabajo en la actividad cañera de Tucumán” (FONCyT, 1998-2000); y “Acciones Colectivas en procesos agrarios y ruralidades en transformación” (UBACyT, 1998-2000). Durante los últimos años, coordinó y estimuló una línea de trabajo que amplió la preocupación por los recursos naturales a toda la América Latina. Y hacia atrás, hacia la década de los 90, en la que se desplegaba la predación del Estado neoliberal, sus investigaciones se involucraron en/con el mundo de las cooperativas en las organizaciones sociales de los mundos rurales del NOA, entre 1990 y 1996.  Las publicaciones resultantes de ese andar y estar siempre en acción pueblan hoy, como semillas orgánicas, programas de grado y posgrado, y también son referencias para investigaciones que se desarrollan en y sobre varios países de las Américas.

Norma desplegó una continua participación institucional, en roles de representación en el órgano de gobierno de su facultad; en numerosas comisiones académicas de carreras de posgrado, también de evaluación científica, y de editoriales.  Fue coordinadora, entre 1997 y 2002, del Grupo de Trabajo en Desarrollo Rural, del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), entre otras actividades en redes internacionales.

En este decurso, un significativo número de  jóvenes se formaron: como estudiantes y docentes, como investigadores, también tesistas doctorales y de maestrías (alrededor de veinte), y becarios (más de veinte); que se adentraban en el ejercicio de una responsabilidad sensible en y con los movimientos sociales y los mundos de la ruralidad en transformación.

Norma sostuvo siempre espacios de interlocución para ampliar las miradas y los saberes; y estuvo abierta a encuentros fecundos –con Schuster, Svampa, Porto Goncalves,  Mignolo, Alvater,  etc.  Durante los últimos ocho años, un productivo diálogo sostenía con Boaventura de Sousa Santos. Ello, no solo por ser Norma miembro del Centro de Estudios Sociales-América Latina. (CES-AL), con sede en Brasil, entramado con el CES Portugal, que dirige Boaventura de Sousa Santos-; si no también, y con gran impacto entre nosotros, por la traducción, cuidado y edición desde 2006, de textos claves de Boaventura.

Su participación en la docencia universitaria ha sido proteica; tanto para el grado en la UBA cuanto para el posgrado, en esa misma universidad y en las de Córdoba, Comahue, Catamarca, Tucumán, General Sarmiento (con Maristella Svampa); también en Uruguay. Abordó en ese nivel problemáticas sobre campesinado del noroeste argentino, producción agraria y reproducción social, complejos agroindustriales como ordenadores de las agriculturas latinoamericanas,  movimientos sociales y clase social, entre otros. Este último tema fue objeto de su seminario en el Doctorado de Estudios Sociales Agrarios de nuestro Centro de Estudios Avanzados, en 2008. Ese mismo año, también contamos con ella para el Primer Encuentro de Investigadores Nacionales “Políticas del territorio y territorios en construcción: la minería a gran escala y los nuevos trazados de la Argentina”, que co-organizamos en nuestra Facultad[2]. Al año siguiente, en diciembre de 2009, compartimos con Norma el panel de apertura del Seminario “Herramientas jurídicas ante el avance de la megaminería”, co-organizado con la Secretaría de Extensión de nuestra Facultad, como instancia de saberes contra-expertos, en el marco del encuentro, en nuestra ciudad, de la Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC), forma organizacional horizontal que ha adoptado en Argentina el movimiento socio-territorial de las resistencias al extractivismo.

Durante los 90, casi en soledad, con alguna excepción destacable – tal la del Grupo de Reflexión Rural organizado por Jorge Rulli-, en sus trabajos de investigación, acompañando al movimiento campesino, Norma y Miguel advirtieron, y con claros indicadores, la transformación de la ruralidad y de la agricultura por parte del modelo transnacional de agronegocios, sobre todo, el extractivismo sojero.  Y en este devenir, precisamente, los modelos extractivos[3] nos unirían en la misma preocupación compartida desde hace ya una década, con pobladores y vecinos,  organizaciones sociales y territoriales, junto a otros docentes –investigadores de nuestras universidades públicas, de distintas disciplinas, trayectorias e inscripciones institucionales[4], y múltiples interlocutores dialógicos. De tal campo de experiencia e investigación crítica, y también con intervenciones en el espacio público universitario y de la representación democrática, asumimos posicionamientos, como el que dio lugar al colectivo Voces de Alerta, ante los múltiples violentamientos que se dirigieron contra las investigaciones de los impactos sociosanitarios de los agrotóxicos que, en 2009, dio a conocer el Dr. Andrés Carrasco, y a cuyo documento adhirieron varios centenares de intelectuales, académicos y científicos del país y del exterior. También urdimos libros, que conocieron la buena fortuna de contribuir a la democratización de las relaciones entre ciudadanía, derechos humanos y bienes comunes, desde la autonomía científica de los universitarios[5]. Y concretamos variados encuentros en distintos territorios. Pero, además, entre aquello que no ingresa en los formatos de las grillas que nos miden, nos consta que Norma respondió con “buenos reflejos” siempre: con solidaridad hacia colegas perseguidos y/o amenazados por intereses corporativos y el GER:GEMSAL fue espacio de acogida y espacio para conferencias públicas; con movilización de redes contra la represión y judicialización de vecinos; y con la intervención, en tanto portadores de saberes contra-expertos, en escenarios de debate público – ejemplo de ello, la ley de glaciares, la defensa de la ley de prohibición de la megamineria en la Legislatura de Mendoza; también la de los vecinos de Esquel, y hasta el final, sus intervenciones en defensa de la soberanía alimentaria Sus notas, publicadas por Página 12 durante todos estos años, testimonian su persistente compromiso en y para el debate público respecto de problemáticas que atraviesan las relaciones entre democracia y capitalismo, por un lado, y ambientalismo y extractivismo, por otro.

Siempre estuvo al “pie de los acontecimientos”. Dio batallas, Norma. Muchas. En estas últimas semanas, activó para acompañar en Buenos Aires a los familiares de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, y de modo decidido, tributó contra la privatización de las semillas en nuestro país. Activó en el espacio público amplio y, también, en el más específico territorio universitario. Por ello, tras recorrer provincias cordilleranas, y acompañar las acciones de vecinos y pobladores contra las violencias de la megaminería, renunció a la comisión que la UBA constituyó para “la cuestión minera” desatada en el debate universitario en 2009, ante la distribución de utilidades líquidas provenientes de la mega-explotación de la Alumbrera en Catamarca, en unión transitoria de empresas con YMAD, y ante la cual se multiplicaban los testimonios y denuncias.  En dicha comisión, la corporación minera había ubicado a académicos con los que mantiene relaciones clientelares y profesionales, y en su seno circulaban como “fuentes fiables” los informes de la propia transnacional. La Universidad Nacional de Córdoba, junto a la sede Esquel, de la UNPSJB, y luego la Universidad Nacional de Río Cuarto, eran su faro: la constatación de que la autonomía universitaria, la ética de las prácticas disciplinares y la responsabilidad social de los universitarios no solo es posible, sino real, si libramos allí nuestras batallas epistemológicas.

Te despedimos con gran tristeza, pero con el desafío de un compromiso íntegro ante tu partida. Gracias, Norma Giarracca.

Por Dra. Mirta A. Antonelli

Docente e investigadora de la Facultad de Filosofía y Humanidades –

Universidad Nacional de Córdoba


[1] De la abundantísima producción (libros, capítulos, artículos, etc.), citamos solo algunos libros compilados o coordinados: Acción colectiva y la  organización cooperativa. Reflexiones y  estudios de caso, Centro Editor Colección  Bibliotecas Universitarias, Buenos Aires, 1994; Agroindustrias del Noroeste: el papel de los actores sociales,  La Colmena, Buenos Aires, 1995. Agriculturas del Mercosur. El papel de los actores sociales (Compiladora con Silvia Cloquell), La Colmena- CLACSO, 1998;  Estudios Rurales: problemas, teorías y estrategias metodológicas, Buenos Aires, La Colmena 1999; Tucumanos y Tucumanas. Zafra, trabajo, migraciones e identidad.  La Colmena, 2000; ¿Una nueva ruralidad en América latina? CLACSO – ASDI, 2001; La protesta social en Argentina. Transformaciones económicas y crisis social en el interior del país, Alianza Editorial, 2001; Territorios y lugares. Entre las fincas y la ciudad, Lules en Tucumán, La Colmena, 2003;  Ruralidades Latinoamericanas. Identidades y Luchas Sociales (Comp. con Bettina Levy) CLACSO-ASDI, Buenos Aires, 2004; El campo argentino en la encrucijada. Estrategias y resistencias, ecos en la ciudad, Giarracca, N. y Teubal, M (Coord.), Buenos Aires, Alianza Editorial, 2006;  Cuando el territorio es la vida: la experiencia de los Sin tierra en Brasil, Nº 1,  GEMSAL- Antropofagia, 2006; Tiempos de Rebelión “Que se vayan todos”. Calles y plazas en la Argentina 2001-2002, Nº 2, GEMSAL- Antropofagia, 2007;  Cuando hasta las piedras se levantan. Oaxaca, México, 2006Nº 3, GEMSAL- Antropofagia; 2008; El trabajo por venir. Autogestión y emancipación social, Giarracca, N. y Massuh, G. (comps.) Instituto Goethe- Antropofagia, 2008;  La tierra es nuestra, tuya y de aquel…La disputa por el territorio en América Latina, 2009; Del paro agrario a las elecciones de 2009. Tramas, reflexiones y debates, estos dos últimos con Miguel Teubal, editados por Antropofagia.

[2] Los organizadores fueron con el Programa Discurso, Cultura Mediática y Poder, del CIFFyH, la Cátedra y el Seminario de Teorías de los Discursos Sociales II, Escuela de Letras, ambas de la Facultad de Filosofía y Humanidades; y el Programa de Servicios y Relaciones Comunitarias, y la Cátedra de Economía Social, de la Facultad de Ciencias Económicas.  Contó con aval de todas estas unidades académicas.

[3] Véase el último libro, junto a Miguel Teubal, Actividades extractivas en expansión. ¿Reprimarización de la economía argentina?, Buenos Aires, Antropofagia.

[4]  Maristella Svampa (CONICET-UNLP), Horacio Machado Aráoz (CONICET-UNCa), Lucrecia Wagner (CONICET), Marcelo Giraud, (UNCu), Enrique Viale (Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas); Darío Aranda (periodista) y Javier Rodríguez Pardo, activista de MACH-RENACE, quienes asumiríamos la autoría colectiva como Voces de Alerta.

[5] Nos referimos a Minería transnacional, narrativas del desarrollo y resistencias sociales, Svampa-Antonelli, edits., 1° edición 2009, 2° edición 2010, Buenos Aires, Biblos. Y, especialmente, a 15 mitos y realidades de la mimería transnacional en Argentina. Para desmontar el imaginario pro-minero; que surgió de un dossier preparado con materiales para los senadores nacionales, a fin de proveer argumentos y datos para la defensa del proyecto más protectivo de la ley de glaciares. Tal el inicio del libro de Voces de Alerta, que tuvo tres ediciones en 10 meses; la del Colectivo Herramientas (Buenos Aires), la edición en Montevideo, Librería de Humanidades, Kronopios, De la Mancha, Universidad de la República, Uruguay, gracias a que el colectivo editorial le permitió publicarlo antes allí, por la movilización social de resistencia al intento de la autorización del  megaproyecto Aratirí. Finalmente, la edición de Abya Yala, Universidad Politécnica Salesiana, Quito, ante el avance minero, canadiense y chino, en la Amazonía ecuatoriana.

2 comentarios

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*