Lo expresaron con dolor un grupo de ex combatientes –hombres y mujeres-, quienes no son reconocidxs por el Estado ni por otros grupos de veteranos, a raíz de que no participaron del conflicto en las islas sino en Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut. Junto a investigadoras y estudiantes de la FFyH, compartieron sus historias en el conversatorio “40 años de la Guerra de Malvinas. Conflicto bélico, luchas por justicia y soberanía”, organizado por la Secretaría de Extensión y el Programa de Derechos Humanos de la FFyH.
La sangre de la única guerra que protagonizó Argentina desde su organización como nación sigue chorreando, salpicando e incomodando. Sus marcas quedaron en lxs combatientes -la inmensa mayoría jóvenes humildes enviados al matadero por oficiales cobardes y torturadores-, en sus familiares, y en una sociedad que nunca terminó ni termina de procesar las secuelas de un conflicto absurdo, decidido por genocidas que se apropiaron de un sentimiento nacional para seguir aferrados a un poder que se desmoronaba por sus propios crímenes.
Cuarenta años después seguimos descubriendo historias que nos sacuden y nos conmueven, y que permiten asomarnos a lo que muchos desde el poder -militar, pero también democrático-quisieron ocultar en todo este tiempo transcurrido. Es parte de la construcción de memoria sobre Malvinas, y con ese objetivo se desarrolló el conversatorio organizado por el Programa de Derechos Humanos de la FFyH en la Plaza Seca de Ciudad Universitaria el 30 de marzo, con mucha presencia de estudiantes y jóvenes que se acercaron para conocer un pedacito de ese gran relato aún por construir.
El sol de otoño y las banderas argentinas con las islas estampadas en su centro fueron la escenografía de una jornada altamente emotiva, que inauguraron Victoria Chabrando y César Marchesino, organizadores de la actividad, quienes valoraron la posibilidad de abrir la discusión y habilitar un diálogo entre quienes combatieron en la guerra, investigadoras de la temática y la comunidad universitaria.
Coordinado por Valentín Mansilla, secretario general del Centro de Estudiantes, la palabra circuló para aportar información y testimonios de quienes pusieron el cuerpo en la guerra. La primera fue Stella Botta, veterana de guerra en Fuerza Aérea y enfermera profesional, quien compartió la imprescindible tarea de curación y acompañamiento psicológico llevada a cabo por ella y por muchas mujeres en la base de Comodoro Rivadavia y otras, que siguen invisibilizadas y la mayoría sin el reconocimiento de veteranas.
Stella le pasó el micrófono a César Ortiz, ex soldado en Compañía de Comunicaciones 9, quien acompañado por una quincena de compañeros que integran el “Glorioso Grupo 8” (Asociación Civil de Veteranos no reconocidos) explicó la participación que tuvieron en la base continental como combatientes, y la lucha que vienen sosteniendo en todos estos años de democracia para ser reconocidos como veteranos. “Agradezco la posibilidad de estar acá con mis compañeros, de ser escuchados, porque es muy importante que los jóvenes sepan sobre la invisibilización de los soldados que fuimos a la guerra. Que el pueblo sepa porqué somos ex – combatientes, ex – veteranos. Somos más de nueve mil los soldados que participamos en la guerra desde distintas bases continentales en la Patagonia”. “Luchamos por nuestra identidad, somos veteranos porque combatimos en esa guerra, aunque no fuimos a las islas, defendimos nuestro territorio desde el continente”, explicó conmovido otro integrante de la agrupación.
Entre las múltiples demandas al Estado nacional reclaman que están fuera del sistema, sin obra social, sin ningún tipo de ayuda económica como otros grupos de ex – veteranos, excluidos de la historia. “Queremos que la reinvidicación sea histórica, moral y también económica como debería haber sido hace años», expresaron varios de los que tomaron la palabra.
Desplegando mapas y datos muy interesantes habló Paola Seminara, integrante del Laboratorio de Estudios Territoriales de la FFyH, quien planteó la importancia estratégica de Malvinas y todo el Atlántico Sur “como puerta de entrada al continente antártico”, el verdadero objetivo de Gran Bretaña y otras potencias mundiales.
A continuación fue el turno de Helen Otero, quien investiga sobre la participación de las mujeres en la guerra de Malvinas, uno de los aspectos menos conocidos del conflicto. “Costó años empezar a visibilizar el protagonismo de las mujeres, lo que contó Stella recién y muchas otras, que no sólo curaban a los heridos, sino que muchas atendían psicológicamente a soldados que pedían por su mamá, muchos de ellos no sabían escribir y eran estas mujeres quienes escribían sus cartas para enviárselas a sus madres”. También dijo que las secuelas psicológicas -que provocaron cientos de suicidios en ex combatientes- tuvieron efectos en sus seres queridos, en sus familiares. “Hace falta hablar de Malvinas no sólo el 2 de abril, es un tema muy profundo y debemos abordarlo como sociedad”.
A medida que el conversatorio transcurría, el círculo se fue ampliando con estudiantes, docentes y personas que se llegaron a escuchar, sumar miradas, experiencias y preguntar sobre un tema que nos atraviesa como nación, con heridas que siguen doliendo, que empezará a cicatrizar cuando todas las voces sean escuchadas y visibilizadas. Es la manera de construir una memoria democrática sobre una historia que sigue renga.
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