En un contexto de lucha y defensa de la universidad y la educación pública en general, el jueves 26 de junio se realizó la primera colación de egresadxs de posgrado, grado y pregrado de la FFyH de 2025, en la cual 175 personas recibieron su ansiado diploma. La Decana, Flavia Dezzutto, y quienes hicieron uso de la palabra destacaron el rol que cumple la universidad pública para el desarrollo personal y colectivo, y convocaron a defenderla en la calle frente al vaciamiento y destrucción impulsadas por el gobierno nacional que conduce Javier Milei.
“Esta mañana seremos testigos en este Pabellón Argentina del último juramento presencial y colectivo de nuestras y nuestros graduadas/os, y de la entrega de los últimos diplomas y certificados finales en papel moneda legalizados por el Ministerio, ya que quienes egresen a partir de ahora solo lo harán apretando un simple clic en el Sistema Guaraní y obtendrán dichas certificaciones digitales. Por eso también la emoción se multiplica. Bienvenidas las nuevas tecnologías al servicio de la educación pública, pero no abandonemos las pasiones del encuentro y lo colectivo. Nadie se salva solo”, dijo Silvia Lonatti, histórica maestra de ceremonias de los actos de colación de la FFyH, quien compartió ese lugar junto con Julieta Almada, de la Oficina de Graduades. La trabajadora nodocente y directora del Área de Enseñanza, tampoco pasó por alto el contexto en que dicha celebración se estaba llevando a cabo en la Sala de las Américas del Pabellón Argentina: “Con el corazón palpitante lo voy a decir con más convicción que todos los años pasados, hoy en esta Universidad Nacional de Córdoba, Pública, Laica, Gratuita, Democrática, Inclusiva, pero también trinchera del desarrollo técnico científico del País y de la movilidad social ascendente del pueblo, jurarán y se comprometerán a trabajar para que el conocimiento aprehendido sea empleado en la construcción de una sociedad más justa y en una ciudadanía crítica, para que sus prácticas profesionales y académicas estén al servicio de la justicia, la igualdad social y los valores democráticos”.
Lonatti leía eso mientras lxs docentes de todas las universidades públicas del país estaban de paro y convocaban a una gran movilización para esa tarde, con el objetivo de que el Congreso Nacional vote una nueva Ley de Financiamiento Universitario que permita recomponer salarios y presupuestos dinamitados por la administración de Javier Milei apenas asumió como Presidente.
“Con aciertos y errores seguiremos disputando con la derecha el sentido y el valor de lo público, con transparencia y compromiso republicano. Seguiremos luchando con todas nuestras fuerzas exigiendo el presupuesto necesario para el funcionamiento, pero también para salarios dignos a sus trabajadores docentes, nodocentes e investigadores, por becas para las y los estudiantes, en definitiva, bregando por un Estado que garantice más educación pública, laica, gratuita, democrática y de calidad puesta al servicio de un país soberano”, resaltó quien previamente había presentado a lxs 175 egresadxs de posgrado, grado y pregrado que ocuparon sus butacas para recibir el diploma que reconoce sus esfuerzos personales pero también colectivos, fruto de esa gran red familiar y seres queridos que lo hicieron posible, como ellxs mismxs lo destacarían en sus discursos. Ya se había cantado el Himno Nacional y realizado el recambio de abanderada y escoltas.
En un clima mixturado por la emoción del reconocimiento académico y la efervescencia de la lucha política, Lonatti invitó a la Decana, Flavia Dezzutto, a pronunciar su último discurso desde ese rol, ya que el próximo 31 de julio culminará su gestión. Luego de agradecer a quienes hacen posible todos los años los actos de colación, la Decana eligió comenzar con las palabras que inician la novela Los recuerdos del porvenir, de la escritora mexicana, Elena Garro: “Aquí estoy, sentado sobre esta piedra aparente. Sólo mi memoria sabe lo que encierra. La veo y me recuerdo, y como el agua va al agua, así yo, melancólico, vengo a encontrarme en su imagen cubierta por el polvo, rodeada por las hierbas, encerrada en sí misma y condenada a la memoria y a su variado espejo. La veo, me veo y me transfiguro en multitud de colores y de tiempos. Estoy y estuve en muchos ojos. Yo sólo soy memoria y la memoria que de mí se tenga”.
Con su habitual serenidad y visiblemente emocionada, Dezzutto señaló que “llegamos hoy aquí, a esta colación de grados, por la senda de la memoria. La antigua Memoria que supo ser una divinidad para los griegos, madre de las Musas, y por ello de ese gran mundo que llamamos las Humanidades. Venimos enancados, a caballo de la memoria de esta casa, la Facultad de Filosofía y Humanidades, la de la vieja UNC, y la casa de cada uno de ustedes, las muchas casas que nos han formado y habitamos, la casa natal, y todas aquellas moradas en las que hemos sido recibidos con afecto, con verdad, con bondad”.
En un mensaje claro a quienes eran lxs principales detinatarixs del acto, rescató que “de la experiencia de la formación, del estudio, de la escritura, de la palabra compartida, está constituido el rio caudaloso de todo aquello que nos a traído aquí, a este momento crucial, porque estamos en un cruce de caminos de las vidas de cada unx de ustedes, en el que el presente es alumbrado por lo que concluye y lo que va naciendo”.
Rescatando el valor profundo de las humanidades, Dezzutto sostuvo que “estudiar ha sido siempre y será conocernos, con temor y temblor, con el horror y la maravilla de recorrer la experiencia humana, las memorias complejas de esa experiencia. Memoria y experiencia entonces, en el corazón de esa enorme creación educativa, política, vital, forjada en la historia común de nuestros pueblos: la universidad pública”.
Universidad pública que está, como lo remarcaría la Decana, “en peligro”. “Ésta, la de Córdoba, cuatricentenaria, y nuestra Facultad, que en septiembre cumplirá 79 años, y cada escuela y departamento, y cada carrera de posgrado, está en peligro. Lo hemos expresado muchas veces en estos años, debemos reiterarlo con mayor intensidad hoy, día de paro docente, de jornada de lucha para la comunidad universitaria entera de Córdoba y del país. El peligro no es sólo presupuestario, el peligro tiene que ver, de manera central, con el feroz deseo de extinción de la memoria y de la experiencia de las que está tejido nuestro tránsito por cada una de las carreras de las que egresan, con la destrucción de los modos de la vida común que nos constituyen”.
En este sentido, Dezzutto apuntó contra la gestión Milei: “Parece inexplicable que la voluntad del actual gobierno nacional para nuestra casa sea esa, la extinción, parece mentira que hoy se quiera que nuestro destino sea la desolación, la ruina para esta morada en la que vivimos y nos hemos formado, en la que tantos y tantas se podrán formar y podrán vivir, si es que podemos interrumpir ese designio de destrucción. Pero, bien podemos preguntarnos, en este mundo, en este país, de violencias desatadas en todos los niveles, qué nos queda a nosotros, modestos egresados y egresadas de una Facultad de Humanidades. Nos quedan siempre las palabras”.
Destacando la “materialidad viva de la palabra”, no dudo en decir que “poner la palabra debería ser también poner el cuerpo. Esta casa que no queremos que se pierda, esta universidad que deseamos ver pujante y crecida, nos demanda entonces poner cuerpo y palabra, en la profesión y la disciplina que cada uno ha elegido, y en el espacio público, para evitar que se convierta en un lugar para el mercadeo, la vanidad, la ambición, o el mediocre individualismo meritocrático. La universidad pública ha de ser un espacio para el encuentro, para el conflicto, para el debate, para el arduo trabajo de la verdad, ese oficio despreciado y siempre necesario, hoy absolutamente necesario. Una voz pública entonces, que no le saque el cuerpo a la historia”.
También dijo que resistir es no callar “saber decir No, tener el valor de decir NO para poder, sin miedos, con libertad, con verdad, decir, alguna vez, SI. Porque nada grande ni bueno se logra sin coraje. En la historia común que caminamos y que hoy tiene para ustedes una especial significación la última palabra no la tiene, no la tendrá, la destrucción, como tampoco la ha tenido la muerte”.
Sin olvidar que todxs somos parte de la memoria de compañeras y compañeros, jóvenes estudiantes, trabajadores, docentes, padres y madres, hijos e hijas, hermanos y hermanas, amigos, amigas, que nos fueron arrebatados, cuyas existencias, historias y voces se buscó desaparecer, Dezzutto afirmó que “no es posible negar la historia, lo sabemos desde antiguo, lo dijo Antígona respondiendo a la violencia del tirano Creonte en el momento de la condena: ‘voy a entrar enteramente viva a la fosa de las muertos’. En esa vida que resiste toda muerte, que puede vencerla aun en la debilidad más extrema se ha conservado algo en medio de la devastación: una palabra que ha echado raíces en la verdad de la propia vida, una forma de la verdad que puede alojarse y alojar otras vidas. Las Humanidades nos ayudan y fortalecen en el camino para encontrar esa palabra, palabras que serán comunes, pero también la que cada uno, cada una, deba forjar en su interior”.
Antes de finalizar dijo que “a modo de confidencia les cuento que yo también egreso hoy, también me gradúo. Este, les decía, es el último discurso que pronunciaré como decana de la FFyH. En unos días terminaremos el mandato que nos otorgó la comunidad de la FFyH a mí y a Sebastián Muñoz como Vicedecano para el ciclo 2021-2025, como en el 2017 lo había hecho con Juan Pablo Abratte, a quien tuve que reemplazar como decano luego de su doloroso fallecimiento en 2019. Sobre lo hecho mencionar únicamente que pusimos el máximo empeño en que la autoridad conferida fuera fuente de crecimiento para esta casa, que eso significa ser autoridad, hacer crecer, augere. Como despedida y como bienvenida a este tiempo de la historia de cada uno, de cada una, valgan los versos de la poeta mapuche Liliana Ancalao que leeré a continuación. Sabrán ustedes descubrir las razones de esta elección, he aquí el poema:
yo he visto a los chulengos
yo he visto a los chulengos en manadailuminados por la luna
cuando aparecen ellos
el invierno se entrega
cubierto de pelusas y de lana
he visto el aire estremecido entre sus ancas tibias
y a la libertad y a la ternura
galopando con ellos
sueltas/ por la tierra
he visto creo
más de lo que merezco:
he visto a los chulengos desde lejos
yo presiento que he de andar más todavía
quién sabe cuánto
hasta vencer el miedo de acercarme hasta ellos
para medirme en sus ojos tan profundos de espacio
y aceptar el milagro de un silencio de nieve
que desprenda la costra/ los últimos abrojos
si resisto es posible que me permitan ellos
sumergirme en sus ojos ingenuos infinitos
estaquearme un instante
en el centro del tiempo
ser la libertad ser la ternura
galopando con ellos
sueltos/ por la tierra
wirafküleyengun engun
kizungechi kom mapu mew
En defensa de lo común
La potencia de la palabra siguió en la voz de quienes estaban ahí para recibir el reconocimiento a su trayectoria académica, pero también para asumir una nueva responsabilidad. En representación de lxs egresadxs de posgrado fue el profesor Federico Avalos, flamante Especialista en la Enseñanza de las Ciencias Sociales con mención en Historia, quien compartió su sentir: “En épocas donde predominan las miradas individualistas, que nos quieren hacer creer que solos o solas podemos lograr todo lo que nos proponemos, independientemente de los demás o del contexto en que nos encontramos, entiendo que es más necesario que nunca, no solo recordar lo obvio: es decir el carácter necesariamente colectivo de nuestra existencia, sino fundamentalmente proponer lo colectivo, lo comunitario, el hacer con otros y con otras como antídoto a ese individualismo que busca fragmentarnos para derrotarnos”.
En un contexto donde los derechos están bajo ataque y buscan ser supeditados a la lógica del mercado, Avalos resaltó que “es más necesario que nunca recordar permanentemente la importancia de reforzar los vínculos, de propiciar los encuentros, de construir colectivamente. En una sociedad que nos propone realizarnos individualmente en el consumo mientras niega a las grandes mayorías el acceso a bienes materiales, los espacios comunitarios son lugares donde podemos discutir y otorgar otros sentidos a nuestras prácticas, donde podemos debatir porque hacemos lo que hacemos, con quién lo hacemos y para quién lo hacemos”.
Asumiendo la responsabilidad de ser un egresado de la universidad pública, no dudó en afirmar que “hay que convertir esa sensación de responsabilidad en acción. Que nos demandan compromiso y participación activa y cotidiana con la transformación de la realidad, con la defensa de lo común. Nuestras carreras nos aportan herramientas y habilidades que podemos utilizar para intervenir en el debate público, poner esas herramientas discursivas, comunicativas, de análisis, al servicio de espacios colectivos donde son útiles y necesarias. En los barrios, en los lugares de trabajo, en las actividades deportivas e infantiles y en nuestras propias universidades”.
Finalizó agradeciendo a la Facultad, al Conicet, a sus compañerxs, a sus familiares y a las “generaciones anteriores que lucharon en defensa de la educación pública”, asumiendo “el compromiso con la defensa de la educación pública y la apuesta, hoy más que nunca, de seguir soñando juntos y juntas con un futuro mejor”.
Por el lado de los graduadxs de grado, fue Henry Boisrolin, quien recordó que “hoy es un día que debería ser, para nosotrxs, únicamente de celebración, ya que luego de tantos años de estudio, esfuerzo cotidiano, incertidumbres, estrés, y, varias veces, noches sin dormir, hemos llegado al final de una etapa importante de nuestras vidas. Sin embargo, creo que van a estar de acuerdo conmigo en algo: me refiero al contexto en el que nos encontramos. Sí, compañerxs, egresamos en medio de un mundo en llamas, marcado por varias guerras, incluso por distintos genocidios e injusticias cada vez más alarmantes, que ponen en peligro la propia existencia humana como así también la de todas otras formas de vida en el planeta”.
Enfocado en la situación argentina, quien recibiría su título de Licenciado en Antropología abordó la “profunda crisis generalizada, con recortes presupuestarios significativos no sólo a nuestra Universidad Nacional de Córdoba, Pública, Estatal, Gratuita y de Calidad, sino también a todo el sistema educativo. A pesar de estas gloriosas páginas escritas, del prestigio que goza la Universidad Pública, Estatal y Gratuita de Argentina, desgraciadamente, creo que el objetivo de esos ataques insólitos, es destruir lo Estatal”.
Consciente de esta situación, Boisrolin les habló directamente a sus compañerxs: “Les digo que este título que hoy nos entregan no es solo un papel, sino un testimonio de las luchas de ayer, de hoy y de las que vendrán. Es un desafío cada vez mayor. Aunque nuestros caminos se separen, estoy persuadido que llevamos en la memoria y en el corazón, una partecita de cada uno, de cada una. Como reflexión final, pienso que tendremos en todo momento que comprometernos a honrar lo aprendido, a luchar por un mundo donde la educación no sea interpretada como un gasto, sino como una inversión para el bienestar general, más allá de los obstáculos, de las dificultades”.
Música para el corazón
Si la intensidad y profundidad de las palabras habían sacudido a todo el público presente, la música seguiría interpelando y emocionando con las versiones que interpretó la Orquesta Típica Juvenil de la Red de Orquestas Barriales de Córdoba, dirigida por el profesor Guillermo Zurita, quien cerró con la memorable Bella Ciao.
La interpretación del himno partisano introdujo al público a otro momento de gran emotividad: el reconocimiento especial a la Decana por “su acompañamiento inclaudicable a las luchas de lxs trabajadorxs, por el compromiso sostenido en la inclusión laboral a la discapacidad y en la inclusión laboral trans”. Lucía Irastorza, trabajadora nodocente, fue la encargada de entregarle un cuadro de su autoría, cuyo título es “La Fuerza de gravedad”.
Muy agradecida, Dezzutto tomó el clásico juramento a lxs egresadxs, quienes acto seguido fueron subiendo al escenario a recibir sus ansiados diplomas.
La despedida y cierre llegó con la lectura del poema Defender la Alegría, de Mario Benedetti, y la entrega a la salida de 175 algarrobos blancos, a cargo de la Oficina de Graduadxs y el Área de Ambiente, Sociedades y Territorios de la Facultad de Filosofía y Humanidades, como muestra del compromiso en la defensa de nuestra tierra.
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