El jueves 26 de julio, en el en el Centro Cultural Kirchner, Florencia Ortiz, docente de la Escuela de Letras de la FFyH, recibió el premio Pregonero, que otorga la Fundación El Libro a los difusores de la literatura infantil y juvenil argentina.
Los premios Pregonero son un reconocimiento público, que desde 1990 y en forma ininterrumpida, realiza la Fundación El Libro como una merecida distinción a los difusores de la literatura infantil y juvenil argentina. Sobre todo a quienes desarrollan su vocación de manera persistente y a veces silenciosa, en diferentes ámbitos de nuestra cultura.
Florencia Ortiz fue reconocida con el premio Pregonero a «Especialista» en la difusión de la literatura infantil y juvenil y la ceremonia se realizó el jueves 26 de julio en el Centro Cultural Kirchner. El jurado fue presidido por Betina Cositorto (editora y presidenta del Comité Organizador de la Feria del Libro Infantil y Juvenil), e integrado por la especialista Cecilia Bajour, la escritora Iris Rivera y el ilustrador y escritor Istvan Schritter.
A continuación reproducimos sus palabras de agradecimiento, al recibir esta prestigiosa distinción.
Con quienes soy
Este premio me impulsó a pensar en quién soy, pero principalmente a mirar alrededor y ver “con quiénes soy”. Este premio cobra sentido si es posible poner blanco sobre negro, para nombrar aquello que puede quedar invisibilizado cuando el mérito parece recaer en una sola persona.
Yo no podría desarrollar mi tarea de promoción de la lectura y la literatura en tan diversos ámbitos, sin el inmenso involucramiento de tantas personas con las que comparto mi vida, en lo profesional y en lo privado, desde hace muchos años. Una tarea de la que me siento heredera de un legado tanto familiar, como histórico, político y local. Un modo de entender la relación entre los libros, la literatura y las personas que se funda en un vínculo amoroso y respetuoso. Se trata de un camino en el que fui recogiendo las miguitas de todo un grupo de artistas, escritores y gestores culturales en torno a la literatura infantil y juvenil que en mi provincia comenzó con mucha fuerza colectiva en los años 70.
Un movimiento que fue víctima de la última dictadura militar, que entre cenizas floreció en el regreso a la democracia y fue creciendo hasta el presente. En la carreta andariega que me llevaré a Córdoba como símbolo de mi tarea, tendremos que “amucharnos”, ya que habrá un lugar para mi compañero de vida y toda mi familia; para mis compañeros y compañeras de CEDILIJ, del Profesorado de Unquillo, de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba, para mis estudiantes, para mis amigas y amigos de Sierras chicas y especialmente para dos personas muy importantes para mí en este recorrido: las escritoras Eugenia Almeida y María Teresa Andruetto. Una larga fila de hormigas inquietas, con quienes vamos abriendo caminos, tejiendo redes.
En medio de tanta oscuridad que estamos viviendo en estos días, este premio me da fuerzas para mantener viva la llama de quienes creyeron y lucharon por un mundo y un país mejor. Me da renovadas energías para compartir con el gran colectivo de personas que sostenemos que el acceso a la cultura y a la literatura no puede ser un privilegio de unos pocos, sino un derecho inalienable por el que debemos seguir luchando”.