“El movimiento obrero es la expresión política de los trabajadores”

El jueves 7 de abril pasado, las ochenta personas que se acercaron al Aula Magna de la Escuela de Historia se fueron más que satisfechas: durante dos horas y media participaron de una mesa-debate de lujo sobre el movimiento obrero argentino, en la que Manuel Reyes, ex secretario general del gremio farmacéutico, y Reyes Bernabé Martínez, ex Secretario General de Foecyt, (hoy Alecyt) -Correo y Telecomunicaciones entre 1961 y 1968, desarrollaron los procesos que permitieron a las organizaciones sindicales recuperarse primero del golpe de Estado de 1955, y luego fortalecerse como un actor político clave en la convulsionada década del ’60.

En este encuentro, el primero de tres del ciclo Pasado y Presente del Movimiento Obrero , las disertaciones de los panelistas y las intervenciones del público versaron sobre el surgimiento del actual modelo sindical argentino -parido con la llegada de Perón al poder-, sus diferentes etapas de organización y lucha en la historia nacional, y los desafíos que el actual movimiento obrero tiene o debería tener para volver a ser un factor de poder en la realidad política argentina, una situación que es ferozmente atacada por los grandes medios de comunicación.

La oligarquía nunca quiso que los trabajadores se organizaran ni que fueran reconocidos por el Estado. Pero desde 1944 en adelante, la relación sindicalismo-Estado es un concepto ideológico fundamental para que los trabajadores sean actores principales del desarrollo argentino. No se puede concebir el poder sin la presencia de los trabajadores organizados, porque estos son la columna vertebral de cualquier proyecto político, aunque al poder económico no le guste”, expresó Reyes, dirigente enrolado en el movimiento peronista. “Hay un salto cuantitativo y cualitativo con la llegada del peronismo, porque se pasa de dos millones de afiliados en el período del ‘42 al ’44, a cinco millones en el trienio ’46-’48”.

En crisis a partir del golpe de la “Revolución Libertadora” del ’55, que persiguió con cárcel y muerte a los trabajadores, a sus organizaciones y a sus dirigentes, el movimiento empieza una lucha clandestina desde lo que se conoció como la Resistencia Peronista. Dos años después, y previo al triunfo de Frondizi en el ’58, se produce un hecho fundamental en la historia sindical argentina, y principalmente cordobesa: el Congreso Normalizador de las Centrales Regionales de la CGT de Huerta Grande, del año ’57. “En esos documentos, redactados por Agustín Tosco, Atilio López y Lucio Garzón Maceda, hay todo un proyecto político, social y cultural de país, en el que los trabajadores tenían un rol central”, dice Reyes.

Bernabé Martínez, militante del Partido Comunista, coincidió con su colega en la importancia que tuvo ese congreso cordobés en la recuperación del movimiento obrero: “En Huerta Grande aparecen los dirigentes que van a renovar el movimiento, como Tosco y López, también Elpidio Torres, que ha sido injustamente castigado por los gremios de izquierda. En el ’61 se cuestionan los paros domingueros, porque inmovilizaban al movimiento obrero. Además, surgen los gremios independientes de Córdoba, que luego pelearán no solo contra la dictadura de Onganía, sino también contra la burocracia sindical vandorista, que colaboraba con el gobierno militar”.

Para este ex dirigente de los telefónicos y el correo, “los sindicatos deben ser libres de los patrones, de los políticos y de la burocracia”. Secretario general entre 1961 y 1968, Martínez y Reyes resaltan que es en esta época cuando se produce un cambio de mentalidad y de conciencia en los trabajadores: “Hay un despertar de las conciencias, porque se pasa de la lucha reivindicativa a la lucha política. Concientes de su lugar histórico, los trabajadores se plantean la transformación de la realidad, en el marco de una situación nacional e internacional de absoluta ebullición. No olvidemos que en el ’59 se había producido la fabulosa revolución cubana, y en los ’60 los movimientos de liberación de Africa, Asia y Centroamérica. También el Mayo Francés y la Guerra de Vietnam, y nosotros, como trabajadores, no éramos ajenos a esa disputa política contra el imperialismo”.

Según Martínez, “todo ese proceso de concientización, cuya primera experiencia había sido la toma masiva de fábricas del año ’64, encuentra en el Cordobazo su máxima expresión de lucha. Las discusiones reivindicativas son la excusa para discutir la toma del poder. El 29 de mayo del ’69 es el primer paro activo de la historia, un hecho inédito en el movimiento obrero mundial, que refleja la elevación de la conciencia, los debates sobre los medios de lucha y la confirmación del proceso de acumulación desarrollado durante las décadas del ’50 y ‘60”.

Despedazado por la dictadura genocida que tomó el poder el 24 de marzo de 1976, y domesticado durante el menemismo, el movimiento obrero se encuentra hoy en una franca recuperación de sus históricas conquistas, y se posiciona como un actor clave de la lucha política. “Lo interesante del gobierno nacional es que aspira a superar nuestras diferencias históricas dentro del movimiento obrero. Desde mi punto de vista, el kirchnerismo es una instancia superior del PJ, porque incluye a otros sectores en su proyecto político, no solo el aparato del PJ”, resaltó Martínez.

Reyes, peronista de ley, no se quedó atrás y advirtió que “A Moyano se lo ataca no solo por ser negro, camionero y sindicalista, algo intolerable para los sectores dominantes, sino porque expresa el poder de los trabajadores. Les interesa Moyano como líder del movimiento organizado”.

Aunque ambos defendieron el rol que está jugando la CGT en el concierto político actual, los dos dirigentes reconocieron que el “modelo sindical actual está agotado, porque está burocratizado y debe democratizarse, sin que eso signifique la multiplicación de sindicatos, porque esa situación favorecería a los patrones. El sindicalismo tiene que estar unificado, pero con instancias democráticas en la elección y renovación de sus autoridades. Hay que transformar la estructura sindical”, dijeron, antes de abrir un riquísimo debate con el público asistente, que se fue entusiasmado de participar en las otras dos mesas-debate, a realizarse este jueves 14 en la Casa de los Trabajadores (Tucumán 67) y el 28 de abril próximo en el Archivo Provincial de la Memoria, Pje. Santa Catalina 66. Ambos a las 18.30 horas.

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