En una ceremonia conmovedora, el miércoles 26 de abril se presentó el libro “Encontrar a nuestros hijos. Testimonios de una madre”, de Sara “Coca” Luján de Molina. Ejemplo de grandeza, dignidad y coraje, la historia de esta mujer de 91 años, que batalló hasta el infinito para encontrar a su hijo desaparecido por la dictadura, es una oportunidad para conocer la lucha de los familiares y cómo esa batalla contra la impunidad genocida terminaría por dar a luz al movimiento de derechos humanos de Córdoba. [27/04/2017]
Cuando Coca aparece, sostenida por amigas y familiares que despacito la acompañan hasta un escenario al que parece no llegar nunca por el cariño que recibe a cada paso, el Auditorio Hugo Chávez se ilumina. Su diminuta figura se vuelve gigante otra vez, como cuando en medio de la barbarie, después de un año y medio de estar detenida en distintas cárceles de la dictadura, recorría juzgados, comisarías, embajadas, ministerios y organismos internacionales para saber lo que nadie quería revelarle: el paradero de su hijo Raúl Mateo Molina, secuestrado en octubre de 1976, luego asesinado y desaparecido en La Perla.
Aquella historia, que es la misma de muchas otras víctimas de la maquinaria de muerte de Luciano Benjamín Menéndez, es el eje que recorre las páginas de “Encontrar a nuestros hijos. Testimonios de una madre”, un libro que publicó la Editorial de la Facultad de Filosofía y Humanidades con el apoyo de la Unión Obrera Gráfica de Córdoba, y que se presentó ante la presencia de amigos y amigas entrañables de Coca, ex compañeros de cautiverio, integrantes de organismos de derechos humanos y sitios de la memoria, miembros del Poder Judicial, y un público que quiso estar presente para homenajear a quien es un emblema de los derechos humanos de Córdoba y el país.
A las 18.30 en punto, Lucía Robledo tomó el micrófono y desde su lugar de coordinadora fue cediendo la palabra a quienes acompañaron en el panel a la “queridísima Coca”, quien con toda decisión se calzó el pañuelo blanco que en el mundo entero es símbolo de dignidad, valentía y rebeldía. Ayer contra el poder de un estado criminal y desaparecedor, hoy como bandera inclaudicable de la memoria, la verdad y la justicia.
“Es una gran alegría ser parte del Programa de Derechos Humanos de la FFyH, y poder presentar este libro, que es un testimonio de lucha”, soltó Robledo, para dar la palabra a Hugo Ortiz, quien en nombre del sindicato de Gráficos compartió el hecho de que el libro haya sido declarado de “Interés Legislativo” por la Unicameral de Córdoba.
Luego fue Diego Tatián, Decano de la FFyH, quien tomó la palabra para destacar que “esto no es solo la presentación de un libro, es un hecho muy importante para la Facultad y para Córdoba, porque las Abuelas, las Madres, los Hijos son una reserva democrática”. “Un testimonio es una necesidad y un acto de amor, y sirve para que a los acontecimientos no se los lleve el tiempo. La transmisión que ha logrado el movimiento de derechos humanos de argentina, que es el más importante del mundo por sus efectos jurídicos, políticos y sociales, ha sido una orientación para todos nosotros, sobre todo en los momentos más difíciles de la historia, y lo siguen siendo”, sostuvo Tatián.
Norma San Nicolás, docente de Archivología y responsable junto a Robledo de que esta historia se materialice en un libro, dijo que “es un honor estar en esta mesa, agradezco a todos los que vinieron, y especialmente a Graciela, que está sentada allí entre el público, porque fue ella quien convenció a Coca de que tenía que escribir su historia”.
Minutos antes de que la protagonista hiciera uso de la palabra, Carol Solis, vicedirectora de la Escuela de Historia, se encargó de resaltar algunos de los aportes más significativos del texto: “Es un libro muy potente, esperado, que cuenta la historia de una persona que es la historia de muchos y muchas. Es un libro iluminador sobre la represión en Córdoba, pero también sobre la valentía de los familiares, que revela hechos, personas y situaciones que dieron impulso al movimiento de derechos humanos de esta provincia, que es una etapa histórica de la que se ha escrito poco”.
Al final, en un auditorio sacudido por la emoción, tomó el micrófono la protagonista de la jornada, quien con voz entrecortada pero segura, confirmó su inmensa generosidad al recordar a cada una de las personas que en los momentos más difíciles de su vida, cuando todo parecía inútil o imposible, la ayudaron a recorrer un camino que aunque no logró encontrar a su hijo, puso los cimientos de una lucha “que me permitió, como no le permitió a los que ya no están, haber podido juzgar y sentar en el banquillo de los acusados a los responsables de estos crímenes. No tengo más nada que decir, todo está dicho en el libro y lo han contado hoy acá, gracias Graciela por insistir en que debía escribir esta historia, y les agradezco en el alma a todos lo que han hecho por mí”.