“No hay Universidad sin libertad”

El viernes 9 de junio, en la Sala de las Américas del Pabellón Argentina, se llevó a cabo el primer acto de colación de 2017 y 171 egresados recibieron sus títulos de grado y posgrado. En su discurso, el Decano de la FFyH, Diego Tatián, rescató el legado de la Reforma Universitaria, y planteó que aquella experiencia transformadora debe nutrir los desafíos que enfrenta la universidad pública frente a los intentos de mercantilización y privatización del conocimiento.

El sol de otoño anticipó el calorcito de una ceremonia que siempre es emotiva, por la satisfacción de quienes han alcanzado un título de grado o posgrado en una universidad pública –lo que requiere un gran esfuerzo personal y familiar-, como para los profesores y autoridades universitarias que ven realizada la tarea. Pero esta colación tenía algo de especial:  la gran cantidad de egresados que recibían su diploma -171 entre títulos de grado y posgrado-, y que era la última ceremonia de una gestión que entregará el mandato a las nuevas autoridades el próximo 31 de julio, después de las primeras elecciones directas para elegir al Decano y al Vice.

A las 11 en punto, Silvia Lonatti, maestra de ceremonias, abrió la actividad con la presentación de las autoridades y el ingreso emocionado de los estudiantes que dejaban de serlo para recibir sus títulos de grado (135 licenciados, profesores y técnicos profesionales) y posgrado (36  doctores, magísteres y especialistas).

Después de cantar el himno, saludar a la bandera de ceremonia, y concretar el cambio de abanderados y escoltas, Lonatti invitó a Marcos Bazán, flamante Profesor de Historia, a compartir algunas palabras en nombre de los estudiantes egresados: “Esta experiencia nos atravesó a todos, al igual que nuestra suerte de haber compartido la Universidad Pública, que debe obligarnos a entendernos como parte de una sociedad que nos ha formado y nos necesita, nuestro derecho a la educación necesariamente debe ir acompañado de nuestro compromiso con una mejor sociedad”.

Agradeciendo a la actual gestión por su “compromiso político y académico”, Bazán destacó que “somos hijos de un pueblo que nos formó y por esto mismo nos delegó responsabilidades que nada tienen que ver con una iluminación de vanguardia, de verdad absoluta, sino con la acción concreta, sincera, abierta, transformadora y colectiva”.

El poeta mexicano, Octavio Paz, volvió a ser parte de la ceremonia en la voz de Lonatti, quien leyó algunos pasajes de “Piedra de Sol”, e invitó al Decano, Diego Tatián, a leer su último discurso como autoridad en este tipo de actos. “Es mi última colación en una gestión que lleva muchos años”, soltó emocionado, para entrarle sin vueltas al legado reformista del 18, sin dudas al hecho más trascendental de nuestra Universidad: “La pregunta se vuelve una tarea intelectual y una tarea de trabajo historiográfico, pero también una tarea política en un momento de contrarreforma como el que transitamos. Es ineludiblemente una tarea política, porque la Reforma universitaria no fue solamente un hecho pedagógico. Fue ante todo un hecho político y contracultural”, planteó Tatián, quien se permitió un discurso “cinco minutos más largo que de costumbre”.

Los desafíos de la universidad pública

“La memoria nunca es auto transparente sino una disputa, como lo es el presente y como lo es el futuro. Y desde mi punto de vista la educación pública está en un momento de riesgo, y en particular la universidad argentina, donde desde hace poco más de un año hay en curso una contrarreforma intensa: el desmantelamiento de la educación pública, y con ella de la educación universitaria”, advirtió Tatián, y completó una idea que atravesó toda su alocución: “Hay una conversión de la tradición de la educación pública, que es muy fuerte en Argentina por llevar la marca reformista, en una educación bajo el signo de un mercado global que la considera como un bien transable, como una mercancía”.

El Decano también habló del derecho a la universidad: “Los derechos nunca están dados, son siempre efecto de una conquista, se defienden, se resguardan y muchas veces se pierden. Por eso exigen una acción política ininterrumpida, y una importante veta reformista es esta: el tránsito de la universidad como privilegio o reproducción de privilegios a la universidad de construcción de derechos; a la universidad como estado de derechos”.

Frente a los estudiantes que recibían sus diplomas, Tatián sostuvo que “la mayor amenaza actual de la autonomía universitaria son los poderes económicos y su vulneración por las fuerzas del mercado. El sentido de la autonomía tiene hoy que ver con una autonomía en relación a un régimen de acumulación de ganancia y con una autonomía respecto del mercado. Autonomía universitaria es independencia de los poderes económicos que tratan de imponerse precisamente en esa discusión democrática al interior de la universidad para fijar líneas de investigación, para establecer los contenidos de los planes de estudio, y, sobre todo, para anexar a las universidades al mercado de trabajo, a una forma de producción y de reproducción del capital, en un momento en el que el capitalismo se vuelve financiero”.

En este sentido, remarcó la importancia de “entender que la universidad es producción de conocimiento social, sensibilidad hacia las necesidades de las mayorías populares. La vieja universidad reformista latinoamericana, cuyo más íntimo rasgo es el de ser un hecho de lucidez común para producir libertades colectivas, se confronta con una embestida neoliberal que procura disciplinar la investigación y devaluar la docencia”. Por eso, “no hay fidelidad posible a la Reforma Universitaria, y no hay herencia de ella si no la inscribimos en un horizonte emancipatorio, no solamente de las universidades sino también de las sociedades”.

En el que fue su último discurso como Decano, Tatián valoró el hecho de ser parte de un equipo: “En estos seis años hemos buscado siempre ser plurales y nunca neutros, movilizados por una convicción: la Universidad es en esencia la vida del pensamiento, la libertad del pensamiento. No hay Universidad sin libertad. Pero no hay libertad sin justicia social. Por eso la justicia social es un asunto de la universidad, porque sin ella no puede ser libre, porque la libertad plena es común. Porque mi libertad empieza (no termina, empieza) donde empieza la libertad de otro”. (Leer discurso completo)

Después, llegó la música con la Orquesta Social “Las Cuerdas de ta Tela”, de la Asociación Civil Benjaminos que dirige Walter Díaz e integran niños, niñas y adolescentes de ese barrio, que versionó tres temas del cancionero popular argentino, y luego el esperado  juramento de los egresados, quienes habrán dejado el Pabellón Argentina convencidos de que a casi cien años de la Reforma, es necesario y urgente defender –ya desde su nuevo rol- la universidad que hoy es sacudida por vientos que ponen en riesgo la educación pública que los formó.

Una colación numerosa

En la ceremonia se entregaron 36 títulos de Posgrado: cuatro Doctores en Antropología, cinco Doctores en Ciencias de la Educación, siete Doctores en Filosofía, ocho Doctores en Letras, cuatro Magísteres en Antropología, tres Especialistas en Adolescencia, una Especialista en Enseñanza de las Ciencias Sociales, tres Especialistas en Pedagogía de la Formación y una Especialista en Antropología Social.

También 135 títulos de grado: siete Licenciados en Antropología, dos Licenciados en Archivología y 13 Técnicos Profesionales Archiveros, nueve Bibliotecólogos, siete Licenciados y 11 Profesores en Ciencias de la Educación, 12 Licenciados y cuatro Profesores en Filosofía, cuatro Licenciados en Geografía, seis Licenciados y 27 Profesores en Historia, 12 Licenciados y nueve Profesores en Letras Modernas y 12 Correctores Literarios.

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[13/06/2017]

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