En 1918 la Reforma Universitaria se caracterizó por luchar en contra de un modelo de enseñanza clerical, dentro de su organización institucional y académica, ubicando a la educación superior en un lugar elitista y poco democrático.
A cien años de aquella Reforma, la comunidad universitaria debería ser capaz de actualizar aquel legado, sintetizado con tanta pasión en el Manifiesto Liminar, en torno a las propuestas modernizadoras propias del siglo XXI. Resulta necesario defender su accesibilidad, su carácter público, laico, con perspectiva de género y gratuito. Apostar hacia las nuevas tecnologías, analizar la flexibilización de las currículas y revisar su rol vital ante las distintas demandas sociales.
Los desafíos y tensiones que enfrenta hoy la Universidad pública se relacionan de manera directa con los recortes en sus partidas presupuestarias. La enseñanza superior se ve amenazada por los distintos procesos de mercantilización de conocimientos, de fragmentación de los campos disciplinarios y de profesionalización corporativa, con escasos contenidos de formación crítica en las carreras de grado y posgrado. Es preocupante a su vez la retracción de políticas de inclusión estudiantil y el seguimiento de las trayectorias académicas, así como el deterioro salarial que vienen sufriendo los trabajadores – docentes, nodocentes y contratados–, que integran el conjunto de su comunidad.
Son estas las tensiones y los nuevos desafíos que se viven a cien años de la Reforma. Son estas estas las discusiones y luchas que volvemos a protagonizar si es que de verdad queremos sentir “una vergüenza menos y una libertad más”.
Felicitamos a nuestrxs graduadxs de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC, por el compromiso en los tiempos que corren.
Dr. Juan Pablo Abratte
Decano de la FFyH de la UNC.