Cierre del ciclo lectivo del PUC

Con la presencia del Decano de la FFyH, Juan Pablo Abratte, de su antecesor, Diego Tatián, miembros de la Secretaría de Asuntos Estudiantiles, del Centro de Estudiantes y los responsables de llevar adelante el Programa Universitario de esta Facultad, se realizó en la cárcel de Bouwer el acto que dio por finalizado el año académico en esa unidad penitenciaria, donde se dictan cinco carreras.

La fecha era especial, todos los cierres de año lo son porque es momento de balances sobre el camino recorrido. Pero el del lunes 26 de noviembre, tuvo un condimento extra: el ex Decano de la FFyH, Diego Tatián, se despedía de los estudiantes que cursan los estudios de esta Facultad en el penal de Bouwer, y le pasaba la posta al actual Decano, Juan Pablo Abratte, quien valoró el compromiso de esta unidad académica para llevar el conocimiento universitario a personas privadas de su libertad.

“Esto es el resultado de un trabajo colectivo del PUC, y es importantísimo que la universidad pública asuma este desafío porque nos iguala, y no sólo por el conocimiento que se transmite en las distintas carreras que se dictan, sino porque la universidad nos abre la cabeza y nos constituye como sujetos de derechos”, destacó Abratte frente a los alumnos que cursan las cinco carreras que la FFyH dicta en el penal de Bouwer. “La universidad nos propone un horizonte de lo que podemos pensar, mirar, hacer, para mí fue muy importante haber pasado por la universidad pública”, señaló el Decano.

El acto del cierre del ciclo lectivo 2017 de la FFyH se desarrolló en el salón de usos múltiples de la Escuela Juan Filloy, que funciona en el módulo MD2 de Bouwer, y transcurrió entre el afecto y la confianza que alumnos y profesores sienten por un programa que busca garantizar que el derecho a la educación superior no sea un privilegio, sino algo común, posible también para quienes están privados de su libertad.

Por eso, antes que Abratte, Tatián compartió sus sensaciones, ya que el año académico que arrancó en marzo lo tuvo a él como máxima autoridad de la FFyH, además de profesor en la carrera de filosofía que se dicta en Bouwer: “Hoy estamos ejerciendo nuestro derecho a enseñar y ustedes el de aprender, todas las personas son iguales así que no hay nada que agradecer”, expresó el ex Decano al tomar la palabra. “Esto que hacemos es para activar un poder que ustedes ya tienen, nadie es víctima, hay que salir del lugar de víctima, porque la víctima es alguien que no puede hacer nada por sí mismo y acá cada uno llega hasta donde está dispuesto”, completó.

Tomando lo que María Martínez, secretaria de Asuntos Estudiantiles había expresado en el comienzo del acto, cuando rescató la participación y el protagonismo estudiantil durante la Reforma de 1918, Tatián invitó a continuar “el desafío que heredamos de aquellos estudiantes que convirtieron un privilegio, como era la universidad, en un derecho. Ha sido un placer haber trabajado en el PUC, ustedes son estudiantes de la FFyH y esperamos que contribuyan con la Facultad”.

Por parte de los alumnos fueron varios los que quisieron compartir sus sensaciones, que tuvieron como eje transversal la importancia que para ellos tiene la posibilidad de cursar una carreara universitaria, y el compromiso que demuestran los profesores en sus clases o tutorías. “Este es un espacio que nos permite construirnos como sujetos de reflexión, para poder valorar los derechos que tenemos y que nos ayuda a superarnos, tener una idea de futuro en mente, porque los que nos trajo a estar en una cárcel fue la falta de educación, de trabajo y oportunidades”.

El acto culminó con la proyección de los videos institucionales sobre los 70 años de la Facultad, con la idea de que también los estudiantes que cursan en situación de encierro conozcan y puedan apropiarse de la institución. Pero antes de ese momento, Patricia Mercado y Francisco Timmermann propusieron a los estudiantes un diálogo abierto para conocer sus opiniones y poder avanzar en un cursado que necesita y es posible a partir de la coordinación de dos instituciones.

En ronda, sin condicionamientos y con absoluta franqueza, unos cuarenta internos plantearon sus opiniones, pero también sus necesidades personales y grupales, con el objetivo de que el PUC siga creciendo y pueda llegar a otros módulos del complejo carcelario, “porque esta experiencia no es para cambiar al servicio, sino a nosotros cuando salgamos de él”.