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Asociación de ideas

Desde hace un año la Secretaría de Extensión colabora en el rescate del diario La Idea, fundado el 9 de julio de 1923 en la localidad de Cruz del Eje. El proyecto es llevado adelante por la docente Andrea Giomi, de la Escuela de Archivología, quien trabaja en la recuperación, conservación y posterior digitalización de los ejemplares dañados por el paso del tiempo. En vísperas de su aniversario, el equipo de la Secretaría visitó el taller donde el diario aún se imprime con linotipos de plomo.

Que el periódico no se pierda es la preocupación y ocupación de muchos y de muchas. Con ese fin se constituyó, en el año 2004, la Asociación Civil  Amigos de La Idea. Se trata de un grupo de vecinos/as de Cruz del Eje que comenzaron a colaborar cuando aún vivía Dreifo Álvarez, el último director. Junto con él trabajaban tres empleados más, de los cuales sólo perdura Carlos Ubelino Castro Cuello, el histórico “don Castro”, que comenzó a trabajar en 1959, a sus catorce años.

Entre otras acciones, los Amigos de La Idea se propusieron ordenar los archivos. Durante tres años se reunieron semanalmente hasta que lograron organizar, a través de fichas con titulares y fechas, las pilas de ejemplares con los que se encontraron. A mediados de 2016, María Cristina Cafure, Graciela Gonano y Sonia Pinar –miembros de la Asociación- se reunieron con el equipo de la Secretaría de Extensión a pensar de qué manera se podía emprender el trabajo conjunto. “Para nosotros fue muy grato que la gente de La Idea se acerque a la Facultad, porque la demanda fue concretamente en relación a disciplinas y conocimientos que se enseñan y producen acá”, explica la secretaria de extensión, Liliana Pereyra, y hace referencia al trabajo de conservación y rescate de ejemplares que se está desarrollando desde el año pasado.

Al resguardo

Atendiendo a la especificidad de la tarea solicitada, se convocó a la cátedra de Preservación y Conservación de Documentos, de la carrera de Archivología.  En primera instancia, su profesora titular, Andrea Giomi, se acercó al local del diario en Cruz del Eje para realizar un relevamiento del estado del edificio y de la colección de diarios. Si bien había altas pilas de ejemplares, nunca fue política del diario guardarlos para hacer una colección. De modo que la humedad, la lluvia y el intenso calor del noroeste cordobés han sido obstáculos que La Idea pudo sortear, pero no salir ileso. “En términos generales está todo muy bien organizado. Los números que la Asociación de Amigos pudo rescatar  están ordenados por años, pero hay algunos, más o menos un cuarenta por ciento de los diarios, muy acidificados y es necesario restaurarlos, incluso para poder digitalizarlos”, explica Giomi.

Para comenzar, se convocó a estudiantes voluntarios/as de la carrera de Historia de la localidad de Cruz del Eje, quienes participaron de talleres de capacitación relacionados con la conservación y preservación del patrimonio cultural. “Los talleres fueron una experiencia muy interesante y de mucha participación de la comunidad. Es muy lindo sentir que los propios vecinos reconozcan el valor patrimonial de lo que tienen y que lo quieran cuidar. La comunidad de Cruz del Eje se identifica mucho con La Idea”, dice Giomi.

A través de estos espacios de aprendizaje comenzó el trabajo sobre los ejemplares más dañados y se organizó el inventario. En este momento se está realizando la primera limpieza superficial de los diarios y se los está colocando en folios de polipropileno para que no vuelvan a dañarse. Una vez realizado este proceso se los archiva en el Centro Cultural “El Puente”, para su posterior digitalización: “El proceso final de digitalización del diario no sólo es muy importante para que esté al alcance de toda la comunidad cruzdelejeña, sino que es un material muy valioso para los y las investigadores de nuestra Facultad”, resalta Liliana Pereyra.

Un tipo de letras

“Ingresé a este taller gráfico el 26 de enero de 1959. Tenía 14 años y hacía de cadete”, dice Carlos Ubelino Castro Cuello, mientras se acoda sobre el “burro”, un antiguo mueble compuesto por pequeños compartimentos donde se guardan las letras de plomo. Sí, en La Idea cada letra tiene su lugar porque se imprime con la técnica de linotipos, la misma del siglo pasado. Y es ese, precisamente, su valor agregado. El de resguardar el oficio que encarna Castro, quien se autodefine como “minervista”, que viene de “minerva”, la máquina tipográfica. “Una de las razones que me mantiene acá es que si yo me voy este diario no sale más”, dice, mientras repasa las máquinas con la vista. “Yo no quiero que desaparezca. Muchas veces me han sugerido que traiga a algún pibe y le enseñe, pero no quieren saber nada, ¿para qué les va a servir?”, se pregunta casi como un lamento.

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