“Ponerle leña al fuego para mantenerlo vivo”: 10 años del Taller de Cartas y una nueva edición del libro Las del mundo al revés
Esta crónica recupera la celebración de los 10 años del Taller de Cartas en la cárcel de mujeres de Bouwer que se llevó a cabo el jueves 28 de agosto. El evento también sirvió de excusa para la presentación de la segunda edición digital del Libro «Las del mundo al revés. Cartas inevitables para todxs desde la cárcel»
Son las 18 hs. pasadas del jueves 28 de agosto de 2025 en pleno centro de la ciudad de Córdoba. Afuera está fresco -agosto fue así, ventoso y fresco-, adentro, en el Museo de Antropologías, la gente espera que «las del mundo al revés», un grupo de mujeres que desde hace una década sostiene el Taller de Cartas en la Cárcel de Bouwer, dé inicio a la presentación de un libro que sirve de marco a la celebración por los diez años de ese espacio.
Como señala María Florencia Ortiz, una de las invitadas a tomar la palabra durante esa jornada, la reedición del libro «Las del mundo al revés. Cartas inevitables para todxs desde la cárcel» no es solamente una nueva oportunidad para que más personas conozcan el proyecto, se enteren del rol de la universidad y la importancia de la extensión así como la situación de las mujeres privadas de libertad.
Esta nueva edición ilumina algo aún más potente: el testimonio de lo que ocurre desde hace 10 años en un taller de escritura, concebido como un espacio transformador, sanador, en el que la palabra es propia y de todas; palabra por lo que dice, pero también por lo que no dice, por cómo juega, cómo sugiere, propone, denuncia, inventa y sueña. Celebro esta reedición como quien pone leña al fuego, para mantenerlo vivo.
El hall principal del museo aloja algunas fotografías donde vemos en planos detalle a “las del mundo al revés” que están privadas de su libertad. Cada silla de la sala tiene detrás adherido un sobre con fragmentos de cartas y otras están sujetas con broches y cuerdas sobre la pared.
Hay también un buzón por donde enviarlas: pasadizos que inventamos para estar cerca, para que las palabras circulen y, sobre todo, para tramar vínculos. Las imágenes y las palabras llegan a través del libro y en este “afuera” se recomponen y funcionan como un hueco por dónde mirar, por donde escuchar. Un hueco y un espejo.
El murmullo de las personas que hablan mientras esperan cesa cuando, entre el público, Eli comienza a leer en voz alta una de las cartas que componen el libro. La lectura de esa carta funciona como un knockout a las conversaciones dispersas, la gente presta atención. Después lee Vania, luego Fer y por último Julieta:
Sentir el olor de cada día y poder detenerme un instante. Oír a los pájaros y detenerme un instante. Descalzarme para sentir el suelo, dejar que el viento me ahogue y me roce la cara. Ver el horizonte esperando, tocar el frío del metal hasta que mi calor lo transforme y detenerme un instante. Cuántas veces se detuvieron ustedes hoy? Cuántas veces transformaron su mundo hoy? No me envidien. (fragmento de “Carta para que me envidien”)
Las palabras son vectores que traen la presencia de quienes no pueden estar por haber sido privadas de su libertad. Las cartas tienen la potencia de invocarlas y dar lugar a formas alternativas de construcción de comunidad. La amistad y los vínculos gestados en el Taller de Cartas posibilitan esa presencia. Estar. La lectura de las cartas enmudece a un auditorio repleto que se conmueve y se acerca. Cuando “las del mundo al revés” que están en el museo quieren comenzar a hablar, casi que no pueden -por el nudo en la garganta-, pero pueden y lo hacen.
“No somos abogadas, ni psicólogas, ni esto es un taller de oficios” -dice Julia Monge-, y continua:
En el taller trabajamos con palabras, en cómo pueden transformar representaciones, prejuicios, percepciones de nosotras mismas y la realidad, y recuperarlas en su función comunicativa, que precisamente tiene que ver con las relaciones. Por eso las cartas, porque son una forma de comunicación diferida espacio-temporalmente, que pueden dar lugar a los más diversos temas, emociones y cruces entre la realidad y la ficción, lo personal y lo público/social.
El «Taller de lectura y escritura de cartas» es un Proyecto de la Secretaría de Extensión de la Facultad de Filosofía y Humanidades, enmarcado en el Programa Universitario en la Cárcel (PUC) que se propone sostener el vínculo establecido con las personas privadas de su libertad que se encuentran alojadas en el Establecimiento Penitenciario N°3 para mujeres de Bouwer.
En este espacio se trabaja con el registro epistolar como forma de expresión, comunicación y creación que permite la generación y el reforzamiento de vínculos, de imágenes de lo personal y lo colectivo que posibilitan contrarrestar la atomización promovida por la cárcel y las objetivaciones coercitivas de la subjetividad, diferencialmente despotenciadoras y moralizantes para las mujeres, que impone el sistema penal.
En encuentros con modalidad de taller, se exploran distintas formas de reflexión y experimentación en torno a los contenidos de las cartas, proponiendo dinámicas que tienen como eje el mutuo reconocimiento y co-construcción de saberes entre coordinadoras y participantes, tomando como idea central la potencia de las palabras para producir cruces y encuentros entre lo cotidiano y lo extraordinario.
Los encuentros de este taller comenzaron en 2015, tuvieron un paréntesis por la pandemia, y se reanudaron en 2023. En el marco de la celebración por esa década cumplida se puso en circulación la primera producción del taller que constituyó un hito para el proyecto: el libro “Las del mundo al revés. Cartas inevitables para todxs desde la cárcel”. El libro salió a la luz a fines de 2017, y en 2025 desde el Área de Publicaciones de la FFyH, se reeditó en formato digital, en acceso y circulación libre y gratuita. Una perlita de esta reedición es el prólogo de María Teresa Andruetto.
El libro reúne cartas (en múltiples formas y variantes) escritas por las mujeres que viven o vivieron en el penal y las que coordinan o coordinaron los talleres. Pero ¿qué es una carta?, ¿qué memorias se encienden cuando las escribimos?, ¿cómo son las cartas del mundo al revés? Después de Julia toma la palabra María Florencia Ortiz que arriesga una respuesta a estas preguntas:
Estas cartas, las del mundo al revés, algunas son ruidosas, bochincheras; otras son susurros de oreja a oreja, o están mojadas con lágrimas; algunas son a voz alzada, otras nos trasladan a una escena del silencio de la mano que cuando escribe se acurruca en un papel. En un crisol de tonos, sonidos, lenguajes, estas cartas habilitan las voces de personas que al reencontrarse con la fuerza de sus palabras, recuperan un espacio de agencia y de resistencia. Son voces en alto de subjetividades que resisten la lógica de la penalización y el castigo. Que se atreven a reinventarse para hacer posible un mundo al revés.
La palabra circula entre las personas encargadas de la presentación. Son mujeres muy distintas una de otra, de diferentes edades, colores y estilos; algunas son profesoras, otras estudiantes, otras no. Lo que las une es que sonríen y se miran buscando complicidad. Cada una -Flavia, Camila, Florencia, Lulú, Carolina- va tocando un tema que se nota han elegido con anterioridad: la relación entre la cárcel y la universidad, las condiciones de los establecimientos penitenciarios, la transformación constante de la propuesta del Taller, la visión del “adentro” y el “afuera”, la desigualdad de género…Mientras tanto Luli va y viene por las escaleras porque está manejando desde el primer piso del Museo el proyector que nos acerca imágenes del libro.
Florencia Baratelli (otra Florencia, la que no tiene rulos) comienza su relato mostrando un objeto: es una paloma de papel que una coordinadora le regaló una de las primeras veces que se llevaba a cabo el taller allá por 2015. Flor atesora esa paloma, se ha vuelto una especie de amuleto para ella, un amuleto que cambia de sentido según desde donde se lo vea: “afuera la paloma es símbolo de paz”- dice Flor- “adentro es símbolo de libertad”.
En este mundo no se pueden tener mascotas. Creo que quien puso esta condición pensó sólo en perros y gatos, los clásicos. En el mundo que va conmigo tengo mascotas. Nos domesticamos mutuamente como el principito y su rosa. Creamos lazos con la lechuza (que se animó a comer de mi mano), con el chimango, las ratas y la iguana que vi crecer y, en especial, con la Paloma. Mi Paloma no era cualquier paloma. Tenía el pecho lastimado y golpeaba mi ventana. Entró a mi vida y comenzamos a compartir las mañanas durante un tiempo. Ella con su pecho herido, yo con el mío. Nos mirábamos, nos buscábamos. No pudimos curarnos la una a la otra pero sí nos acompañamos… y esa paloma me demostró lealtad. El día que me buscaba, el día que me esperaba y finalmente el día que se fue. Hasta ese día me eligió a mí y buscó mi ventana para partir. Mi pecho se hinchó de dolor y de amor a mi paloma. Alguno de ustedes se ha sentido así últimamente? no me envidien. (fragmento de “Carta para que me envidien”)
Cerramos esta crónica con la figura de la paloma. Y le damos otro sentido más: entre el “adentro” y el “afuera” la paloma deja ver también el vínculo entre dos compañeras, un regalo que se atesora. En un contexto que puede ser hostil, un abrigo.
Desde aquí se puede acceder al e-book «Las del mundo al revés. Cartas inevitables para todxs desde la cárcel»
Les invitamos a seguir en instagram a las @lasdelmundoalrevés Desde el linkt.ree de su Instagram, además de acceder al libro digital, también está disponible una audionovela y un corto audiovisual con lectura de cartas, todas producciones finales de distintas ediciones del taller.
De la presentación participaron Lulú Scoles, Flavia Romero, Lucía Palacios, Florencia Baratelli, Julia Monge, Camila Bergel, Carolina Rusca y María Florencia Ortiz. La lectura inicial de las cartas estuvo a cargo de Eli Bombini, Vania Villegas, Fer Rojas y Julieta Moyano. Las fotos son de Axel Schneeberger y María Bella.
Agradecemos especialmente a Julia Monge y María Florencia Ortiz por facilitarnos las notas y borradores que orientaron su presentación. También a Axel Schneeberger que muy generosamente nos compartió tan bello registro fotográfico.




