Pasado y presente para pensar un futuro común: Museo Arqueológico Numba Charava y una invitación a viajar a través del tiempo
Esta crónica recupera la visita de acompañamiento territorial que realizamos desde la Secretaría de Extensión (FFyH-UNC) a uno de los proyectos integrales seleccionados en la tercera convocatoria que se realizó el pasado mes de julio. El proyecto se denomina “Encuentros sobre educación patrimonial en el Museo Arqueológico Numba Charava: diálogos entre las comunidades museística y universitaria” y transcurre en la localidad de Villa Carlos Paz del Valle de Punilla.
“Bienvenidas a nuestro pequeño mundo”. Con esa frase nos recibió el pasado miércoles 24 de septiembre Silvia Ledda, directora del Museo Arqueológico Numba Charava. Y Silvia tiene razón: cuando una llega al museo -quizá por el entorno que lo rodea, quizá por la convergencia de las diversas temporalidades que allí habitan-, parece sumergirse en un pequeño mundo.
Desde la oficina de la Secretaría de Extensión (FFyH-UNC) en el pabellón Casa Verde de Ciudad Universitaria, viajamos esa mañana a Villa Carlos Paz con la intención de hacer una de nuestras visitas de acompañamiento territorial. Es que en esta localidad del Valle de Punilla se lleva a cabo el proyecto “Encuentros sobre educación patrimonial en el Museo Arqueológico Numba Charava: diálogos entre las comunidades museística y universitaria” que fue seleccionado el pasado mes de julio en la 3° convocatoria a Proyectos Integrales de nuestra secretaría. Este proyecto integral, cuyas responsables son Gisela Sario y Macarena Traktman, busca promover experiencias encuadradas en la integralidad de funciones, fomentar vínculos y diálogos interdisciplinarios y potenciar las prácticas territoriales.
El Museo Arqueológico Numba Charava se encuentra en el Parque Estancia La Quinta y lo rodea una escuela parroquial, la calle Los Zorzales y el río con toda su belleza e inmensidad. En uno de los laterales hay senderos rodeados de árboles nativos y carteles que los identifican, y unas piedras enormes donde se pueden ver morteros que aparecen como huellas del pasado precolonial del territorio sur del valle de Punilla. Silvia sostiene que Numba Charava podría también considerarse un museo de sitio por la presencia de esos morteros.
Apenas atravesamos las puertas principales se puede leer en grandes carteles colgados de la pared de la sala de exhibición:
con la firmeza de la vida en los huesos
con la dura nobleza de la roca
con la calidez de la lana en las manos
con la sencillez de la tierra cocida
con la flexible fibra del monte
Con estas frases -que así ordenadas parecen un poema-, nos recibe Numba Charava.
El proyecto tiene como antecedente otros dos que también se alojaron en nuestra Secretaría y que se llevaron a cabo entre 2022 y 2024. Allí se realizaron actividades en y con las comunidades de Punilla sur, que permitieron dar respuesta a consultas de diferentes sectores respecto del patrimonio arqueológico. Además, motivadas por la inquietud de las guías del museo respecto a cómo comunicar ciertos temas al público visitante (que involucra desde alumnxs de nivel inicial hasta turistas extranjerxs) se llevó a cabo en 2024 una actividad de extensión denominada “Encuentros sobre educación patrimonial en el Museo Arqueológico Numba Charava” que tuvo por objeto generar diálogos con el personal museístico para unificar criterios de acción y al mismo tiempo elaborar materiales educativos sobre los conocimientos y prácticas sobre patrimonio arqueológico, educación patrimonial, identidades locales y derechos culturales.
El proyecto actual que se está desarrollando durante el segundo cuatrimestre de 2025, busca continuar y fortalecer esos espacios de encuentro y reflexión respecto a las prácticas arqueológicas y las materialidades que se encuentran en el museo y también invita a repensar la educación patrimonial como una construcción colectiva y situada, capaz de proyectar futuros comunes. En esta oportunidad el objetivo central es llevar a cabo la construcción de un nuevo guión museístico que incluya la confluencia de posturas entre la comunidad universitaria y quienes trabajan en el museo. La producción de estos materiales también implica considerar otros actores sociales que se articulan en este espacio de diversos modos, entre ellos, las escuelas de la zona, aficionados, miembros de la comunidad Ticas, estudiantes universitarixs fundamentalmente de la carrera de Antropología.
Fuimos invitadas a conversar al espacio de reserva y laboratorio del museo. Allí nos recibieron Macarena, Gisela y Florencia y un bizcochuelo de miel exquisito que habia cocinado la madre de Macarena con motivo de la celebración de Rosh Hashaná, el Año Nuevo Judío. Gisela y Florencia son vecinas de la zona, viven en Icho Cruz y Bialet Massé respectivamente, ellas destacan esa doble pertenencia: como trabajadoras y vecinas. La cercanía y el vínculo con el territorio es muy importante, eso queda claro en muchos pasajes de la conversación.
Para quienes no estamos en contacto directo con tareas arqueológicas fue una experiencia muy curiosa entrar en el “detrás de escena del museo” -es decir, en la zona de reserva y laboratorio-, pues este espacio aloja una enorme cantidad de piezas que quienes integran el proyecto fueron recolectando de la zona, más precisamente de la cuenca del río San Antonio. Ver esos materiales organizados en cajas, oír las particularidades de las excavaciones arqueológicas, observar las piezas en este proceso previo a su exhibición, son pequeños privilegios que tenemos como trabajadoras de la Secretaría de Extensión.
En Numba Charava las temporalidades se solapan de múltiples formas: una pieza que pertenece a un tiempo precolonial sostenida por la mano de Macarena, la imagen de las arqueólogas en una excavación de un pasado reciente pegada en la pared del laboratorio, fotografías de la familia de Silvia Ledda y de sus vecinos en una vitrina, fotos donde podemos observar a su padre Don Esmeraldo Ledda, que a mediados del siglo pasado dió inicio a la colección arqueológica que es la piedra basal del museo.
En forma sostenida, a lo largo de las décadas, las personas que sostienen el museo intentaron aportar a la visibilización de determinadas problemáticas, realizar preguntas sobre el pasado, el presente y el futuro, alentar el diálogo de miradas en torno a cuestiones centrales de nuestra identidad, de nuestras memorias y también de lo que aún permanece oculto. Ese trabajo se lleva a cabo cuidadosamente y en un vaivén que pivota entre lo público y lo privado, lo individual y lo colectivo, la memoria personal y la memoria social. Y este proceso no ha sufrido apuros sino que ha sabido tomarse el tiempo.
Desde antes que existieran regulaciones provinciales, Esmeraldo y su familia comprendieron el sentido público de la colección arqueológica que habían conformado como aficionados y procuraron diversas alternativas de musealización que se desarrollaron en contextos generalmente adversos. También la comunidad formó parte de ese camino participando de un proceso inédito de entregas voluntarias de bienes arqueológicos por parte de vecinos y vecinas que los habían recolectado generalmente en las costas del embalse San Roque y que permanecían como tenencias no declaradas. Este proceso garantizó un mayor acceso colectivo a esos bienes y un fuerte incremento de la colección original.
Ahora bien ¿qué hay de ese pasado en este presente?, ¿cómo ese pasado mira hacia el futuro? Macarena advierte entre risas que ser antropóloga la vuelve también abogada, política, comunicadora, pedagoga…Es que además de participar en excavaciones arqueológicas, de procesar sus hallazgos y del correspondiente registro, inventariado y conservación de este conjunto formado por varios miles de objetos del pasado precolonial, el equipo de este proyecto integral intenta también aportar a otras discusiones, por ejemplo, a aquellas que se vinculan con el ordenamiento territorial y los estudios de impacto arqueológico. Y las investigaciones que podrían servir para nutrir carreras personales, abonan este terreno de lo común, de lo que nos pertenece a todxs.
La visita al Museo Arqueológico Numba Charava nos recuerda que el pasado no está quieto, sino que se transforma en los vínculos que construimos hoy. Este proyecto integral que se gesta desde el compromiso territorial y el diálogo de saberes, muestra que la educación patrimonial no es solo una herramienta para transmitir conocimientos, sino una práctica viva de diálogo, de escucha y de construcción colectiva. En ese «pequeño mundo» que nos abrió sus puertas con calidez, se teje una memoria que es horizonte: una invitación a pensar futuros comunes desde las huellas que otrxs dejaron, y desde las que elegimos dejar.
Además de Gisela Sario, investigadora del CONICET y docente a cargo del proyecto; Macarena Traktman y Florencia Costantino, ambas becarias doctorales del CONICET y Silvia Ledda, directora del museo, de este proyecto Integral participan lxs estudiantes Marcelo Gritti, Liliana Vilte y Marcela Carolina Sanz.
Les invitamos a seguir las cuentas de instagram y facebook del museo y la cuenta de instagram del proyecto
También a visitar el blog del proyecto donde encontrarán más información.








