Marzo 2007 | Año 3. Nº 15
UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA, Argentina
 


La universidad como federación


Comienza el Doctorado en Artes


Los nuevos ingresantes

· Para compartir la lectura

· Un nuevo espacio para pensar las identidades

Las bibliotecas de Córdoba en la dictadura militar

Ian Hacking: "La raza es también un concepto social"

Cepia: para abrir la mirada

Subsidio internacional para investigadoras de la facultad

La historia de la historia en Córdoba

1
· El secreto en una mirada
3
· Macromoléculas y la
ciencia de la elección
5

· Lanzan convocatoria para la revista Síntesis

· El Museo de Antropología ya es una unidad asociada al Conicet.

· Plaza de la memoria, la verdad y la justicia

· Seminarios, cursos, encuentros
y jornadas
7

 


 


Editorial

La universidad como federación

En pocos días, la Universidad Nacional de Córdoba tendrá nuevas autoridades. Carolina Scotto y Gerardo Fidelio asumirán el 25 de abril como rectora y vicerrector de nuestra casa de estudios.
Desde la Facultad de Filosofía y Humanidades y en el espacio de Alfilo queremos compartir algunas reflexiones en torno a este acontecimiento de gran relevancia institucional y política.
En una editorial anterior de esta revista, Diego Tatián subrayaba dos elementos centrales para el nuevo escenario que se vislumbraba con el triunfo electoral de Cambio Universitario: el hecho de que la entonces candidata, hoy rectora electa, fuese mujer –por la profunda significación transformadora que ello tenía en el contexto de una universidad conservadora como la nuestra- y su procedencia académica -por la posibilidad de que las Humanidades aportaran a la gestión una mirada más compleja y pluralista, más democrática y libre-.
Compartiendo estas ideas de Tatián, quisiera destacar un aspecto del programa político de la nueva gestión que, a mi juicio permite avizorar una transformación profunda en los modos de hacer política en nuestra universidad, así como en los contenidos de esas políticas.
Desde mi perspectiva, la propuesta de “Cambio Universitario” concibe a la universidad como una “federación”, como un conjunto de unidades académicas que deben fortalecer su autonomía, a la vez que construir en forma colegiada y democrática, líneas directrices que eviten la fragmentación, el aislamiento y especialmente las profundas desigualdades que en la historia reciente se han conformado entre ellas.
Esta concepción “federativa” de la universidad recupera, a mi criterio, algunos de los postulados más caros a la tradición democrática de la Reforma Universitaria de Córdoba, particularmente estoy pensando en el lugar que el federalismo ocupó en los discursos de los núcleos intelectuales más críticos en el interior del movimiento reformista -por ejemplo, los planteos de Saúl Taborda[1]- .
Y cuando pienso en el problema del federalismo, quisiera inscribirlo en el marco de una creciente tensión entre “autonomía” y “regulación”, que ha signado la formulación de las políticas educativas y especialmente de las universitarias, en las últimas décadas.
Concebir al federalismo como articulación entre los dos polos de esta tensión, implica entenderlo como un principio político que incluye planos tan complejos como los de la relación entre la institución universitaria y el Estado Nacional, el vínculo entre el gobierno central de la universidad y el de sus diferentes unidades académicas e incluso el lugar de la docencia, la investigación y la extensión, como funciones específicas de la institución.
Las políticas universitarias de las últimas décadas han construido una paradójica relación entre ambos polos de la tensión: en algunos aspectos se han profundizado las regulaciones –externas e internas a la universidad- y en otros se ha apelado a la “autonomía” dificultando la construcción de criterios comunes y consensuados en aspectos centrales de la política institucional.
En ese sentido, una concepción auténticamente federativa de la universidad, permite fortalecer la autonomía evitando la desarticulación, a la vez que producir regulaciones de modo democrático y participativo. Y este es otro rasgo distintivo de la nueva gestión que merece destacarse.
La experiencia de Carolina Scotto como decana de Filosofía abre nuevas posibilidades para la gestión de la universidad en su conjunto. La complejidad de nuestra unidad académica, configurada como confluencia de escuelas y departamentos con relativa autonomía, con diversas historias y tradiciones académicas y profesionales, con múltiples diferencias y pluralidad de visiones y perspectivas, constituye una excelente plataforma para la nueva gestión, frente al desafío de comprender e intervenir democrática y eficazmente en la conducción de nuestra casa de estudios.
En torno a esta tarea debemos debatir como comunidad universitaria, enriqueciendo el horizonte limitado que los modos recientes de hacer política intentaron imponer. La posibilidad de construir un ámbito de debate participativo, de fortalecer los organismos colegiados, de transparentar las formas de administración y gestión de los recursos y de apostar al fortalecimiento de la ciudadanía universitaria para definir las políticas, son formas de materializar el principio federativo y de recuperar un sentido profundo de nuestra universidad pública. Profundizar los vínculos con la sociedad y enfatizar el carácter auténticamente extensionista de la institución, permitirá renovar ese sentido con nuevos contenidos democráticos.
Las condiciones para asumir estos desafíos son difíciles y complejas, pero tal como lo plantea Alejandro Kaufman [2] : “Si la universidad sobrevivió a la catástrofe, fue sin duda a pérdida y sin alegría. No se sobrevive a las catástrofes, a los genocidios y a las destrucciones autoinducidas con alegría”. Y más adelante señala: “Sin embargo, algo había en la universidad y en la institución educacional en general en la Argentina, ciertas fuerzas que contribuyeron a que nos mantuviéramos a flote. Incluso desde una perspectiva moral”. La cita parece elocuente para reflexionar sobre la etapa que se inaugura, es cierto que la universidad pudo sobrevivir a la catástrofe, que pudo –no sin pérdidas- mantenerse a flote. Seguramente, en el escenario colectivo que se inicia pueda avizorar horizontes más amplios y, sobre todo, ahora sí, hacerlo con alegría.

Juan Pablo Abratte
Docente e investigador de la Escuela de Ciencias de la Educación - FFyH - UNC

1. Saúl Taborda (1885-1944) fue un pensador cordobés que participó en el Movimiento Reformista de 1918, dando origen a una vertiente intelectual crítica que influyó notablemente en los debates político-pedagógicos del período de entreguerras. La apelación al federalismo, adquiere una relevancia central en el pensamiento político tabordiano.
2. Alejandro Kaufman “Apuntes sobre la experiencia universitaria” Pensamiento de los confines, n. 14, junio de 2004. Universidad Nacional de Quilmas.


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