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Por estos días, lo importante

El 22 de agosto se realizó un nuevo “Taller de rescate de libros, documentos y fotografías dañados por el agua” en la localidad de Villa Allende. La actividad se enmarca en la campaña coordinada desde las secretarías de Extensión, de Asuntos Estudiantiles y el Centro de Estudiantes de la FFyH junto con la Secretaría de Extensión Universitaria de la UNC, que comenzó en abril de este año y ya intervino en Río Ceballos, Agua de Oro y Unquillo. En esta oportunidad, se trabajó conjuntamente con el colectivo de vecinos autoconvocados “Resurgir” y el Centro de Jubilados de la localidad de Villa Allende. Nuevamente, unos veinte estudiantes voluntarios de las carreras de Archivología y Bibliotecología de la UNC junto con la docente titular de la cátedra de Preservación y conservación de documentos, Andrea Giomi, trabajaron con los vecinos que acercaron sus fotografías, escrituras, dibujos, cartas, libretas de familia y negativos fotográficos para ser recuperados.

“Vine a aprender, no traje nada porque no me quedó nada”, se presenta Manuel, un vecino al que el agua le destruyó la casa en febrero y que hoy, medio año después, no puede ni siquiera hacer el ejercicio perturbador de establecer prioridades, de decidir qué es importante para preservar y qué se puede dejar ir. Pero ahí está, a las diez en punto con lo necesario para la tarea de recuperación de documentos en papel “parece que hace falta paciencia –dice- y yo paciencia tengo”.

Apenas llega el transporte de la UNC con los estudiantes, se preparan los tablones cubiertos de fiselina y todos los elementos necesarios para la práctica de recuperación. Luego de las indicaciones de la docente, los voluntarios reciben a los vecinos y vecinas y conversan sobre el estado de deterioro de sus pertenencias, las posibilidades de preservación y la importancia de decidir qué es prioritario. Y allí se cuelan nuevamente las historias personales, la singularidad de los recuerdos y la vacilación entre aquellas cosas que antes del 15 de febrero estaban guardadas, invisibles, y que con la inundación salieron a la superficie, se expusieron, barrosas para que el agua o las personas decidan sobre su destino.

A esto se refiere Mónica, del barrio “Cóndor bajo” cuando recuerda que los días posteriores a la inundación no pudo hacer otra cosa que responder a las preguntas y aceptar las sugerencias de las personas que se acercaban a ayudar. “Tirábamos todo, nos parecía que nada servía. Pero cuando salió el sol, volvimos a la basura y recuperamos algunas cosas que habíamos desechado”, recuerda mientras nos muestra un papel pequeño de esos que hoy recobran valor: la “Constancia de la Caja de Previsión” de su primer trabajo, en 1986.

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De papel a papel

Mientras comienzan con la tarea específica de recuperación, los especialistas invitan a los vecinos a observar el procedimiento y les explican las técnicas básicas. Luego, cada uno de los participantes se coloca los guantes de látex, el barbijo y pone en práctica lo aprendido con papeles propios y ajenos.

Entre el grupo de estudiantes, se encuentran Lorena y Gabriela, dos hermanas que estudian Bibliotecología y Archivología respectivamente y que participaron de cada uno de los talleres en las diferentes localidades de las Sierras Chicas. Más allá del aporte en su formación profesional, las hermanas valoran lo que han aprendido en el trato con los vecinos damnificados y resaltan la importancia instrumental de la experiencia: “Nuestro objetivo, más allá del trabajo concreto que hacemos con los documentos, es dejarles una herramienta a los vecinos para que puedan trabajar con sus documentos de manera autónoma y para que quienes asisten a los talleres sean multiplicadores, es decir que les enseñen a otras personas lo que aprenden acá”.

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 Compromiso universitario

Además del trabajo específico en el rescate de documentos en papel, el sábado se realizó un relevamiento de las escrituras de ese sector de la localidad de Villa Allende que fueron deterioradas por el agua o que se extraviaron. A partir de allí, desde la Secretaría de Extensión y la Escuela de Archivología de la FFyH se asumió el compromiso de realizar un pedido institucional al Colegio de Escribanos de la Provincia de Córdoba para que de algún tipo de respuesta a los vecinos que perdieron las escrituras de sus casas. En el mismo sentido, será necesario articular con el Registro General de la Provincia de Córdoba.

Por otra parte, ante numerosos casos de personas cuyos títulos universitarios se han dañado o perdido, a través de la Oficialía Mayor de la UNC, se comenzarán las gestiones para que la gente recupere sus certificaciones oficiales.
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Aunque en general los vecinos y vecinas de las zonas inundadas hacen el esfuerzo por recomponerse emocional y materialmente, hay un run run que no cesa, que se repite de boca en boca y -sobre todo- se amplifica en los medios de comunicación. Es el de las lluvias que se avecinan y que, según algunos pronósticos, podrían ser intensas durante la primavera. Frente a este tipo de anticipos la gente de la zona se pone en movimiento. Algunos construyen altillos, otros piensan en redes de contención en las partes más altas de sus viviendas o consideran la opción de mudarse por un tiempo “si el clima es dudoso”. Entre estos últimos está Antonieta: “Lo que más me angustia es el estado de pánico y ansiedad en el que me encuentro a veces”, dice, e inmediatamente afirma que ama su casa, que vivió allí durante los últimos cuarenta años y que su esposo de ochenta no quiere abandonar. Él la construyó con su padre, dice que de ahí no se va a ir nunca y, como un artesano, está restaurando el motor de un auto antiguo y una máquina de escribir que se mojó y quiere dejarles a sus nietos. Por estos días, lo importante.

 

Sugerencias y prioridades para recuperar papeles mojados
A partir de la experiencia en los diferentes talleres desarrollados en Sierras Chicas, muchos vecinos se encontraron con sorpresas en relación al proceso de recuperación de documentos. Guiada por el sentido común y la urgencia, la mayoría de la gente que se encuentra con sus papeles mojados, tiende a secarlos al sol o a embolsarlos y, precisamente es esto lo que no debe hacerse. Por esta razón y para tener en cuenta en caso de atravesar situaciones semejantes, apuntamos algunos consejos que evitarán errores comunes:

  •  Colocar los documentos mojados en una bolsa para productos congelados, sacarle el aire y guardarlos en el freezer.
  • Cuando se pueda comenzar con la tarea de restauración, sacarlos de a poco y ponerlos a secar en un lugar cubierto y ventilado o con un ventilador que nos les de directamente.
  • Es importante hacerlo de manera pausada y tranquila, por eso se debe trabajar con poco material por vez.
  • En caso de que ya se hayan secado y no se puedan separar las hojas hay que volver a humectar para despegar.
  • Lo que NO hay que hacer es meter los documentos en bolsas y dejarlos allí mojados porque se descomponen y el olor es muy contaminante.
  • Los libros requieren de un proceso muy lento, por eso a veces es conveniente volver a comprarlos y trabajar en otro tipo de materiales como es el caso de los documentos únicos, los negativos y las fotografías. Éstas últimas son las que más rápido se deterioran por eso es lo primero con lo que hay que trabajar.
  • Es muy importante consultar con un profesional para saber con qué tipo de fotografías se cuenta, ya que de eso depende el procedimiento de recuperación.
  • También se recomienda fotografiarlas digitalmente con una cámara profesional, en buena calidad, para luego hacerles un tratamiento de restauración digital.

     Texto y fotografías: Georgina Ricardi

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