En una intensa charla sobre Universidad y Proyecto Nacional, María Pía López, socióloga e investigadora de la UBA, Pablo Carro, secretario general de Adiuc y Diego Tatián, Decano de la FFyH, plantearon algunas ideas de cómo mantener la autonomía universitaria sin perder el sentido político del conocimiento, en el marco de un gobierno nacional que apuesta fuerte por la educación pública. [07/05/2013]
El tema de la charla era convocante, provocativo, y así se vivió en el aula Horacio Faas de la Facultad de Filosofía y Humanidades el pasado 3 de mayo, cuando María Pía López, socióloga e investigadora de la UBA, Pablo Carro, secretario general de Adiuc, y Diego Tatián, Decano de la FFyH, plantearon al centenar de personas que colmó este cálido ambiente del Pabellón Residencial, algunas ideas sobre cómo trabajar y pensar la siempre conflictiva relación que existe entre las universidades y el poder político.
Como la convocatoria había sido promovida por el gremio docente, Carro fue el encargado de abrir el “conversatorio”, como denominaron los organizadores a la propuesta que luego de las disertaciones del panel abrió el micrófono a un público compuesto por docentes, no docentes, estudiantes y funcionarios universitarios. “Este gobierno viene apostando fuerte por la educación pública, con un gran impulso a la investigación y a la extensión, con el objetivo de vincularlas a un modelo económico de desarrollo nacional. Además, ha llevado adelante políticas de inclusión para retener a los estudiantes en la universidad, pero lo que debemos preguntarnos hoy es para qué investigamos en la universidad pública, cómo hacemos para que el conocimiento sea accesible a la sociedad”.
Convencido de los importantes avances alcanzados en los últimos ocho o nueve años por el notable incremento presupuestario destinado por el gobierno kirchnerista a la educación pública, y fundamentalmente a la educación superior, Carro advirtió que “todavía queda mucho trabajo por hacer, porque el neoliberalismo penetró de manera muy profunda en toda la comunidad universitaria. Por eso hay que disputar el espacio público, para poder disputar el debate público. Y para eso la universidad tiene que estar en la calle, abierta, aportando toda su producción para enriquecer la discusión política”.
Tatián tomó la posta y luego de historizar la conflictiva relación que siempre mantuvieron las universidades públicas con el poder político, se preguntó cómo hacer para lograr una vinculación desde un lugar propositivo, afirmativo, generando nuevos escenarios, con el objetivo de construir una universidad autónoma pero sensible a lo social. Y coincidiendo con Carro, señaló que “hoy tenemos que preguntarnos para qué se hace conocimiento, con qué sentido, porque el conocimiento tiene contenido político”.
En este sentido, Tatián planteó la necesidad de “despertar la sensibilidad hacia dentro de la universidad y articular con el afuera, para poder lograr la felicidad pública, teniendo en cuenta toda la dimensión trágica de la vida humana. Me gusta hablar de felicidad, además de libertad, igualdad, justicia, porque tenemos que construir una universidad popular, para que los sectores populares accedan a la educación superior. A mí me gusta hablar de trabajo con otros, no para otros, por eso me gusta hablar de la universidad como una fragua para pensar una sociedad no capitalista, sabiendo que eso es un desafío de largo aliento”.
El cierre quedó para la invitada, Pía López, quien arrancó su participación contextualizando la articulación entre educación pública y desarrollo que atraviesa a América Latina, resaltando que Argentina sintetiza un poco las posturas antiimperialistas y libertadoras que plantea en el plano político Venezuela, con una propuesta de integración al mundo sostenida por Brasil. “Esto exige poner énfasis en el desarrollo tecnológico, pero también en el campo de las ciencias humanas, porque estamos construyendo un nueva narración histórica, de ahí la articulación entre desarrollo y relato histórico, cuya expresión concreta puede ser el Instituto Dorrego”.
Después planteó el desafío que viven los investigadores de carrera y sus dificultades para vincularse con la sociedad, con el “mundo masivo”, poniendo como ejemplo los obstáculos que muchas veces encuentran los investigadores de Conicet para trabajar con el Canal Encuentro. “Debemos producir este encuentro entre la academia y la sociedad, porque la universidad es también un diálogo de generaciones, a través de los textos nos vinculamos con otros lenguajes, otros saberes, otras experiencias”.
Marcando una clara diferencia entre el actual momento y los ’90 “cuando en la universidad nos aislamos para resistir el proyecto político neoliberal”, fue al hueso de la discusión planteada por actividad, al sostener que “hoy debemos hacer un esfuerzo de creación y reflexión sobre la producción universitaria, porque la decisión de no producir para el mercado tampoco nos puede llevar a encerrarnos en la propia institución universitaria. Un buen ejemplo de esto fue la elaboración de la Ley de Medios, en la cual las universidades tuvieron una participación muy importante, trabajando a la par de las organizaciones sociales y otros actores políticos”.
Sin abandonar la idea del sentido político que tiene el conocimiento, dijo que “debemos producir una idea pública respecto de las profesiones, porque tenemos que pensar qué hacen los egresados cuando salen de la universidad y se incorporan al mundo del trabajo”. Previo a que el público hiciera sus aportes, López no le esquivó a la discusión política que atraviesa no sólo al mundo universitario, sino a la política en general: “las consignas muchas veces niegan el debate, porque no se puede ser siempre complaciente con los propios, y sordo con los ajenos”.
Si lo planteado por el panel ya había dejado muchos más interrogantes que respuestas a un público que se mostró participativo de un debate necesario en el actual contexto político, Gustavo, un docente de las “ciencias duras”, reconoció los avances que viene alcanzado el país y la universidad pública en general, pero, retomando uno de los conceptos desarrollados por Tatián, advirtió que “los investigadores debemos salir del lenguaje capitalista-industrial para superar la concepción de ‘eficiencia industrialista de la ciencia’. Tenemos que producir conocimiento con un sentido emancipador. Generar una nueva línea de pensamiento es el desafío de la universidad pública”.