El 21 de diciembre culminó la experiencia organizada por el equipo de Feminismo del Movimiento Nacional Campesino Indígena-Somos Tierra, con el apoyo de la Secretaría de Extensión y el Programa de Derechos Humanos de la FFyH, y el financiamiento del Fondo de Mujeres del Sur. Se entregaron los certificados del curso de Comunicación Feminista en el que participaron 78 mujeres de Córdoba, Jujuy, Mendoza, Misiones, San Juan y Neuquén.
Con muchísima emoción por la experiencia compartida en cuatro cursos, 78 mujeres provenientes de organizaciones campesinas e indígenas de Córdoba, Jujuy, Mendoza, Misiones, San Juan y Neuquén finalizaron el Curso “Comunicación Feminista”, que se realizaron en encuentros virtuales entre junio y octubre de 2020. “El principal objetivo fue empoderar a las mujeres y disidencias mediante el fortalecimiento de las estrategias comunicacionales, tanto a nivel local como regional”, señaló Carolina Llorens, integrante del equipo pedagógico y comunicación.
La experiencia se cerró el lunes 21 de diciembre, con la entrega de los certificados que contó con la participación de la Decana de la Facultad, Flavia Dezzutto, el Secretario de Extensión, José María Bompadre, la Subsecretaria, Virginia Carranza, el Director del Programa de Derechos Humanos de la FFyH, César Marchesino -quien coordinó el acto virtual junto a Llorens, y 40 asistentes del curso que estuvieron presentes desde las pantallas.
El acto comenzó con una mística a cargo del grupo de mujeres de la localidad de Serrezuela, quienes luego remarcaron el papel central de las mujeres campesinas en la construcción de la soberanía alimentaria y el señalamiento de que las mujeres campesinas e indígenas “somos otro territorio más de dominio y disputa, por eso es preciso que podamos dar vuelta la historia y ver el sometimiento del cuerpo que está atravesado por dominaciones”.
Luego Llorens recorrió la nómina de organizaciones participantes y nombró a las 78 mujeres que recibieron los certificados del curso organizado por el equipo de Feminismo del Movimiento Nacional Campesino Indígena-Somos Tierra, con el apoyo de la Secretaría de Extensión y el Programa de Derechos Humanos de la FFyH, y el financiamiento del Fondo de Mujeres del Sur.
Afrontando las dificultades de conectividad, la coordinadora explicó que los cursos fueron a través de la plataforma Meet y whatsapp en aquellos territorios donde no se podía llegar con la otra plataforma. El equipo pedagógico y de coordinación estuvo compuesto por Llorens, Estibaliz Redondo y Romina Pezzelato,
En este año especial por una pandemia que desnudo históricas desigualdades sociales, Carranza agradeció que el curso se hiciera en la FFyH, porque eso permitió “ser una Facultad más justa, más feminista, mejor, en un mundo y una Argentina tremendamente injusta”. Sin embargo, destacó que “la virtualidad hizo posible un curso con compañeras del NEA, del NOA, de tantos lados. Pude recorrer la sistematización del curso, el laburo impresionante que han hecho, todas las redes que se van tejiendo y que cuando sean presenciales van a ser más indestructibles que nunca. Todo esto demuestra que no estamos comenzando de cero en las experiencias de educación popular”.
Bompadre compartió estas reflexiones y señaló que es muy importante que la Facultad “se abra a mujeres, pero además a mujeres campesinas e indígenas, para poder pensar con fuerza la identidad. Como decía el querido Hugo Acevedo, de que los pueblos indígenas son los guardianes del monte, yo creo que ustedes son también las grandes guardianas del monte. Bienvenidas a este espacio afectivo, que queda abierto para ustedes”.
Luego Marchesino invitó a que compartan lo que había significado la realización del curso, tanto en el plano personal como el impacto que tuvo en sus comunidades. Muy emocionada, Yésica Nieto, de Villa de Soto, leyó un poema de Pablina Luna (ver aparte) y entre lágrimas y aplausos fue la Decana de la FFyH quien tomó la posta: “Destaco la sistematización del curso y la posibilidad de compartir la vida, los saberes, la militancia, las prácticas con una serie de territorios y colectivos, que para nosotrxs, como universidad pública, son estratégicos”.
Las mujeres que no pudieron estar en vivo enviaron un video con sus sentires y valoraciones -también muy emotivas-, y el acto cerró con las últimas intervenciones. Liliana Rosselli, de San Juan, dijo con la voz entrecortada que “el curso fue realmente hermoso, porque a los 64 años nunca había vivido lo que me tocó vivir aquí, con la gente que he conocido”, y Celeste Álvarez, del norte de Córdoba, contó que había sido la primera vez que se había animado a hablar en público: «Yo antes vivía callada y el curso, lo que me enseñaron las compañeras, permitió que saliera mi personalidad”.
Entre las más jóvenes, que fueron muchas, hablaron Juana Belelli y Yanina Rosales, y Llorens sintetizó que justamente el curso “habilitó la palabra para que las voces de las mujeres campesinas circularan. Pudimos ver que salieron muchas voces”. En la misma sintonía se expresó Marchesino sobre una experiencia muy enriquecedora: “Hacer oíbles aquellas voces que históricamente han sido tapadas. Este curso es una muestra de que hay muchas voces distintas, defendiendo, ampliando derechos, que dan a la Facultad un sentido para seguir luchando, caminando por una educación pública, para todos y todas. Muchas gracias por estar ahí, en sus territorios”. El final llegó con aplausos y el eco poderoso de una consigna que no tiene vuelta atrás: “Cuando una mujer avanza, el machismo retrocede”.
Poema
Me enojo tanto con la palabra a veces.
Me indigna la romantización del lenguaje.
Me cala hondo su usufructo
Cuando se nos ha negado tanto tiempo.
Cuando me la he negado tanto tiempo.
La veo ahí,
la escucho,
tan libre,
tan desvergonzada,
tan mezcla
que la envidio.
Envidio que sea patrimonio
y me enoja, me enerva, me desquicia
que sea sólo de algunos.
Nunca escuché
que entre los diez mandamientos esté
«Dirás lo que sientes»
o
«Tomarás la palabra como derecho inalienable»
Entonces,
más roja es mi sangre
y más me enojo con mi lengua
que sabe
que no todas dicen
que no todas hablan
que no todas usamos la palabra
como
elemento indispensable
Porque
Nos ha sido Negada.
Así como se dice cerrá las piernas
Así
nos han cerrado la palabra.
Pero yo
la amo,
por libre
por desvergonzada
porque aunque no la digamos se piensay cuando se piensa se siente
y cuando se siente,
se crea,
y cuando se crea
un universo entero
está dispuesto para nosotras.
Ahí,
amiga, hermana, compañera
encuentro el manifiesto de los nuevos días
donde nosotras
Las pobres,
Las desplazadas,
Las campesinas,
Las indígenas,
abramos las bocas,
rompiendo la rabia
y llenando el plato
desquiciando
la lengua
los dientes
las cuerdas
los gestos
para vomitar
los sonidos
y así,
algún día,
abrazar la libertad.
Pablina Luna