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Relación con la comunidad
La historia del barrio en la memoria colectiva
Mariana Belluscio y Miguel Cerf, egresados de la
Escuela de Historia, obtuvieron una beca de Extensión en
noviembre de 2006 para implementar el proyecto “Taller de
historia oral de Villa Páez. Una recuperación colectiva
de las memorias barriales, 1920-2006”. Desde marzo de este
año ya están trabajando en esa zona de Córdoba
capital para recopilar los relatos de los vecinos y afianzar los
canales de comunicación barrial.
Muchos
de los vecinos del barrio son desempleados que trabajaban en la
Cerveceria Córdoba. (Foto: Walter Rinaudo / La Voz del Interior)
En mayo de 2006, dos jóvenes recientemente
egresados de la Escuela de Historia, Mariana Belluscio y Miguel
“Lole” Cerf, comenzaron a trabajar con el Centro de
Jubilados del barrio Villa Páez, a través del programa
Probienestar de PAMI y el Programa Municipal de Historia Oral para
la ciudad de Córdoba, en un proyecto de reconstrucción
de la historia barrial y la recuperación de la memoria colectiva.
Con esta experiencia a cuestas, prepararon el proyecto “Taller
de Historia Oral de Villa Páez. Una recuperación colectiva
de las memorias barriales, 1920-2006”, con el cual, en noviembre
de ese año, obtuvieron una beca de Extensión de la
UNC. La directora del proyecto es Nélida Agüeros, titular
del Seminario de Historia Oral de la Escuela de Historia y responsable
del Programa Municipal de Historia Oral para la Ciudad de Córdoba.
Además, la co-dirección está a cargo de María
del Carmen Lorenzatti, profesora de la Escuela de Ciencias de la
Educación y especialista en educación para adultos.
Reconstruir el pasado
“El proyecto surge de la necesidad de dar respuesta a los
vecinos interesados en reconstruir su pasado de manera colectiva”,
explica Mariana, quien ya trabajó durante dos años
ad honorem en el programa municipal.
Precisamente, la idea del proyecto consiste en la implementación
de un taller semanal, que permita reconstruir la historia de Villa
Páez a través de la recopilación y sistematización
del relato de los vecinos y apostar con ello, a mejorar, afianzar
y reforzar los lazos de solidaridad y canales de comunicación
entre sus habitantes.
Los principales protagonistas y encargados de contar la historia
del barrio son los adultos mayores afiliados al centro de jubilados
de la zona, al que acuden alrededor de 100 personas.
Aunque todavía no tienen un lugar físico asignado,
los jóvenes historiadores empezaron a hacer las entrevistas
a los vecinos en el mes de marzo, en la casa de cada uno de ellos.
El barrio Villa Páez se encuentra en la zona centro-oeste
de la ciudad de Córdoba, bordeando el río Suquía,
y existe desde la década del ’20, aunque es a partir
de los años ’40 cuando se da el período de mayor
crecimiento.
Esa zona, históricamente albergó a familias de clase
media que se trabajaban principalmente en actividades vinculadas
a la construcción y la industria fabril, especialmente en
la Cervecería Córdoba, que empleaba a la gran mayoría
de los pobladores del barrio.
El cierre de esta fábrica repercutió de manera significativa
entre los vecinos y, actualmente, el barrio presenta características
de exclusión y vulnerabilidad, que se expresan en sus problemas
relacionados con la inseguridad y la delincuencia.
“Es una zona muy golpeada social y económicamente,
-dicen Mariana y Miguel- utilizada por los manejos políticos
clientelares; y nosotros, obviamente, no somos muy bien vistos por
los punteros políticos”. Los jóvenes señalan
que los vecinos del barrio, principalmente los más antiguos,
“analizan esta situación como uno de los datos más
acuciantes de su realidad y consideran necesario generar espacios
que promuevan la participación y les permitan afianzar los
lazos de solidaridad y comunicación entre ellos”.
El sentido de la extensión
La beca de Extensión que obtuvieron Cerf y Belluscio es de
categoría A, lo que implica que obtendrán un subsidio
único de 800 pesos y la suma de 300 pesos cada uno, por mes.
Todo irá destinado al trabajo en Villa Páez, como
los 800 pesos que se usarán para la publicación de
una cartilla para uso de las instituciones del barrio.
“A nivel personal, es un empujoncito para seguir adelante.
No es fácil trabajar en espacios comunitarios o sociales
y menos si no tenés dinero para sostenerte”, señala
Mariana. Por su parte, Miguel agrega: “Es difícil encontrar
apoyo para propuestas que impliquen el entrecruzamiento de experiencias
y la construcción social del conocimiento; entonces, la beca
permite realizar estas actividades que en general hacemos gratis”.
Los dos, sin dudar, manifiestan que lo más satisfactorio
de la experiencia es “el contacto con la gente”. “Encontrar
sentidos colectivos, buscar explicaciones y otorgar significados
de manera conjunta es sumamente gratificante. Pero por sobre todas
las cosas es el fin mismo de la función, que creemos, debemos
cumplir como profesionales formados en la universidad pública
y gratuita”, dice Mariana.
Los próximos pasos a seguir son generar un pequeño
archivo para que quede en poder de la biblioteca popular del barrio,
que recientemente se sumó al proyecto de los jóvenes
egresados y realizar la publicación de una cartilla “de
manera que al barrio le quede un elemento de difusión de
su historia para utilizar en los colegios de la zona y en la biblioteca”,
indica Miguel.
“Tenemos una especial preocupación por comprometer
nuestro accionar académico o profesional con la realidad
y la sociedad en que vivimos y preferimos abocarnos a proyectos
en los que la historia sirva como herramienta de transformación”,
finalizan Mariana y Miguel.
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