María Saleme de Burnichon from Área de Tecnología Educativa on Vimeo.
Mil novecientos ochenta y siete, digamos que fue el año del CIFFyH, pues estrenábamos una democracia cuando casi se llegó al olvido de su existencia y nos dió por pensar en acciones desmesuradas. Una de ellas fue la creación de un Centro donde se pudiera investigar solidariamente.
Pensamos, porque la mirábamos con atención, en una Facultad desmantelada, donde nada indicaba la presencia de una intención de profundizar sobre los serios problemas que, en estos años de ausencia de razones, habían cobrado magnitud. Pensamos en la necesidad de un lugar donde, recuperada la tranquilidad, fuera posible reflexionar sobre las carencias; así es cómo nos propusimos constituir un Centro que unificara tanto los trabajos realizados como las ganas de trabajar.
No fue tarea sencilla este nacimiento, pues existían desde tiempo atrás otros institutos que consideraban que investigaban lo que «hacía falta investigar», sin mayor conexión con otros Institutos igualmente abroquelados en su específico saber.
Aunque con retraso, sabíamos que en la ciencia, inclusive en las sociales, no alcanzan las certezas absolutas ni puede ya pensarse, desde su estricto y circunscripto campo, la posibilidad de conocimiento de su objeto.
El Centro fue creado desde la posibilidad de convertirse en el lugar de encuentro de los saberes. Hacia ahí va el esfuerzo de sus años de vida, sin recursos propios, donde todos los integrantes van ofreciendo su esfuerzo cotidiano, porque si de algo se está seguro, es de la necesidad de su existencia plena.
Desde su nacimiento, cada gestión ha ido afirmando el trabajo en investigación, docencia y extensión. A investigadores, docentes y alumnos, el Centro les ofrece servicios varios, lugar de trabajo y una pertenencia que implica, además del aval institucional, un marco de referencia para que cada uno de sus miembros pueda comprometerse con ese encuentro de los saberes que da sentido a la investigación.
María Saleme de Burnichon