Investigaciones

El caso Julio López según la revista Barcelona

Mauro Orellana, becario del Ciffyh, se pregunta cómo aborda esta publicación satírico-periodística la desaparición del albañil que fue testigo en el juicio contra el represor Miguel Etchecolatz y lo compara con el modo que lo trata la prensa “seria”.

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Tapa de la revista Barcelona Nº 102

Cristina Kirchner: “Julio López no está en París”. En la tapa de la revista Barcelona, del 16 de febrero de 2007, salía publicada en letras bien grandes una supuesta declaración de la entonces primera dama, que había participado de una marcha en la capital francesa pidiendo por la liberación de Ingrid Betancourt. A su lado, Cristina tiene un retrato de López entre sus manos y se ve la torre Eiffel de fondo. “En ese caso, hay un fotomontaje que resulta evidente y que no se intenta invisibilizar sino todo lo contrario, trata de exacerbar los mecanismos de construcción periodística”, señala Mauro Orellana, becario del Centro de Investigaciones de la FFyH que trabaja el tema “Parodia del periodismo argentino contemporáneo. La Revista Barcelona en el tratamiento del caso de Julio López”.

Orellana tiene una beca de iniciación en la investigación, otorgada por la Secretaría de Investigación, Ciencia y Técnica de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC. Es licenciado en Comunicación Social y profesor en Letras Modernas por la FFyH. Actualmente se encuentra en el tramo final de su tesina de grado, dirigida por Ana B. Flores, para obtener la Licenciatura en Letras Modernas, sobre la misma temática.

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"La revista trata de exacerbar los mecanismos de construcción periodística", dice Orellana.

“Para entender la configuración del discurso de la revista y, en particular, del género de la noticia, me pareció nodal la parodia como categoría analítica. Uno de los sentidos que gravitan en la noción de parodia es el de contra canto, que en el caso de la revista funciona de la siguiente manera: cuando se reapropia de la palabra de los otros medios y le invierte el sentido”, explica Orellana.

Un ejemplo claro de esto es la apropiación que hizo la revista del slogan de Clarín. Hace un tiempo, debajo de la marca del diario aparecía lo siguiente: “Clarín, una solución argentina para los problemas de los argentinos”. Barcelona, en su subtítulo, contrapone: “Barcelona, una solución europea para los problemas argentinos”.

El becario aclara que en estas operaciones paródicas, “se ponen de manifiesto ciertas valoraciones críticas del medio”. “Una de las hipótesis que sostengo en la investigación es que la revista disloca, a través de los procedimientos humorísticos -parodia, ironía, absurdo, sátira-, el verosímil del discurso de la información. Es decir, quiebra con aquello que lo hace creíble. Y allí está la diferencia también con los otros medios, porque a su vez rompe con el tono serio y objetivo de las otras propuestas periodísticas, que intentan producir efecto de verdad”, precisa.

Ahora dicen que…

La revista Barcelona es una publicación periodística quincenal que nació en el año 2003. Su nombre alude a uno de los destinos elegidos por los argentinos en el momento de la crisis de 2001-2002. Actualmente se editan aproximadamente más de 15.000 ejemplares. Aunque tiene una frecuencia periódica, posee un formato típico de los diarios, como el papel, el tamaño (tabloide), la titulación, presentación de la información (volanta, título, copetes) y las secciones.

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Tapa de la revista Nº 95, 9 de noviembre de 2006.

Dos de los rasgos distintivos de la revista son sus conocidas portadas y el tratamiento de la noticia. “En las tapas se rompe el contrato de lectura convencional, ya que si bien se indican cuáles son los temas importantes de la ‘agenda’ y las respectivas páginas donde son tratados, en la revista de modo inverosímil se referencian páginas como 1,5, 43.208. Por otra parte, en las noticias, hay una difuminación de las fuentes de la información; una alteración de la palabra citada y la palabra citante; en los títulos se presenta cierta información que luego, en el desarrollo, no aparece, de manera que hay cierta discordancia. Al igual que Clarín para orientar al lector, se resaltan en negrita ‘ciertas palabras claves’ que poco tienen que ver con la información central. También aparece el uso de ciertos datos estadísticos que tendría el propósito de legitimar cierta información. Todos estos procedimientos están presentes en el resto de los medios gráficos, lo que hace Barcelona es ponerlos en funcionamiento de un modo exacerbado, volviendo risible ese modo de construcción pero que, al mismo tiempo, nos invita a reflexionar sobre cómo funciona eso en el resto de los medios”, indica Orellana, que actualmente se encuentra analizando el corpus, guiado por un eje temático: la desaparición de Julio López, testigo clave en el juicio a Etchecolatz, el 17 de septiembre de 2006.

Desde la desaparición del albañil, la revista mantiene una sección que se titula “Día a día. Qué se hizo en la quincena en la búsqueda de Julio López”, en la que se describen los avances que hacen los investigadores: 27 de octubre. Muere Kirchner. Los investigadores, conmovidos, deciden que durante ese día harán “duelo a la japonesa”, buscando a López por doquier. Pero el centro es un quilombo y los investigadores están muy tristes, así que desisten rápidamente.

¿Por qué elegiste el tema del humor para trabajar y, específicamente, la revista Barcelona y el caso Julio López?

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Nº 196. Barcelona es una publicación periodística quincenal que nació en el año 2003.

La primera elección que hice fue sobre el objeto que quería trabajar: la revista Barcelona. Llegué a ella a través de amigos, quienes periódicamente la compraban y la leían. Y me sorprendía el efecto de lectura que provocaba en ellos, desde la risa a la carcajada, desde el principio a fin de la revista. Y a partir de allí me intrigó saber qué ocurría con ese discurso y me pareció interesante interrogarlo con algunas herramientas de mi formación en letras, específicamente en los estudios críticos del discurso.

En el tramo final del cursado de la carrera, cuando emerge la preocupación sobre cuál será el tema de la tesina, me pareció que resultaba sugestivo abordar la Barcelona. Y en aquel momento, año 2007, me encontré con que no había ninguna investigación sobre la revista, así que decidí armar un proyecto sobre este medio, en colaboración con mi directora de trabajo final, Ana B. Flores, y con las pistas y orientaciones que me fue brindando Pampa Arán, en un seminario de investigación. Aportes de ambas que son inestimables.

Junto con la elección del objeto de estudio, que no podía escindirlo del humor, vino la necesidad de cierto recorte. Entonces, tuve que tomar un criterio metodológico, que se basó en el siguiente tópico: la desaparición de Julio López. Advertía que, desde distintos modos: en la tapa, en una noticia, en algún comentario, la presencia de la desaparición de López era recurrente, una insistencia, aún cuando el tema había perdido “actualidad” en los otros medios. En este punto me resultó interesante empezar a pensar en esa operación discursiva de la Barcelona, que va a contrapelo de cierta noción de “agenda mediática” que se sostiene en los otros medios.

¿Por qué pensás que la revista Barcelona puede hacer humor con un caso como este y salir bien parada?

No sé si la revista queda siempre bien parada cuando asume ciertos riesgos al abordar, del modo en que lo hace, el caso de Julio López u otros temas. Creo que hay una crítica en este medio a ciertos usos políticos del tema de los derechos humanos, al menos en el período temporal que analizo, finales de 2006 y todo el 2007. Y sí, es provocador y al mismo tiempo inquietante, en términos analíticos, ver cómo gravita este tema en la revista que, entre otras características, licuó todo espacio serio en sus ejemplares.

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"Julio López no está en la selva", afirma Ingrid Betancourt. Tapa de la Nº 139.

La Barcelona dislocó lo decible en términos políticamente correctos y asumió el riesgo de hacer noticiable los tabúes de nuestra sociedad, de aquello que no se puede hablar. Y, efectivamente, a algunos lectores esto les resulta incómodo mientras que otros deciden aceptar ese contrato de lectura. Saber de qué nos podemos reír, como dice Ana B. Flores en una de sus investigaciones, es un buen documento de época, ilumina algunos aspectos de los mecanismos de funcionamiento de nuestra sociedad. Y esto ocurre con Barcelona.

En ese sentido, los creadores de la revista dicen que no hacen humor sino periodismo. Vos, ¿también creés que es así?

En un primer momento de mi trabajo, me interesaba saber quiénes eran los integrantes de ese proyecto editorial, cuál era su trayectoria. El interés surgía porque reconocía un muy buen manejo del género de la información, al punto que se animaban a jugar con él.

En la reconstrucción que hago de parte del grupo advertí que ellos se formaron en una escuela de periodismo muy conocida de Buenos Aires entre finales de los años ochenta y principios de los noventa, y atravesaron por un conjunto de medios gráficos, de distintas características, y participaron en algunos programas radiales. Así que sí, es cierto, son periodistas y hacen periodismo. Pero tal vez no haya que oponer periodismo versus humor, en este caso, sino pensar en su combinatoria. Yo creo que ellos inauguran –al menos esto es lo que vengo sosteniendo en mi trabajo-, en la prensa gráfica, un nuevo tipo de periodismo, el periodismo paródico, en donde el humor es un vector innegable.

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