La relación entre las iglesias protestantes y sus fieles
La becaria del Ciffyh Julieta Capdevielle realiza un proyecto de investigación para analizar y comprender las estrategias y vínculos que se establecen entre dos congregaciones de la localidad de Malvinas Argentinas y sus miembros. También pretende identificar los diferentes tipos de redes sociales que construyen esas iglesias.
Julieta Capdevielle es licenciada en Comunicación Social y actualmente está cursando en el Centro de Estudios Avanzados de la UNC, el Doctorado en Estudios Sociales de América Latina, en la mención Sociología.
Es becaria del Conicet, con asiento de trabajo en Ciffyh, con el proyecto “Capital social y estrategias de reproducción entrelazadas: iglesias protestantes y familias en contexto de pobreza. Estudio en caso en la localidad de Malvinas Argentinas”, dirigido por Alicia Gutiérrez.
Ella se interesó en este tema en 2007, cuando era miembro del equipo de investigación bajo la dirección de Gutiérrez. El equipo hizo un relevamiento de todas las casas de familia de Malvinas Argentinas, localidad ubicada al este de la ciudad de Córdoba y en esas idas y vueltas constantes notó la presencia de numerosas iglesias. Entonces decidió buscar el porqué. “Además, mi conexión con el tema llega por una cuestión personal. Cuando era adolescente me hice amiga de chicos que iban a la iglesia y empecé a ir. En alguna medida, esto es explicarse a uno mismo”, dice Capdevielle.
«No menos importante para este enfoque es remarcar que una de las congregaciones nace como fruto de un proceso de apadrinamiento de una iglesia central ubicada en la ciudad de Córdoba. Es posible arriesgar que estas iglesias se proliferan por medio de un doble mecanismo: prohijamiento y fisura«, continúa.
Desde la década del ’60 se produjo en toda América Latina una proliferación de nuevos movimientos religiosos, especialmente pentecostales, evangélicos, umbandistas y budistas. Esto reconfiguró el mapa religioso de casi todas las naciones y en algunas hasta un cuarto de la población ya no participa de la religión oficial y escapa al control de las jerarquías católicas.
En Argentina, en la actualidad, se presenta un incremento de las iglesias protestantes y de sus fieles y, paralelamente, se produce una disminución de la población católica. Según la primera Encuesta sobre creencias y actitudes religiosas, realizada por el Centro de Estudios e Investigaciones Laborales del Conicet, el 76 por ciento de la población se define como “católico”, mientras que un nueve por ciento se declara “evangélico”.
“Tiene que ver con la lógica de funcionamiento al interior de las iglesias, ya que la iglesia católica no da respuestas materiales y simbólicas a las familias. En estas iglesias, la relación es mucho más personal con los fieles. Los pastores visitan a las familias, trabajan en conjunto con psicólogos y saben las problemáticas de cada uno de los que van al templo”, explica Capdevielle.
Iglesias protestantes y construcción de redes sociales
El trabajo de Capdevielle se desarrolla en la localidad cordobesa de Malvinas Argentinas y, a través de él, pretende explicar y comprender los vínculos que se establecen entre dos iglesias protestantes y sus miembros. Se trata de una iglesia evangélica pentecostal, que hace más de 20 años que se encuentra allí y a la que asisten más de 100 personas. La otra, es de la rama de la iglesia cristiana evangélica Hermanos Libres, que funciona en Malvinas Argentinas desde hace 12 años.
La finalidad de la investigación es identificar los diferentes tipos de redes sociales que construyen las iglesias conjuntamente con las familias pobres que asisten. “Las redes más fuertes son a nivel laboral, pero también hay asistencia y acompañamiento. Los miembros devuelven algo a cambio y eso implica pertenecer a la iglesia: algunos se encargan de la limpieza o sirven el té, incluso en la iglesia pentecostal hay gente que se queda a dormir para cuidar los equipamientos”, adelanta Julieta.
La iglesia de los Hermanos Libres se caracteriza porque los líderes y sus miembros son de clase media, por eso las redes entre ellos son más capitalizadas. “Hay mayor cantidad de redes laborales, de inserción de los miembros de la iglesia en fábricas y eso no se da en la iglesia pentecostal, donde hay más homogeneidad en cuanto a clases sociales”, señala.
Entre las dos iglesias concurren alrededor de 300 personas y cada miembro es considerado un “hermano” en Cristo, creando fuertes lazos de solidaridad. En cada una se hacen reuniones por grupos: mujeres, adolescentes, varones, matrimonios. También hay escuelas dominicales, a las que asisten los niños y donde se les otorga el desayuno. La iglesia de los Hermanos Libres, además, cuenta con un programa de radio. Los templos están abiertos todos los días de la semana y se llevan a cabo numerosas actividades. “Hacen un trabajo muy fuerte con la población”, señala la investigadora.
En un principio, los mismos miembros donan un espacio en sus casas para llevar adelante reuniones de oración. Esta estrategia permite ampliar la población de la congregación. Cuando la casa de oración ya está consolidada como lugar de concurrencia de nuevos creyentes, se intenta conseguir algún terreno donde edificar una nueva sede.
En este sentido, la Municipalidad de Malvinas Argentinas apoya mucho a las congregaciones, ya que les vende el terreno para construir el templo y los ayuda en la compra de materiales.
Entonces, a lo largo del trabajo de campo de Capdevielle, que consistió en numerosas visitas y entrevistas, descubrió que las distintas redes de intercambio que se dan entre los miembros de las iglesias pueden resumirse en la capacitación laboral, el cuidado y acompañamiento de enfermos y niños, la provisión de alimentos, la información y ayuda en la gestión de diversos trámites en organismos públicos y el acceso a tierra y viviendas, entre otros.
Otro de los aspectos que indagó la becaria fue la presencia de la mujer al interior de las congregaciones. “Se las acusa de tener una visión machista sobre la concepción familiar. Sin embargo, hay autores que dicen que estas iglesias persiguen los intereses prácticos de las mujeres y con el trabajo de campo corroboré que muchas veces el marido deja de tomar y tienen una mejor conducta, dedicados más al trabajo. Eso hace que los ingresos mejoren, lo que favorece a las mujeres. Aunque sí es cierto que tienen una visión del hombre como líder y cabecera de la familia”, concluye.
Finalmente, otra de las hipótesis que planteaba Capdevielle era que las prácticas generadas por las relaciones que se establecen entre las iglesias y las familias pobres tienen una doble función antagónica. Por un lado, ayudan a la superación de la pobreza, pero a la vez generan mecanismos de despolitización o desmovilización. “Estoy reformulando esta idea porque hay una gran participación política. En la marcha por la familia y a favor del matrimonio entre varón y mujer, el escenario era de una de las iglesias pentecostales más grandes de Córdoba y era una de las organizadoras. Sin embargo, aunque no fuera en esa marcha, tienen una visión política y una visión del mundo donde determinadas prácticas son moralmente aceptadas y otras no”, remata.