Sin categoría

Los estudios del discurso

¿Qué es? | Los investigadores Claudio Díaz, Ximena Triquell y Ana Beatriz Flores explican en qué consiste esta disciplina, surgida en la década del 60, y cuáles son sus aportes en la sociedad.

En los años 60 surgió una línea de investigación que cuestionaba la lingüística estructuralista básica, fundada por Ferdinand de Saussure a fines del siglo XIX, que afirmaba que sólo la lengua era susceptible de ser estudiada científicamente. El habla, por lo tanto, debía dejarse fuera del objeto de estudio. “Los aportes de Benveniste y otros investigadores pusieron en duda esa mirada clásica sobre la lengua y se comenzó a pensar que los intercambios concretos de habla eran el modo de existencia real del lenguaje y que la lengua era un código abstracto que no existía en ningún lado”, explica Claudio Díaz, director del Centro de Investigaciones y titular del proyecto “Recepción de música popular y producción de sentido en jóvenes de la ciudad de Córdoba”.

Esta corriente empezó a tratar de asir esos actos de intercambio verbal concretos y ahí es cuando apareció el concepto de discurso. “Los discursos van mucho más allá de una frase; son enunciados mucho más largos y complejos, pero, por otro lado, surge con mucha importancia esta idea de los discursos no como textos, no como una especie de abstracción aislada, sino como esa emisión anclada en las relaciones sociales”, continúa Díaz.

En Córdoba, en la década del 60, antes del gobierno del General Onganía, hubo profesores como Adolfo Prieto, Noé Jitrik e Iber Verdugo, quienes desde la lingüística y la literatura fueron conformando el campo de los estudios del discurso en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC.

Herederos de esta tradición, los investigadores y docentes Claudio Díaz, Ana Beatriz Flores (directora del proyecto “Políticas discursivas del humor en la cultura de Córdoba”) y Ximena Triquell (responsable junto con Elizabeth Vidal del proyecto “Imágenes de lo real: los discursos fotográficos y audiovisuales como soportes de representaciones sociales”) revelan qué son los estudios del discurso.

– ¿Cómo se podría explicar qué son los estudios del discurso?

Flores: Ante todo está bueno señalar que, desde nuestra concepción, todo fenómeno de manifestación del sentido, cualquiera sea la materia significante que lo produce, puede ser tratado como discurso. En ese sentido, cuando hablamos de discurso puede ser un artículo periodístico, una historieta, un cuadro, una fotografía, un graffiti, un film, un poema, una conversación, una receta de cocina o el relato de un sueño. El discurso es una construcción social de lo real, y lo que intentamos estudiar es cómo se da ese proceso y cuál es el resultado de esa construcción.

Triquell: En términos muy generales, podemos decir que el análisis del discurso es la disciplina que se ocupa de analizar los “sentidos” en circulación en una sociedad.  Es así heredera de la semiótica (de allí que a veces se superpongan o crucen ambos términos), con quien comparte la preocupación acerca de cómo se produce sentido. Pero mientras la semiótica, en un sentido restringido, tenía como objeto –al menos en sus orígenes –   la forma más simple –“más elemental”, podríamos decir – en la que aparece el sentido (el signo), el análisis del discurso amplía su objeto a la producción de sentido en una sociedad o, en otras palabras, a los discursos sociales. No obstante esta distinción, semiótica y análisis del discurso se cruzan en más de un aspecto. En general, cuando se establece una diferencia se lo hace para señalar la distancia entre disciplina y campo de aplicación o para referir a distintas tradiciones. Los desarrollos actuales de la semiótica son herederos de esta tradición, por lo cual se suele hablar de socio-semiótica o de una teoría de los discursos sociales.

Flores: O sea, cuando estudiamos el discurso no nos preguntamos simplemente qué dice (va más allá de la comprensión del texto) sino cómo dice lo que dice y, como consecuencia de lo anterior, qué hace un discurso en el seno de la vida social: qué efectos intenta producir, sobre quiénes, desde qué ideologías, con cuáles discursos interactúa, qué clase de relación establece con ellos, qué voces sociales hablan y cuáles son habladas, cuáles acalladas, con qué grado de mediaciones. Es decir, el discurso es para nosotros una  práctica con la que se forma y se deforma o aparece y se borra una pluralidad de objetos.

– ¿Cómo llega un investigador a interesarse por esta disciplina?

Díaz: El interés de los estudios sobre el discurso, en mi opinión, no está vinculado al tipo de discurso que se analiza. Cualquier tipo de discurso es susceptible de análisis y cualquiera es interesante. El más banal puede ser revelador de aspectos muy importantes de las relaciones sociales. El interés de los estudios discursivos tiene que ver con lo que en los discursos se pone en escena: el sistema de relaciones sociales que articula la sociedad. El lugar privilegiado de la producción y de la lucha por la imposición de sentido es el discurso. Lo que se construye como sentido en el discurso siempre está entrando en algo que nosotros llamamos las “luchas simbólicas”. Las luchas por la imposición del sentido, de lo que es natural, de lo que es normal, de lo que está bien, de lo que está mal.

Flores: Eso sucede cuando uno va descubriendo el poder de la palabra, de los discursos en sus múltiples formas, hasta qué punto estamos atravesados de discursos. No en vano, en la actualidad, en varios países de Latinoamérica se pone en primer plano político la disputa por los sentidos que es la disputa por los discursos. Por ejemplo entre gobiernos y medios de prensa. Sin olvidar que los sentidos, como dijimos más arriba, tienen una íntima relación con las experiencias vitales de cada uno, con las condiciones materiales de producción, con la vida económica que regula gran parte de las posibilidades y los derechos de todos.

– ¿Cuál es la finalidad de los estudios del discurso?

Triquell: En principio, el análisis del discurso sirve para comprender cómo funcionamos como sociedad, no en todos los aspectos evidentemente, pero sí en un aspecto sustancial: el del sentido. Para esta disciplina, los discursos no “reflejan” –lisa y llanamente – una realidad que está allí afuera, sino que la “representan”. Es por esto que decimos que los discursos son el soporte de las representaciones sociales. Los discursos producen representaciones que son puestas en circulación, aceptadas o rechazadas, reproducidas u ocultadas, repetidas o ignoradas.  Y a través de éstas se construye, para los seres humanos, la realidad. Acá es necesario incorporar un aspecto fundamental: todos los discursos poseen una dimensión ideológica, del mismo modo que todos los discursos involucran poder. Y esto, no porque sean específicamente ideológico-partidarios o respondan a una ideología identificable (porque sean racistas, sexistas, clasistas, etc.) o porque busquen someternos, sino porque ponen en juego determinadas representaciones de la realidad a la vez que buscan producir –y de hecho producen siempre – efectos. En este marco, el análisis del discurso, tiene por objeto desnaturalizar aquello que aparece como evidente, desarmar los mecanismos que nos llevan a aceptar como dado aquello que en realidad es construido, y permitirnos reconocer las posibilidades de transformación de aquello que se presenta como destino.

– Cada uno de ustedes se dedicó a una temática específica dentro del análisis de los discursos. ¿Cómo surgió ese interés?

Triquell: El interés por estudiar los lenguajes audiovisuales surgió al considerar que las imágenes, por su propio carácter proponen una relación menos mediatizada que lo lingüístico con un supuesto referente “real” y por lo tanto podemos presuponer –al menos esta es nuestra hipótesis- una mayor eficacia en la lucha por la imposición de sentidos. Así, si los discursos en general “construyen la realidad”, las representaciones visuales asumen, dentro de éstos, una eficacia particular en tanto se nos imponen con la fuerza de la evidencia, de lo que está allí (la copia exacta o la huella de lo real).

Flores: En mi caso, porque el humor se produce en un particular juego con las reglas que cada cultura y cada estrato de la misma estipula, construye y transforma, en un proceso continuo: las reglas del decir, de la interacción social, los sentidos establecidos, etcétera. Por la ruptura el humor pone de manifiesto eso que se rompe, que estaba articulando nuestras prácticas cotidianas, institucionales o políticas. Entonces resulta ser la conjunción tan deseada de placer (por lo libertario) y saber. Estipula otra posibilidad, abre una alternativa diferente a la obediencia, a lo establecido y su contracara, que sigue con las mismas reglas pero invertidas. Es una práctica liberadora y con ello iluminadora.

Díaz: Mi interés por las músicas populares viene desde hace tiempo. Y tiene que ver con el lugar tan importante que esas músicas tienen en el mundo contemporáneo y la producción de sentidos y en la formación de subjetividades. Así, estuve trabajando un tiempo sobre el universo de sentido de la música rock, y después sobre el folklore. En ambos casos se trata de músicas que han estado y siguen estando en el corazón de las luchas simbólicas. Justamente en la actualidad estamos estudiando esas músicas desde el punto de vista de la recepción, es decir, de los sentidos que producen los distintos consumidores al apropiarse de modo específico de las músicas que circulan en la sociedad.

– ¿Se puede decir que hay una tradición en Córdoba en los estudios del discurso?

Díaz: Sí, y eso tiene que ver con varias cosas. En primer lugar que, tanto en la Facultad de Filosofía y Humanidades, en la Escuela de Letras, en Ciencias de la Información, y en la Facultad de Lenguas, hubo algunos profesores, fundamentalmente desde la época de la recuperación de la democracia, que han formado a mucha gente, como Teresa Mozejko o Pampa Arán, que se han dedicado a esta especialidad. Pero además, me parece, que han incidido mucho en la formación de profesionales en el análisis del discurso algunas carreras de posgrado que se instrumentaron desde principios de los 90, como fue la Maestría en Sociosemiótica en el CEA, el Doctorado en Semiótica que hay actualmente, donde se ha formado mucha gente y se ha creado una tradición. También tiene que ver con lo que pasó en la dictadura, cuando se prohibió mucho de esto, entonces se fue gestando una especie de sed de lo que había sido el desarrollo de esta línea de pensamiento, de Foucault, de los posestructuralistas en Europa, Estados Unidos y otros lugares de Latinoamérica. Cuando se recuperó la democracia hubo una activación muy fuerte de reflexión y de recuperación de esta línea que había sido borrada durante todos esos años.

Flores: A raíz del fuerte componente crítico de esta perspectiva, el área de estudios del discurso durante el Proceso quedó reducida a un seminario, cesantías de por medio. Con el nuevo plan de estudios del año 86, con la iniciativa de Verdugo y el importantísimo apoyo de los estudiantes y de un grupo de profesores (ligado a  teorías literarias, semiótica, algunos de lingüística) en el nuevo plan se le asigna un peso equivalente al de las historias de la literatura. Como se ve, el desarrollo de este campo estuvo estrechamente ligado a la política. El otro hito importante en la construcción de esta tradición es la Maestría en Sociosemiótica del CEA, única en Latinoamérica, que dejó tres cohortes de profesionales formados, que trajo innovación teórica, y la creación de un campo transversal, una perspectiva para varias disciplinas, a diferencia de los anteriores procesos muy ligados a las letras.

Triquell: Yo no sé si hablar de tradición, pero sí de un importante desarrollo desde hace bastante tiempo. En la carrera de Comunicación, por ejemplo, la materia Semiología estaba ya incorporada en el plan de estudios elaborado en 1978. La materia está incluida también en los planes de estudio de las carreras de Teatro y Cine. En relación a los estudios de posgrado, el Doctorado en Semiótica, según tengo entendido, es el único en Argentina y uno de los pocos doctorados en esta disciplina en el mundo. Estas instancias de formación han producido un importante número de investigadores y de grupos de investigación que sostienen el desarrollo de la disciplina, muchos de ellos radicados en el CIFFyH, otros en el CEA y algunos en otros centros de investigación.

– ¿Qué aportan a la sociedad las investigaciones de esta disciplina?

Triquell: Yo creo que las investigaciones que se hacen en la Universidad deben hacer un aporte a la comunidad, aunque éste no siempre sea evidente o directo. Si reconocemos que el discurso no es una herramienta transparente que nos permite hablar sobre el mundo, sino el arma principal en la lucha por la imposición de sentidos, el análisis del discurso puede ayudarnos a conocer esa arma. La función del análisis del discurso no es descubrir los mecanismos de imposición del discurso para liberar a éste del poder, sino por el contrario, reconociendo que ese poder existe, hacerlo jugar contra sí mismo para desmontarlo en aquellos discursos que buscan imponerse. De allí el sentido fuertemente crítico –y por ello, transformador– de la disciplina.

Flores: Los aportes son múltiples y ricos, voy a enumerar algunos: en el campo extensionista, la provisión de instrumentos para una lectura crítica de los discursos sociales aporta elementos de capacitación  y adquisición de competencias a un campo amplio que va desde los sectores más vulnerables, que deben auto gestionarse en un mundo de discursos, al ámbito de las diversas profesiones como la psicología, el derecho, el periodismo, en que el uso de la palabra y otras materias significantes es insumo básico; el ámbito de la educación en la formación de ciudadanos críticos y aptos para argumentar; en los estudios culturales, en las neurociencias por la relación del discurso, el lenguaje y el conocimiento; en la medicina, sobre todo en la neurología, para la elaboración de protocolos para el estudio de patologías que se manifiestan en la actividades de producción e interpretación discursiva y un largo etc. Y, por supuesto, que en el mundo del mercado, que no frecuentamos desde esta Facultad, en todo lo que sea publicidad, marketing, estudio de encuestas o construcción de software, entre otros.

Share